domingo, 19 de febrero de 2017

CÓMO HACER UN FILME DE FICCIÓN SOBRE EL 27-F Y NO TRAICIONAR AL PUEBLO VENEZOLANO


YULIMAR REYES






«Aquel 27
Todos éramos pardos
Todos éramos negros
Todos éramos pueblo
Aquel 27
Se nos acabo la historia
Las vidrieras no soportaron la nostalgia
Aquel 27
Compartimos la carga
Porque hasta para saquear
Montamos la fiesta…»

Efraín Valenzuela
Poeta venezolano




De los sucesos más trascendentes del siglo XX en Venezuela, ninguno como los acaecidos a partir del 27 de febrero de 1989 (27-F) ya que no tuvieron vanguardia política que pueda reconocerse como impulsora de sus acciones: solo el pueblo puso instinto, movilización, arrojo, sentido previsivo y arrechera para enfrentar a la primera manifestación directa del neoliberalismo en Venezuela. Ese día el llamado puntofijismo quedó en cueros, el tinglado de la Cuarta República fue desmontado a piedra limpia, el bipartidismo gobernante durante los últimos cuarenta años quedó con pelucas torcidas, lunares embarrados, carmines regados, perfumes delatados, trampas denunciadas ante el mundo, frente a un pueblo en guerra total desde las calles.

POSADA
La ficción artística hoy en Venezuela pareciera estéril de musa, vacía de estética, descoordinada de ética y con una fuerte minusvalía política para emprender visiones profundas, de manifestaciones que vayan más allá del necesario panfleto, de la adulancia o de la verborrea demagógica, que tanto rodean hoy al 27-F. La poética, la pintura y la canción tuvieron muestras significativas en momento posterior a aquel trágico Febrero, que tienden a forjarle memoria imperecedera, pero no ha sido suficiente. Al 27-F es necesario fomentarle un movimiento cultural permanente que fortalezca el sentido de lo popular en tanto que político y para esto las muestras artísticas son imprescindibles, pero se le tiene miedo al pueblo precisamente en este sentido, por la extraordinaria trascendencia histórica de luchas que trae consigo y las denuncias que deja al descubierto. Respecto al cine, la obra de ficción acerca del 27-F es completamente nula, está gravemente ausente, de allí que haga falta mostrar algunas pistas emergentes que orienten a quienes se mueven en la realización desde este maravilloso campo, para producir muestras auténticamente artísticas, de solvencia ética, acerca de una dimensión donde fuimos (como pueblo) arrojo, valentía, política, justicia, denuncia, heroísmo, rebelión, poesía.


Las imprescindibles pistas de COTRAIN
Quizás estén buena parte de las pistas orientadoras en el estupendo documental: «De la Concertación al Desconcierto», realizado por el equipo de la Escuela de Formación Cinematográfica COTRAIN. Esta obra dimensiona al pueblo como protagonista de los sucesos y es su clave central. En las imágenes nunca vemos a un pueblo pasivo, minusválido, arrimado, tangencial, por el contrario se despliega activo, en la calle, inmerso en los acontecimientos y la cámara comparte el mismo riesgo del pueblo: las virtudes del documental proporcionan esta posibilidad y la intencionalidad política de la edición lo potencian, lo verifican.

POSADA
Pista importante es también la denuncia poderosa, versada, veraz, explícita, de muchos de los males que llevaron al pueblo a rebelarse contra la imposición neoliberal de la Cuarta República, contra los perjuicios generados por la misma clase puntofijista. Iniciado con el proceso histórico de la llamada Coronación de CAP, los factores del engaño social quedan en evidencia y la rebelión se justificó como respuesta a las engañifas y crímenes sufridos los últimos 40 años.

