jueves, 16 de agosto de 2018

AMOR ES… LA GRAN DERROTA DE OCCIDENTE




Y CON TU ESPIRITU
No hace falta echar todo el cuento de la temática del amor en el modelo cultural de occidente, para dar cuenta de cómo es un tremendo negocio. Basta ver cómo se manipula con el amor a través de la publicidad, del comercio, de la industria televisiva y así mirar apenas la nata de una jugosa industria cuyo fondo se recrea con lo amoroso. Marcados por la vertiginosa modernidad, el amor como temática siempre fue utilizado por los mercachifles de las imposturas para alienar los sentidos.


SE LIMPIAN SUFRIMIENTOS
Durante el siglo XX —gran época de auge y agotamiento de la modernidad—, el tema del amor tuvo un lugar preponderante. Todas las luchas que devinieron en investigaciones y estudios realizados sobre lo humano, colocaron al amor como problema. Ese occidente europeo que ahora mismo está siendo echado sin misericordia a los mastines del libre mercado, con sus dos grandes guerras y su inmensa mortandad, se debatió entonces en una pelea por amar verdaderamente.

EL PERFIL DE LA INOCENCIA
Fue en la ya legendaria década de los años 60 del siglo XX, cuando se dio la gran campanada. Un movimiento libertario de jóvenes en todo el mundo, pareció escuchar un «mantra sagrado» que los impulsó a las calles para darle la bofetada más sonora a la propuesta capitalista del momento: el american way of life de los Estados Unidos. Plantearon el amor a la naturaleza, a todas las artes (con énfasis en la música), a la paz entre los seres humanos; distribución equitativa de la tierra y el regreso a ésta para cultivarla y tener los hijos y las hijas a través del amor libre y sincero, sin prejuicios e intereses mercantiles, comer sano, el encuentro con lo ancestral, entre muchas de sus propuestas. Este movimiento llamado «hippie», enfrentó radicalmente y rechazó la alienación producto del trabajo explotador, la mercantilización de las relaciones sociales, el egoísmo enajenante que fragmenta la vida cotidiana, el concreto de las calles, los miedos, los encierros, las apariencias y sobre todo la guerra.

CLARINADA PARA UNA FELICIDAD
Nunca se amó tanto y tan sinceramente en occidente, como cuando el movimiento hippie dio su grito libertario, debido a que promovieron el amor como un acto político. Esta avanzada declinó desde inicios de la década de los años 70, cuando se impuso el libre mercado del amor endeble, light, dulzón, a la carta y sobre todo (volviendo por sus fueros) de interés mercantil.

EL ASESINO DE SUEÑOS
Los hippies fueron desprestigiados y muchos atosigados por las drogas. Es clave hallar vínculos mediáticos entre el eclipse del amor libre hippie y la entronización del amorío neoliberal. Examinar una película realizada en aquellos años 70, puede ayudarnos a vislumbrar ese cómo y ese dónde fue que occidente regresó con su amor de cartón pintado; de carantoñoza página social.

AMOR ES…ALIENARTE MEJOR

AMOR REDUCIDO
Recordemos la campaña «AMOR ES… ». Así encontraremos algunas técnicas de vuelta al mercantilizado amor, promovido por los laboratorios publicitarios del capitalismo. Como antecesor del “I LOVE NY”, un sinfín de bisuterías, joyas, franelas, banderines, calcomanías llevaban esta frase terminada en cualquier acción superficial y hasta boba. “Amor es… mirar al cielo… comerme un hotdog… ir de shoppig… usar paraguas cuando llueve… tener un perro boxer… manejar un auto ferrari en mi cumpleaños… ir a la discoteca Hawai Kai…”. Amor fue en ese momento, cuanta estupidez pudiera colocarse en un anuncio para alentar el consumismo.

A todos los países del planeta llegó esta campaña, cuya finalidad fue, además de vender cualquier cosa, banalizar el amor hippie. Una película acompañó esta cruzada como punta de lanza: Historia de Amor (Hiller, 1970). Recordemos que antes de verla en los cines, ya muchas personas habían leído el libro homónimo (Love Story) de Erich Segal, el cual parece inaugurar la categoría “best seller” en las estanterías mundiales. Libro y película fueron un dúo dinámico que chupó bolsillos lectores y llenó de alienaciones y banalizaciones a los sentidos de las audiencias, respecto al amor libre de los años 60.

