En
el sitio donde escribo estas líneas, supe de un espectro del que dan
cuanta algunas gentes de ciertas comunidades aisladas de centros
urbanos. Hablan de alguien o de algunos otros que alguna vez lo
vieron en las carreteras solitarias en horas de la mañana o de la
noche indistintamente. Se dice que quienes van en solitario o en
grupos lo ven; que si alguien que se quedó varado en alguna
carretera esperando auxilio, que si grupos de excursionistas que
buscaban el aventón de algún camión hacia un lugar más accesible,
lo vieron en algún momento. De testigos se sabe que el más absoluto
silencio anuncia su aparición en la lejanía. Se apaga el ruido de
vientos, montañas y ríos: ésa es la señal. Ni el fragor de las
chicharras, ni el hojarasquear del ramaje seco movido por la brisa se
escuchan. No se le ve en vías de tierra, sólo en largas carreteras
rectas de asfalto o de concreto. Quienes se han atrevido a hablar de
su avistamiento, dicen de un hombre con sombrero (tal vez un
campesino) que camina muy a lo lejos, siempre en el sentido de la
derecha. Jamás se le observa en momento lluvioso; más bien su
presencia se manifiesta a la vista en día despejado de nubes, en
mediodías fuertemente soleados o en noche de luna llena. Camina por
tiempo indeterminado hacia persona sola o grupos que lo ve y jamás
llega a su encuentro. A veces da la impresión de que se aproxima a
las gentes por la constancia de su andar y el largo tiempo que parece
transcurrir, pero en realidad se mantiene a una distancia jamás
calculada ni franqueada por su paso aparentemente sosegado, mientras
las otras personas están detenidas ante su figura, esperando su
llegada. No emite ningún ruido.
domingo, 22 de septiembre de 2019
sábado, 21 de septiembre de 2019
LAS PELÍCULAS MÁS SIGNIFICATIVAS REALIZADAS EN ATMÓSFERAS SÓRDIDAS
Sabemos
que la sordidez es el estado extremo del ser humano, adonde pueden
confluir sus conflictos como un torbelllino de sentimientos y
emociones no posibles de detener sino con la violencia que los
generaron. Son muchas las metáforas que podemos utilizar para
visualizar a la sordidez humana, aunque la más idónea sea tal vez
la de un espejo que se quiebra, dada la grave fragmentación que le
ha dado génesis y proceso en las vidas. Lo mejor sordidez es no
vivirla.
viernes, 20 de septiembre de 2019
EL IMPERIO CONTRATACA
Con
misiles y amenazas
gruñidos
y mercenarios
el
imperialismo en trazas
sacude
los escenarios
Bombardea
casas y plazas
con
mínimos comentarios
bloquea
todas las terrazas
con
babiecas emisarios
Cuando
la mano te esconde
la
piedra ha lanzado en llama
en
forma de ojiva mortal
Con
voz de la Paz responde
pueblo
de la Pacha Mama
como
un ciclón vegetal
viernes, 13 de septiembre de 2019
CUANDO SÓLO SEAS SILENCIO
Cuando
sólo seas silencio
haré
venir a este recinto tus palabreos
llegarán
como bochinche de gaviotas
espantadas
por un buque sin regreso
llegarán
como espirales salidas de un cosmos
donde
el infinito tiene sus archivos clasificados
en
orden de pasión arrebato desenfreno
de
ternura lealtad sutiliza y fe
Cuando
sólo seas silencio
la
casa se llenará de muchos silencios
como
callado y póstumo batallón
recibiendo
órdenes de mi soledad
Esa muda infantería producirá señuelos
puertas
abiertas nunca abiertas
voces
de tus llaves congeladas en la pared
pasos
tus pasos que insisten sin pies ni cuerpo
Cuando
sólo seas silencio
abriré
el corazón como una biblioteca
el
cerebro será un cinematógrafo
para
soltar palabras como gorriones enardecidos
Por
si llego a ser sólo silencio en ti
embalsama
mis juegos y trucos de magia
no
atiendas a ninguna voz fantasmal que me imite
(mientras
esté vivo)
te
prohibo terminantemente que hables de cine con otro
jueves, 12 de septiembre de 2019
LA MIRADA DEL DUENDE
Ando
intercambiando
siempre
intercambiando
es
el signo de mi vida
designio de mi resistencia
paquetes
de esperanzas
por
kilos de fe
gotas
de suerte
por
toneladas de paciencia
las
experiencias
se
desgastan en mis pies
se renuevan en las aceras
los
caminos remiendan mis andares
mi
piel se ha limpiado
de
químicos hediondos
a
refresco de colita
mi
estómago ha sanado
de
tanto cuchillo infeccioso
mi
arrechera no me habla
porque
cada vez que cree
haber ganado
viene
alguien
y
me llena de alegría
Envidiosos
de mi gobierno
trajearon
a un monigote
me
lo vacilo
hasta
que se le termine de caer
la
costura
Cuando
la sed
el
aseo
el
placer de su fluir
se
tornan difíciles
El
corazón del pueblo
abre
sus aljibes
Tenemos
un maestro
que
nos aprendió
a
transformar los dedos de las manos
en
velas encendidas
Te
jodiste Imperio
Te
jodimos
jueves, 5 de septiembre de 2019
DE CUANDO GOYO NOS METIÓ EN AQUEL SUEÑO
a la querida familia Barreto
En
Venezuela no necesitamos gringos para ver buen beisbol...
No
sé si fue porque viviamos una época en que hubo una transición de
lo que no eramos hacia lo que nunca fuimos; lo cierto es que
sentíamos que cierta gente en el Barrio nos miraba con sospecha. Es
verdad que algunos nos atrevimos a dejarnos el pelo largo y no nos
afeitamos por mucho tiempo; también es verdad que hicimos las
primeras fiestas juveniles con luces de neón y cierta nocturnidad
clandestina parecida al Rock; igual nos parábamos alrededor de ese
sitio filosófico de maravilla lunática que era el poste de luz (de
día o de noche) para hacernos los sabios que siempre fuimos; además
tomábamos cualquier otro rincón de aquel tierrero que nos
atrevíamos a llamar El Barrio, para la cháchara tipo matiné
o para librar cualquier conversa que nos interesara; agregando que le
silbábamos con descaro a las chamas que andaban cutupertas y
aconsejábamos a los más carajitos para el bien; con el colofón de
ser unos vagos hasta por maleficio de una ley que nos tildaba de
maleantes; unos pocos sobrevivimos al bachillerato no sin
resentimientos profundos a la educación; y entonces nos daba
tiempo para joder el parque, nada más esto comportaba aquella mala
fama. Sé que nos ganamos algunos adjetivos poco cariñosos e
injustos, sin embargo, quien nos tenía martillados con sus
desprecios era una señora a quien yo apodaba “corchito” porque
era muy pequeña, gorda, redonda de la cintura hacia arriba, con el
rostro avihuelado, y se ponía oscura con el tiempo como el corcho de
una botella vino. Cierta vez se me acercó para decirme: “Ustedes
son unos jipes, manganzones, zagaletones, vagos y ése que llegó
nuevo es un faramallero”. Corchito miraba al faramallero con una
inquina que le viroleaba los ojos. Ése al que incorporaba a sus
insultos y prejuicios era el compadre Manuel.
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