domingo, 28 de abril de 2019

CINE Y POÉTICA: DONDE CANTA LA METÁFORA


 
No hace falta buscar mucho en la trascendencia de cualquier arte para encontrar la poética. Todo arte tiene multi dimensiones donde se cruzan metáforas en infinitos sentidos, para producir poéticas inusitadas. Algunas de estas poéticas son evidentes, pero la fascinación está en los incalculables sentidos metafóricos guardados por las artes, no percibidos a simple vista por el alma humana. Mucha razón tiene el personaje El Zorro (Antoine De Saint Exupéry) cuando le dice al Principito: «Sólo se ve con el corazón / lo esencial es invisible a los ojos». En esas dimensiones, donde el arte bulle hacia nuestro ser, lo visto sólo con el corazón es la poética y aunque halla posibilidades de razonar estos encuentros, estas irrupciones, estas subjetividades, estas conmociones, siempre estarán limitadas ante las inmensas posibilidades guardadas por las emociones corazonadas, para los signos insondables de la poética.

Sin rebasar las fronteras de Venezuela podemos decir que no es extraño extasiarse de emociones encontradas ante los petroglifos y su secreta madeja de sentidos emanada de sus espirales ancestrales en el cerro Guaraira Repano. Es inexplicable el poder habido en las juanitas pintadas por Armando Reverón, quien nos lleva la mirada indefinida hacia esos cuerpos tangibles, a fuerza de tanta vista poética de un artista elevado sobre los espíritus. ¿Quién no se arrebuja ante la escultura La Tempestad de Lorenzo González y siente la ventolera detenida en el pecho, con la magia cincelada de su conmoción? O acaso alguien puede negar las ganas de quedarse en arrullo perpetuo, sobre los pechos desnudos de las mujeres esculpidas por Corneluis Zitman. Una mujer africana, nos llama con sus collares y pulseras maravillosas, expuestas sobre una sencilla tela, en cualquier esquina del sector Bellas Artes en Caracas: ¿De dónde proviene esa fuerza que nos atrapa? ¿Cuál es el imán escondido que nos invita a ver las estatuas vivientes del bulevar Capitolio? Hombres o mujeres por igual, pueden ser indagados por la palabra iracunda y libertaria de la poeta Lydda Franco Farías. Habría que ver si algún mundo soslayó la canción de Gloria Martín. Una declamación del dramaturgo Yorlando Conde, puede pasearnos por la historia venezolana, en la arenga teatral de César Rengifo. En la fotografía de Esso Álvarez podemos hallar la irreverencia, el humor y la paradoja que nos constituye. Hay quienes lloramos ante las catedrales de piedra realizadas por Juan Félix Sánchez en las montañas merideñas. A unas más y a unos menos, lo que podríamos definir como curiosidad, no es más que la conmoción del arte, despertada desde los inextricables llamados de la poética. 

LEÓN FELIPE
La poética, en la maravilla cinematográfica, cuidado si no es capaz de llenar todas las bibliotecas del mundo. Desde el kinetoscopio hasta hoy, el lente cinematográfico es capaz de atrapar la mayor cantidad de poéticas jamás imaginadas. Aunque es comprensible que todo artista defienda su arte, el apabullamiento de las posibilidades de la imagen en movimiento es tal, que ya es explicable a cada instante su preponderancia, debido a la efusión de todas las pantallas disparadas en este siglo XXI. Apartando ese cine vana y deliberadamente restringido en la expresión de poéticas, cualquier película estéticamente solvente escogida al azar, tiene en su trayecto la colocación de un encadenamiento de metáforas que dimensionan una poética. Sabemos, y por lo general degustamos, un cine que coloca a la poesía como personaje del filme, sin embargo, si es arte, esa realización cinematográfica y su complejidad de sentidos es gobernada a cada segundo por una poética infinita, con el fin de conmover el alma y provocarle una revolución. Si una revolución es una metáfora social como lo sugirió el poeta español León Felipe, entonces el cine puede llegar a ser la metáfora artística por excelencia del ser humano, si sus poéticas llegan a conmover el alma. 

