domingo, 17 de diciembre de 2017

TODO CÉSAR PARA EL PUEBLO



«Trazo y palabra lloran su viaje
hacia el origen de Amalivaca
Yo digo que sólo cambió de paisaje
Y para sentirlo vivo
llevo un poco de su vida
dentro de mi guitarra»

Alí Primera:
Canción
Al Pueblo lo que es de César
 
Sembrar a extraordinarios seres humanos y humanas es un oficio eterno de alta humanidad. Cuando la vida cumple sus últimos hálitos sobre estos y estas militantes del porvenir, quedan tareas por hacer para preservarles la obra donde plasmaron la dinámica de los pueblos a través del cultivo de conocimientos, de la investigación con pertinencia social, de la práctica política a favor de la humanidad o de la más bella solidaridad en el despliegue de las artes. Además del dolor que embarga cuando la ausencia marca el paso entre estos y estas seres estupendos y la vida cotidiana, queda la tarea de preservación en la memoria de los pueblos para darles trascendencia, queda abrir espacios donde dialoguemos con amor y pasión critica su legado imperecedero, queda hacer de esa huella un estandarte de bienes culturales para disfrute y reflexión del sujeto pueblo en revolución, queda la siembra permanente. 

 

AMALIVACA
Quienes iniciamos la siembra desde aquel 02 de noviembre de 1980 del gran artista y militante revolucionario venezolano César Rengifo, sabíamos acerca de la terquedad que debíamos poner para preservar en la memoria popular su obra, a sabiendas de que las hegemonías siempre se empeñan en imponer el olvido a nuestros pueblos a través de su aparato ideológico. Había que visitar y velar por su monumental mural «Amalivaca» en los pasajes de las Torres del Silencio, había que hacer masilla investigativa permanente de su obra en escuelas, liceos y universidades, había que montar sus obras de teatro en barrios y portones de fábricas, había que mirar sus maravillosas pinturas para sentirlas nuestras y hablar de ellas como se habla de bosques frondosos, de fiestas populares o de grandes batallas, había que hacer una película, un documental contundente que recogiera su imagen, su legado cultural, artístico, político; y en forma prospectiva ese filme ya estaba realizado como cultivo desde la década de los años 70 por Juan Plaza, Pedro Riera y Jesús Mujica: «CÉSAR RENGIFO» se llama la obra y su protagonista está sembrado en el corazón de nuestros pueblos.

La humanidad viva en su arte

AUTORRETRATO
La lente nos deja a César todo integrado como hombre, artista y pueblo en una sola maravilla viva, dinámica, visual, plástica. Se ve sencillo, delgado, profundo en la mirada, incisivo en el criterio, amable, amigo, militante, de manos cósmicas, pueblo. Allí está andante en un trabajo documental ganador de mención en el año 1976, a la promoción del artista nacional, por el Consejo Municipal de entonces. Allí bulle en pantalla su taller entre pinceles, recipientes, pinturas, manchas extraordinarias de miles de universos que el artista danza antes de que la obra lo venza con su presencia. En César, además de la pintura, del lienzo, el lenguaje de la plástica, de la palabra gana supremamente el pueblo venezolano, ganan los pueblos, gana la vida.

OBRA DE CESAR RENGIFO
Y su obra es sobre todo un espacio de ideas, conocimientos, investigación, aprendizaje, experiencias porque César se nos muestra como un activista de la vida, de la política, de la transformación de la realidad, de la revolución. Para el artista, no se es artista si no se es un revolucionario, porque todo arte debe estar al servicio del pueblo como toda revolución. La pantalla se llena de su criterio:

