miércoles, 27 de febrero de 2019

27 DE FEBRERO 89: A 30 AÑOS DEL DIMENSIONAMIENTO DE LA INFLUENCIA SUTIL EN UN PUEBLO






Para comprender la influencia sutil hay que adentrarse en los terrenos de la complejidad, en la teoría del caos, en la noción cósmica de la realidad y de la vida, y en la visión holográfica del universo. De la influencia sutil saben desde milenios todos los pueblos ancestrales de nuestra Pachamama, subestimados por más de cinco siglos en los saberes donde pisan y en el cosmos que los alberga. Tienen la visión compleja sin mucho esquema del método científico, sin fórmulas ni telescopios para la microfísica, sin la arrogancia que brinda el poder autoritario de la comprobación, aunque estos recursos y aparatos tengan su propia dignidad. Precario como ha sido el pensamiento occidental, apenas a finales del siglo XIX es cuando comienza a desperezar y desmalezar la inextricable enredadera de trabas de conocimiento que tejieron sus líderes en las diferentes épocas, para así intrincarse en los nudos profundos del universo a través de las miradas de la micro-física, del mundo micro-celular y aproximarse y adueñarse de conocimientos y aprendizajes que nuestros indígenas ya conocían y comprendían.

Aceptemos que así ha sido sin al resignación que establece el desconocimiento de los saberes ancestrales. Con occidente hemos bogado en el mar de la comprobación, de lo numérico, de lo estandarizado. Sin embargo, aunque hemos sido considerados parte de un holograma desplegado para ser observado, numerado y comprobado, en realidad somos unidades de una gran unidad donde cada vibración nuestra, toca con oculta influencia, las sutiles cuerdas del cosmos que nos alberga y conmueve nuestras energías en constante holomovimiento. Es ya conocido por muchos el llamado efecto mariposa, al que se le ha otorgado hasta el beneficio de películas de cine. Se trata de la energía mínima que a la distancia puede desencadenar un cataclismo. A través de este sentir se ha enunciado que el aleteo de una mariposa en Bankok o en Zaire o en Montreal puede llegar a provocar un tsunami en Valparaiso, Chile. Estas metáforas dimensionan la comprensión de múltiples energías acunadas en los seres humanos; imperceptibles fuerzas sensibles, no-racionales, no-causales, inmanentes, implicadas, no correspondientes a poderes externos.

La influencia sutil es posible en la naturaleza y en todo ser vivo puede vibrar, porque cada manifestación de vida accede a la vibración cósmica del universo y viceversa, moviéndose en el holograma de manera vinculante, tendiendo a ser, siendo más probabilidad que certeza. En el caso de los seres humanos y humanas la influencia sutil se manifiesta implicada en los sentires más escondidos, ocultos; diríase, subversivos. Mientras las influencias externas caen en los humanos y están destinadas al dominio operando en la fuerza, en la potencia, causando adhesiones visibles, la influencia sutil, en cambio, se manifiesta en la impotencia, en la debilidad, generando vibraciones imponderables en cada persona, para conformar un tejido energético subrepticio inusitado, invisible, colectivo que no tiene causa aparente, ni vínculos evidentes y todas las integraciones que se manifiestan están veladas por lo mínimo, lo pequeño, lo intangible. Es un error pensar que se puede manipular la influencia sutil ya que su fuerza siempre va a emanar del interior del holograma hacia afuera, nunca desde afuera hacia adentro. Lo que viene de afuera configura efectos de atención, de alertas, de interpretación, de fuerza, de potencia y sus incidencias se pueden medir, valorar, en cambio lo que ocurre con la energía dentro, al estar signada por la debilidad, la impotencia, mantiene una vibración imposible de ser detectada, cuya reacción puede llegar a ser incalculable. Desde la debilidad y la impotencia, la influencia sutil desató una fuerza social en Venezuela que fue llamada Sacudón, iniciada la mañana del 27 de febrero de 1989, cuyos vínculos estuvieron tan ocultos, que aún hoy, muchos sectores lucubran cuáles fueron sus causas, sin pensar que estuvieron movidos por efectos no-causales.

