sábado, 23 de marzo de 2019

PARA CUANDO SE VAYA LA LUZ



No es nada nuevo estar en un experimento social, ser parte de un escenario que manejan otros como agentes políticos o imperiales, sentirse como conejillos de indias. Las hegemonías, los imperios, las oligarquías lo han hecho a través de los tiempos. La idea experimental no vino con el método científico de la llamada modernidad, por el contrario, es tan antigua como la aparición de los seres humanos y humanas en la Pachamama, como la división social del trabajo y los poderes dominantes que ha generado. La conciencia humana, desde sus inicios, al observar y atrapar lo real, otorgó posibilidad de distanciar y manipular lo observado, con mucha más fuerza, si tomamos en consideración el poder que tenga. Pudiera ser interesante, en principio, bordear las líneas de pensamiento trazadas desde la noción dialéctica entre fenómeno y esencia, entre ser y cosa. Mientras más poder se tenga al alcance es mayor la posibilidad de manejar los fenómenos para mediatizar lo real, lo esencial y así obtener resultados que en la mayoría de los casos responden a los intereses de quienes manipulan y en muy pocas oportunidades favorecen las tendencias de quienes son manipulados. Quienes manipulan son, están en el fenómeno, lo manejan a su antojo, por lo tanto acceden al ser, en cambio quienes son manipulados son cosas; cosas distanciadas del ser, por lo tanto están negados a ser, no son esenciales frente al fenómeno, están cosificados, son prescindibles.

El filósofo francés Michel Foucault, como acertado epígrafe, coloca en uno de sus libros la narración acerca de un monarca de la antigüedad humana llamado Séptimo Severo, quien hizo pintar una gran bóveda celeste en el techo del lugar donde recibía a otros dignatarios, para causarles la impresión de que tenía poder sobre el universo, sobre lo desconocido y por tanto sobre las cosas. Quienes han logrado construir grandes poderes, fabricaron desde tiempos antiguos imágenes como ésta para dominar a las mayorías y hacerles creer una falsa omnipotencia que los protege y así colocar en los imaginarios del resto de la gente que el dominio exclusivo de ciertas técnicas les transforma en dioses y por lo tanto -y esto es esencial comprenderlo- que su poder es eterno.

El ataque a la luz eléctrica que produjo el apagón ocurrido en Venezuela desde la tarde del día jueves 7 de marzo de 2019, como una evidente agresión imperial, nos pudiera permitir, si nos dimensionamos en una espiral de ideas más complejas, atrapar claves sociales, políticas, emocionales, espirituales para aproximarnos a la comprensión de la realidad que se está desplegando y colocarnos en ésta con la propiedad necesaria, como pueblo, para protagonizar y no ser actores de reparto de un guión que manejan otros. Es signo de los tiempos que vivimos en este siglo XXI, la fuerte tendencia de los poderes hegemónicos a proyectar ideas en las mayorías, de que la realidad social es una película que éstos escriben, fabrican y manejan a su antojo, en un guión donde ellos tienen el papel principal y el resto son un relleno actoral que se puede exterminar en cualquier momento.

EL PROMETEO IMPERIAL Y OTRAS HISTORIAS DEL FUEGO

Si analizamos el apagón de claro signo bélico contra el pueblo venezolano es imposible dejar de lado, e incluso, darle sentido de inicio, de principio, de esencia al mito griego de Prometeo. Como occidentales se está marcado por su hermenéutica. Trata de que los dioses eran propietarios absolutos del fuego (por lo tanto disfrutaban de la noción de luz, de conocimiento, de conciencia, de inteligencia y del control de la relación con la oscuridad, además del dominio sobre los otros elementos: tierra, agua y aire) y este personaje lo roba para llevarlo a los hombres. Por tan grave transgresión es castigado con las cadenas de la esclavitud y la eterna visita de un ave de rapiña que le comerá las vísceras. Sus cavidades estomacales trepanadas pasarán por una lenta regeneración para ser devoradas de nuevo por la bestia en lo sucesivo hasta la eternidad. El robo de Prometeo no quita ni resta la propiedad sobre la luz a los dioses, por el contrario, el castigo, acentúa esta propiedad y su control; lo grave de la transgresión está en la anulación de la exclusividad deífica, la colocación de la luz en una dimensión a ser compartida (como poder). Es importante para los dioses, como propietarios de la luz, en la fundamental mantención del control, ocupar a Prometeo (con el castigo) del ciclo eterno de la regeneración de sus órganos, que significa echar a un lado la preocupación por la conciencia, el conocimiento, la inteligencia, la espiritualidad, la memoria que trae consigo el compartir la luz y andar ocupado por regenerar las tripas que garantizan el alimento, la nutrición física, la gula, el hambre. Los dioses continuarían disfrutando de la luz total, en cambio a Prometeo, junto a todos sus paisanos, sólo le quedaría el repele escatológico de las penumbras que significan un conocimiento limitado de la realidad y la entrega a lo que entra por la boca y procesan las tripas: lo visceral. No es nada extraño que esa ave prensora sea símbolo de dominio en casi todos los imperios conocidos por la humanidad porque el policía de esas tendencias humanas en todas las culturas siempre ha venido del cielo en forma de bien o de castigo. Los infiernos y demás hades son meras cárceles eternas.

