miércoles, 15 de marzo de 2017

PAÍS PORTÁTIL: LA MEJOR PELÍCULA VENEZOLANA DE TODOS LOS TIEMPOS


JUANITA REVERON
La historia del cine supone un rizoma del cual se desprenden cientos de miles de ramificaciones capaces de abarcar infinitos procesos, semióticas, motivaciones, temáticas, sentidos, significados inimaginables de la incidencia humana planetaria, por cada una de las intenciones visuales. Tomar una huella de la realidad como la formación política, supone un sinfín de posibilidades que están ya en cada experiencia personal. Así nos encontramos con la incidencia que nos dejó el filme País Portátil (Feo y Llerandi, 1979), sin duda alguna la mejor película venezolana de todos los tiempos y nos encontramos un proceso iniciado con su planteamiento que abre una extensa posibilidad de formación política difícil de igualar.

A quien Adriano se lo da / Feo y Llerandi se lo bendicen

ADRIANO GONZALEZ LEON
La novela homónima que origina la película tiene gran valor literario. Está escrita con un lenguaje complejo de símbolos diversos, donde el argumento se teje en varios hilos históricos de diferentes épocas, que destaca la relación vinculante entre el área rural y la ciudad (Caracas). Cuando concluimos la novela tenemos la diversidad de lo que somos como pueblo, en un abanico de situaciones donde la contundencia del lenguaje y sus metáforas motiva severas reflexiones políticas y sociales.

El equipo realizador de la película País Portátil atrapa esa complejidad con una genialidad inigualable. Es tal la contundencia del mensaje que de sus lógicas y dialécticas afloran textualidades impensables, que moran detrás de cada planteamiento en cada escena, tal y como sucede en toda genuina obra de arte. Hay dos reconocimientos que recibe el filme: el primero es la incomprensión inicial por parte quienes la vieron para pasar el rato con el llamado boom del cine venezolano y la segunda fue el abrumador y versado análisis del autor de la novela: Adriano González León (1931-2008).


Recordemos que el laureado escritor trujillano produjo un memorable programa televisivo de tendencia cultural llamado Contratema y desde allí dedicó varios capítulos al análisis del filme, que tuvieron una significación para la teórica del cine. Además de destacar las grandes cualidades logradas por los productores en la relación libro-filme, González León reconoce y explica sin mezquindades ni conflictos que la película había superado a la novela, cosa que consideraba un caso excepcional. Este reconocimiento catapulta el filme hacia un novedoso interés por su significación, ya que en otras experiencias conocidas, las relaciones de escritores con los realizadores de filmes no son del todo felices.

Breve paseo por algunas experiencias con libros

Uno de los directores más controversiales en este sentido es el estadounidense Stanley Kubrick, quien se distanció del escritor inglés Anthony Burgess en el afamado filme La Naranja Mecánica (1971) y tuvo fuertes descontentos con el archiconocido Stephen King, a través del significativo filme El Resplandor (1980). El texto escrito parece tener más posibilidades expresivas que la realización cinematográfica. Aunque el mismo Kubrick hizo temblar en trascendencia a novelas con sus filmes homónimos 2001: Una Odisea Espacial (1968) escrita por Arthur C. Clark, Espartaco (1960) cuyo autor fue Howard Fast y Barry Lindon de William Thackeray. De más reciente factura es el fabuloso filme El Perfume (Tykwer, 2006) que pelea muy de cerca con la significación de la novela del alemán Patrick Süskind

Un significado histórico insuperable

PELICULA PAIS PORTATIL
Luego de ver País Portátil, no queda la menor duda de la frustración histórica que nos precede. Si hoy manejamos la noción de independencia inconclusa, en buena medida se lo debemos a los aportes generados por experiencias de alto calibre artístico como este filme. Atravesados por la conformación familiar de estructura patriarcal-machista planteada en la novela, los realizadores centran la familia y la transforman en la visualidad de una historia en la cual es difícil dejar de sentirse allí, en la trama, involucrados en esa madeja de conflictos nuestros. La vorágine política de los acontecimientos generados luego de la guerra de independencia que trajeron consigo la Guerra Federal es planteada con rostro venezolano, desde sus grandezas, luchas, logros, recuerdos, al igual que desde las miserias, postraciones, traiciones, resignaciones. Cada personaje es nuestra familia; las cuatro mujeres de Andrés son nuestras: la tía abuela citadina, enloquecida por el encierro rural; la tía abuela bella, ingenua, atormentada por la traición de un tunante español; la tía-mama que se quedó para vestir santo y por ello lo crió; la amante guerrillera que acompañó su militancia consciente.    

