martes, 29 de agosto de 2017

ZORTHAN

OBRA DE GUAYASAMIN
Andar por los lugares más hondos donde las guitarras son atrapadas en una sola voz. ¡Guitarras! rasguen el momento en que las cuerdas se marchan por el mundo y solo queda esa melancolía trazada hasta las almas como un Arcoiris tenue. ¡Voz! Descríbete hada, montaraz damisela de los arbustos más altos; vuelo sonriente en busca de las conmociones que nos llevan a recoger la cosecha de siglos amontonados en el pecho del planeta. No duerman nunca mientras el mundo esté dormido, ligando sueños alegres porque algo de tristeza debe aprenderse para advertirlo de las espantosas pesadillas del vivir.

En qué lugar de la garganta te alojarás para salir diminuto en esa gravedad de río revuelto? Descríbete de tristezas y ahógate en esas penas que todos presentimos. Inúndate de llanto caído de esos cielos rotos adonde van a morar los ángeles sin suerte para reconstruir sus alas y en un retorno descabellado resistir. Desámate porquerizado por las hornacinas de las minas más escondidas donde el sufrimiento es un puñal hecho de tuétanos, donde las manos encallecidas sacan el oro que pudrirá las bóvedas de los bancos y las almas de los avaros. Desámate lleno del dolor que cruje en los huesos luego que los martillos golpean la piedra del destino con sus artes ensangrentadas. Desámate y luego búscalo en su depresión gangosa, afinada para que los hombres lloren por dentro como si tuviesen mil copas vacías de alegría y una sola llena del ron que desata las tormentas. No se puede estar en ese fluido sin desamarse para volverse amor.

Vé tras él. Pasea por la taberna donde debe andar cazando amigos para contarles cantando lo voraz que es la calle cuando un niño quiere jugar y sólo consigue un eco que viene de la oscuridad y lo llama al desasosiego. La muerte nunca vino a su voz y a su guitarra por lo que aún tienes tiempo de alcanzarlo en el tren que tomó en Montevideo para ir al París de siempre y allí rasgar las guitarras con que los gitanos atrapan amantes furtivas y las revuelcan a puro sexo en los purgatorios del delirio para luego verles las miradas complacidas y fijas en la muerte que se va espantada por la felicidad. “Alcánzalo, andá, alcánzalo”: pareces decirte a ti mismo, y si lo atrapas, ayuda a que esa canción sobreviva en las tabernas. ¡Que sobreviva! Que su tristeza desaloje, aunque sea por un instante, la desesperanza de las almas entristecidas: un clavo saca otro clavo. 

 
ALFREDO ZITARROSA









Del libro inédito LIMBIC@S: Buscan contextos para llegar a ser textos. 

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