martes, 18 de junio de 2019

LA PARADOJA BOXÍSTICA DE DONALD TRUMP




Quienes llegamos a conocer la historia de Donatella Bracci Spencer sentada siempre frente al espejo de su cómoda mientras lamentaba las pecas marrones que llenaban su rostro alargado, llorando el par de ojeras oscuras colgadas de los párpados inferiores que sostenían los ojos azules cuando miraban con odio el pelo rojizo como traído de un chamizal encendido por el verano a su cabeza redonda que sufría pensando constantemente en la sonrisa de boca corta, de labios aquíleos que nunca llegaron a dibujar el carmín, pues de tan delgados parecían incapaces de arquear una alegría; supimos que lo amaba desde que abrió los ojos al mundo. Hacía muecas a la imagen del otro lado, que se reía de su desespero por creer que ganaría su amor en algún momento, cuando la imaginación le adornaba su falta de alcurnia que se extendía entre los dos como un gigantesco muro. Sólo los resguardaba la adolescencia.