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A CHAPLIN 

CHAPLIN
Ninguna poética cinematográfica puede ser reflexionada sin referir el imperecedero aporte de Charles Chaplin. Pareciera abrumadora la creación de sentidos metafóricos que dimensionan una poética en la obra del realizador inglés. ¡Genio! Es el único adjetivo posible. ¿Cómo pudo obrar tanta poética a través de un personaje tan sencillo como Charlot? Dos dimensiones sensibles convergen en su propuesta, a saber: la artística y la social. Por muchas personas es sabido el origen humilde de Chaplin y allí están sus signos. El sufrimiento de la madre real reflejado en el mismo sufrir de la mujer en el filme. La poética alrededor del Charlot vagabundo es siempre solidaria con la poética de la mujer advenida a sus peripecias. Es inmortal la escena de la mujer que abandona al niño en una cesta con un desgarrador papel escrito (El Chico, 1921). La poética surgida de la vendedora de violetas (con invidencia) y el Charlot acosado por infortunios es de lo mejor realizado en el cine (Luces de la Ciudad, 1931) por ello ha tenido millones de analogías. 

CHAPLIN
No podemos pasar por alto que una poética tan gigantesca como la del cine de Chaplin, haya tenido integrado un planteamiento político tan consecuente: ¿Cuál fue la dimensión integradora? Sin lugar a dudas fue el permanente humor. Aunque es notoria la decadencia del humor como planteamiento en el cine actual, no podemos decir lo mismo en la época chaplinesca, cuando cada escena era resguardada por una idea política consecuente con una poética abrazada a un humor inigualable. La faceta de Charlot como improvisado cantante, cumplida en el filme Tiempos Modernos (1936), donde utiliza un texto con varios idiomas, además de poseer una gracia que impulsa a la risa incontenible, significa una burla a esa clase social agobiada por las apariencias. Solidarizados con Charlot en El Chico, combinamos la risa con la tensión, cuando rescata al niño de manos de los funcionarios. La poética, la política y el humor en Chaplin significan una holística en el arte universal. 

EL ARTE DE VER METAFORAS 

TOTO
En el infaltable acto del beso, los filmes tienen una poética poderosa, donde habría que apartar la truculencia y honrar el arte. Es ya conocido y adorado el homenaje al cine que el realizador italiano Giuseppe Tornatore hace en el inmortal filme Cinema Paradiso (1988) y allí la escena final de los besos es quizás la mayor productora de metáforas jamás realizada. Entre las miles de interpretaciones escuchadas está la que define la libertad humana en el arte; la libertad espiritual para presenciar el acto creativo, la libertad como derecho a contemplar el arte, el goce de contemplar las pasiones, la unicidad entre el acto de libertad creativa del arte y la libertad del ser humano de conmoverse. Esto nos regresa al concepto de revolución. En este filme, Alfredo le deja a Totto, en aquellas imágenes amalgamadas, el significado (histórico) de ese vacío humano imposible de llenar, ni siquiera con el arte y que sólo ambos, en complicidad maravillosa, podrían comprender. 

QUIEN ESTE LIBRE DE METAFORAS QUE LANCE LA PRIMERA POETICA 

ALEXANDER
Aún con el miedo de haber escapado de las garras de su padrastro, Alexander observa los inmensos muñecos que le hablan desde nuestra infancia (Bergman, 1982). El automóvil se aleja y el niño Houdini corre tras sus padres que se esconden en la carretera de su historia, mientras suena Canción para Julia en la voz desgarrada de Teresa Parodi (Piñeiro, 2002). Anuncian el concurso de baile y ella le ordena a él participar. Entonces, esa pareja de delincuentes glamurosos se sube al estrado, para ejecutar la mejor danza de la historia del cine (Tarantino, 1994). Atendiendo al llamado de una vecina, el ferretero coleccionista de noticias, sale de su negocio para recibir un piropo, que ha de ser envidiado por toda la eternidad (Borensztein, 2011). ¡Lance la suya!

NUESTRO AGRADECIMIENTO AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE ARTÍCULO EN EL AÑO 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.