En Venezuela está tomando pie, con huella repujada sobre la calzada social, la letra del mito griego de Prometeo por obra de los agentes del imperio capitalista. En los últimos años, sus agentes y lacayos internos están haciendo gala lúdica con el manejo del elemento luz (eléctrica) aunado a la sospecha que genera la leyenda urbana habida en el llamado proyecto HAARP, sobre el imaginario de no pocas personas y colectivos, desde el cual, en el sector yanky del imperio estarían manipulando elementos atmosféricos y climatológicos para producir poder y dominio sobre el colectivo mundial. El manejo de una lúdica sobre la luz frente al pueblo, implica imponer a las mayorías la clásica imagen de omnipotencia en el manejo de estos elementos (incluso como fuego) que les dé la sensación de poder (creado y abrogado) y por consiguiente la posibilidad tangible de infringir temor, miedo, terror, sobre las comunidades. Como se dijera en cualquier barrio popular: “Esto es más viejo que la sarna”.

¿Dónde están los elementos innovadores que les pudieran seguir favoreciendo (en el importante caso de Venezuela)? Más que en el plan del hegemón, el cual es importante descifrar constantemente para andarle adelante protegiendo los intereses populares, esos elementos innovadores están en la mirada atenta y protagónica que se puede y debe hacer sobre la realidad social que es donde se despliegan las prácticas dominantes y las emancipatorias en pugna, más allá de las apariencias creadas por el mismo hegemón para que andemos por las ramas del análisis y no surquemos el tronco que nos permita acceder a las raíces de los problemas y sus alternativas. La práctica nos viene diciendo que, empoderado como está el pueblo venezolano de haceres importantes de la complejidad política que son completamente inéditos (de allí sus victorias), está preparado para continuar dimensionando miradas que le continúen dando pistas significativas para descifrar los acertijos de la problematización frente al hegemón y así encontrar las claves para continuar venciendo y abriendo espacios de poder compartido. Este es un ejercicio de muchos ejercicios que se deben hacer desde la práctica y no desde la pura teoría, ni de la sola escucha, ni desde el bosque de manos alzadas y, además, debe partir de la mayor cantidad de colectivos (miradas) posibles, de manera tal que se inmunice contra posiciones totalizantes, homogenizadoras, sectarias, autoritarias, represivas, partidistas, vanguardistas que reproduzcan al hegemón y a sus intereses dentro de los mismos espacios populares emancipatorios. Mientras más particularizados sean estos análisis, siempre con tendencia a la unidad del pueblo, mucho más rica será su integración y la generación de otros análisis para las múltiples vinculaciones. Esto ayudaría mucho al gobierno del Presidente Nicolás Maduro.

