“Transformé
mi corazón en una guarida de perseguidos”
Zobeyda
Jiménez La Muñequera
“Andaba
perseguido,
cuando
fui a mi casa una tarde.
Mi
papá me vio entrar en la sala
y
me dijo: Hable
rápido que tiene que irse”
Testimonio
del comandante guerrillero
Francisco El Flaco Prada
“El
pobrecito Teo ha sido engañado por su familia para esconderle la
realidad de sus padres guerrilleros”. “Qué inútil esa guerrilla
de aventureros causante de locura en la abuela de Teo”. “Qué
embarcadores esos agitadores de oficio que dejaron esperando a los
campesinos”. Estas pueden ser las conclusiones frente al filme
Postales
de Leningrado
(2007) dirigido por Mariana Rondón, si la lectura no va más allá
de sus imágenes intencionadas, para establecer la visión política
de una época trascendental en Venezuela. Es importante analizar sus
visiones para buscar y hallar otras pistas que produce un arte
maravilloso como el cine.
POCO
ORIGINAL
PELICULA FANNY Y ALEXANDER |
Es
complejo meterse en la visión infantil a través del cine. Lo hizo
Chaplin en su genial El
Chico
(1921) atrapado ya en el corazón de varias generaciones. Tal vez en
un esfuerzo cinematográfico de gran arte, nos visualiza la infancia
el realizador sueco Igmar Bergman en su monumental Fanny
y Alexander
(1982). Similar iniciativa surte sus efectos geniales en el filme El
Tambor de Hojalata
(1979) del alemán Volker Schlöndorff sobre la novela homónima de
Günter Grass. Y desde Latinoamérica el inolvidable filme Kamchatka
del argentino Marcelo Piñeiro (1992), copiado (tal vez sin querer)
por Mariana Rondón en sus Postales
de Leningrado.
PELICULA KAMCHATKA |
Así
como Piñeiro encontró la leyenda del escapista para su personaje
central, igual Rondón halla ese pretexto para poner a rodar sus
personajes infantiles. Hay que tener magistral arte para producir un
texto infantil dentro de una situación trágica sin producir
lástima. Es importante respetar la dignidad de la visión infantil y
desarrollarla con mucho genio. Mientras Rondón se accidenta en la
visión de Piñeiro por el escapismo, éste ubica a sus personajes
infantiles con propiedad en un contexto político de represión
extrema y los hace protagónicos, ya que nunca pierden la dignidad
(ni siquiera El
Enano
que se orina la cama).
En
Postales…
los niños son víctimas e instrumentos de todo lo que pasa para
producir lástima y culpa, no son sujetos de derecho que se enfrentan
a sus propias circunstancias sino tutelados por la visión adulta de
la directora, diferente en Kamchatka
donde la dirección recorre el ojo infantil con el cuidado de un
jardinero; tanto es así que la decisión del cambio de identidad
ante la persecución política es tratado por Piñeiro como un
recurso digno, necesario y problematizador: Rondón, en cambio, se
burla del pseudónimo y lo trata como una estratagema disociante, sin
hacerlo parte integral del contexto político. La accidentada copia
se torna seductora cuando toma una pieza musical emblemática del fin
de año 1966 en Venezuela: La
Banda Borracha
(Super Combo Los Tropicales) para producir un baile familiar, tal y
como lo hizo antes el original Piñeiro con una canción emblemática
de finales de los años 70: Son
tus perjúmenes (Carlos
Mejía Godoy) evocadora del proceso político nicaragüense:
¿casualidad?
LA
GUERRILLA NO FUE UN JUEGO DE NIÑOS
Aunque
la dimensión de niños y niñas no es para nada irresponsable,
Rondón utiliza la visión infantil para decirnos que el movimiento
guerrillero de los años 60 en Venezuela fue un juego de niños, una
aventura de párvulos que no sabían en realidad lo que querían y
que sólo ansiaban ser filmados por un asunto de ego, como lo declara
abiertamente cuando hace pasar las escenas de la montaña como la
realización de un documental gringo. Para esta directora, sólo la
cópula sexual -realizada como un arrebato irresponsable, en medio de
un ataque del ejército, entre un guerrillero con porte de Rambo y
una guerrillera con faz de niña, sin protagonismo político alguno y
sin historia personal- valió la pena. La visión cinematográfica es
fragmentada (muy adultizadora) y la visión infante está subordinada
y manipulada por la mirada parcial de Rondón que ve en la guerrilla
una acción irresponsable que tal vez le genera resentimientos y
culpas.
La
demostración de la visión de Rondón como guerrilla irresponsable
se evidencia en la escena donde dos guerrilleros conversan (el
enamorado de la guerrillera y un jefe) sobre ciertas conveniencias
adultas de la guerrilla. Aquí el remedo infantil tutelado desaparece
(la película tiende a hacerse responsable):
-“Tú me avisas cuándo me voy a buscar las armas, porque yo prefiero eso antes que seguir al gringo con su camarita.”