El punto crucial histórico de relevo generacional extraordinario lo tensan dos personajes esenciales: Andrés Barazarte (Iván Feo), quien recuerda y trae a su mundo de ciudad convulsionada por los conflictos políticos de siempre, en los recuerdos, a todos sus congéneres entrabados en conflictos rurales que decidían destinos, vidas y patrias; y León Perfecto (Cheo Perera), el tío abuelo guerrero, victorioso, implacable, ético, invencible heredero de los centauros llaneros que cargó con la amargura de ver a su padre traicionar a los liberales, al entregar una guerra que ya estaba ganada. La insuperable actuación para el cine nacional develada por Cheo Perera, da fuerza al personaje en una maravillosa escena circular en contrapicado, donde el elevado histrionismo del actor nos hace lamentar aquella marfilada histórica en el alma. Por igual, el trascendental y airado monólogo actuado por Iván Feo, cuando nos hace sentir como ese grupo clandestino al cual explica el porqué está en la militancia política, haciendo del filme un portento ontológico. Y el final: ¡Qué final! Como ningún otro en el cine venezolano, donde somos esos guerrilleros y esas guerrilleras que defenderemos a esta patria de la traición de siempre, con todo el bagaje de luchas sobre nuestros hombros. Allí estarán esos referentes, como estuvieron el 27 de febrero 89, el 13 de abril de 2002, ofreciéndonos el bastimento histórico necesario para combatir a los enemigos del pueblo.

Gracias por los favores recibidos

PELICULA "EL CINE SOY YO" DE LUIS ARMANDO ROCHE
Tal vez como ninguna otra generación, quienes vivimos los años 60 y 70 del siglo XX, debemos agradecer nuestra formación política a obras artísticas de factura universal que atizaron el ya encendido carbón histórico de nuestra alma, con poderosas sensibilidades. Allí estará siempre el Popul Vuh, el cuadro Guernica de Pablo Picasso, también, las vocalizaciones de María Callas, los discos: La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta de The Beatles, Rabo de Nube de Silvio Rodríguez y Maestra Vida de Rubén Blades, el escrito Tres Héroes de José Martí, las historietas de Rius, el poema Canto General de Neruda; y para el espacio del cine, esa caja de abalorios contiene entre muchos, filmes como Estado de Sitio (Costa Gavras, 1972), Zorba El Griego (Cacoyanis, 1964), Orfeo Negro (Camus, 1959) La Piel (Cavani, 1981), Morir en Madrid (Rossif, 1962), La Batalla de Argel (Pontecorvo, 1965) y esta película venezolana que muchas veces nos hizo rastrearla y recomendarla, cuando era proyectada casi clandestinamente en alguna sala.

Si hoy defendemos el proceso sociopolítico que desplegamos como el sujeto pueblo revolucionario que siempre hemos sido —ayer en resistencia contra el criminal puntofijismo y hoy a favor de las transformaciones que se están impulsando— se lo debemos a iniciativas artísticas como el filme País Portátil, que contribuyeron a fortalecer nuestra identidad y a darnos el valor histórico que merecemos. Gracias Antonio Llerandi, gracias Iván Feo por el eterno amanecer de luchas venezolanas que nos dejaron como herencia en esta obra cinematográfica.

Nuestro agradecimiento al semanario Las Verdades de Miguel por la publicación de este artículo en el año 2012

2 comentarios:

  1. Camarada, esa película reforzó en mí tanto el compromiso con la lucha revolucionaria. De acuerdo con todo el artículo. Un abrazo.

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