No
hace falta buscar mucho en la trascendencia de cualquier arte para
encontrar la poética. Todo arte tiene multi dimensiones donde se
cruzan metáforas en infinitos sentidos, para producir poéticas
inusitadas. Algunas de estas poéticas son evidentes, pero la
fascinación está en los incalculables sentidos metafóricos
guardados por las artes, no percibidos a simple vista por el alma
humana. Mucha razón tiene el personaje El
Zorro (Antoine De Saint Exupéry)
cuando le dice al Principito:
«Sólo se ve con el corazón / lo
esencial es invisible a los ojos». En
esas dimensiones, donde el arte bulle hacia nuestro ser, lo visto
sólo con el corazón es la poética y aunque halla posibilidades de
razonar estos encuentros, estas irrupciones, estas subjetividades,
estas conmociones, siempre estarán limitadas ante las inmensas
posibilidades guardadas por las emociones corazonadas, para los
signos insondables de la poética.
Sin
rebasar las fronteras de Venezuela podemos decir que no es extraño
extasiarse de emociones encontradas ante los petroglifos y su secreta
madeja de sentidos emanada de sus espirales ancestrales en el cerro
Guaraira Repano.
Es inexplicable el poder habido en las juanitas pintadas por Armando
Reverón, quien nos lleva la mirada indefinida hacia esos cuerpos
tangibles, a fuerza de tanta vista poética de un artista elevado
sobre los espíritus. ¿Quién no se arrebuja ante la escultura La
Tempestad de Lorenzo González y siente la ventolera detenida en el
pecho, con la magia cincelada de su conmoción? O acaso alguien puede
negar las ganas de quedarse en arrullo perpetuo, sobre los pechos
desnudos de las mujeres esculpidas por Corneluis Zitman. Una mujer
africana, nos llama con sus collares y pulseras maravillosas,
expuestas sobre una sencilla tela, en cualquier esquina del sector
Bellas Artes en Caracas: ¿De dónde proviene esa fuerza que nos
atrapa? ¿Cuál es el imán escondido que nos invita a ver las
estatuas vivientes del bulevar Capitolio? Hombres o mujeres por
igual, pueden ser indagados por la palabra iracunda y libertaria de
la poeta Lydda Franco Farías. Habría que ver si algún mundo
soslayó la canción de Gloria Martín. Una declamación del
dramaturgo Yorlando Conde, puede pasearnos por la historia
venezolana, en la arenga teatral de César Rengifo. En la fotografía
de Esso Álvarez podemos hallar la irreverencia, el humor y la
paradoja que nos constituye. Hay quienes lloramos ante las catedrales
de piedra realizadas por Juan Félix Sánchez en las montañas
merideñas. A unas más y a unos menos, lo que podríamos definir
como curiosidad, no es más que la conmoción del arte, despertada
desde los inextricables llamados de la poética.
LEÓN FELIPE |
La
poética, en la maravilla cinematográfica, cuidado si no es capaz de
llenar todas las bibliotecas del mundo. Desde el kinetoscopio hasta
hoy, el lente cinematográfico es capaz de atrapar la mayor cantidad
de poéticas jamás imaginadas. Aunque es comprensible que todo
artista defienda su arte, el apabullamiento de las posibilidades de
la imagen en movimiento es tal, que ya es explicable a cada instante
su preponderancia, debido a la efusión de todas las pantallas
disparadas en este siglo XXI. Apartando ese cine vana y
deliberadamente restringido en la expresión de poéticas, cualquier
película estéticamente solvente escogida al azar, tiene en su
trayecto la colocación de un encadenamiento de metáforas que
dimensionan una poética. Sabemos, y por lo general degustamos, un
cine que coloca a la poesía como personaje del filme, sin embargo,
si es arte, esa realización cinematográfica y su complejidad de
sentidos es gobernada a cada segundo por una poética infinita, con
el fin de conmover el alma y provocarle una revolución. Si una
revolución es una metáfora social como lo sugirió el poeta español
León Felipe, entonces el cine puede llegar a ser la metáfora
artística por excelencia del ser humano, si sus poéticas llegan a
conmover el alma.
