Hollywood ha hecho comedias por doquier
y ha tenido comediantes siderales, sin embargo, el filme Mejor Imposible (Brook, 1997) no ha tenido techo. Se pudieran
escribir enciclopedias de varios tomos, para tratar el tema de la comedia
hollywoodense, donde saldrían temáticas diversas, despliegue de recursos como
el género musical, actores y actrices para llenar álbumes, directores, épocas
y tal vez nunca finalizaríamos; habría siempre algo incompleto.
|
MELVIN |
La comedia ha sido el mejor recurso de
la autodenominada meca. Ha servido a
la hegemonía audiovisual para entronizar su noción de entretenimiento. A través de sus recursos se desliza la banalidad argumental
que coloca signos en apariencia insustanciales, en voz de personajes; la
intrascendencia ética por la cual los valores terminan siendo los del estado que
domina al mundo; la despersonalización de los y las estadounidenses como pueblo,
detrás de un outsider que los
culpabiliza; el dimensionamiento de personajes de mítica ficción que por
momentos dan forma a la categoría de estrellas
y luego pierden luminosidad cuando el actor o la actriz avejentan sus figuras y
no hallan contratos. Quedan vivos los personajes en alguna parte del imaginario,
mientras los actores y actrices mueren. El escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984)
aproxima esta noción en su significativo cuento Queremos tanto a Glenda.