-“Tú me avisas cuándo me voy a buscar las armas, porque yo prefiero eso antes que seguir al gringo con su camarita.”
-“Eso
también es importante. No podemos quedarnos aislados. En el lugar de
encuentro se nos van a unir unos militares y vamos a hacer un
ejército cívico militar.”
-“¿Unos
militares? ¿Y nosotros vamos a estar a sus órdenes? Míralo.
Estamos mal.”
(Una guerrillera juega con el gringo cineasta que no aparece y que en la subjetividad de la cámara es la audiencia o sea nosotros. Mariana Rondón nos incluye en el filme como gringos. Con esta escena anula al pueblo como sujeto político que en la realidad seguía a la guerrilla, pero ella parece ignorarlo.)
-“… con el militar no se sabe.”
-“Además no podemos nombrar a Lenin ni a Marx. Vamos a tener que hablar más de Bolívar.”
-“¿Y qué van a decir los camaradas rusos?”
(Una guerrillera juega con el gringo cineasta que no aparece y que en la subjetividad de la cámara es la audiencia o sea nosotros. Mariana Rondón nos incluye en el filme como gringos. Con esta escena anula al pueblo como sujeto político que en la realidad seguía a la guerrilla, pero ella parece ignorarlo.)
-“… con el militar no se sabe.”
-“Además no podemos nombrar a Lenin ni a Marx. Vamos a tener que hablar más de Bolívar.”
-“¿Y qué van a decir los camaradas rusos?”
-“Coño,
si algún día llega un ruso hasta aquí arriba, le contamos lo que
pasó y ya está.”
Esta
es una típica conversación adeca. Si suplantamos los nombres
(pseudónimos) de los personajes por líderes puntofijistas de
entonces, nos estaríamos aproximando a la realidad con asombroso
tino. Ninguno de los comandantes guerrilleros de perseverancia
comprobada fue capaz de entablar una conversación tan banal. Con
esta conversación a pedazos, Mariana Rondón pretende resumir una
visión de la guerrilla simplona, light.
Nótese cómo se nos quiere demostrar la irresponsabilidad en las
acciones: las tareas se realizaban al azar (voy a buscar las armas
por no seguir a este gringo). Nótese cómo se nos quiere decir que
el imperio gringo siempre les siguió la pista (y no el pueblo) y los
guerrilleros posaban sonrientes y satisfechos. Nótese el superficial
argumento con el cual Rondón aborda el tema de lo militar, al igual
que el tema de la teoría revolucionaria, el papel del Libertador
Simón Bolívar y de la extinta URSS (parece decirnos: “si los
rusos vienen les
caemos a coba
porque todo en la guerrilla fue pura
coba).
Con esta escena tipo resumen, la directora demuestra que aborda el
tema a trazos, sin conocimiento, sin profundidad y utilizó la
visión infantil para manosearlo.
¿QUÉ
HECHOS VIVIÓ MARIANA?
Si
algo nos demuestra la directora de Postales
de Leningrado
es el poco conocimiento de la temática que intenta describir en su
filme. Si su conocimiento de la temática se despliega mejor desde lo
personal, desde lo intimista hubiese realizado un filme en esa
perspectiva y tal vez el resultado hubiese dignificado a la infancia,
pero la mescolanza con lo político militante nos muestra una madeja
de situaciones marcadas por un determinismo bien disfrazado con
subterfugios técnicos que cocina viva a la infancia y arremete
contra la guerrilla de los 60, sin genio alguno. Por ello concibe al
Che Guevara y su Teoría del Foco como una RATA y nos muestra a las
guerrilleras urbanas como copias de la asistente del Super Agente 86
(la agente 99). Para Rondón y su equipo, la mejor forma de
visualizar a la guerrilla de los 60 es la parodia, porque la conciben
como una farsa social, una impostura colectiva. Para ella el pueblo
venezolano que vive la feroz represión política de los años 60 es
la caricaturesca matanza de un cochino-pueblo que se descuartizará y
luego se comerá a sí mismo: el pueblo se mata a sí mismo: el
hombre es lobo del hombre.
En
el filme Postales
de Leningrado
los enemigos de la guerrilla quedan reivindicados, como el bien
entrenado ejército que se muestra en unos comerciales televisivos,
como la CIA que sustituye la mirada nuestra para seguir a los
guerrilleros en el supuesto documental de la montaña y hasta el
infiltrado que luego aparece como policía, queda absuelto de toda
sinvergüenzura al no reconocer a la guerrillera anónima que viaja
con su hija en autobús. La niña queda en brazos de su padre
guerrillero, quien llega hasta el borde de un barranco y se oye la
pregunta infantil: “¿Tú crees que por aquí podemos llegar a
algún lado?”. Para Mariana Rondón la guerrilla fue un barranco
(¿un despecho?).
TODOS
SOMOS HIJOS DE LA GUERRILLA
Quienes
fuimos niños y niñas en los años 60 y vivimos en comunidades
populares siempre nos sentimos (hasta sin saberlo) como hijos
de la guerrilla.
