jueves, 26 de diciembre de 2019

SANTANA EN WOOSTOCK 1969


En el momento en que llegamos a Woodstock
Estábamos medio millón de hombres
Y por todas partes había canto y celebración
Y soñé que veía a los bombarderos
Disparando en el cielo
Y ellos se convertían en mariposas
Por encima de nuestra nación
Canción Woodstock
JONI MITCHELL
Cantora estadounidense


MARTIN LUTHER KING JR
Si algo han sabido hacer los agentes del imperio capitalista es convertir en leyenda a quienes han sido sus principales enemigos; de esta forma intentan neutralizar  la vigencia de sus postulados. Innumerable es la lista de incidencias. Esto sucede con la llamada década de los años 60 del siglo XX, signada por cantidad de sucesos importantes que llamaron la atención de las conciencias en toda la Pacha Mama, por haber producido señales de cambios y transformaciones en las relaciones políticas, sociales, económicas y sobre todo culturales. Para Estados Unidos (EEUU) fueron consecuencias que le trajo el rechazo a sus intervenciones en países enarbolando el manchado banderín de la Guerra Fría, el haberse empantanado vilmente contra el pueblo de Vietnam y el despertar de su propia sociedad ante la discriminación racial, el engrasamiento bélico, la agresión contra los pueblos y otras miserias, que tiene en el bloqueo a Cuba (hasta hoy) su más abominable evidencia. Una respuesta contracultural que recibió este cancerbero del capitalismo estuvo en la rebelión planteada por un sector de la juventud a través de lo que se llamó el Movimiento Hippie. Fueron miles de jóvenes desde California, lanzados a las calles guitarra en mano, flauta al cinto, flores en el pelo, sencillas ropas, con el cartel del amor en el pecho, enarbolando la flama de la tierra común, la crítica a la sociedad de consumo y la peligrosa bandera de la paz. Para un país base fundamental del imperio capitalista que tiene en las manos las espadas del odio y la guerra esto significaba un desafío a muerte.


JIMMY HENDRIX
El Movimiento Hippie fue atacado con todas las armas ideológicas para descomponer sus legados originales. El desprestigio de sus visiones cósmicas fue la punta de lanza de esta ofensiva. Sucios, improvisados, irresponsables, locos, herejes, drogadictos, satánicos, criminales fueron los adjetivos con que marcaron sus espaldas andariegas. No es nada casual que en la película Easy Rider (Hooper, 1969) se aconseje al final, matarlos en donde se les encontrara. En el mes de agosto de ese año 1969, que marca el final de aquella década controvertida, se organiza y lleva a cabo el Festival de Woodstock: una empresa de inversión multimillonaria que reunió a más de 500.000 jóvenes en una hacienda a las afueras de Nueva York, con la finalidad de escuchar música, hacer el amor, vivir en comunidad, consumir drogas y tratar de ser felices. Esta imagen de la felicidad fue plasmada en la película Woodstock (Wadleigh, 1970) que recorrió la mediática de entonces y conmovió la visión que se tenía de la participación política de los jóvenes en la sociedad de EEUU. Conmueve el final cinematográfico, con la música del guitarrista Jimmy Hendrix de fondo. Allí se observa el inmenso basurero que dejaron aquellos jóvenes en la hacienda Woodstock. El beatles John Lennon, quien estuvo presente, declaró que aquel Festival representaba el cementerio de la generación de los años 60. En el entendido de que las trascendencias humanas colectivas perviven y continúan resistiendo en las sociedades, decimos que los postulados hippies aún subsisten, así su testificación en los sucesos políticos de la década de los años 60 haya bajado su flujo o se haya integrado a otras expresiones contraculturales postreras.


De Woodstock quedó la música como privilegiado testigo cultural en quienes lo vivimos. Pudieran comprender quienes desprevenidamente asistan al texto, que se miente o invente acerca de “vivir” Woodstock porque no estuvimos en el escenario del Festival, pero se trataría de una comprensión corta de la visión cósmica en la que estuvo colocado el contexto. Porque se sospeche que el espectáculo fue un invento imperial para marcar el fin de la participación política contestataria juvenil, no puede dejar de reconocerse que su esencia respondió siempre a una manifestación genuina contra el establishment del capitalismo y allí estuvo su importancia en la juventud. Es una impronta que tiene medio siglo generando memoria, trascendencia artística y búsquedas heurísticas. Los músicos que estuvieron en Woodstock se quedaron con la parte más fructífera del legado. Si algo del sueño de aquel emblemático Festival aún atiza con su fogón memorioso los corazones, si un dejo de romanticismo aroma los onomásticos y efemérides en torno a este suceso cultural que afecta el sentimiento de las nuevas generaciones, esto es la música. Nunca antes ningún suceso musical de la cultural había catapultado a los artistas participantes a un sitial de reconocimiento tan glorioso como Woodstock y el grupo de latin-rock del músico mexicano Carlos Santana lo evidencia con extraordinario recuerdo.