TODO FUE SUCEDIENDO DESDE ANTES DE FEBRERO

La cólera que quiebra al hombre en niños,
que quiebra al niño en pájaros iguales,
y al pájaro, después, en huevecillos;
la cólera del pobre
tiene un aceite contra dos vinagres.
César Vallejo

A finales del mes de octubre de 1988, ocurrió una reunión en la Cátedra Pío Tamayo con sede en un lugar de la Universidad Central de Venezuela (UCV), que albergó a personas pertenecientes a diversos grupos y colectivos sociales de Caracas. La finalidad de este evento era discutir y reflexionar acerca del seguro triunfo del candidato Carlos Andrés Pérez en las elecciones que se avecinaban y las medidas económicas que tomaría una vez se hiciera de la primera magistratura que con seguridad impactarían en la vida de la población. Estas medidas eran de corte neoliberal. Hubo esa noche brillantes intervenciones, acertado análisis, acuciosas interpretaciones y al finalizar tan trascendente tarea hubo un sorprendente consenso; todos y cada uno de los participantes coincidieron en que el pueblo venezolano iba a reaccionar ante las medidas y no iba a soportar sin pelear aquella expoliación. Es como si quienes allí estuvieron, hubieran vaticinado lo que iba a ocurrir cuatro meses más tarde. ¿Por qué sucedió este vaticinio?

Nadie de los allí presentes pudo decir cómo se manifestaría aquella resistencia que se auguraba. A riesgo de pasar por supersticiosos, aquella interpretación pasaba por ser más un presentimiento emanado de la intuición que producía el análisis realizado, que una certeza a la que se llegaba por caminos lógicos. He aquí dos de las manifestaciones esenciales de la influencia sutil: la impotencia y la debilidad. Ninguno veía en el pueblo del que se hablaba y del cual todos se abstraían, se distanciaban, la fuerza suficiente como para acometer una tarea tan dura como lo era adversar a un gobierno al cual se le anticipaba una mayoría aplastante sobre cualquier rival en las elecciones que ya se preparaban, como resultó en la realidad. Dominado por el bipartidismo que se había turnado en el poder cada lustro durante cuarenta años, mediatizado por trampas electorales permanentes, engañado por discursos oficiales descarados, reprimido por un aparato militar-policial de dimensiones brutales, acosado por masacres de carácter social y política, sin ningún vínculo político organizativo visible con fuerza alternativa al modelo imperante, peligrosamente decepcionado de la política como ejercicio imprescindible para solucionar los problemas sociales, era como para tranquilizarse y confiarse, como lo estaban aquellos factores hegemónicos que desde afuera operaban con una impunidad que rayaba en la iniquidad o también, como para pensar que nada ocurriría mientras el gobierno que se avecinaba imponía su paquete de medidas neoliberales con las mismas dosis de represión y miedo.

Es importante precisar un grave error que han cometido las hegemonías desconocedoras de la influencia sutil en colectivos humanos, comunidades y sociedades que los lleva a una peligrosa subestimación de las diversas impotencias vinculantes que se mueven en debilidad, creando condiciones para generar caos, cuando hay un orden que, basado en la represión, no soporta ya más mediatizaciones ni manipulaciones. La primera dimensión del pueblo venezolano que subestimó la hegemonía fue la poderosa corriente histórico social que acompaña su historia de luchas. Ésta viaja muy sutilmente en todos los procesos que ha acometido y siempre era reprimida brutalmente a través de los aparatos de seguridad de Estado. Confiaron en que derrotada la guerrilla de los años 60 del siglo XX y provocadas las masacres ocurridas en sitios como Cantaura y Yumare, así como la persecución de los militantes de izquierda, el pueblo no iba a reaccionar. Aunque es cierto que el movimiento de izquierdas estaba casi completamente desvinculado de la realidad política del pueblo, existía un subrepticio hervidero de organizaciones alternativas que poblaban el tejido social, creado por los esfuerzos autónomos de la gente. Cada una de estas micro utopías desencadenadas a lo interno de estas pequeñas organizaciones, generaba en el pueblo una impotencia ante los poderes institucionales y una debilidad consciente que en la práctica intuitiva y de sentidos tenía gravitación en la influencia sutil necesaria para mantener expectativas que luego asombraron en la práctico desde otros escenarios desplegados en lo porvenir y que fueron subestimadas por los poderes constituidos.