«… yo creo que ningún hombre progresista, revolucionario, y mucho menos artista, o trabajador de la cultura, puede perder la fe en el porvenir. Al contrario, el mismo trabajo que genera ese artista, su misma obra es una afirmación de creencia en ese porvenir. Yo sí creo que el pueblo venezolano, alguna vez cuando venga a este país el socialismo, y cuando el pueblo, pues, tome el poder, en sus manos, tome las riendas del gobierno de este país, toda la riqueza cultural venezolana, todo el acervo cultural venezolano, no solamente al acervo que se ha creado durante la colonia, y que se ha creado, durante el régimen republicano, sino que hasta las culturas más antiguas que había en nuestro país antes de la llegada de los europeos, van a ser reivindicadas, estudiadas, valorizadas y puestas al servicio del pueblo venezolano. Venezuela tendrá un arte nacional en la medida que se incorporen a la creación material y a la creación espiritual las grandes masas de nuestro país; las grandes masa que ahora no tienen ni siquiera un acceso a una mediana cultura, a un mediano conocimiento del arte y la ciencia.» (pp. 41-42)

Sin cultural no hay revolución

OBRA DE TEATRO DE CESAR RENGIFO
Como en toda obra fílmica, Plaza, Riera y Mujica nos dejan el testimonio de un César Rengifo vivo, de pensamiento perenne y vigente, de ideas vigilantes de una revolución que debe ser permanente, de un conocimiento del socialismo como propuesta garante del destino de nuestros pueblos. En su pintura se nos muestra al pueblo desde sus carencias y en su estética ese pueblo tiene la imagen del porvenir en ojos, manos, cuerpos, territorialidades. En su teatro están siempre los protagonistas de las transformaciones, tomando partido como han irrumpido en la historia. A propósito nos dice César:

«… en Las Torres y el Viento (…) los únicos personajes reales, vivos, son los que luchan: los guerrilleros, que entran al final de la pieza; esa es una simbología, es decir, el sentido de la vida es la lucha en todas sus instancias, la lucha y una esperanza.» (p. 64)

Porque el artista no sólo buscó el movimiento, el color o la luz en las abstracciones de su obra, la buscó sobre todo en el seno de los pueblos que es donde están las verdaderas luces, el auténtico color, el perenne movimiento. Estuvo en Chile en la década de los años 30 del siglo XX y de México se trajo una visión de la estupenda experiencia muralística de Rivera y Siqueiros. 

Pueblo, lucha de clases y arte
OBRA DE CESAR RENGIFO
La voz de Rengifo en esa pantalla clarifica dudas habidas sobre la situación de clases respecto al arte. Su mirada es tajante al ubicar al pueblo siempre como centro del despliegue cultural:

es muy importante que la cultura oficial, que la creación cultivada en escuelas, academias, instituciones, siempre se nutre de lo que ha creado y crea el pueblo de los sectores predominantes es precisamente al que se ha abonado en las raíces populares (…) vamos a pensar que el pueblo no tiene oficio, no posee esa magnitud estética; pero resulta que sí la tiene, lo que pasa es que no la sistematiza, no la comprime dentro de una coherencia técnica, no la hace escolástica ¡pero sí tenemos creaciones del pueblo y vamos a hacerlo con nuestro pueblo! (…) Claro, en una sociedad dividida en clases, es lógico que haya creaciones artísticas opuestas, porque son diferentes las maneras de ver la vida y ver la sociedad y ver el futuro. entonces la gente oprimida usa el arte como instrumento de liberación, como instrumento de comunicación, como instrumento de lucha, placer, disfrute, goce. Y lógicamente dentro de la lucha de clases, en todas esas divisiones tremendas, entonces el arte que hace ese sector no privilegiado, ese sector dominado tiene que tener expresiones, connotaciones, comunicaciones que lo diferencian en gran medida con el arte que hacen o que desarrollan las clases dominantes.» (pp. 24-26)

Entre el caos ordenado del pueblo, nuestro maestro César Rengifo ve las potencialidades del arte, las supremas dimensiones de la cultura y en este documental se nos deja el sabor de su pensamiento, de sus reflexiones y de su amor por la vida.

Fuente: Mujica, Jesús. A VIVA VOZ. Fondo Editorial IPASME. 2008

AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012

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