¡No
pueo creé que se te fue del güiro la guitarra, Vaca! Fue sábado en
oscuridá que no teníano lana p’a resolvé una culebra que se me
pielde a mí’oy y teníano que salí’a pecá. ¿Tú no etaba’en
aquello? ¿Veldá? Te fuites al pire desde’l jueve en La Guaira y
no salites sino hast’el malte, ya me viene. La letra llega como
fresca. Piénsano Vaca; has mente a Chirri, Yo, Suela, Colnetín y
Batata en el gajo de Médula. Celebro y celebro y celebro le dábamos
p’a resolvé de veló la culebra. No llegábano en reselva ni en
raqueta a la’lana to’a; ni a la mitá. Médula soltó lo pancita
de dale en la subi’ita’e la entra’e Santa Ana despué de la
ochos, polque está boca e’lobo y lo cliente pasa de a grano a
grano. Batata se’abía dao al pire po’un tiempo de’ahí mimo,
polque estaba amañao y la jara lo tenía pillao; eso lo soltó una
vieja que le daba lo suyo. Con solo do que le diérano, suficiente y
el tresocho de jefe, que caga cuando la clientela lo pilla: ese bicho
lleva repetos. “Tre son murtitú, como dice la canció” -soltó
Suela y nos fuimos de risa. Nos’ampamos’en piedra paper’o
tijera y Colnetín y yo salimo por obra’e Dió. Le aveltí que me
dejara la presentació polque si abría la boca se enteraba hasta lo
dotores de Pere Carreños y a ese gajo meno que meno, nunca’e’ío
jodío ¡zape gato!
Lo’ocuros
daba sospecha, Vaca. No’e bueno dale tan de sombra polque sale
demonio, tambié’abía que dale a lo primero polque’tábanos de
emelgencia; cuando e’blanco e’fácir uno achanta, tú lo sabe,
piano piano, uno mide, pero a voleo hay que sumbale rápido. Fueron
do lo que llegaro: un pure chivúo’ con gorra’e pure y paso’e
pure y la hija con una
ulna grande y negra que la muchachita traía guida’a en la mano
con’adentro de una guitarra. Me quedé cabilla, Vaca, de pura
cabilla quedé y etonce pillá a Colnetín sin cagame’e risa me
cotó’una bola. Nunca e’bueno achantase en étas polque etonce
no’guisan; no vacilamo nada, Vaca. Le dimo de veló.
“Tranquilino’lino, que no va a pasá na’a” -soplé motrándole
el trentiocho. “Saque to’o lo que tenga”. Cumplí’e’libreto,
no me fui de invento na’a, pero me fui de ca’allero y uno que ya
etá acotumbrao al epanto, cree que lo ha pillao to’o y la cara que
pusiero la chama y el pure no se me a’ío’el güiro nunca. La
chama no arrugó. Pol su guitarra reviró, pero se lo pillé; le
dolía y qu’eran como hermana
soltaba ella: “¡Chigüireo a la vista!” -me convelsé a mí mimo
y Colnetín raqueteaba al pure, que tambié daba muela. ¡Filmo
chigüireo! haste mente, Vaca, yo tambié quería la gorra’el pure
pero me dio vaina polque era rodilla’e chivo y no podíamo echá
cabeza con el reló avanzao pa’ve si sí o si no nos levantábanos
la guitarra. To’o pasa po’el güiro de veló; anoté que po’lo
menos podíamo negociá la ulna de veló y la guitarra bien cara
depués. Tenía que se’al pire, polque si no se no’iba a
enreda’er papagayo. Colnetín pilló mi vacile y puso
cara’e’ntierro, etonce le arranqué la guitarra’e la mano a la
chama que etaba como con pasmo
y no fuimo’al pire. Lo pillé de lejo a lo’dos como’ánimas
bucando a San Pedro. Yo creí que había pasao vacacione con’ello.
“¿Una
guitarra?” -la chilló Médula cuando apa’ecimo por su gajo. Se
revorcaro como media hora y tuvimo el chalequeo como coñazo y coñazo
y coñazo contra yo y Colnetín. Achantaban’un poco pa’que Médula
soltara: “¿Creen que la rifamo en el melcao mañana teprano o'ahora en’el Setenta?” y seguía chalequeando lo’muy ratas.