LA IMPOTENCIA INTERNA DEL PUEBLO

La cólera que al árbol quiebra en hojas,
a la hoja en botones desiguales
y al botón, en ranuras telescópicas;
la cólera del pobre
tiene dos ríos contra muchos mares.
César Vallejo

La impotencia es una manifestación energética que puede expresarse en colectivo pero donde cobra sentidos inimaginables por su desencadenamiento es en el ámbito personal. Como desencadenante la impotencia así como la debilidad, no son tan decisivas en la acción colectiva como cuando asalta a las personas. Basta con que una persona sufra un colapso de salud en un vagón del Metro de Caracas para que se genere la impotencia necesaria frente a esa debilidad y se muevan entonces mínimas energías que terminan capitalizando acciones sorprendentes: esas energías mínimas son disparadas por la influencia sutil. No soluciona el colapso de salud de la persona que cayó en el Metro, pero la influencia sutil obra como disparador individual que se vincula rápidamente hacia lo colectivo para buscar salidas.

El cuerpo social en Venezuela sufría un colapso que la población presenciaba con una impotencia estremecedora. La gran mayoría que conformaban los estratos sociales más bajos sentían que se aproximaba una catástrofe social colectiva producto de las medidas económicas y nadie parecía tener la solución que detuviera aquella marcha hacia lo predecible. Había dos nociones que se daban por seguras, una: que las medidas impuestas afectarían gravemente la aspiración social y dos: que aquellas medidas no serían impuestas sin que una reacción popular se manifestara. No se sabía cuál iba a ser la reacción, por dónde vendría, qué la desencadenaría pero se tenía la intuición de que no habría medidas sin un enfrentamiento con el pueblo.

Hubo generadores de impotencia harto conocidos. La boda del año fue uno. Mientras al pueblo se le anunciaba la aplicación de un paquete de medidas draconiano, una pareja de hijo e hija de una familia burguesa tomaba nupcias en medio de un derroche ampuloso y descarado de recursos económicos que significaba una bofetada al rostro popular. Otro generador de impotencia fue el acto institucional donde el presidente electo Carlos Andrés Pérez se recibió como constitucional y que no por casualidad fue llamado “la coronación”, al desplegarse en medio de un espectáculo de repercusión nacional e internacional en donde imperó el derroche, la arrogancia, la soberbia, propias de un monarca bochornoso. Otro generador de impotencia fue el Manifiesto denominado “No podemos callar más” suscrito por comunidades eclesiales de base, muy vinculados a grupos y organizaciones sociales desplegadas en la Gran Caracas y en todo el país que denunciaba la terrible realidad que vivía el pueblo venezolano, como producto de la represión, la violencia, las restricciones, la pobreza. Un generador de impotencia que siempre tiene un peso específico importante fue la bienvenida y el beneplácito que manifestaron los gobernantes de los Estado Unidos, ante la imposición de las medidas. Y quizás el generador más importante lo constituyó la inmensa camada de grupos y organizaciones populares de todo tipo que se batían en el seno de la sociedad, a lo largo y ancho de todo el país, generando conciencia desde los diferentes contextos, al margen del bipartidismo, las elecciones, los partidos de izquierda y que impulsaban formas alternativas de acceder a la política y colocaban un discurso caracterizado por la iniciativa endeble, tibia, mas sí impetuosa. La impotencia que crearon generadores como éstos, hizo influencia sutil en cada persona para desencadenar una acción de la magnitud que conocemos.

¿POR QUÉ LA SOGA REVIENTA POR LO MÁS DELGADO?

La cólera que quiebra al bien en dudas,
a la duda, en tres arcos semejantes
y al arco, luego, en tumbas imprevistas;
la cólera del pobre
tiene un acero contra dos puñales.
César Vallejo

