«Rick:
¿Por qué crees que ayudaré a Víctor Laszlo?
Louis:
Porque detrás de esa apariencia
cínica se esconde un
sentimental.»
Cuentan que el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) pasó sus últimos días londinenses mirando hasta tres veces el filme Casablanca (Michael Curtiz 1942) y quizás no le faltaban razones. Contiene este melodrama claves importantes que permiten ubicarlo entre los más significativos de cuantos se han filmado en toda Hollywood. El triángulo amoroso descrito en la trama es tal vez el más relevante de cuantos se han hecho. Los conflictos generados tienen el contexto de la guerra como escenario esencial. Los vaivenes dramáticos entre sufrimiento, tensión, pasiones, persecución, lágrimas desatados son imborrables. Las contradicciones evidentes —amor-odio; lealtad-traición; patriotismo-opresión; fascismo-libertad; secreto-verdad; objetividad-relatividad— se sumergen en el glamour prefabricado, para mostrarnos una genialidad tan cotidiana que a veces pasa desapercibida.
La fatalidad femenina
INGRID BERGMAN |
Hollywood
nunca traicionará sus preceptos ideológicos básicos y uno de ellos (el más
consecuente con el melodrama) es la fatalidad como signo de la contrafigura
femenina. El secreto de Ilse Lund contiene los poderosos ingredientes del
quiebre amoroso y la pasión se rompe en una memorable escena lluviosa en la
estación ferroviaria parisina, cuyo insuperable dramatismo tal vez haya sacado
millones de suspiros conmiserados hacia la figura de Rick, nunca antes
repetidos en la historia del cine. Enamorarse de la mujer equivocada ha pasado
y seguirá pasando en el melodrama cinematográfico, pero enamorarse de Ilse Lund
sólo podía pasarle a Rick, el muchacho estadounidense, aventurero, amante de la
libertad, quien habría de comprender en su Café de Casablanca el porqué aquella
mujer, la cual amó y llegó a odiar, le dejó varado a las cinco de la tarde más
triste de su vida.
El glamour de la guerra
No
se ahogó en la indigencia, la vagancia y el alcohol Rick (como lo hubiera hecho
cualquier hombre, si una Ilse Lund cualquiera lo abandona en medio de un palo
de agua europeo con su sirviente al lado), en cambio, para pasar el guayabo y como
buen gringo, nuestro héroe se montó un negocio de juego y alcohol en la ciudad
marroquí; y le iba bien en su recodo individualista cuando la mujer fatal
regresa de su pasado. Hasta ese momento, Rick jugueteaba con la vida desde su antro,
hasta que coinciden allí una banda de nazis que buscan al patriota checo Víctor
Laszlo (Paul Henreid) héroe de la guerra (no de la película) el cual representa
la razón por la cual Ilse lo abandona en París, pues se trata del esposo al
cual ella creía muerto.
Humphrey Bogard y Dooley Wilson |
Destino Manifiesto
«El Tiempo Pasará» |
Sintiéndose
con el destino del mundo en sus manos, Rick piensa para sí: «El Tiempo Pasará»,
por ello vende su negocio con sirvientes incluidos, decide darle los
salvoconductos a Victor e Ilse para que escapen a USA y así convertirse en el Héroe de la Película.
En un arrebato de rara
pasión, el policía Louis se hace su cómplice por el asesinato del jefe nazi en
el mismo aeropuerto (suerte que nunca falta a los gringos en los melodramas). Quizás,
Rick comprende al final que, como el
tiempo pasará, le esperan en el futuro algunos trabajitos para la CIA en la nueva configuración
del mundo luego de la guerra (recordemos lo previsivos que son) y hasta
a lo mejor sospeche que Victor Laszlo e Ilse Lund serán expulsados de USA por
el macarthismo acusados de comunistas. ¡Qué melodrama, señores!
AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012
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