EL PROGRESO ESTADOUNIDENSE. JOHN GAST |
Como la gran ventana ideológica del capitalismo,
Hollywood nos ha hecho creer que sin la maldad no podemos vivir, tanto que
detrás de un héroe hay siempre un malo para fortalecer una férrea dialéctica
entre el bien y el mal (llamada religiosamente maniqueísmo) desarrollada por la
cinematografía con intenciones manipuladoras y logros de una perversidad
escalofriante. El héroe hollywoodense es casto en bondad y sus posibles
acciones malévolas están justificadas a plenitud, con las argucias del destino manifiesto con que el
capitalismo, a través de la ideología del Departamento de Estado de USA, nos
dice que son los salvadores del mundo.
EL PINGUINO SERIE TV |
Innumerables son las películas que llevan
escondido un lema repetido por una inmensa masa de audiencias alienadas: «Te bombardeo, te invado, te humillo, te mato
porque te estoy salvando». En cambio los malos son absolutamente malos. Son
miembros de un Eje del Mal prefabricado
desde la constitución de los personajes de historietas infantiles (Lev Luthor,
Pingüino, Duende Verde). Desde niños y niñas consumimos la idea de que los
malos no tendrían claramente un porqué para ser malos —el capitalismo es el
reino de la felicidad—, basta que cualquier película de Hollywood nos diga que son
malos y como audiencias aceptemos mansa y alienadoramente que esto es real. Los
malos son malos porque Hollywood lo dice y ya está. Desde los inicios de los
famosos “Estudios” en California esto se cumple con terrible designio. Los
héroes del capitalismo fabricados por Hollywood combaten la maldad que ellos
mismos fabrican, o sea, fabrican la bondad, la maldad y a los malos juntos porque
los buenos siempre terminan siendo los capitalistas. Hollywood no puede vivir
sin la maldad; los malos le reportan miles de millones de dólares cada cuadro
de fotograma. ¡Qué bueno es ser bueno! ¿O al revés? Pareciera que tiene muchas formas
de enunciarse.
Una historia de maldades
TOMMY UDO |
Al mandar a una viejecita (Mildred Dunnock) en silla de
ruedas escaleras abajo, el personaje mafioso Tommy Udo hizo célebre al actor Richard Widmark en la película El Beso de la Muerte (Hathaway, 1947);
lo hizo revelación actoral de ese año y la escena se transformó en ícono. Es éste
el malo clásico hollywoodense: demencial, criminal, obcecado, sin historia,
malo porque sí, porque lo necesitan así para ganar dinero, para ideologizar,
reprimir, crear estereotipos, hacer control social y reproducir modelos. La
maldad de Udo además de estigmatizar a los italo-estadounidenses de esa época, de
alimentar demonios cientificistas por aquello del “psicópata”, sirvió para
crear el clásico estereotipo del malo sin historia, sin razón, sin clase social
visible que sirve a la alienación capitalista para que nadie se interese en
hacerse preguntas.
EL MAGO DE OZ |
Los “buenos” de Hollywood han mostrado a los pueblos
originarios americanos, a negros de todo el mundo, latinos (cubanos), asiáticos
(vietnamitas), árabes (palestinos, iraquíes, libios), persas (Irán) mexicanos y
españoles (serie El Zorro) como “los malos de la película”. Antes de haber sido
asesinados y sus pueblos invadidos, imágenes de Saddam Hussein y Muammar Gaddafi
fueron utilizadas desde la ficción de personajes hasta fotografías en efectos
subliminales. Esto nos dice con claridad que las imágenes de personajes “malos”
en películas hollywoodenses no son inocentes. No son meros aditamentos
axiológicos los utilizados para tratar a los malos de las películas desde los
anti valores, no son simples moralejas su colocación en un guión, ni por inculcación
de valores cívicos; desde sus “malos” prefabricados, Hollywood pretende promover
odio, repulsión, xenofobia (odio al extranjero), discriminación. Hollywood, el
Departamento de Estado de EEUU y otros agentes del capitalismo promueven que las
audiencias no perciban diferencia alguna entre Bashar Al Assad, actual Presidente de la nación Siria, y el asesino
Tommy Udo. Trabajan las 24 horas del día para filtrar escenas subliminales en
donde aparezca algún personaje de origen sirio o líder parecido al real que
toma las características del “malo” de Hollywood.
