Las Estrellas
fugaces son excrementos de los astros.
Ernesto Cardenal
Poeta nicaragüense
La caída genocida de misiles sobre
Gaza oigo
Voz del Yaveh castigador en
saña hegemónica
Estruendos del monstruo
tecnológico radiactivo
Explosiones prendadas en el
terror infantil
Tengo una colección de
explosiones cobardes en la memoria
Misiles han salido de Tel Aviv
y cayeron en mi recuerdo
Hay un Estado usurpador que se
disfraza de nación víctima
Sus mentores lloran en un muro
y luego asesinan madres
Veo sangre manar en océanos
impunes
Barcos fantasmas atracan en oídos
sordos
Los puertos institucionales
jamás ponen atención
El pie de la letra del plan
sionista se ha cumplido
Oigo ambulancias llorar a
través de las calles
¡Apartemos los escombros de
las orejas del mundo!
¡Limpiemos la ceguera de los
ojos de la humanidad!
Coloquemos en sus manos cadáveres
abiertos
Ese pequeño brazo no se
corresponde con aquel cuerpo
Esa piernecita es de una niña que
busca a su padre desolado
Hay un colmillo de labio
levantado como riente cancerbero
En algún lugar de Israel hay
un festín de pólvora encendida
¿Qué quedará del baile de
aquellas muchachas placenteras?
¿Qué será de los olivares
vistos como abuelos guardianes?
¿Adónde irán las abuelas a
sembrar el porvenir enrojecido?
¿Qué cerdo sionista va detrás
lamiendo hondas huellas?
¿Volverán acaso alientos de
paz a detener esta maldad?
¿Cuántas preguntas faltan para
una sola respuesta?
¿Por qué las noches se me
vuelven llantos de sangre?
¿Por qué me parece pisar el
rostro del asesino mayor?
Anoche soñé un mundo libre
de plaga imperial
Un planeta sin armas
atómicas ni puñales traperos
Campos abiertos de una
Pacha Mama sanada
La capital del multiverso que
somos era Palestina