BACH |
Saludos.
En este tiempo de siglo XXI, por obra del hacer científico (¿Quién lo iba a decir?) he terminado confirmando las sincronicidades que tantas veces anunciaban nuestras abuelas. Esta mañana, insospechadamente, entre el bullerío, muchas veces fabuloso de la gente que viaja en el Metro de Caracas desde la estación Las Adjuntas, escuché una canción que me vino de algún adminículo digital desubicado temporalmente, y me sonó tan conocida pero, por una extraña lúdica mental, no atinaba a reconocer. Era como si la bendita canción me obligara a recordarla, desde un juego que tenía al olvido como árbitro. Fueron breves segundos en los que, como detenido en un espacio flotante de mi juventud, buscaba entre mis vivencias la increíble canción que se escondía entre los resquicios de la memoria. En esos espacios del vagón es difícil escuchar alguna canción de mi predilección adolescente. Al recibir el chispazo me llegó Neil Young con “Bajando por el Río”. ¿Cómo es posible que yo no haya reconocido este icono personal de mi experiencia musical? La he escuchado no menos de mil veces. Supe en el momento que se trataba de un mensaje cósmico. Obraba la ya aprendida Influencia Sutil desde mis estudios de la visión emergente. Esa tarde, al enterarme de tu cambio de plano, Iván, armé el código del holograma recibido y comprendí.
Los
grandes medios difusivos hacen que las personas que por allí transitan apenas
intuyan lo importante que han sido para otras, es el caso del medio radial. Tu
paso por ese espectro me dejó algo imborrable y es bueno que lo sepas desde
este espacio social y generacional que dejaste y que viajará al infinito de tu
nueva existencia. Hay algunos sociólogos que no creen en lo generacional. En
fin, uno termina creyendo en lo que quiere.
Te oímos
con una pasión que nunca olvidaremos. Aquella radio que nos hizo gustar la
radio otra vez y que fundó un destacado emprendedor venezolano, nos trajo una
pléyade de jóvenes para darnos la buena nueva de una música para nuestro corazón.
Cada día, los grupos que fuimos conociendo y adorando, estrenaban canciones
diferentes. No hablo de estas cosas con jóvenes de hoy, prefiero intuirlas,
pero en aquella vez, mil ritmos y armonías nos regalaban cada día algo
diferente de los grupos musicales (que así los llamábamos) y tengo mis dudas
que esto pase igual hoy en día, con tanta genuidad.
Seguimos
por años tu “Hora 13” de lunes a viernes a la una de la tarde. Tal vez tenga un
record personal, pues llegaba del liceo y tu vital programa me esperaba con
novedades e investigaciones. Los panas nos encontrábamos en las noches y quien
no te había sintonizado preguntaba: “¿Qué puso el Iván esta tarde?”. Por lo
general yo dirigía el recuento. Reconstruíamos tu creación radial con alegría,
militancia, unidad, gusto, arte y cultura. Luego te esperábamos en el programa
nocturno en donde colocabas lo pesado, lo duro y tus narrativas allí eran
breves y efectistas.
La “Hora
13” nos aprendió la investigación cultural, la sabiduría, la apreciación artística
desde la música para todo arte. Las canciones eran las más cortas, las que llamábamos
“comerciales” aunque no traicionaban la calidad. Tu voz inconfundible se
explayaba en descripciones nuestras o para nosotros. Tú nos edificabas el más
hermoso cultivo musical jamás habido para unos jóvenes. Siempre recuerdo cuando
estrenaste la obra maestra “Habitación movible” del gran John Mayall que nos
dejó la sensación de que algo de los cielos se puede disfrutar en la tierra. Esperar
y recibir de tu voz el célebre blus “Al Correr de los Años” cantado por esa
leyenda llamada Erick Burdon o “La Vía del Tabaco” que el albino Edward Winter hizo
monumento, nos volvía a la infancia como al escuchar el buen cuento que anhelábamos
que nos lo repitieran una y otra vez. Además, ese nombrar cada uno de los
integrantes de cada grupo con una velocidad vertiginosa nos agitaba la sangre y
nos hacía sentir que eras un profesor fuera del salón o que el barrio era un
salón de clases.