TODOS
LOS CAMINOS CONDUCEN A CHAPLIN
CHAPLIN |
Ninguna
poética cinematográfica puede ser reflexionada sin referir el
imperecedero aporte de Charles Chaplin. Pareciera abrumadora la
creación de sentidos metafóricos que dimensionan una poética en la
obra del realizador inglés. ¡Genio! Es el único adjetivo posible.
¿Cómo pudo obrar tanta poética a través de un personaje tan
sencillo como Charlot? Dos dimensiones sensibles convergen en su
propuesta, a saber: la artística y la social. Por muchas personas es
sabido el origen humilde de Chaplin y allí están sus signos. El
sufrimiento de la madre real reflejado en el mismo sufrir de la mujer
en el filme. La poética alrededor del Charlot vagabundo es siempre
solidaria con la poética de la mujer advenida a sus peripecias. Es
inmortal la escena de la mujer que abandona al niño en una cesta con
un desgarrador papel escrito (El Chico, 1921). La poética surgida de
la vendedora de violetas (con invidencia) y el Charlot acosado por
infortunios es de lo mejor realizado en el cine (Luces
de la Ciudad, 1931) por ello ha tenido
millones de analogías.
CHAPLIN |
No
podemos pasar por alto que una poética tan gigantesca como la del
cine de Chaplin, haya tenido integrado un planteamiento político tan
consecuente: ¿Cuál fue la dimensión integradora? Sin lugar a dudas
fue el permanente humor. Aunque es notoria la decadencia del humor
como planteamiento en el cine actual, no podemos decir lo mismo en la
época chaplinesca, cuando cada escena era resguardada por una idea
política consecuente con una poética abrazada a un humor
inigualable. La faceta de Charlot como improvisado cantante, cumplida
en el filme Tiempos Modernos
(1936), donde utiliza un texto con varios idiomas, además de poseer
una gracia que impulsa a la risa incontenible, significa una burla a
esa clase social agobiada por las apariencias. Solidarizados con
Charlot en El Chico, combinamos la risa con la tensión, cuando
rescata al niño de manos de los funcionarios. La poética, la
política y el humor en Chaplin significan una holística en el arte
universal.
EL
ARTE DE VER METAFORAS
TOTO |
En
el infaltable acto del beso, los filmes tienen una poética poderosa,
donde habría que apartar la truculencia y honrar el arte. Es ya
conocido y adorado el homenaje al cine que el realizador italiano
Giuseppe Tornatore hace en el inmortal filme Cinema
Paradiso (1988) y allí la escena final
de los besos es quizás la mayor productora de metáforas jamás
realizada. Entre las miles de interpretaciones escuchadas está la
que define la libertad humana en el arte; la libertad espiritual para
presenciar el acto creativo, la libertad como derecho a contemplar el
arte, el goce de contemplar las pasiones, la unicidad entre el acto
de libertad creativa del arte y la libertad del ser humano de
conmoverse. Esto nos regresa al concepto de revolución. En este
filme, Alfredo le deja a Totto, en aquellas imágenes amalgamadas, el
significado (histórico) de ese vacío humano imposible de llenar, ni
siquiera con el arte y que sólo ambos, en complicidad maravillosa,
podrían comprender.
QUIEN
ESTE LIBRE DE METAFORAS QUE LANCE LA PRIMERA POETICA
ALEXANDER |
Aún
con el miedo de haber escapado de las garras de su padrastro,
Alexander
observa los inmensos muñecos que le hablan desde nuestra infancia
(Bergman, 1982). El automóvil se aleja y el niño Houdini
corre tras sus padres que se esconden en la carretera de su historia,
mientras suena Canción
para Julia
en la voz desgarrada de Teresa Parodi (Piñeiro, 2002). Anuncian el
concurso de baile y ella le ordena a él participar. Entonces, esa
pareja de delincuentes glamurosos se sube al estrado, para ejecutar
la mejor danza de la historia del cine (Tarantino, 1994). Atendiendo
al llamado de una vecina, el ferretero coleccionista de noticias,
sale de su negocio para recibir un piropo, que ha de ser envidiado
por toda la eternidad (Borensztein,
2011). ¡Lance la suya!
NUESTRO AGRADECIMIENTO AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE ARTÍCULO EN EL AÑO 2013
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