viernes, 25 de agosto de 2017

MEJOR IMPOSIBLE: LA MEJOR COMEDIA HECHA POR HOLLYWOOD


Hollywood ha hecho comedias por doquier y ha tenido comediantes siderales, sin embargo, el filme Mejor Imposible (Brook, 1997) no ha tenido techo. Se pudieran escribir enciclopedias de varios tomos, para tratar el tema de la comedia hollywoodense, donde saldrían temáticas diversas, despliegue de recursos como el género  musical, actores y actrices para llenar álbumes, directores, épocas y tal vez nunca finalizaríamos; habría siempre algo incompleto.

MELVIN
La comedia ha sido el mejor recurso de la autodenominada meca. Ha servido a la hegemonía audiovisual para entronizar su noción de entretenimiento. A través de sus recursos se desliza la banalidad argumental que coloca signos en apariencia insustanciales, en voz de personajes; la intrascendencia ética por la cual los valores terminan siendo los del estado que domina al mundo; la despersonalización de los y las estadounidenses como pueblo, detrás de un outsider que los culpabiliza; el dimensionamiento de personajes de mítica ficción que por momentos dan forma a la categoría de estrellas y luego pierden luminosidad cuando el actor o la actriz avejentan sus figuras y no hallan contratos. Quedan vivos los personajes en alguna parte del imaginario, mientras los actores y actrices mueren. El escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) aproxima esta noción en su significativo cuento Queremos tanto a Glenda.

CORTAZAR
El macartismo de la década de los años 40 y 50 del siglo XX tuvo a la comedia del cine como bandera alienante y Disney contribuyó con creces a este proceso al dibujar Pinocho (1940), su más afilada comedia, cuando el personaje Pepe Grillo (elegido por la hada madrina como la conciencia del muñeco de madera) confiesa sin pudor: «¡Para qué necesita conciencia un actor!». La comedia de Hollywood, a través del macartismo,  tiene a esta exclamación como lema esencial.

La comedia: dialéctica a la carta

CHAPLIN
El gran comediante del cine, paradójicamente, ha sido a quien el macartismo atacó con más ferocidad: el gran Charles Chaplin (1889-1977). A través de sus adoradas películas, aprendimos que mientras más enredada la comedia es más elevada, pero la madeja lograda debe ser sencilla. He aquí la dialéctica: enredos con sencillez. Aunque debemos distanciar a Chaplin de Hollywood, ambos supieron guardar esta sagrada regla, la gran diferencia ha sido la aguda y profunda ética lograda por Charlot, escamoteada en Hollywood sin mostrar ningún remordimiento. Varias décadas hicieron falta para el logro de una comedia de limpio e interesante argumento.

JAMES L. BROOKS CON SUS ACTORES
Asombra el excelente personaje labrado por Jack Nicholson (Melvin), quien no había podido quitarse la extraordinaria impronta del horrible Jack Torrence, dejada en el filme El Resplandor (Kubrick, 1980); en el premiado papel de escritor solitario, demuestra su definitiva inmortalidad, al hacer del maniático que salta los adoquines de la calle por guardar un orden con patológica insistencia. Así se quemaba al lavarse las manos con agua hirviente y una pastilla de jabón que usaba sólo una vez; así abría y cerraba la puerta de su apartamento en un juego mental obsesivo; así botaba al perro de su vecino por el bajante del basurero sin ningún miramiento. Geniales enredos, enteramente lógicos, graciosos y conmiserados hacia un personaje que antes de ser repudiado por el resto de comensales, por el resto de meseras, por sus vecinos, por el agente de arte Frank (Cuba Goodwin Jr.) ya decíamos con la gracia de una audiencia asombrada: «¡Este tipo está completamente loco!».

CAROL ACOSA A MELVIN
Sencilla dialéctica. Este tipo tiene una obsesión que le lleva a apoderarse de un restorán, de una mesa, del servicio de una mesera Carol (la ultra bella Helen Hunt) y de la tranquilidad del almuerzo colectivo. A este escritor en crisis, quien lleva sus propios cubiertos desechables, le ocurre algo genial para cualquier comedia: nos dice a la audiencia que se ha enamorado de la mesera, pero ni él mismo se ha dado cuanta. ¡Tiernamente genial! Vaya dialéctica: un tipo aborrecible, capaz de despreciar a una chica de la editorial que admira sus libros, de molestarse porque se toque a su puerta, de marginar a sus vecinos; nos permite seguir su mágico enamoramiento, mientras recupera su autenticidad, su salud mental y la dignidad perdida. Es de gracia suprema la escena donde acude al psiquiatra en su desespero por estarse encontrando a sí mismo, a través de un amor que no se explica.

Tres centralidades del enredo gringo

SIMON
La sencillez del filme gravita en tres centralidades que se reparten la trama de manera cíclica, pulcra y lineal. Mientras Melvin va saliendo de su alienación como resultado de participar en la vida, contribuye a resolver el grave problema de salud que tiene el hijo de Carol y aún confuso, también apoya a Simon (Greg Kinnear), quien afronta la deuda de dignidad que tiene consigo mismo y con su familia. No escapa la trama al superman gringo de siempre: macho que tiene dinero y soluciona; aun loco. Pero hay elevaciones dignas de señalarse. Elevado Melvin, quien grita silenciosamente la enajenación de una sociedad sometida a brutales fragmentaciones como producto del consumismo y el miedo. Elevada Carol, quien vive atrapada en su situación de trabajadora explotada y acosada por la crisis del sistema de salud. Elevado Simon, quien sufre un ataque hamponil en un momento crucial de inversión y al quebrar, apela a su poderosa sensibilidad para despertar la solidaridad humana.

Se representa una pequeña refriega entre los prejuicios habidos en los personajes: Melvin frente al amor, Carol frente a sus inseguridades, el Simon frente a su familia. Es magistral, el acertado y sutil mensaje que destila la trama hacia su final: la soledad. Tal vez nuestra hilaridad satisfecha, impida en algunos casos, percibir esta pista trascendental. Los personajes girarán por siempre en nuestro imaginario, —aunque logren el sosiego como resultado de la amistad— en el tendencioso carrusel de la soledad, ambientada al final cuando los dos enamorados acuden a la panadería de madrugada: están solos y en la sociedad gringa la soledad no es un valor edificante, es alienante.

Y vivieron…

¿LO CURÓ EL AMOR?
En las culturas orientales del mundo, la gracia no es venerada aunque sí apreciada; más bien se trata del más mundano de los dones. Funcionarios y dignatarios tratan de no evidenciarla en sus actitudes y conductas. En occidente la gracia es muy apreciada y venerada a través de la comedia, porque cobra poder en los mensajes y sutileza para el vivir. Los funcionarios occidentales han utilizado la gracia para manipular. La gran potencialidad del filme Mejor Imposible como comedia, es haber utilizado la gracia como pertinente y sutil recurso, tanto, que se buscó reflexión en la audiencia con no poco asidero en muchos casos. Gracia cuando Melvin se dijo con desespero: «¡Estaba mejor como era antes!». Gracia tuvo la sutil vergüenza que sintió Melvin cuando Carol le preguntó el porqué no utilizaba los cubiertos del restorán. Gracia tuvo la reacción de Frank, cuando reconoció ser novio de Simon y enfrentó el abuso de Melvin. Gracia tuvo la cantidad de discos programados que llevó Melvin en el viaje y las demás gracias geniales, armonizadoras de la dosis de drama que debe tener toda comedia, que al final enarbola como bandera la felicidad que alguien, desde su butaca, siempre necesitará para recordar que es una posibilidad en la vida.  

AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.