HENDRIX |
WOODSTOCK |
Tengo
muchas vías por las cuales aprendí el sentido crítico de la realidad y una de
ellas es el cultivo cultural que supiste hacer y ofrecer para nuestro ser joven.
Ya politizado por distintas experiencias sociales, asistí con orgullo a la
significativa entrevista realizada a Juan Pablo Pérez Alfonzo, donde
participaste al lado de intelectuales de la estatura política de Domingo
Alberto Rangel y el sacerdote Fuad entre otros, en lo que fue el libro “El
Desastre”. Me sentí entonces orgulloso de pertenecer a una misma generación.
El
sabio Stephen Hawkins me convenció de que la memoria (información llaman los
científicos) no se pierde en los agujeros negros. Cuando me corresponda cambiar
de plano, toda esta memoria viajará conmigo al confín del cosmos y sabré
implicarme en alguna de las estrellas que describió Isaac Asimov en sus cuentos
más sublimes. Allí resonará la guitarra de Alvin Lee, los reggeas de Jimmy
Cliff o la bestialidad de Emerson Lake y Palmer.
Desde
la poesía sabemos que la muerte no existe y los físicos de la cuántica nos han
demostrado que es una abstracción. Siempre viviremos y en algún lugar del
multiverso me encontraré de nuevo, escuchando la “hora 13”, en lo mejor de mis
15 años, silbando en el muelle de la bahía.
Iván formo parte de referentes de la radio que en el país de alguna manera contribuyeron con los sueños e irreverencias de nuestra adolescencia. Hoy no somos adolescentes pero seguimos siendo soñadores e irreverentes
ResponderEliminarChamo que anécdota más fina!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn mi primera adolescencia mi hobie era escuchar la radio cazando las canciones para grabarla en el cassette, esa experiencia era única y afirmo que no la cambio por ningún MP3 que pueda descargar con un clip!
ResponderEliminarUna de las primeras voces masculina con la que experimenté la seducción fue la de Iván Losher, me gustaba porque sentía que me hablaba en secreto, su tono varonil pero dulce al mismo tiempo...
La trasendencia de Iván me evocó una cantidad de momentos de mi adolescencia cuando cazar y grabar las canciones por la radio era toda una aventura... recuerdo estar en el cuarto con prima Ana Luisa escuchando la radio y nos imaginabamos cómo sería el rostro de esa voz que nos gustaba tanto... Mi tío entró y descubrió en lo que andabamos enseguida se rie y dice: "Ivan puede ser como Yo" inmediatamente dijimos... ¡Rafa Está Loco!
Hoy descubro que Ivan tendría 70 o 71 años, igual que mi tio Rafa...
Agradecemos los comentarios enviados. Dan ganas de continuar con La Guarida. Reivindicamos a Iván Loscher, en su labor de comunicador, por la época también. No cayendo en el lugar común de que "todo tiempo pasado..." Hubo muchas experiencias inéditas desde lo social que marcaron la época que vivimos. La radio y la música, por ejemplo. Leí ya en los 70, del mismo Iván, un estupendo trabajo escrito, creo que para el Suplemento Cultural del diario Ultimas Noticias en donde nos explicó el por qué durante la década de los años 60 vivimos aquel auge musical. Cuando las grandes disqueras del Norte de EEUU y de Europa se dieron cuenta del enorme movimiento musical que insurgía decidieron poner en vigencia leyes antimonopolio que abrieron la posibilidad de fundar empresas disqueras que albergaran con Leygalidad producciones musicales de los nuevos grupos. Estas nuevas agrupaciones ya venían trabajando en sus propios espacios y hacían sus propias producciones musicales clandestinas. La EMI y la RCA Victor, como parte de las grandes compañías, abren el espacio a otras sociedades para la producción y difusión y esto hace simbiosis con el medio radial. Así como hubo nuevas empresas discográficas, hubo nuevas empresas radiales que innovaron y nuevos mediadores culturales como Iván Loscher que colocaron nuevas ideas, estilos y mensajes. Como juventudes, creo que tuvimos la dicha de ser la primera generación de jóvenes en el mundo que recibió un mensaje cultural propio, para sí, en sí. Nunca antes había sucedido esto, e Iván fue protagonista y propulsor de esta trascendencia.
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