LAS VARIANTES DEL MITO PROMETEICO

Al control de la luz eléctrica, los agentes del hegemón no dejan de incorporarle el manejo al estilo griego del elemento fuego como poderoso factor de dominio (celestial deífico). Ya la amenaza de su aplicación fue anunciada a las audiencias mundiales a través de la película Guerra Mundial Z (Forster, 2013), donde el fuego es utilizado por los agentes para eliminar un virus (comunismo) que azota a la humanidad, en el exterminio de la humanidad perdidamente contaminada y allí exponen la amenaza final, explícita, de que el fuego será utilizado como arma total para reprimir todo intento de rebelión. Con anterioridad se hizo similar colocación en la película V de Venganza (McTeigue, 2005) cuando el elemento fuego es utilizado por un líder supuestamente emancipatorio (clandestino) para afectar al hegemón. Ha sido tan evidente el efecto que esta última película ha producido sobre la realidad, que entre los mercenarios comprados que hoy están incendiando países en nombre del hegemón, hay quienes utilizan la misma careta usada por el “héroe” de la ficción cinematogŕafica. En todo caso, ambas películas tienen un mismo objetivo: colocar el mito de Prometeo en el imaginario para establecer dominio sobre las conciencias, con la siguiente premisa: quien domine el fuego controlará la realidad y se igualará a Dios; noción importante que desarrollaron el nazismo alemán con las impresionantes marchas de las antorchas y el Ku Klux Klan con sus rituales satánicos de odio y racismo.

Es también de antigua data la práctica con el fuego, porque el dominio de los elementos básicos de la vida es signo de poder y viceversa; son los casos de Noe quien fue informado sobre el diluvio, de Moisés al dividir las aguas. Quienes encontraron en el sedentarismo de la agricultura la posibilidad de arraigo y vida, repelieron con el fuego a las hordas que se resistían. Los imperios han sometido a los pueblos con el fuego, debido a esto la palabra “fuego” es la orden definitoria del fusilamiento. Se dice que el emperador Nerón quemó la ciudad de Roma para afianzar su poder. La iglesia y todo el catolicismo y su inquisición se impuso con el fuego de las cruzadas como arma terrorífica. Cuando los europeos llegaron al Abya Yala, perpetraron la masacre con fuego y lo atestigua el pueblo venezolano desde la historia del cacique Guaicaipuro, quien fue quemado en su vivienda junto con su familia, por haber encabezado la rebelión caribe. Adolfo Hitler invade la URSS en 1941, con la cabeza aplastante del terrible tanque lanzallamas que luego de la derrota queda sepultado como fierro inservible bajo la nieve del más rudo invierno jamás sentido por esas zonas. ¿Por qué en el siglo XXI hay una diferencia del uso del fuego en comparación con estas anteriores prácticas? 

Desde al año 2016, los factores  imperiales y sus agentes han promovido en Venezuela la utilización del fuego como importante (y muy visible para las redes) factor de violencia contra la propiedad social y las personas para generar terror y dominio, cartilla que están reproduciendo desde el año 2018 (casi al calco) en Nicaragua. A pesar de la derrota transitoria de este método, infringida por el gobierno del Presidente Nicolás Maduro a través de la contención de inteligencia y del proceso de paz constituyente, los agentes hegemónicos han producido esa sensación del manejo del elemento fuego de supuestos sectores descontentos como desafío a los dioses, cuando en realidad es al contrario, son los dioses (capitalistas) quienes lo están utilizando con el fin de proyectar el castigo prometéico sobre los gobiernos que quieran diferenciarse del plan neoliberal del hegemón. Con la astucia de una propaganda avasallante, brutal y manipuladora han hecho creer a la comunidad mundial que la rebelión del fuego en manos de jóvenes supuestamente descontentos y libertarios, es un desafío popular contra la omnipotencia de un gobierno supuestamente dictatorial y autoritario, cuando en realidad es al contrario, se trata de una conspiración tramada por los poderes hegemónicos que contrata pequeños ejércitos mercenarios de saboteadores incendiarios para atemorizar y agredir a la población de un país y acorralar a su gobierno que tiende a proteger los intereses populares democráticos y en paz, en contra de los intereses hegemónicos guerreristas; es el mismo cartel que vienen reproduciendo en Irak, Libia, Siria, Afganistán, Yemen y Palestina.

