“… y a Rafael
Caldera la providencia le puso en el sitio del corazón un
rollo de alambre de púa para que lo desatara y rodeara el
aire de la isla de Tacarigua.”
Víctor Valera Mora
POEMA Nombres Propios
La llamada vergüenza étnica que han impuesto
los poderes hegemónicos contra los pueblos ha hecho que siempre se piense y se
acepte la ubicación de los acontecimientos importantes de la humanidad en el
Norte de la Pacha Mama. Lo conmovedor y lo transformador de la historia del llamado
“mundo” ha sido colocado en las narrativas, en la memoria, en la llamada
historia de los Estados Unidos (EEUU) y de los países de Europa del Oeste. Los
diarios de todo el mundo colocan en los lugares principales o centrales de los materiales escritos y audiovisuales a lo que sucede en el
Norte, mientras en las partes marginales, periféricas, angulares, axiales son colocados
los sucesos ocurridos en el Sur. La oportunidad que ha tenido la humanidad de
informarse y comunicarse desde el Sur de la Madre Tierra ha sido eventual,
casual, rocambolesca, la mayoría de las veces silenciada: esto es una táctica
imperial.
Sin embargo, luego de la entrada al mundo de
las redes informáticas ha habido cierta apertura, aún con sus limitaciones
discriminatorias, que ha permitido democratizar un tanto lo que se informa, así
no llegue a ser una comunicación para detenerse a pensar a fondo debido a la
vertiginosa avalancha de informaciones y a la domesticación pedagógica de la
educación. La noción de la llamada influencia sutil expresada desde la
complejidad, ha permitido igualar muchos sucesos en importancia mediática,
independientemente del contexto donde se hayan desplegado, así la noticia la
contemplemos con detenimiento, la veamos con prisa o pase de largo como si nada.
Ya Europa y EEUU no tienen el monopolio absoluto de lo conmovedor, de lo
transformador por obra de las llamadas redes.
Lo anterior nos permite decir que el 4 de
febrero de 1992 ocurrió en Venezuela un hecho que conmovió a toda la Pacha Mama
con énfasis en el espacio político y se fue haciendo una noticia que aún tiene
fuerte repercusión planetaria debido a lo que desencadenó, tanto, que en países
como España es ocupación permanente de las oligarquías el tema de Venezuela. Un
sector de las entonces Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) se pronunció en
rebelión contra el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez (CAP) con el objetivo
de deponerlo de la primera magistratura. Cabezas de un movimiento discrecional se
hicieron visibles en el ámbito militar, porque trabajaron con tiempo y
paciencia una tendencia manifestada en un levantamiento armado, que les
permitió elevar su voz y su acción contra los representantes de la IV República
en el poder. La insurrección fracasó y sus líderes resultaron detenidos y sometidos
a prisión.
Ese día Venezuela se convirtió en un
hervidero de asombro, entusiasmo y discusiones que abrió un debate a lo largo y
ancho de la Patria, luego de la rendición de uno de los impulsores, el
comandante Hugo Chávez Frías (quien conmovió al pueblo en poco más de un minuto
de discurso) acontecimiento que llegó al parlamento del antiguo Congreso Nacional
(CN) cuyos tribunos abrieron ese mismo día una sesión extraordinaria. En vivo,
ante los medios de comunicación se sucedieron derechos de palabra y
correspondió al expresidente y senador vitalicio Rafael Caldera ejercerlo. Los
principios conservadores y derechistas del entonces exlíder del partido COPEI eran
harto conocidos, por lo que muchos esperaban una condenatoria extrema, absoluta,
de la rebelión militar por parte de aquel connotado político, sin embargo, en
una muestra más de la carga inédita que marcaban los acontecimientos, aquel
ejercicio oratorio tuvo importantes matices de diferencia respecto a los
esperados por la mayoría y que ahora, vistos en la distancia, merecen la
dignidad del análisis.
En aproximadamente dieciocho minutos, Caldera
expuso de inicio, tres premisas importantes a saber: su enérgica condena al
levantamiento militar, justificando el decreto de suspensión de garantías
constitucionales (posición que se esperaba); seguida y sorprendentemente
advierte la inconveniencia de haber incluido en el decreto que las intenciones
de los militares sublevados eran asesinar a CAP dada la forma en que la rebelión se desplegó y reconoció que por esta
razón no firmó dicho decreto; y luego abogó, porque la ejecución del decreto no
se convirtiera en la justificación para desatar un estado de represión en
contra del pueblo, recomendando a CAP el respeto de los derechos
ciudadanos, sobre todo la libertad de expresión del pensamiento. Sin duda
alguna se trataba del Caldera hábil que conocíamos, sin embargo, asomaba un
equilibrio entre la verdad de la rebelión y la necesidad de respeto al pueblo
que dibujaban una postura diferente al clásico derechista de marcada tendencia
socialcristiana.