La pista más esperanzadora del documental quizás está en la red social crítica,como alternativa a los partidos— que se expone a través de las reflexiones de quienes testimoniaron acerca de las causas de los acontecimientos. Hay en estas visiones una comprensión sorprendente de lo acontecido, orientaciones que fortalecen la visión de pueblo, donde se nos ratifica que no teniendo el 27-F fuerzas sociales objetivas que lo motivaron, tuvo increíbles impulsos subjetivos que le sirvieron de disparador.

Grave fragmentación ética
El que la rebelión del 27-F haya sido producida por el pueblo es tal vez la primera traba que impide una realización cinematográfica consecuente con sus trascendencias. Generaciones enteras de quienes hoy hacen o aspiran a hacer cinematografía, llevan la marca de la educación fragmentada de las aulas de clases que tiene una impronta burguesa. Una formación separada en materias, de currículo impuesto, sexista, de visión rectilineal, superficial en las áreas de conocimiento, pitiyanqui (pro-gringa) en los intereses los ha acompañado y esto les dificulta asistir al arte con una visión integral-integradora de los aprendizajes, holística en la compresión de la realidad, compleja en las relaciones sociales, crítica en las manifestaciones políticas, creativa en sus estrategias y metodología, de sensibilidad social que les dé una aproximación de la dimensión popular.

POSADA
Con este antecedente educativo de fuerte tendencia tradicional, patriarcal y autoritaria, muchas y muchos de quienes tienen la posibilidad de hacer cine o de trabajar la imagen, pudieran tener serios problemas en comprender lo que es el pueblo o lo popular desde la realidad venezolana. No pocos y pocas se han tragado desde su formación académica y semiótica, todos los prejuicios y discriminaciones que se han hecho del pueblo venezolano a través de las Empresas Privadas de Difusión (EPD), en la exhibición de los detestables reallity shows de las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX. Si agregamos la influencia de las conductas burguesas promocionadas en las actitudes sociales cotidianas desde la publicidad, tendremos muy pocas posibilidades de ver por lo menos un filme digno del 27-F. Tal vez dos hechos apoyan nuestros argumentos, a saber: la infame utilización de la imagen que hicieron las EPD durante los sucesos del 11 de Abril de 2002 en Puente Yaguno y la campaña que se desplegó durante el sabotaje petrolero (2003) donde se proyectó la peor imagen de nuestro pueblo que jamás se haya mostrado en la historia de estas EPD en Venezuela y que hoy pretenden hacer hipócrita con la consigna opositora: “Todos somos pueblo”. A sabiendas de quienes urdieron esta fechoría, en toda la abominable trama actuaron personas academizadas en las dos últimas décadas del siglo XX.

Reconocerse en una visión emergente
Abandonar las conductas individualistas, superficiales y reaccionarias producto de la educación burguesa y la imposición oligárquica es la primera tarea de cineastas para ser pueblo. Nos des-alienamos en colectivo. Reflejar la solidaridad en las actitudes cotidianas es vital. No se puede hacer nada trascendente acerca del pueblo sin ser pueblo a un mismo tiempo, de manera dialéctica. Ser pueblo no es una camisa “quita y pon”, es una condición que se es porque la forjan un conjunto de valores, no se tiene al pueblo (imagen predilecta de los politiqueros). Ser pueblo es la más grande trascendencia de vida y la creación cinematográfica requiere de la comprensión de esta ontología.


En el maravilloso encadenamiento de lo popular está el caos que debe ser reconocido en un filme del 27-F al igual que el sentido de lo subversivo, la ruptura de la impunidad, la noción de lo festivo en las acciones sociales, la arrechera como explosión de la ira a lo venezolano, el distanciamiento y la confrontación con todos los estereotipos de los llamados concursos de belleza, la burla a las formalidades, la liberación de la incertidumbre desde los sueños y utopías, la fuerza espiritual. Quienes opten por dimensionarse desde el 27-F con este sentido de pueblo, no sólo realizarán un filme brillante sobre estos sucesos sino cualquier obra artística imperecedera en el siglo XXI.

Nuestro agradecimiento al Semanario Las Verdades de Miguel por la publicación de este artículo en febrero del año 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.