NIÑO LEYENDO EN LONDRES TRAS BOMBARDEO |
Nada
es tan mágico como un libro. Cualquier ser humano o animal o
espiritualidad se inclina ante un libro como ante un monumento. Si
alguien regresara de la muerte, buscaría antes que nada una
biblioteca para meterse entre las páginas de un libro. El tropiezo
de un caballo, un pelícano o una mariposa frente a un libro puede
tener curiosos misterios. Aunque no sepa para qué lo querría, la
visita de una persona a cualquier estancia le impulsaría a la
atención de un libro antes de tomar cualquier otra cosa de su
interés. El libro es un compañero silencioso, un arma infalible
(mientras más pequeño más peligroso), de los objetos el más
conocido; si cien personas fuesen escogidas en un concurso para traer
cualquier cosa a un lugar, por lo menos una de esas personas traería
un libro. Como un libro es poderosamente político porque tiene una
política en sí mismo, toda revolución social, si es digna y
genuina, se dimensiona desde la promoción, edición y difusión de
libros. La Revolución Bolivariana, como proceso político en
Venezuela, no ha faltado a este designio.
Desde
sus inicios, la Revolución Bolivariana ha
promocionado el libro al impulso de una gran avanzada alfabetizadora
de propósitos y resultados encomiables. Era lógico desde aquel
bisoño gobierno del Presidente Hugo Chávez, luego de hacer vivir el
encuentro con la lectura del idioma castellano a la gran mayoría de
nuestros compatriotas en condición de desconocimiento de esa
experiencia lectoescritural, que viniera una avalancha de libros
editados para la promoción de la lectura y el conocimiento de mundos
y universos. Se intentó crear un sistema de imprentas y editoriales
para tal fin (que aún está en el “veremos” fragmentador de la
politiquería) sin embargo, muchos libros sintieron el manoseo de los
curiosos anhelos de lectores y lectoras para el deber educativo, la
indagación informativa o el disfrute lectoescritural.
Hubo
en Venezuela libros de especial promoción. Los primeros que se
promocionaron a través de la acción revolucionaria vinieron en una
pequeña caja que se desarmaba en las manos por su pésima calidad,
fueron encuadernados en papel imprenta (llamado popularmente papel
periódico) y distribuidos a través de escuelas y comunidades
organizadas. Estos ejemplares tenían títulos conocidos dentro de la
literatura abya yala y mundial. Aquellos adecos camuflados en falsos
chavistas (que no han desaparecido de las instituciones) seguro se
embolsillaron su plata mal habida con aquella pésima calidad de
libros que recibimos como el pueblo que somos. Eran los inicios de
una revolución amenazada.
Luego
vinieron las ediciones de dos libros de importancia universal como
“Don Quijote de la Mancha” del español Miguel de Cervantes y
“Los Miserables” del francés Víctor Hugo. Se hicieron grandes
tirajes y se repartieron en Plazas Bolívar de ciudades y pueblos.
Una millonaria empresa española fue la encargada de aquella edición,
contratada con el cuento de que en Venezuela no se podían hacer los
libros. Allí se impuso la mala fe y el clientelismo del adequismo
institucional disfrazado de rojo-rojito y la imposición de ciertos
personeros enquistados en la institución cultural que se aferraron a
la mentira de que “en Venezuela no
estaban dadas las condiciones para
elaborar esos libros”. Nos preguntamos en ese momento: ¿Cuándo
van a estar dadas las condiciones? Venezuela posee una vasta red de
editoriales alternativas dimensionadas durante años en ciudades y
pueblos, hechas por su propio esfuerzo. ¿Por qué no se hicieron
estas ediciones a través de la Red de esas Imprentas forjadas en
procesos de autoaprendizaje? ¿Por qué no se les proveyó del papel
y la tinta para hacer este trabajo? ¿Por qué no se utilizaron las
imprentas de las Universidades? ¿Por qué no se activó la
creatividad del pueblo que somos? ¿Por qué ese inmenso presupuesto
que se destinó para un fin tan loable, no se invirtió en el país y
en cambio se le dio a una empresa extranjera?