PISTAS DEL FUEGO EN MANOS DE LOS PUEBLOS

Para los poderes hegemónicos, la utilización del fuego es símbolo de terror, acoso, represión, miedo, guerra, muerte y desmemoria, mientras que para los pueblos es todo lo contrario. Una de las visiones más apropiadas acerca de la utilización de este elemento como objeto de poder de los pueblos, no carente de belleza, la dimensiona el escritor uruguayo Eduardo Galeano, con sorprendente revelación premonitoria desde el pasado, en su magistral obra “Memorias del Fuego”, al exponerla como recurso literario, lingüístico, histórico, sistémico, de la memoria a favor del poder de los pueblos. Galeano logra, con extraordinaria habilidad lectoescritural, dejar en el pueblo de pueblos de la Pachamama (más que un recurso) un arma de defensa contra el olvido y la ignorancia en el símbolo del fuego como luz histórica que les permita redimensionar su pasado, sus sombras (en forma de engaños) y sus penumbras (en forma de manipulaciones). El llamado en esta obra es a distanciarse completamente del mito prometeico para promover la lectura imaginativa del fuego como suceso humano, acaecido en todas las culturas del Abya Yala y tal vez lo más importante: validar todas y cada una de las interpretaciones que esas culturas realizan desde ese logro de encuentro con uno de los elementos vitales de la naturaleza.

Hay otra pista importante que se encuentra en la declaración confrontativa realizada por el apóstol cubano José Martí cuando, ya apasionado por la libertad de su patria, enuncia la “hora de los hornos”, como sentido de apropiación colectiva del fuego, no mediada por dioses, sino terrenal y apegada a la antigua aspiración educativa de conocimiento y aprendizaje de los pueblos. Esta idea fue tomada en la década de los años 60 del siglo XX por los cineastas argentinos Octavio Gettino y Pino Solanas, para producir un documental homónimo que tiene como guión el llamado hecho por Martí en forma de reunión e integración continental para enfrentar al entonces imperialismo yanky, con la integración de  los planteamientos y la práctica del guerrillero heroico Ernesto Che Guevara que motivó emancipaciones. El lema martiano sustenta el sentido de que los hornos han sido encendidos por quienes se apropiaron de la posibilidad de hacer fuego y no deja de ser un aporte innovador en cuanto a la poética que supone dar calor, pasión, fuego, luz y demás símbolos importantes, a las luchas populares antimperialistas.

Con el fervor iluminista propio de la modernidad, el comandante Hugo Chávez dejó un aporte importante que incluye al fuego en la dimensión religiosa, cristiana, popular y espiritual cuando nos habla de las “Catacumbas del Pueblo”. Es la visión utópica de la búsqueda (subterránea) de luz bajo el amparo de la dialéctica que se despliega entre la oscuridad de la catacumba (cristiana) donde se encuentra el pueblo marginado y perseguido, y la luz que ese mismo pueblo produce en la reflexión constante de su práctica en la realidad. Recordemos que las catacumbas son originarias del llamado comunismo primitivo. Chávez llamaba siempre a sus partidarios (sobre todo a los dirigentes y funcionarios) a ir a las “catacumbas del pueblo” para encontrar, además de sus carencias y tragedias, su realidad de trascendencias, bondades y maravillas. A este relato del Comandante, recopilado magistralmente en el estupendo libro Cuentos del Arañero, le percibimos un significado relacionado directamente con el asombro que le produjo su primer encuentro como político con ese pueblo en la calle y sus intereses. Su metáfora se extiende a la interpretación de aquella fuerza emancipadora que sintió y le hizo reflexionar acerca de incluirse con dignidad en ese torrente histórico y libertario cuya complejidad debía estudiar, sistematizar y comprender con el fin de proyectar y proyectarse en una revolución popular. Esa idea de catacumbas del pueblo siempre la dio a entender como una luz que, alumbrando al pueblo en sus oscuranas, tiene el poder suficiente como para echar a andar y fortalecer a la Revolución. Esa luz la colocó con mucha frecuencia en la vida y obra del Libertador Simón Bolívar y en el aporte educativo del maestro Simón Rodríguez.