¿Quiénes no sentimos los innumerables ametrallamientos de la
DIGEPOL sobre nuestras casas buscando comunistas? ¿Quiénes no vimos
a nuestros padres, madres o vecinos ser detenidos por sospecha de
pertenecer a la guerrilla o parecerse a un guerrillero (o
guerrillera) buscado y luego regresar torturados a sus casas sin
disculpa alguna? ¿Cuántos no fueron muertos de un balazo de
aquellos que el SIFA prodigaba sin preguntar por sigla de partido
alguno (porque al pueblo no se le pregunta nada, porque el pueblo es
sospechoso hasta que se demuestre lo contrario)? ¿Qué familia no
puso colchones de resortes en las paredes de las habitaciones para
tratar de evitar que las balas pasaran? ¿Cuántos nos zambullimos al
piso al escuchar el frenazo de los carros donde venían los esbirros
de la SOTOPOL? ¿Cuántas veces no fuimos escondidos en el baño, por
temor que a cualquiera de los allanadores se les escapara un tiro? ¿A
cuántas familias que no
tenían nada qué ver con la guerrilla
no les pasó lo que muestra con magistral tragedia el filme mexicano
“Rojo Amanecer” (1989) de Jorge Fons?
A
diferencia de lo que pueda testimoniar Mariana Rondón, todos esos
guerrilleros y guerrilleras que arriesgaron su tranquilidad, sus
relaciones familiares, sus aspiraciones sociales por nuestro futuro y
lo hicieron con honestidad y sentido de pueblo son nuestros padres y
nuestras madres también, porque los infortunios que pudieron haber
causado sus actuaciones (los cuales también vivieron) serán siempre
pequeños, frente a la terrible catástrofe social que como pueblo
hemos sufrido desde entonces, por causa de los verdaderos culpables
de esas tragedias que ellos y ellas se atrevieron a enfrentar. Y sus
acciones tal vez puedan ser comprendidas con más plenitud desde
estas palabras del apostol cubano José Martí:
“Hay
hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que
padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a
su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como
ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin
decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos
hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los
que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los
hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo
entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados. … Se les
deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que
sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El
sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas.
Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos
hablan de la luz.”
En
la guerrilla de los 60, aunque media una derrota militar contundente,
la irresponsabilidad, venalidad, aventurerismo, delación,
infiltración son hechos de mucha menor significación frente al
desprendimiento, valentía, heroísmo, solidaridad, sacrificio,
silencio ejemplar, aprendizaje de un pueblo en lucha que tuvo una
guerrilla (sin lugar a la menor duda) heroica y digna. Por derrotada,
la gesta de los años 60 no deja de tener postulados aún vigentes
para estos momentos políticos. El puntofijismo victorioso ayer junto
con la CIA, jamás podrá justificar los horrendos crímenes y vicios
que produjeron, ni la gran mentira con la cual siempre pretendieron
cubrir el acto extraordinario de aquella insurrección armada;
mentira con la cual parece identificarse Mariana Rondón y su equipo
en sus Postales.
Valga
la presente edición de este artículo, para rendir homenaje al
colectivo de compañeros y compañeras del Periódico Proceso quienes
se atrevieron a publicarlo. Y como remembranza de la heroica batalla
comunicacional que dieron al lado de muchos otros esfuerzos populares
de igual tenor, de la naciente guerrilla comunicacional que ha
formado la Revolución Bolivariana, desde aquellas horas urgentes y
extraordinarias que como el pueblo que somos, ofrendamos en favor de
la Patria Venezolana, luego del inolvidable 13 de abril de 2002.
Seguimos venciendo. ¡Viva Chávez! ¡Viva Maduro! ¡Viva el pueblo que somos!
¡Excelente!
ResponderEliminarCrecí con el relato heroíco de mis tíos que pertenecieron a la guerrilla urbana, con el dolor en mi familia de que a uno de ellos lo asesinaran y con el susto que nunca se fue de los ojos de mi abuela y mis tías cuando alguien tocaba la puerta fuerte.
Vi la película con mi mamá hace unos 2 años y recuerdo que al terminar ella me comentó: "no me gustó siento que ridiculizan el dolor y las angustías"
Estoy agradecida a los hombres y mujeres que dejaron a un lado sus amores y abrieron brechas para que mis hijas e hijo crecieran en esta inconclusa y maravillosa revolución bolivariana.
Gracias por este espacio, hoy le enseño a mi mamá este artículo para que lo leamos juntas...
Apenas nacía en esos años..allá en el 23 de Enero ..pero mi abue.. si me contó que ellos llegaban tocando y tumbando puertas.. y ella rezaba pues seguro que venían a buscar a los hombres para llevarselos... ella temía por mi abuelo.. que era un simple obrero del MOP que no tenia nada que ver con la política..sería por eso que se lo llevaban? porque no sabia nada? ... gracias por la referencia veré la película.
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