Casi todo fue arte en la expresión juvenil de la década de los años 60 del siglo XX, demostradas en lo que se llamó la psicodelia o visión psicodélica que se plasmó en todos los espacios promocionales y publicitarios, además y con mucho énfasis en las carátulas de los discos de larga duración (LP: siglas de Long Play). La carátula del primer disco del grupo Santana fue para la generación un símbolo integrador del África negra y su cultura. Se trataba del dibujo en claroscuro de un león que tiene entre sus facciones la figura de un hombre negro con la protección de las fauces del animal. Era el anuncio y presencia de ese amado continente y nuestra integración a su extraordinaria diversidad. Durante el primer semestre del año 1969 las piezas musicales de esta ópera prima de Carlos Santana y su grupo fueron del deleite de nuestras fiestas. Con ella movíamos los cuerpos al ritmo abrazador del genial aporte que comenzaba a hacer Carlos Santana a la música contemporánea. Esta fue la base de todas las interpretaciones que Santana nos ofreció en el Festival de Woodstock, aunque la que quedó como imborrable emblema al ser registrada en la película de manera central fue titulada “Soul Sacrifice” o “Alma Sacrificada”.


EL GRUPO SANTANA EN LA PIEZA "SOUL SACRIFICE"

La pieza inicia con una descarga que viaja en las manos del conguero Mike Caravello, quien marca los pasos a través de la africanidad encontrada, al que se incluye José Chepito Arias con las palmas de sus manos bongoseras. Esta sesión incita a cualquier audiencia a lanzarse también con palmas batientes al ritmo de una clave intrincada sublimemente abyayala. Se les viene encima toda la banda al reverbero del bajista David Brown que no tarda en servir de canoa de navegar profundo, con el sublime punteo que surge de la guitarra de Carlos Santana como una constelación estelar. Ese dedal cósmico nos lleva inevitablemente al baile ancestral que no es nada difícil vincular a eso que en Venezuela llamamos “Salsa”. Un silencio imponente dejan las cuerdas de Santana y entonces el bajo dibuja una vanguardia rítmica inolvidable que sólo un cadereo bamboleante puede describir. Se trata de un camino hecho de cuero castigado por manos avasallantes que parecen no detenerse en el infinito de una armonía hasta entonces completamente desconocida, que se detienen por la entrada de la batería de Mike Shrieve cuyas baquetas convierten la soledad en un paseo por las montañas de Sierra Leona o Angola o Mozambique. Este melao hirviente deja escuchar de repente un jazz, otras veces una rumba, la tentación de un mambo deja su estela hasta que solo es madera pareja contra el estilizado pellejo de la batería. En lo que parece ser cualquier repique que cesa hasta morir en la batería, regresa toda la banda como un torbellino caribe, capitaneados por las manos de Santana que vuelcan sus cuerdas con toda la fuerza de los pedales y guaguas. Un instrumento que venía haciendo de sucedáneo apoyo irrumpe como líder democrático que no deja escapar a nadie: son las teclas de Gregg Rollie quienes apoderadas de la escena, permiten que cada ejecutante eleve su contribución en este jazz desencadenado hasta el infinito. Éxtasis soberbio se produce mientras Santana regresa con un charrasqueo que tiene a la samba brasileña como oculto placer sonoro, invisible entre el manto sideral del bajo y las explosiones galácticas que destellan en la batería de Schrive. Cuando la religiosidad báquica del teclado electrónico de Rollie parece no tener más cielo, el frescor de las cuerdas de Santana nos ofrece una tregua con un punteo salido de los rincones universales que termina en el agudo de sus últimas cuerdas, hasta que se abalanza sobre toda la banda y su ritmo el telúrico bramar sucesivo de una estruendosa danza selvática que nos eleva el espíritu hasta que la aparición del estribillo desafiante hace soltar los cueros de Schriver, las congas de Caravello y Chepito como fieras voraces de movimiento, y entonces se produce una caída en vacío de todo el sonido que se esconde como en un embudo mágico. Aquella detención produce la singularidad de un silencio que rompe la batería, precipitada sucesivamente sobre varios finales ficticios hasta que bajo y guitarra se distancian en un silencio ensordecedor que rompen todos los cueros y el teclado, buscanso escapar a un desenlace infinito ya impregnados en los cuerpos que bailan a sangre hirviente. Guitarra y bajo, en la galaxia más lejana, se lanzan como centellas desde el cielo musical, para guillotinar la magistral ejecución de nuestro apego irremediable. No queda más que aplaudir para siempre esta bella monstruosidad musical.




2 comentarios:

  1. Es verdaderamente incomparable el sonido de Santana y su grupo, estoy oyendo esta pieza desde que tenía 12 años, no dejo sorprenderme y disfrutarla, la euforia que despierta y la rumba que transmite es de espanto y brinco.
    Ciertamente el mercado y los medios convirtieron el movimiento Hippie en moda, desvirtuaron el mensaje para aniquilar y maquillar la verdad de ese movimiento pacifista y ecológico.
    Gracias por ese escrito Oscar me colocó en esos tantos de momentos de éxtasis que he disfrutado Alma Sacrificada. Feliz Año 2020 y te reafirmo un feliz cumple años el 24 del mes pasado.

    ResponderEliminar
  2. Me es grato ver este vídeo pero viví en los años 70 el espíritu del rock pesado de Lep Zeppelin, The Beatles, The Roling stones, Queen, AC/DC entre muchos otros, me trae recuerdo de haber asistido al Festival de los Cocos en playa los cocos en la Guaira, donde la asistencia de los jóvenes con tendencia Hippies de la época, gracias por traer estos recuerdos tan gratos.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.