Ata’e’mudo’e Chirri se atrevió’garrándose la barriga y
secando la’lágrimas: “Eso no’é’alicate que se venden
facilito” y seguía el chaleco. Depués que paró la joda nadie
soltaba, Vaca, te lo juro por la reina, er negro’elipe y
joségregorio junto, que nadie soltaba. Todo era Silencio-Petare. Fue
como si le rezáramo’a’la ulna po’un ratote. Nadie se atrevía
a quitale ojo como dándole güiro y dándole y dándole güiro. Era
má bié’una mente. Como si no’fuéranos encontrao la tumba de un
tulco en Egitos metía
como momia en pirámide. Médula le dio: “Hay que sampale’e
veló”, mientra rodeaba la ulna con paso’achantaos, con’ojo'e
guevo duro, menteando lento, pillando cintura, hombro, pecuezo,
trancadore pulíos como plata, lo gorda que era, gorda y negra y
dura; ya no’parecía mujé con mujé’adentro; Médula le imponía
la manos como p’a un despojo celquita, celquita y no la tocaba y
nosotro pillábamo asombraos, con ansiedá polque Médula no’era
así. Médula pareció un paco de repente como bucando culebra
econdía. “Nunca tuve una tan de celca” -lanzó Batata con ojo
pelaos. “Yo músico na’a. Una jevita po’el Rómulo tiene una
pero la ulna’e de tela con colore y raya bulda. Le dan letra en el
centro curturá alguno días. La’e pillao cuando la lleva y la toca
la jevita, fino, con su manitos, la jevita, su manito’e’jevita;
la otra vé le cantó cumpleaño a su pure en el callejó y yo’e
vaina no lloré. E’más chicurria aquella guitarra que éta y tal
ve má barata”. Médula tuvo que metese en medio polque le íbamo’a
da una diabla al Chirri por chalequeá a Batata po’lo de que lloró.
De vaina y no cobró grueso. E’que eta ulna debía se má cara,
Vaca; y lo era.
¿Con
quién’acé negocio, Vaca? Ése’ra’l rollo. Enese barrio no
había con quié. Esa chamita no era de'aí, era visita y podíamo
pedí recates por la bicha pero era ladilla, mucho jaleo, había que
negociá; teníamo que vendela de veló. Bucamo’a La Nela pa’que
no’iciera la segunda -polque esa jeva era pila y era como la’repa-
y se fue’a’bucá otra chamita de la Bajada que sabía de música
y tal ve cliente des’ta cosa, de tipo que podía queré la
mercancía, tipo de tipo’e música. La chamita soltó a La Nela que
había cliente po’Barquisimeto que la tocaba bié y hace conculso
de quiene la toca bié y hace concielto con gente que la suena bien
oyendo y puede interesase y etonces vorvió el chalequeo. “Etá
lejo” -soltó Médula a La Nela con car’e’agüevoneao. La Nela
que’s telca soltó que un primo de’lla tenía un yi chasi lalgo y
podíamo’i to’os. “¿Tú sabeo’n’de que’a Barquisimeto?”
le soltó Suela a La Nela. “Novedá” -soltó la Nela acelerando
el chimó y torciendo el cuerpo. “¿E’muy lejo?” -volvió La
Nela con su ladilla. “Lejo, Nela, Lejo, de veldá, no te vacilo”
-le soltó Suela a La Nela mirando má lejo por una ventana. “E
como de aquí a Barquisimeto” -vaciló Suela. La Nela soltó a
Suela que sacudiera el chaleco polque se iba’rrechá y pasaba que
era que no teniamo lana pa’la carrera y era veldá. “Mi primo
cobra cariñoso” -soltó La Nela sumbando chaleco. “Pero le pagan
con la venta” -propuso como con solució. “¡Coño Nela!”
-soltó Batata como arrecho- “No salga’a la calles polque te
pue’en violá. ¿Cuánto quiere en’ese negocio? Nela”. “Na’a”
-soltó La Nela virada de’ojos y enculebra’a. “Ese muelto'e'de
utedes” y salió juyendo di’un peo que no’era con’ella. Lo
grillos y lo sapo no’salcanzaro con su ruido polque se hizo
ma’ocuro ma de veló y no se'oía ni la rumbas. Era má noche de
veldá. Apena se’oía varia rumbas lejo, como’en Montalbán.
Médula prefirió que dulmiéramo y resolvíano mañana. Mientra la
ulna gualdaba la guitarra todo dormíano. No la’abíano abielto. Le
teníano guillo a la guitarra y no no’vacilábamo la parte.
El
domingo to’el mundo sabía de que no’choreamo la guitarra, Vaca.
La Nela llegó con’esa muela templano. “To’el mundo sabe,
Médula” -soltó La Nela con risita’y calcaja’a de preocupació-
“Hata’el poltugué”. “¿Hata’el poltugué?” -soltó
Batata casi dolmío. “Si’y lo tombo’el módulo tambié lo
sabe”. La Nela soltó que lo tombo no’vieron calgando la ulna’e
la guitarra, y uno y que soltó: “¿De cuando’acá eta
ratica’e’músicos?”. Colnetín empezó a da vuelta’e loco:
“Me jodí” -soltaba. A Batata se le ocurrió que’asta el
Comandante encanao en Yare se’abía enterao. “No te queda el
chaleco” -le soltó Médula- “A ese Comandante le’acen cola
pa’velo y no le’ace celebro a guitarra”. Pero el rollo
má’grande fue que la gente del Tucán pidiero’ablá con’osotro.