La respuesta es porque
no interesaba a ciertas cúpulas que ya se enquistaban en el medio
cultural a través de pequeños reyezuelos emergentes que buscaban
amasar los presupuestos. Le recomendaron al Presidente Chávez dos
libros de interés relativo para el pueblo venezolano que ya aquella
empresa editorial española tenía en sus archivos, nada más de
colocar en sus rotativas. ¿Qué nos interesaba de estos títulos más
allá de hacer referencia a la cultura europea? ¿Acaso no había
otros libros de mayor interés para el pueblo que somos, distanciados
del eurocentrismo que entonces se promovió (y por varias décadas)
en el interés de la cultura institucional de la Revolución
Bolivariana?
VUELVAN CARAS. ARTURO MICHELENA |
¡Claro
que hay otros libros! Nos sobran. En el seno de los grupos culturales
y literarios del pueblo que somos, hablábamos de títulos mucho más
apropiados para nuestro interés formativo. Susurrábamos: “Doña
Bárbara” de Rómulo Gallegos, “Venezuela Heróica” de Eduardo
Blanco, “Los Mercaderes del Voto” de Domingo Alberto Rangel,
“Simón Rodríguez. Maestro de América” de Alfonso Rumazo
González, “Humor y Amor” de Aquiles Nazoa y así sucesivamente
un sin número de libros que pudo haber engrosado aquella lista de
ejemplares a repartir en las Plazas Bolívar de Venezuela. Sin
embargo, prevaleció la necedad eurocéntrica de subestimar al pueblo
venezolano por “inculto” y entonces, estos tipos presumieron que
había que “culturizar” al pueblo. Pretendieron atapuzar de
libros la realidad lectoescritural del venezolano sin preguntarle qué
había leído antes por su propia cuenta. Lamentablemente el
Presidente Hugo Chávez fue mareado por quienes le vendieron esta idea peregrina.
A
la luz del tiempo hoy podemos constatar que hubo un libro ocultado
por la Revolución Bolivariana con deliberada satrapía por los
mercachifles editoriales y las mafias politiqueras. En primer lugar
es importante referir quiénes lo ocultaron; fueron los politiqueros
que quedan denunciados en sus claras y sabias páginas. Sus manos
peludas impidieron que este importante volumen se abriera paso hasta
las manos pertinentes y facilitadoras de la formación política
ideal e imprescindible. En segundo término queda decir el por qué
lo escondieron. Se trata de páginas que tienen un análisis de la
sociedad venezolana con dimensiones trascendentales que se
transforman en una advertencia a la sociedad entera desde el
ejercicio político de la ciudadanía. Un libro que contribuye con
creces a recuperar el pensar y hacer político tan deteriorado a la
llegada a la Presidencia de Chávez en el año 1998, por la obra
nefasta de los partidos de la cuarta república y que tanto costó
recuperar en medio de los sabotajes de la conspiración oligarca con
lecciones imborrables. Un libro, sobre todo, para la formación de
las juventudes, de sencilla lectura, y para quienes lo quisieran leer
y ejercitar con aliento formativo. Ese libro lleva por título:
“VENEZUELA: LA IV REPÚBLICA (o la total transformación del
Estado)” (1991); su autor es el militante revolucionario Kleber
Ramírez (1937-1998).
23 DE ENERO DE 1958 |
Con
un lenguaje sencillo, una semiótica directa, un análisis político
profundo y detallado, el autor nos configura las causas y razones por
las cuales nuestro país ha sido el que terminó siendo, traicionado
por los demócratas de sainete que asaltaron el poder el 23 de enero de 1958;
del por qué nuestro Estado pasó por diferentes trayectos temporales
hasta descomponerse con el puntofijismo; las causas por las cuales
nos perdimos en las fauces del imperio capitalista y quiénes fueron
los responsables directos de esta infausta suerte. Es difícil leer
este libro y no concienciar de inmediato sus llamados, apuntes,
consejos, detalles políticos, sentidos prospectivos, teleologías.
