Si
algo vienen utilizando los agentes del imperialismo y del capitalismo
es la banalización el acto político. Para éstos es un movimiento
indispensable del dominio que ejercen sobre los pueblos y de
distorsión de sus procesos emancipadores. Desde la antigüedad, la
banalización de la política siempre ha sido para manipular a los
oprimidos. En la Roma imperial no podía faltar. Un caso tal vez
emblemático es aquel emperador Claudio (año 41 D. C.) quien llegó
a la primera magistratura tras la grave crisis política y ética
consecuencia de los terribles reinados de sus vesánicos tíos
Tiberio y Calígula. Al ser considerado un inepto, por las burlas que
ocasionaban sus defectos físicos, fue entronizado por los senadores
como un factor de transición;
la banalización difundida
para esos momentos de tensión desencadenados, fue muy
importante. A comienzos de la gestión del Claudio emperador, los
sarcasmos subieron de tono y se hicieron fuertes mientras del poder
se reacomodaba, más quienes manejaban sus hilos, siempre
destacaron durante
su mandato, realidades y
fantasías alrededor de su vida íntima, para subir y bajar a
la llamada opinión pública.