La soblina del Tucán le soltó a La Nela que ya sabía que teníamo
la guitarra. La chamita de la guitarra era pana del Tucán y de su
soblina. Y el Tucán era zuldo, de esos que ante’era ñángara. El
Tucán se la pasaba con’un grupo que quería liberá al Comandante
encanao en Yare y le hacía propaganda. Nunca no’invitaban’a su
reunió. “El Tucán quiere que se le devolvamo la guitarra a la
chamita” -soltó Médula luego de guillase con La Nela. La chillamo
to’os. “¡Qué va!” -dijo Colnetín. “No no’calamo’esa.
Yo puse’l pellejo. La melcancía la negociamo. Yo no pieldo mi
chamba”. “Achante, achante, -dijo Médula- hay
que abrí la'ulna para ve la melcancía”. Nadie se atlevía, Vaca,
Nadie. Volvimos a mirá la ulna’onde'etaba la guitarra y no’daba
grima; a mí me daba grima. me’spelucaba el cuelpo. Médula se fue
acelcando a la ulna con cuidao y se puso al frente como viéndole la
cara la muelta. Lo que nos faltaba era comensá a resá. Taldó que
jode en mové lo blazos y la manos el Médula. Todo vimo cuando lo deos tocaro
la trancaderas y sonó como una caja fuelte. Lo’sojo se
no’sancocharo, Vaca, cuando Médula fue subiendo la tapa 'e la
ulna.
Un
vapó’e música salió’e la ulna: lo juro, Vaca. Hizo
como: ¡Poooo! Y no’miramo to’os. No pudimo'ablá
pero’ablábano, como si’ablábano con la mente, solo con’er
güiro, sin palabra, no’entendíano sin’ablá, sabíano lo que
decíano. Allí’etaba la guitarra como’espeltando di’un sueño.
Juro po’esta, Vaca, que no’dio’estocolmo, no’dio’estocolmo
cuando vimo la guitarra’espeltando; le’agarramo cariño. La
vimo’en su madera pulía, como de oro. El cuello largo con vario
pisos pa’poné lo deos. La sei’orejita blanca'e’onde nace’la
cueldas que temblaba con’un sonío bruda’estraño. La cueldas se
moviero como vibrando y lo deos se no’pusiero frío, como si la
tocárano de lejo, como si la tocarano nosotros a esa mujé de madera
que no’ablaba con amor. Salió una música de la cueldas primero
suave y depués fue subiendo como’asta’l cielo. Vimos el día,
Chamo, el día to’o, como volando, vimo’el barrio dede’arriba,
como flotando nosotro. La música’era bonita, muy bonita, etraña,
rara, como pa'niño, depué se volvía ruda, fuelte y eplotaba como
agua’e pozo y no’acía cantá a to’o sin sabé. Nunca’bía
cantao, Vaca, y ese día cantamo con guitarra sin abrí la boca.
Etábano paralisao to’o. No sabíamo si’etabano’arriba’o’abajo.
Vimo to’a la gente corriendo po’el barrio pa’bajo como
bucando’algo muy, muy grande, de to’o. La viejas, la chamas, lo
carajito, lo’ombre gritando pero como alegre. Vimo mucha má gente
rodeando un cajón grandísimo. La guitarra’staba con la chamita y
la chamita cantaba y nosotro cantábano y todo cantabano y el
Comandante que’staba preso’en Yare cantaba tambié en el cajón
grandísimo polque había salío’e la cana. To’as la calles’taban
llena’e gente que no cabía na’a. Fuimo bajando, bajando,
bajando’ata’llegá adonde’stabano. Ya no vimo má gente. La
guitarra se quedó calla’a, dejó de soná, dejó de volá. Ninguno
soltaba na’a. No’mirabamo sin decí na’a. Ya no’ecuchabano la
mente de otro. Etábano en el gajo’e Médula sin decí na’a.
Etábano llorando no sé polqué. Hasta Chirri’el má chaleco
tambié lloraba. Médula tapó la guitarra como bajand’un piano y
cerró la trancaderas.
-¿Y que'iciero con la guitarra, Zorro?
-Se la devorvimo’al Tucán.
-¿Y que'iciero con la guitarra, Zorro?
-Se la devorvimo’al Tucán.
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