Se trata de un libro para construir porvenir. En manos de la juventud
venezolana es un faro de luz a sus ojos ávidos de razones patrias,
un amanecer en claridades sociales del árbol del pasado al que
pertenecen sus hondas raíces, hoguera perenne a donde mantener
cálidas sus comprensiones para las luchas y resistencias necesarias,
estallidos de conciencia plena de pertenencia hacia un continuo de
resistencias y dimensionamientos rebeldes que nos han marcado desde
siempre.
Para
los enemigos de nuestro porvenir, ocultar este libro era (y sigue
siendo) tarea impostergable ya que los acusa por anticipado ante las
trapacerías que iban a cometer. Amontonaron desde las instituciones,
una larga fila de proyectos editoriales filibusteros que sirvieron
para obnubilar el pensamiento y la sensibilidad de toda propuesta
formativa que se abriera paso con libros de planteamientos
articuladores en la institucionalidad alternativa que el Comandante
Hugo Chávez echó a andar. Con la idea de fortalecer la salida de
libros de interés se inicia la configuración de un sistema
editorial que no ha superado la fragmentación y el trabajar cada uno
por su lado. Este malebaje de editoriales peregrinas, ha impedido
encaminar planes de lectura que fortalezcan la iniciativa lectural
que de por sí tenemos los venezolanos y las venezolanas; estos
oportunistas se han encargado más de intentar vender sus libros que
de la pertinencia de las lecturas que viajan escondidas en sus
páginas.
Un
libro que despliega la textualidad que a continuación exponemos,
jamás podrá ser soslayado en un proyecto editorial con tinta de
revolución:
“El
ejército debe imbuirse de un alto grado de civilidad, no en el
sentido de evitar algún pronunciamiento, sino porque como todas las
instituciones y entes del Estado, el ejército como institución
también debe ser debatido públicamente y a fondo, pues alcanzará
su carácter democrático cuando sea sentido por la sociedad
venezolana como parte esencial suya y entonces, de una vez por todas,
el tema militar dejará de ser un tema tabú” (p 95).
Nótese
cómo este fragmento muestra la concepción que el Comandante Hugo
Chávez promovió desde su acción social como líder de la
Revolución Bolivariana de la unión cívico militar. Este criterio
pudiera alimentar más la leyenda de que el autor del libro fue como
un maestro político de Chávez. Y sus consejos parecen haber sido
discutidos entre ambos personajes de la política:
“Para
ser parte del nuevo Estado, el Estado no gomecista, la concepción
del ejército debe ser reconstruida totalmente, será necesario
motivar una discusión pública sobre sus objetivos; sus
posibilidades; sus tácticas; sus estrategias; su papel real dentro
de la sociedad; todo eso sin temores ni resquemores”. (idem)
Estos
y otros valiosos aportes lleva este libro consigo desde las ideas
revolucionarias de este autor. Describe una detallada, estudiada y
prístina crítica (sin sectarismos) a la IV República, incluyendo
el reconocimiento histórico de acciones de uno de los líderes de
los partidos que se formaban en las luchas por la democracia:
“…al
(Rómulo) Betancourt de ese período le quedó indudablemente el
mérito, más que ningún otro político nuestro, contemporáneo o
no, en primer lugar de haber impulsado la politización de la nación
venezolana y colocado la problemática de la “cosa pública” como
un elemento de interés social y cuya discusión fuese parte de la
cotidianidad de todos los ciudadanos; en ese sentido hizo cátedra de
formación política del pueblo venezolano; en segundo lugar, se
produjo una consecuencia de suma importancia para la sociedad
venezolana: las bases sociales y políticas del Estado gomecista
fueron barridas, quedaron definitivamente superadas a partir de este
momento, esas bases serán cubiertas por los partidos políticos.
Estos dos logros son de trascendencia y reconocerlo es una
obligación”. (p 60)
Conclusiones
como ésta, de fino carácter histórico, son sometidas al ejercicio
hermenéutico del lector o lectora sin subestimación alguna.
