jueves, 17 de enero de 2019

LENINGRADO PARA UNAS POSTALES DIFUNTAS



Transformé mi corazón en una guarida de perseguidos”
Zobeyda Jiménez La Muñequera

Andaba perseguido,
cuando fui a mi casa una tarde.
Mi papá me vio entrar en la sala
y me dijo: Hable rápido que tiene que irse
Testimonio del comandante guerrillero
Francisco El Flaco Prada


El pobrecito Teo ha sido engañado por su familia para esconderle la realidad de sus padres guerrilleros”. “Qué inútil esa guerrilla de aventureros causante de locura en la abuela de Teo”. “Qué embarcadores esos agitadores de oficio que dejaron esperando a los campesinos”. Estas pueden ser las conclusiones frente al filme Postales de Leningrado (2007) dirigido por Mariana Rondón, si la lectura no va más allá de sus imágenes intencionadas, para establecer la visión política de una época trascendental en Venezuela. Es importante analizar sus visiones para buscar y hallar otras pistas que produce un arte maravilloso como el cine.
POCO ORIGINAL 


PELICULA FANNY Y ALEXANDER
Es complejo meterse en la visión infantil a través del cine. Lo hizo Chaplin en su genial El Chico (1921) atrapado ya en el corazón de varias generaciones. Tal vez en un esfuerzo cinematográfico de gran arte, nos visualiza la infancia el realizador sueco Igmar Bergman en su monumental Fanny y Alexander (1982). Similar iniciativa surte sus efectos geniales en el filme El Tambor de Hojalata (1979) del alemán Volker Schlöndorff sobre la novela homónima de Günter Grass. Y desde Latinoamérica el inolvidable filme Kamchatka del argentino Marcelo Piñeiro (1992), copiado (tal vez sin querer) por Mariana Rondón en sus Postales de Leningrado.


PELICULA KAMCHATKA
Así como Piñeiro encontró la leyenda del escapista para su personaje central, igual Rondón halla ese pretexto para poner a rodar sus personajes infantiles. Hay que tener magistral arte para producir un texto infantil dentro de una situación trágica sin producir lástima. Es importante respetar la dignidad de la visión infantil y desarrollarla con mucho genio. Mientras Rondón se accidenta en la visión de Piñeiro por el escapismo, éste ubica a sus personajes infantiles con propiedad en un contexto político de represión extrema y los hace protagónicos, ya que nunca pierden la dignidad (ni siquiera El Enano que se orina la cama). 
 

En Postales… los niños son víctimas e instrumentos de todo lo que pasa para producir lástima y culpa, no son sujetos de derecho que se enfrentan a sus propias circunstancias sino tutelados por la visión adulta de la directora, diferente en Kamchatka donde la dirección recorre el ojo infantil con el cuidado de un jardinero; tanto es así que la decisión del cambio de identidad ante la persecución política es tratado por Piñeiro como un recurso digno, necesario y problematizador: Rondón, en cambio, se burla del pseudónimo y lo trata como una estratagema disociante, sin hacerlo parte integral del contexto político. La accidentada copia se torna seductora cuando toma una pieza musical emblemática del fin de año 1966 en Venezuela: La Banda Borracha (Super Combo Los Tropicales) para producir un baile familiar, tal y como lo hizo antes el original Piñeiro con una canción emblemática de finales de los años 70: Son tus perjúmenes (Carlos Mejía Godoy) evocadora del proceso político nicaragüense: ¿casualidad? 

LA GUERRILLA NO FUE UN JUEGO DE NIÑOS


Aunque la dimensión de niños y niñas no es para nada irresponsable, Rondón utiliza la visión infantil para decirnos que el movimiento guerrillero de los años 60 en Venezuela fue un juego de niños, una aventura de párvulos que no sabían en realidad lo que querían y que sólo ansiaban ser filmados por un asunto de ego, como lo declara abiertamente cuando hace pasar las escenas de la montaña como la realización de un documental gringo. Para esta directora, sólo la cópula sexual -realizada como un arrebato irresponsable, en medio de un ataque del ejército, entre un guerrillero con porte de Rambo y una guerrillera con faz de niña, sin protagonismo político alguno y sin historia personal- valió la pena. La visión cinematográfica es fragmentada (muy adultizadora) y la visión infante está subordinada y manipulada por la mirada parcial de Rondón que ve en la guerrilla una acción irresponsable que tal vez le genera resentimientos y culpas.