Es quizás el dicho popular que más ejemplifica la influencia sutil. ¿Por qué la soga revienta por lo más delgado? Sencillamente porque lo hace desde un eslabón en debilidad. La soga recibe hacia su impotencia (sin resistencia) una fuerza externa que despierta su debilidad y ésta se transforma en un desencadenante. El cantor Alí Primera ofrece un ejemplo clarividente en una de sus canciones, cuando dice: “Jala que la soga se revienta”, en alusión a aprovechar la debilidad habida en la fuerza impuesta desde afuera en forma de impotencia. Un ejercicio de interpretación de este canto, visualiza la posibilidad de la influencia sutil. También el Che Guevara reconoce la influencia sutil cuando establece que el ritmo de la columna guerrillera lo lleva el último de la fila. Se trataba de los más débiles, los rezagados, los heridos, los enfermos demostrando el poder de la conciencia. La fuerza que sacaba el Che de la debilidad a que lo sometían los ataques de asma, no eran más que una demostración de influencia sutil. El llamado Sacudón del 27 de Febrero no se manifestó desde una acción expandida, con una inmensa fuerza tangible que podamos medir, ni fue producto de un plan externo que estaba escrito y previamente planificado en alguna parte, ni contaba con extraordinarios y poderosos recursos para imponerse, por el contrario, se constituyó desde una debilidad social extrema que era reprimida y subestimada. Su inicio pudiera considerarse insignificante, varias acciones y colectivos se atribuyen el encendido de la mecha, a saber: una manifestación espontánea por el alza del pasaje en el terminal de la ciudad de Guarenas o un descontento autónomo de varias personas ante los precios de un mercado popular o un grupo de jóvenes que irrumpieron en un negocio y asaltaron sus estantes: hechos aparentemente insignificantes, caracterizados por la impotencia.

Cuando las gentes del pueblo salieron a la calle aquel día, comenzaron a ejecutar un plan que se fue escribiendo sobre la marcha. Aunque seguramente hubo muchos que se llamaron a ejecutar acciones en colectivo, la gran mayoría de personas que irrumpieron (a ver, a ser, a saber, a buscar, a encontrar) lo hicieron desde la impotencia personal pues ésta es otra de las improntas de la influencia sutil. La impotencia se puede compartir pero donde obra con más resonancia es desde la persona. Se habla de que los barrios bajaron como fuerza colectiva y es completamente cierto, pero esa fuerza se deslizaba en la incertidumbre, absolutamente, no tenía un cometido, ni tenía por qué tenerlo. Esa fuerza popular desmedida, desatada y sin plan, era la obra de una impotencia trabajada desde lo muy pequeño, desde lo sigiloso, lo secreto, lo íntimo, lo débil que no buscaba imponerse sino irrumpir a su hora. Por esto, a nadie importaba que no tuviese fuerza material, armas, vocería, líderes. Cada una de las personas que obró en la calle aquellos tres días, antes de que llegara el ejército, lo hizo llamado por esa campanada secreta que fue haciendo vibración interna y decía a cada quien que algo había qué hacer. Y aunque más tarde comenzaron las coordinaciones, la iniciativa personal tuvo por algunos momentos un protagonismo que llegó en algunos casos al heroísmo.

Cuando la calle se transforma, de sitio para la cotidianidad, la conversa, los amoríos, la amistad, el orden; en sitio de confrontación, violencia, enfrentamientos, represión, caos, es porque han sucedido eventos previos que marcaron ese cambio. Desde la influencia sutil esos cambios pueden ser explicados e implicados. En el caso del Sacudón del 27-F, la fuerza que desató los acontecimientos no puede ser explicada porque está implicada en dimensiones que no son tangibles. Es importante aportar en este punto que la Influencia Sutil no explica el 27-F más bien lo implica. Implicarlo significa que oculta su naturaleza, problematiza sus causas posibles, ofrece pequeños indicios de la complejidad que lo señala, intrinca cualquier efecto que haya producido, borra toda razón de ser en sí mismo, como fenómeno, y la traslada a hechos externos para análisis tangenciales, marginales de su esencia. Es por esto que el Sacudón del 27-F como fuerza en sí mismo es inexplicable, sólo puede ser explicado como fenómeno social no como el origen, que en realidad fue, de una rebelión.

TODOS LOS CAMINOS DEL 27 DE FEBRERO LLEVAN AL DOCE DE ABRIL

La cólera que quiebra al alma en cuerpos,
al cuerpo en órganos desemejantes
y al órgano, en octavos pensamientos;
la cólera del pobre
tiene un fuego central contra dos cráteres.
César Vallejo

