lunes, 2 de enero de 2017

LA LLORONA

A través de la oscuridad de medianoches y madrugadas de ciudades y campos llora desconsoladamente. Ese alarido es como el balido de un animal moribundo. No se precisa cuál es su origen aunque algunos testimonios dicen que sale de lo hondo de la tierra y otros aseguran que proviene de la eternidad.

Cuentan que en el México del siglo XVI su esposo la abandonó. Desesperada por el despecho y la soledad, asesinó a sus hijos y luego se hirió de muerte. Su alma fue condenada a vagar eternamente con un cadáver infantil en los brazos. Quienes la han escuchado, aseguran que se oye lejos porque está cerca y se oye cerca porque está lejos.

Pocos la han visto envuelta en tules ensangrentados y dicen que ofrece el niño cuando se acerca: quienes osen recibirlo deben tomar su lugar. Ninguna oración conocida la espanta, sólo pensarle o gritarle vulgaridades y acusaciones puede conjurarla. Muchos no han podido sacar la voz.

CARTA A LA MAESTRA DE MI NIETA


Caracas 16 de septiembre de 2016

Querida Maestra:

¿Cómo no querer a una maestra? La que nos guía, la que nos orienta, la que tiene en sus manos el presente inquieto de la niñez, el porvenir eterno de nuestras sociedades. ¿Cómo no quererla si es que su trabajo es el más elevado del mundo? Nuestro poeta cumanés Andrés Eloy Blanco recitó: “La Madre es el primero / El Maestro es el segundo ciudadano de la tierra”.

Siéntase querida por mi familia y por mí. Usted tendrá en su digna aula de clases a mi nieta. En sus manos sabias y preocupadas dejaremos cada día nuestro tesoro, que se une al inmenso tesoro del alumnado que con esfuerzo Usted contribuirá a educar en este año escolar.

Nuestra nieta es como todas las niñas, inquieta, observadora, hacendosa, imaginativa, terrenal, coqueta, tierna; sabe ser tan tímida como insinuante: futura y maravillosa mujer. Es como la naturaleza que descubrió el sabio griego Heráclito: “Le place ocultarse”. Le gusta la danza, la maravilla de mover el cuerpo con la música. Tal y como el abuelo que le está escribiendo, es excelente dibujante a su edad y promete como yo, ser artista de la plástica. El juguete que más le gusta es el que ella inventa. Suele comer crudo el aliño de las comidas, sobre todo el ajo, las chucherías de costumbre y es como todo ser humano muy sensible.

Desde hoy estará en su aula. Lleva la misión de quererla como toda maestra venezolana se merece.



Con afecto y gratitud

JOE COCKER Y SU CANTE JONDO: EL GITANO QUE CONMOVIO WOODSTOCK

Un duende salido de la juventud
Nunca antes el vuelo de una voz había conmovido al arte occidental. Nunca en el canto se había desplegado tan desgarradoramente en un espacio cultural inédito, una muestra vocal tan desmesurada, tan volcánica, gutural, elevada, contundente como cuando Joe Cocker se erigió frente al micrófono y espetó aquel grito melódico que sacudió los firmamentos y las estrellas planetarias. Fue en el ya legendario Festival de Woodstock, realizado en una hacienda cerca de Nueva York ante medio millón de personas hace ya 45 años: aquel evento le arrancaría de cuajo el nombre a aquellas hectáreas con la fuerza de un huracán humano y artístico sin precedentes.
Allí estuvo Joe el domingo 17 de agosto de 1969, de franela teñida a lo batik, pantalón de un tenue azul ralo, botines pintados con la bandera de su país y un dique musical reteniendo el caudal musical que se desataría impetuoso. Aquel joven de Sheffield, Inglaterra, ya venía impresionando con diez piezas musicales, cuando justo a las cuatro de la tarde dijo a los jóvenes que resistían los embates climatológicos del Festival, el nombre de la canción final de su concierto con una acentuación especial y el organista Chris Station del grupo The Grease Band que le acompañaba, inició los acordes que ya jamás saldrá de nuestro imaginario porque comenzaba la pieza «With a Little Help From y Friends» y todos los corazones se pusieron a tono.