La demostración de la visión de Rondón como guerrilla irresponsable se evidencia en la escena donde dos guerrilleros conversan (el enamorado de la guerrillera y un jefe) sobre ciertas conveniencias adultas de la guerrilla. Aquí el remedo infantil tutelado desaparece (la película tiende a hacerse responsable): 

-“Tú me avisas cuándo me voy a buscar las armas, porque yo prefiero eso antes que seguir al gringo con su camarita.”
-“Eso también es importante. No podemos quedarnos aislados. En el lugar de encuentro se nos van a unir unos militares y vamos a hacer un ejército cívico militar.”
-“¿Unos militares? ¿Y nosotros vamos a estar a sus órdenes? Míralo. Estamos mal.” 

(Una guerrillera juega con el gringo cineasta que no aparece y que en la subjetividad de la cámara es la audiencia o sea nosotros. Mariana Rondón nos incluye en el filme como gringos. Con esta escena anula al pueblo como sujeto político que en la realidad seguía a la guerrilla, pero ella parece ignorarlo.) 

-“… con el militar no se sabe.”

-“Además no podemos nombrar a Lenin ni a Marx. Vamos a tener que hablar más de Bolívar.”

-“¿Y qué van a decir los camaradas rusos?”

-“Coño, si algún día llega un ruso hasta aquí arriba, le contamos lo que pasó y ya está.”
 
Esta es una típica conversación adeca. Si suplantamos los nombres (pseudónimos) de los personajes por líderes puntofijistas de entonces, nos estaríamos aproximando a la realidad con asombroso tino. Ninguno de los comandantes guerrilleros de perseverancia comprobada fue capaz de entablar una conversación tan banal. Con esta conversación a pedazos, Mariana Rondón pretende resumir una visión de la guerrilla simplona, light. Nótese cómo se nos quiere demostrar la irresponsabilidad en las acciones: las tareas se realizaban al azar (voy a buscar las armas por no seguir a este gringo). Nótese cómo se nos quiere decir que el imperio gringo siempre les siguió la pista (y no el pueblo) y los guerrilleros posaban sonrientes y satisfechos. Nótese el superficial argumento con el cual Rondón aborda el tema de lo militar, al igual que el tema de la teoría revolucionaria, el papel del Libertador Simón Bolívar y de la extinta URSS (parece decirnos: “si los rusos vienen les caemos a coba porque todo en la guerrilla fue pura coba). Con esta escena tipo resumen, la directora demuestra que aborda el tema a trazos, sin conocimiento, sin profundidad y utilizó la visión infantil para manosearlo. 

¿QUÉ HECHOS VIVIÓ MARIANA?


Si algo nos demuestra la directora de Postales de Leningrado es el poco conocimiento de la temática que intenta describir en su filme. Si su conocimiento de la temática se despliega mejor desde lo personal, desde lo intimista hubiese realizado un filme en esa perspectiva y tal vez el resultado hubiese dignificado a la infancia, pero la mescolanza con lo político militante nos muestra una madeja de situaciones marcadas por un determinismo bien disfrazado con subterfugios técnicos que cocina viva a la infancia y arremete contra la guerrilla de los 60, sin genio alguno. Por ello concibe al Che Guevara y su Teoría del Foco como una RATA y nos muestra a las guerrilleras urbanas como copias de la asistente del Super Agente 86 (la agente 99). Para Rondón y su equipo, la mejor forma de visualizar a la guerrilla de los 60 es la parodia, porque la conciben como una farsa social, una impostura colectiva. Para ella el pueblo venezolano que vive la feroz represión política de los años 60 es la caricaturesca matanza de un cochino-pueblo que se descuartizará y luego se comerá a sí mismo: el pueblo se mata a sí mismo: el hombre es lobo del hombre. 
 

En el filme Postales de Leningrado los enemigos de la guerrilla quedan reivindicados, como el bien entrenado ejército que se muestra en unos comerciales televisivos, como la CIA que sustituye la mirada nuestra para seguir a los guerrilleros en el supuesto documental de la montaña y hasta el infiltrado que luego aparece como policía, queda absuelto de toda sinvergüenzura al no reconocer a la guerrillera anónima que viaja con su hija en autobús. La niña queda en brazos de su padre guerrillero, quien llega hasta el borde de un barranco y se oye la pregunta infantil: “¿Tú crees que por aquí podemos llegar a algún lado?”. Para Mariana Rondón la guerrilla fue un barranco (¿un despecho?). 

