«El preescolar
sirve para entrar a la primaria.
La primaria sirve para entrar en la
secundaria.
La secundaria sirve para entrar a la universidad
y la universidad
no sé para qué sirve».
Testimonio de joven estudiante argentina en el filme
«La Escuela de la Señorita Olga» (Mario
Piazza 1991).
Dedicado
al profesor Rigoberto Lanz en su fecunda siembra
PLAZA LAS TRES GRACIAS |
Ser intelectual en Venezuela pudiera discurrir
históricamente entre los esfuerzos victoriosos en la guerra de independencia del
siglo XIX y la oligarquía financiera que terminó entronizándose en el siglo XX.
Haber cabalgado desde el Decreto de Trujillo (Guerra a Muerte) en 1813 hasta la
victoria de Ayacucho en 1824, donde pusimos los militares heroicos del ejército
libertador (la mayoría encarnizados llaneros de nuestra tierra), la carne del
ganado para alimentar a estos héroes, los caballos para transportarlos y el
financiamiento de las armas para luchar, nos proyectan como guerreros
sempiternos, dejándonos en una subestimación cultural hacia las artes, las
letras, las ciencias, la investigación y la intelectualidad.
Aquella diatriba que parece un mito oligarca, entre el
Doctor José María Vargas y el agitador Pedro Carujo, en donde se impone la
fuerza del demagogo sobre la razón del científico, se convirtió en una especie
de maldición contra nuestra posibilidad intelectual como cultura. Pareciera que
hemos sido más lanza y caballo que libro y estudio; grito y agitación que investigación
y proceso. Sucedió una guerra federal de 5 años, donde el campesinado analfabeta
asumió la condena del acto de saber leer y escribir como consigna de lucha;
luego acaeció que los gobernantes autócratas de los liberalismos del siglo XIX
expulsaron del país a no pocos intelectuales disidentes, más tarde la dictadura
de Gómez (1908-1935) cerró la Universidad y reprimió toda disidencia ideológica; posteriormente los gobiernos despóticos de la Cuarta República asesinaron,
persiguieron y torturaron a profesores universitarios, estudiantes y artistas,
y luego tarifaron la acción cultural e intelectual con becas. Ante esto: ¿El
pueblo venezolano hoy se siente intelectual?
Tal vez las Misiones educativas creadas en Venezuela desde
1999, hagan que muchas venezolanas y venezolanos se sientan intelectuales y logren
que las universidades trasciendan mucho más su papel de promotoras de esta
dimensión tan importante de la cultura. Todos y todas somos intelectuales como
decía el militante comunista italiano Antonio Gramsci, pero en Venezuela la
realidad actual de las universidades autónomas pareciera negar esta posibilidad,
enclaustrando y muchas veces invisibilizando su papel popular. ¿Para qué servirá
la Universidad entonces, si no va a generalizar la posibilidad de promover la
intelectualización del devenir ciudadano y popular? Las universidades autónomas
viven la misma crisis del paradigma positivista que las creó y lo han promovido
durante años, sin darse cuenta de su debacle. Por esto sus autoridades se
colocarán siempre de espaldas a cualquier revolución social del siglo XXI.
UN TAL «RANCHO»
LLEGA A LA UNIVERSIDAD
PELICULA "LOS TRES IDIOTAS" |
Los estudiantes experimentados de un instituto
universitario hindú, reciben a los recién llegados con la humillación de
bajarles los pantalones y ser sellados en sus nalgas como vacas, hasta que llega
Rancho (Amir Khan) y se rebela contra
esta tradición, aplicando al líder estudiantil de la ignominia una represalia
ingeniosa. A partir de este momento, el personaje
devela la crisis del paradigma científico-técnico entronizado en la universidad y se
convierte en la personificación de la visión emergente y transformadora. Rancho
revela la visión compleja en su práctica estudiantil y se vincula con dos
condiscípulos a través del afecto y la amistad, ellos son: Farhan Qureshi (R.
Madhavan) y Raju Rastogi
(S. Joshi).
Son patrimonio de Rancho, además de su
sonrisa, su inventiva, creatividad, originalidad, complejidad que confronta y
problematiza con el rector del instituto, prof. Virus (Boman Irani), quien representa a la docencia
autoritaria, rectilínea, mal encarada, represiva, castradora. Rancho y sus dos amigos sostienen el
argumento central del filme «Los Tres Idiotas».
