A través de la oscuridad de medianoches y
madrugadas de ciudades y campos llora desconsoladamente. Ese alarido es como el
balido de un animal moribundo. No se precisa cuál es su origen aunque algunos
testimonios dicen que sale de lo hondo de la tierra y otros aseguran que
proviene de la eternidad.
Cuentan que en el México del siglo XVI su
esposo la abandonó. Desesperada por el despecho y la soledad, asesinó a sus
hijos y luego se hirió de muerte. Su alma fue condenada a vagar eternamente con
un cadáver infantil en los brazos. Quienes la han escuchado, aseguran que se
oye lejos porque está cerca y se oye cerca porque está lejos.
Pocos la han visto envuelta en tules
ensangrentados y dicen que ofrece el niño cuando se acerca: quienes osen
recibirlo deben tomar su lugar. Ninguna oración conocida la espanta, sólo pensarle
o gritarle vulgaridades y acusaciones puede conjurarla. Muchos no han podido
sacar la voz.