CUANDO LA INTEGRACION SE HIZO PELIGROSA
Es cierto que en esta década del siglo XX, las clases sociales lograron acercarse políticamente: no es mentira. Sociedades y culturas de occidente vivieron este fenómeno. Luchas desde comienzos de ese siglo en muchos pueblos, quebrantaron algunas barreras sociales. Uno de los sitios en donde esta manifestación se vio evidenciada fue el recinto universitario. La entrada de jóvenes de la clase media y popular a la universidad, fortaleció su lento arranque en esta década irreverente.

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE
No es extraño que Oliver Barret IV (Ryan O’Neal), hijo de un multimillonario, poseído por la rebeldía del momento, haya estudiado leyes en una universidad pública y allí se haya enamorado de Jenny (Aly Mac Graw) una muchacha sin abolengo y con poca familia. Desde el inicio, el amor de ambos fue libre, con el aroma en decadencia del amor hippie. Ambos se entregaron al deleite de conocerse en libertad, sin ataduras, sólo con las obligaciones universitarias y la responsabilidad de amarse con sinceridad, sin el interés mercantil. Gozaron de esos escondites que el cine de Hollywood aprendería, para adaptarse a una juventud aún tocada por muertos de guerrilla y revoluciones. Oliver y Jenny juegan en la nieve, mientras suena el ulular melodioso del músico francés Francis Lai.

CON EL ORGULLO TAMBIEN SE MANIPULA

NO NECESITABAN EL MATRIMONIO
Oliver había decidido afrontar su futuro matrimonio con Jenny desde sus propias posibilidades, debido a que el padre millonario no estaba dispuesto a darle apoyo, al desaprobar la relación. En el filme dibujan a través del joven enamorado, el rostro de un orgullo artificial. Es claro que Oliver quiere autonomía y rechaza el origen autoritario y patriarcal, en utilización freudiana del argumento. Sin embargo, termina siendo un rechazo donde se mezclan el amor y la rebeldía. Oliver es rebelde por orgulloso y no al contrario. Su rebeldía sucedánea del orgullo no comporta un acto político, es más bien un impulso sentimental (banalizado).

PERSEGUIDOS POR EL PATRIARCADO
Sucumben ambos al protocolo burgués de presentación de Jenny ante el patter famili. La fragilidad con la cual aparece la novia es deliberada. El novio mantiene su posición de orgullo, de peligrosa renuncia a la cuantiosa herencia y al poder del padre. Planteada la confrontación en el círculo familiar oligarca, creíamos encaminarnos hacia un final en donde triunfaría el sincero amor de dos almas gemelas, decididas a vivir por su cuenta. ¿La renuncia cristiana de Oliver a su cuantiosa herencia, sería honrada con la derrota del oligarca?

NO TENER QUE PEDIR PERDON

Y LA OLIGARQUIA LOS SEPARÓ
Jenny enferma. ¡Pobrecita! Se inicia la lloradera de la audiencia. Como si visitar al suegro oligarca la hubiese afectado, sufre un mal incurable. La muchacha muere aceleradamente y el padre saboreó su “te espero en la bajadita” mientras en Oliver se desbarató el orgullo. Con claridad se maneja la muerte de Jenny como un castigo para Oliver por desobedecer al padre (Dios) y por evidenciar un orgullo disfrazado de rebeldía: ¡Quién te mandó a enamorarte!

¿QUE QUEDARÁ CUANDO LA NIEVE SE DERRITA?
El lema de la película: «Amor es… no tener que pedir perdón» nos interroga: ¿Cómo pedir perdón a una clase que no perdona? En Oliver es sencillo: debe seguir el camino millonario de su clase social. Es el costo de la derrota de su aventura, la lección que debía aprender. Le esperaban jugosas movidas de la bolsa, la quiebra de otras empresas para amasar poder, el manejo de capitales golondrinos, la promoción de maquilas, el movimiento de franquicias. No podía perder su tiempo en el amor, necesitaba fortalecer su emporio. El amor es inferior, el capital es lo superior. Hoy todos los Oliver Barret IV se reúnen con Barak Obama, Hillari Clinton y Ángela Merkel para ver a cuál país enviarán a la quiebra o cuál pueblo será bombardeado. El amor por Jenny se quedó en aquel parquecito nevado.
AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2012

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