Expuestas a la mirada de la joven vanguardia política que se levanta
tomando el testigo de los maestros políticos de antaño, las ideas
de Kleber como uno de éstos, desafía toda postura acomodaticia o
hipercrítica más para encontrar motivos y razones en lo que hemos
sido como país que en buscar pretextos para llegar de manera fácil
a orientaciones flojas de sustento. Y así como reconoce en el
adversario político su mérito visible, por igual lo critica con la
misma sobriedad, rigurosidad y solidez:
“…
se
fue inventando la leyenda: ‘Rómulo Betancourt, el padre de la
democracia’. La amnésica conducta venezolana borró con borrador
adeco al general López Contreras y al general Medina Angarita de la
historia contemporánea venezolana, como también borró el
sacrificio de todo un pueblo que pasó en vela la tenebrosa noche de
la dictadura. El cuento de los vencedores de creer que la historia
comienza con ellos. La sensación de sentirse ombligo del mundo. El
apartarse de la grandeza bolivariana, para medrar en un narcisismo
político repugnante, dirigido hacia lo inmediato y lo mezquino. El
resultado está a la vista: zancadillas, insultos, bochornos,
engaños. Hasta el año 45, la sociedad venezolana contaba con
hombres de palabras; era un orgullo que se defendía con el propio
honor. El engaño, el truco o, como dicen los mozalbetes de hoy: el
vacilarse unos a otros, es una característica de la sociedad actual.
Superar esta situación que se hace insostenible, traerá
necesariamente nuevos sacrificios”. (pp 77-78)
Parados
en la guerra que nos tienen el imperio y sus lacayos en los actuales
momentos, aportes como éste significan enfoques de claridad política
que oscilan entre la premonición y el acierto con el badajo de la
fortaleza. Este párrafo contiene la mayor acusación a esa
politiquería que aún queda retozando en las instituciones del
Estado y en las prácticas políticas hacia las comunidades, como
herencia de lo que Kleber Ramírez llama el gomecismo no superado por
los adecos. Parece este párrafo, el perfil de situaciones,
funcionarios y líderes políticos que no dejan de ser formados por
esa herencia detestable y crecen como la maleza en las comunidades
para crear nuevas mafias.
Este
libro debe estar en liceos y universidades públicas como cita
obligada para la formación y discusión de ideas en nuestras
juventudes en militancia y para la reflexión de los líderes
políticos de la revolución. Su cuerpo de planteamientos debe
conformar ejes de aprendizaje para cursos, talleres, conversatorios
porque tiene una actualidad sorprendente y además rinde homenaje a
su autor, quien supo ubicarse en la contribución revolucionaria de
su tiempo. Además, produjo este libro con el autofinanciamiento.
Como era la usanza de este tipo de iniciativas revolucionarias
durante la cuarta república, Kleber Ramírez no buscó ningún tipo
de contribución del Estado para su edición: éticamente estaba
claro. Sin embargo, un Estado revolucionario tiene el deber ético y
educativo de editarlo, promocionarlo y difundirlo.
Donde se puede conseguir el libro?
ResponderEliminarAron.
ResponderEliminarSaludos.
Ningún libro está lejos
Ningún libro está cerca
El libro es arisco y dialéctico como un puercoespín
Lejos te atrae
Cerca te pincha
A los libros hay que invocarlos
Se invocan con lecturas (y escrituras)
Se lee el tema del libro como primer paso
Hay que invocar mucho el tema
De segundo paso escribirlo como si se lo leyera
Y hay un tercer paso fundamental: el compromiso
Debes comprometer tu entendimiento del tema
en algún escenario humano del saber
El libro buscado escucha esta invocación
El libro invocado te busca
Los Comentarios sobran, Kleber, el viejo Kleber como le decíamos quiso agruparnos a todos y no pudo porque el sectarismo nos tiene jodidos, el esṕiritu de Gheto político lo ha impedido. Hoy un gheto con poder con una historia que nunca tuvieron se aprovecharon del Comandante para sumar poder y lanzarse a la aventura de ser una nueva burguesía con un lenguaje que muy rápido pierde su contenido revolucionario, con lo cual se van desenmascarando para ser unos adecos más, es decir, unos gomecistas más. La historia no se detiene y los juzgará, vivos o muertos, ellos mismos se están juzgando con sus conductas y así mueren los falsos héroes.
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