TODOS SOMOS HIJOS DE LA GUERRILLA 

Quienes fuimos niños y niñas en los años 60 y vivimos en comunidades populares siempre nos sentimos (hasta sin saberlo) como hijos de la guerrilla. ¿Quiénes no sentimos los innumerables ametrallamientos de la DIGEPOL sobre nuestras casas buscando comunistas? ¿Quiénes no vimos a nuestros padres, madres o vecinos ser detenidos por sospecha de pertenecer a la guerrilla o parecerse a un guerrillero (o guerrillera) buscado y luego regresar torturados a sus casas sin disculpa alguna? ¿Cuántos no fueron muertos de un balazo de aquellos que el SIFA prodigaba sin preguntar por sigla de partido alguno (porque al pueblo no se le pregunta nada, porque el pueblo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario)? ¿Qué familia no puso colchones de resortes en las paredes de las habitaciones para tratar de evitar que las balas pasaran? ¿Cuántos nos zambullimos al piso al escuchar el frenazo de los carros donde venían los esbirros de la SOTOPOL? ¿Cuántas veces no fuimos escondidos en el baño, por temor que a cualquiera de los allanadores se les escapara un tiro? ¿A cuántas familias que no tenían nada qué ver con la guerrilla no les pasó lo que muestra con magistral tragedia el filme mexicano “Rojo Amanecer” (1989) de Jorge Fons? 
 

A diferencia de lo que pueda testimoniar Mariana Rondón, todos esos guerrilleros y guerrilleras que arriesgaron su tranquilidad, sus relaciones familiares, sus aspiraciones sociales por nuestro futuro y lo hicieron con honestidad y sentido de pueblo son nuestros padres y nuestras madres también, porque los infortunios que pudieron haber causado sus actuaciones (los cuales también vivieron) serán siempre pequeños, frente a la terrible catástrofe social que como pueblo hemos sufrido desde entonces, por causa de los verdaderos culpables de esas tragedias que ellos y ellas se atrevieron a enfrentar. Y sus acciones tal vez puedan ser comprendidas con más plenitud desde estas palabras del apostol cubano José Martí:


Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados. … Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”


En la guerrilla de los 60, aunque media una derrota militar contundente, la irresponsabilidad, venalidad, aventurerismo, delación, infiltración son hechos de mucha menor significación frente al desprendimiento, valentía, heroísmo, solidaridad, sacrificio, silencio ejemplar, aprendizaje de un pueblo en lucha que tuvo una guerrilla (sin lugar a la menor duda) heroica y digna. Por derrotada, la gesta de los años 60 no deja de tener postulados aún vigentes para estos momentos políticos. El puntofijismo victorioso ayer junto con la CIA, jamás podrá justificar los horrendos crímenes y vicios que produjeron, ni la gran mentira con la cual siempre pretendieron cubrir el acto extraordinario de aquella insurrección armada; mentira con la cual parece identificarse Mariana Rondón y su equipo en sus Postales.

Valga la presente edición de este artículo, para rendir homenaje al colectivo de compañeros y compañeras del Periódico Proceso quienes se atrevieron a publicarlo. Y como remembranza de la heroica batalla comunicacional que dieron al lado de muchos otros esfuerzos populares de igual tenor, de la naciente guerrilla comunicacional que ha formado la Revolución Bolivariana, desde aquellas horas urgentes y extraordinarias que como el pueblo que somos, ofrendamos en favor de la Patria Venezolana, luego del inolvidable 13 de abril de 2002. Seguimos venciendo. ¡Viva Chávez! ¡Viva Maduro! ¡Viva el pueblo que somos!


2 comentarios:

  1. ¡Excelente!
    Crecí con el relato heroíco de mis tíos que pertenecieron a la guerrilla urbana, con el dolor en mi familia de que a uno de ellos lo asesinaran y con el susto que nunca se fue de los ojos de mi abuela y mis tías cuando alguien tocaba la puerta fuerte.

    Vi la película con mi mamá hace unos 2 años y recuerdo que al terminar ella me comentó: "no me gustó siento que ridiculizan el dolor y las angustías"

    Estoy agradecida a los hombres y mujeres que dejaron a un lado sus amores y abrieron brechas para que mis hijas e hijo crecieran en esta inconclusa y maravillosa revolución bolivariana.

    Gracias por este espacio, hoy le enseño a mi mamá este artículo para que lo leamos juntas...

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  2. Apenas nacía en esos años..allá en el 23 de Enero ..pero mi abue.. si me contó que ellos llegaban tocando y tumbando puertas.. y ella rezaba pues seguro que venían a buscar a los hombres para llevarselos... ella temía por mi abuelo.. que era un simple obrero del MOP que no tenia nada que ver con la política..sería por eso que se lo llevaban? porque no sabia nada? ... gracias por la referencia veré la película.

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