A propósito del apagón del día 7 marzo es esencial problematizar, cómo ha sido de alta significación para las luchas del pueblo este ataque del enemigo histórico. Lejos de perjudicar estratégicamente sus presentes y futuras incidencias, se proyecta con una fuerza importante en el aprendizaje que ha dejado. Como lo decía León Trostky, se trata del látigo de la contrarrevolución en la revolución que está moviendo al proceso mismo. Desde lo táctico es indudable que pueden contabilizarse lamentables pérdidas de vidas humanas y materiales, sin embargo, estar sin luz puede ser un estado de benéfico sentir para el pueblo. En la relación dialéctica y poética entre luz y oscuridad ésta última favorece al pueblo, por ser la estancia por obligación histórica donde se ha formado su participación en los eventos; allí ha conspirado, aprendido, asimilado, fortalecido, amado, resistido, triunfado. La luz (prometéica) ha sido propiedad de las hegemonías y con ella ha intentado (y logrado) su dominio; la oscuridad, las sombras, las penumbras son del pueblo porque les ha permitido insurgir, visibilizarse y vencer. En la luz, el pueblo (como todo espacio vivo) se destaca, en la oscuridad es invencible (si no que lo diga el pueblo del Viet Nam).

Ha sido un grave error de la oligarquía mundial, haber provocado el apagón del 7 de marzo en Venezuela porque el pueblo venezolano, en su salsa histórica, fortalece su hábitat democrático, hacia un pertinente espacio político integral. Las noches del día jueves 7, viernes 8 y posteriores, ese pueblo venezolano buscó proveerse de su propio fuego, para alumbrarse desde su ancestralidad, sin la ayuda directa de la luz eléctrica y con la contribución subjetiva de un apagón proveniente de los factores del poder hegemónico que lejos de perjudicarle están contribuyendo a la movilización de su propio poder. Esto pareciera otro indicador más del descalabro definitivo en que se encuentra la hegemonía capitalista. Alrededor de ese fuego el pueblo reunió sus fuerzas y reflexiones para continuar resistiendo los embates de la reacción mundial que lo acosa.

Sin lugar a la menor duda, la metáfora que dejó el maestro Simón Rodríguez para emparentar su experiencia de la fábrica de velas que fundó con el fuego de la sabiduría popular se hace real en el diálogo de la resistencia en estos momentos. A diferencia de otros sectores sociales (hoy autonombrados “ciudadanos” para diferenciarse del “pueblo”) que tienen a la luz eléctrica como estandarte y necesidad imperiosa del tener, el pueblo se atesora en oscuridad y se coloca obligadamente alrededor de la fogata primigenia para continuar venciendo. El hegemón continuará provocando el apagón eléctrico en el intento de perjudicar al pueblo venezolano, mientras ese pueblo (terco como él solo) se colocará alrededor de su propia fogata y así avivar su luz interior, para encontrarse con el logro que (al parecer) la historia le tiene signado: vencer imperios.

PARA CUANDO LLEGUE LA LUZ

No es inexorable un inmediato derrumbe del capitalismo, mas sí está coleccionando en su presente destartalado, una cadena de torpezas geopolíticas que marcarán este destino definitivo. Hoy, como las últimas patadas que da el ahogado, se coloca en ofensiva regional del Abya Yala, desde el cipayismo que gobierna en algunos países, pretendiendo elaborar un esquema de dominio represivo y burlesco que raya en el cinismo para imperar, defenestrando el derecho internacional y la política a los ojos de los pueblos, sin embargo, está contribuyendo a movilizar desde la debilidad y la impotencia de las fuerzas populares que domina (no dominando) la influencia sutil que seguirá en vibración constante para generar a su hora, la emergente salida de los pueblos que reivindicarán a toda la Pachamama. El fin del capitalismo está cada vez más cerca, así como la precipitación de una sucesión definitiva de victorias populares. Imprescindible es estar educados, y por ende, preparados para tan extraordinario evento histórico. No habrá espectáculo de farándula, ni experimento politiquero que lo sustituya.



3 comentarios:

  1. Saludos Profe Oscar.
    Las Catacumbas del Pueblo han sido y son el epicentro de la lealtad y de las respuestas inéditas que usted refiere en tan buen artículo. Nutrirlas permanentemente de calor, pasión, fuego y luz, educándonos y preparándonos,con acciones productivas, es una forma de corresponderle a la lealtad que ellas han demostrado. Gracias por su aporte.

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  2. bns n extraordinario articulo sorprendente por demas mostrando las realidades filosoficas y la antologia poetica e historica ,este trabajo de relevente caracter critico y social me agrado darle una merecida lectura .felicitaciones . muchas gracias

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  3. Saludos Oscar.
    Me pareció muy interesante tú artículo. Gracias por compartirlo. Yo lo reenviaré a algunas personas.
    Suyín

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