(Rajkumar Hirani,
2012).
Para
remover la rigidez de los cursos, Rancho se
propone intervenir con propuestas y visiones propias y retar las visiones
anquilosadas de la universidad tradicional en la acción de sus profesores. Reivindica
el amor como respeto por la otra y el otro y la dignidad que no se aprovecha
del prójimo para abusar ni sacar ventajas. Sus amigos Farhan y Raju van
comprendiendo la propuesta de Rancho y la profunda razón de sus vidas, y Rancho
a su vez comprende las vidas de sus amigos, cuando se involucra con sus
familias y su historia, demostrando que la universidad no se transformará si no
rebasa las cuatro paredes del claustro.
UNA
METODOLOGIA SUICIDA
PELICULA "LOS TRES IDIOTAS" |
El
suicidio del estudiante Joy Lobo (Ali
Fazal), además de ser la denuncia de la primera causa de muerte juvenil en la
India, es la simbolización del suicidio espiritual que se sigue viviendo en la
Universidad positivista en todo el mundo. La sociedad occidental, casada con la
certeza, con lo comprobable, la racionalización del conocimiento y el
individualismo, causa una asfixia espiritual al ser humano estudiantil, sometido
a un demencial currículo cerrado, que tiene como finalidad fomentar la
competencia (capitalista) e imponer la selección natural de las especies (sobrevive
el más fuerte: darwinismo). Rancho
confronta esta imposición, (siempre con el riesgo de ser expulsado) a fuerza de
constancia, actitud crítica, vivir y gozar del aprendizaje y relacionar el
conocimiento con la vida. Se despliega un vínculo entre la actitud transformadora
de Rancho y la cultura ancestral, al
proponer una técnica de respiración y así contrarrestar la asfixia
universitaria, mediante la frase armonizadora: «All is well» (Todo está bien) mientras se palpa el pecho.
Hay
una redimensión del papel del intelectual en la sociedad a través del filme. La
metáfora del título (Los Tres Idiotas) supone plantear la otra cara de la
moneda del intelectual o de la intelectualidad. Para rebelarse contra la
rigidez del academicismo siempre positivista y represivo, hay que valerse de
una lúdica que no será comprendida en un principio y los hará pasar por
“idiotas”, sin embargo, este señuelo es el pasaporte para que los estudiantes
comprendan a futuro, una vía expedita y eficiente para rebelarse contra la
supuesta rigurosidad académica y el fatuo destino de trabajar para las
transnacionales. Rancho parece decirnos
con su práctica: «Frente a la rigurosidad
academicista positivista, la solidez académica que es producto de la
solidaridad y el amor».
PAROS
UNIVERSITARIOS DEL SIGLO XXI
EL HOMBRE AL DIA |
La
vida Rancho revela el pasado de sometimiento de los pueblos a las oligarquías. Rancho
estaba pagando la deuda de ser pobre social, no sólo con el currículo demencial
y crediticio sino con su propia vida. La relación hipócrita entre la universidad
y el ascenso social es denunciada en el sacrificio que hizo Rancho por aprender
por encima de las injusticias. Estas injusticias han tenido a las universidades
en un paro secreto, invisible. Un paro frente a una educación crítica, un paro frente
a la humanización, un paro frente al aprendizaje colectivo, un paro frente a
otras formas de currículo. Antes que cualquier paro planteado frente a la
coyuntura actual, quienes dirigen y administran los currículos de las
universidades autónomas, no han caído en cuenta que tienen varias décadas
estando en paro frente a la vida y frente a la transformación universitaria que
está planteada y lo mejor que pueden hacer es guardar el paro en sus casas y no
regresar al alma mater hasta no encontrar conciencia. Y si no encuentran esa
conciencia, no regresen jamás.
Publicado en el Semanario Las Verdades de Miguel Año 2013
Caracas, Venezuela.
Muy interesante estos planteamientos. Sin embargo, agregaría que no sólo universidades autónomas siguen atadas al positivismo, sino también universidades experimentales, concebidas de una manera y luego contaminadas con la incorporación de docentes jubilados (o no) de universidades autónomas, que no se familiarizan con nuevas concepciones, nuevos paradigmas y asumen posiciones de poder y decisiones en nuestra Casa de Estudios.
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