Lo
bueno lo malo y lo perverso
LEE VAN CLEEF: LO BUENO LO MALO Y LO FEO |
A través de promover la imagen del cowboy (vaquero) estadounidense, se aplica la dialéctica del bueno
y el malo. Con el agotamiento de los “indios malos” al asentarse las últimas
reservas y demás sitios humillantes contra los pueblos originarios, el género western (oeste) se acomoda para colocar
otro sujeto de la maldad: el mismo vaquero. Aquel cowboy que masacró indios,
exterminó búfalos y se abrió paso a caballo y pistola para arrasar con el vergel
del oeste americano, ahora se transformaba en un tipo en competencia por las
tierras usurpadas e invadidas. De allí surge el llamado “forajido” —irlandés
marginado porque llegó después a la sociedad en consolidación y aislado de los
grupos de poder, conformó bandas para buscar oro o enfrentara los
terratenientes o simplemente robar. Desde la película Asalto y Robo de un Tren (Porter, 1903), pasando por La Diligencia (Ford, 1939), Río Bravo (Hawks, 1959) o Veracruz (Aldrich, 1954) un goloso
número de cintas engrosan una lista en donde se exalta la ley del más fuerte,
la imposición del arma de fuego, el patriarcado como eje de la tenencia de la
tierra, el machismo como disparador del poder, la competencia capitalista por
los bienes, la sacrosanta propiedad privada que transforma en “malo” a quienes
osen violentar su castidad.
Ante un agotamiento del género en Hollywood, debido
a la necesidad de fabricar diversos malos que invadieran el mercado, surge
alternativamente desde Italia el llamado “western espagetti” que tiene en la
película Lo Bueno lo Malo y lo Feo
(Leone, 1966) su más dimensionado logro. El género Western aún se cultiva para
atravesar el terreno del bien y el mal, pero ya dio lo que tenía que dar en
esta materia.
Buenos
a como dé lugar
PIRATAS DEL CARIBE |
La ideología del capitalismo a través de Hollywood no
cede un ápice en fomentar su visión del mal en este siglo XXI. Desde finales
del siglo pasado ya preparaba el andamiaje argumental con las famosas sagas de La Guerra de las Galaxias (Lucas) donde
se magnifica a Darth Vader como la
maldad que termina contenido como padre del mismo Jedi que busca el bien. Esta
relativización de los roles con visiones futuristas buscan en esencia darnos la
imagen de que pase lo que pase las mismas relaciones de poder se van a mantener
y los poderes del Departamento de Estado de EEUU seguirán gobernando (salvando)
al mundo y crear una sensación de que no hay salida sin el capitalismo.
Cuando en la saga de Piratas
del Caribe (Verbinski) se crea una cadena de traiciones entre los
personajes que desdibuja perversamente la dialéctica entre el bien y el mal,
hay una escondida sensación de idiotez moral en la audiencia al final de cada
filme, porque el Capitán Jack Sparrow (Johnny
Depp) utiliza sus valores individualistas (supremos del capitalismo) para
imponer su ley pirata y es capaz de arrepentirse sólo después de cada fechoría.
La intención es demoler en la audiencia la capacidad de discernir entre los
desenfrenados actos de los personajes y meter a cada quien en una vorágine
pragmática, en un hacer loco y sin reflexión en donde terminamos anhelando salvar
al simpático Capitán y al capitalismo que tragamos en forma de cotufas y
gaseosas. En cada personaje de Hollywood la marca ideológica del sometimiento y
alienación de las audiencias se impone. Si quisiéramos colocar una maldad
trascendente, sería esta maquinación tramada con meticulosidad en cada
fotograma la primera en la lista.
Nuestro agradecimiento al semanario Las Verdades de Miguel por la publicación de este artículo en el año 2012
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