No se trata de un error de fechas. Recapitulemos algunos hechos. El Presidente Hugo Chavez venía siendo acosado en su labor gubernamental por grupos de derecha, con particular intensidad desde el año 2001, a través de cacerolazos, plantones, manifestaciones, injurias promovidas por los sectores oligarcas con el apoyo de las empresas privadas de la comunicación y la complicidad de los Estados Unidos. Se sospechaba que había una conspiración para derrocarlo mas no se sabía acerca de las magnitudes del plan. El 11 de abril el Presidente es asediado en Miraflores, presionado para abandonar el cargo; al negarse fue secuestrado por personeros vinculados al ejército y conducido como prisionero a la isla de La Orchila. A partir de la madrugada del doce de abril comienza a dimensionarse el ejercicio de influencia sutil más extraordinario que conozca la política de la Pachamama. Fue como si todos los efectos mariposa que quedaron suspendidos aquel 27 de febrero de 1989 hubiesen tenido continuidad una vez el Presidente es secuestrado y Venezolana de Televisión es desconectada.

Un inmenso silencio, sin lugar a dudas reflexivo, se posicionó en todas las comunidades de la Patria venezolana. Entonces comenzó a crecer la impotencia, ante la mentira que echaron a circular los sectores usurpadores de que el presidente Chavez había renunciado. Esta impotencia se vio acrecentada por las acciones ignominiosas que tomaron los sediciosos al usurpar el poder a través de medidas que contravenían la Constitución y las leyes del país. Un factor que terminó de consolidar la impotencia fue la transmisión televisiva no sólo de la auto-proclamación del entonces Presidente de la patronal empresarial llamada Fedecámaras, sino de descarados fablistanes que se ufanaban de haber burlado la opinión del pueblo haciendo trampas y ejecutando mentiras a través de sus medios. El sorprendente 12 de abril del pueblo comenzó a ser un laborioso y rápido trabajo subterráneo de miles de personas que, coordinando desde las conexiones ofrecidas por la influencia sutil, ejecutó acciones que levantaron el estado de derrota y debilidad que había dejado aquel 11 de abril en el movimiento popular, para preparar un ambiente de victoria en menos de 48 horas. El colofón de este estado de impotencia y debilidad en influencia sutil, lo constituye una acción de cacerolazo que sin aparente coordinación, las comunidades populares de Caracas ejecutaron en horas de la noche de aquel 12, que no sólo sirvió para romper el silencio, dar múltiples pistas y señales de lo que estaba pasando sino además, fue la materialización del dimensionamiento de influencia sutil en que se encontraba el pueblo que estaba a punto de convertir aquellas impotencia y debilidad en una fuerza arrolladora que terminaría expulsando a los usurpadores del poder, rescatando al Presidente Hugo Chavez del secuestro del que fue víctima y regresándolo al sitio presidencial del que fue expulsado ilegalmente.

No es posible el 13 de abril sin el 12 de abril y ambas fechas no son posibles sin el 27 de febrero. Cuando la gente sale a la calle el 13 de abril ya la influencia sutil había hecho su tarea el 12, levantando acciones personales que tornaron hacia el sacrificio y que luego se convirtieron en colectivas para generar poder y victoria. De allí que la consigna, que se volvió popular, de que el Presidente Chavez no había renunciado y que contó con la sorprendente y heroica intervención del entonces Fiscal General de la República Isaías Rodríguez, se haya convertido en el oculto estandarte de influencia sutil que estaba desplegada hacia los poderes creadores del pueblo. El Presidente Chavez también tuvo una intervención inusitada de conexión con la influencia sutil que implicaba el pueblo, durante el episodio de la comunicación que envía al soldado desde el sitio de reclusión con la confirmación de que no había renunciado. La condición de sigilosidad y secreto que rodeó a esta acción no deja dudas. Y cuando éste regresa en helicóptero de La Orchila a Miraflores, viendo desde el aire al pueblo en la calle con ganas de arrasar todo a su paso, hasta llegar a terrenos de la oligarquía, estaba viendo al mismo pueblo del 27 de febrero desplegando su impotencia ya transformada en poder, esta vez con el plan concreto de regresar a su Presidente y consolidar la Revolución Bolivariana. Razones y sensibilidades suficientes como para seguir las orientaciones de su líder, recuperar la constitucionalidad y reivindicar la democracia en paz que hoy luchamos frente a un imperio que de continuar en su ciego empeño, conocerá más de cerca las fuertes huellas que han dejado el 27 de febrero y el 12-13 de abril de victorias populares, contundentes e imperecederas.

Los epígrafes colocados en este texto integran un poema del escritor peruano César Vallejo

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