Seguidamente dedicó unos minutos a condenar
lo que catalogó como un golpe contra el orden constitucional y se introdujo, no
sin genio oratorio, en el terreno de una autocrítica contundente desde el mismo
orden que estaba defendiendo de la rebelión militar. Combinó su visión de la
gravedad de la situación dejada por la acción recién ocurrida, con la gravedad
social en que se encontraba el país y el pueblo. Estableció un sorprendente
vínculo entre los sucesos del 27 de febrero de 1989 y lo que acababa de ocurrir,
planteamiento que hasta ese momento nadie había realizado y aún hoy pocos se
atreven a vincular. Sin justificar ambas acciones sociales, se atrevió a decir
que sus impulsores aprovecharon la grave situación social en que se encontraba
Venezuela: habló de hambre en el pueblo, de corrupción en las instituciones, de
negligencia en atender los urgentes problemas que aquejaban al país. Y quizás,
lo que coloca este discurso como una pieza oratoria clásica de la política, por
lo menos desde la Revolución Francesa, es la grave advertencia que hace a todos
los mandatarios del continente y de Europa (citó algunos con nombre y apellido)
que de no corregir el rumbo hasta ese momento transitado, las consecuencias
podrían ser de graves preocupaciones para sus democracias. Aprovechó para
llamar la atención al Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca del problema
de la Deuda Externa.
Si tomamos en consideración el llamado de
corte fascista que hizo el parlamentario adeco David Morales Bello: “Muerte a
los Golpistas” que sin duda colocó en el ambiente el signo de la represión y levantaba
la sombra de las tácticas de contrainsurgencia, hasta ese momento vivas, por
parte de los aparatos policiales y militares de la IV República, el discurso significó
un impacto reflexivo para todas las fuerzas políticas habidas en la formalidad y
para las organizaciones populares. Con suprema habilidad Caldera tomó en el
aire de lo sucedido, el acto del comandante Hugo Chávez de responsabilizarse
por la rebelión (suceso que conmovió al pueblo pues era la primera vez en casi 40
años que alguien se hacía responsable de una acción) para elaborar una
autocrítica muy inteligente, ya que partía de la evidente ausencia popular que
observaba defendiendo la democracia representativa que se les iba de las manos.
Ese nexo que estableció entre ausencia de pueblo y autocrítica, teniendo al
descontento del pueblo contra la IV República como mediador emotivo fue sin
duda acertado. Aquella tarde del 4 de febrero en rebelión, Caldera bajó del
estrado, ante muchos y muchas, con la estampa de un visionario.
Entre algunos de los efectos sociales que
causó y continúa causando subjetivamente este discurso se encuentran, a saber:
ROMULO, VILLALBA Y CALDERA EL PACTO DE PUNTO FIJO |
… un planteamiento renovador y oxigenante de
la derecha para retomar el rumbo político de la sociedad. Caldera, desde una
óptica remozada del Pacto de Punto Fijo, supo captar en el mensaje del
comandante Hugo Chávez y en los postulados integrales de la rebelión, la interpretación
de la sociedad habida en aquella acción, que distaba mucho de ser un salto de
aventureros y que los sectores de la oligarquía no supieron mirar con claridad.
Caldera les estaba poniendo en bandeja de plata la posibilidad de manipulación
de un planteamiento político clave para enfrentar a las exigencias que las
organizaciones populares manejaban con evidentes tendencias revolucionarias en
la calle. Las mismas contradicciones de una derecha que también sufría en su
modelo representativo del Pacto de Punto Fijo una crisis terminal, no
alcanzaría a comprender a fondo el problema planteado; y el empuje político que
dejó la insurrección en el pueblo obstaculizó aún más esta necesaria mirada.
MIQUELENA, CHAVEZ Y CALDERA |
… el importante sosiego social con miras a un
pacto político y a un proceso de transición. El discurso produjo un impacto en la
sociedad venezolana que estaba en situación de ingobernabilidad luego de la
asonada militar. Llamó la atención de las clases sociales, del empresariado y
de las organizaciones políticas. Al colocar al pueblo como víctima, se ganó las
simpatías (o por lo menos la atención) de las organizaciones que desde una
izquierda golpeada en sus postulados y contra la pared en su accionar, en
algunos casos por obra de la represión, venían dando tumbos sin comprender lo
sucesos del 27-F ni el horizonte político de lo porvenir. Resintió a los
sectores de derecha y al empresariado a quienes nombró directamente y conminó a
sumarse y tomar partido por el bienestar del pueblo. En este sentido, el
discurso produjo un clima propicio para un pacto social transitorio, incluso,
pudiera decirse que este discurso signó buena parte del periodo de transición
hasta la victoria electoral del Comandante Hugo Chávez Frías en 1998. Dejó un
ambiente confrontativo y polémico en los sectores políticos ligados a la IV
República a quienes responsabilizó de la situación y colocó en el debate el
tema de las libertades públicas.
… reconoció la fractura en las FAN. Sin
tapujos refirió la crisis del estamento militar y lo vinculó al desencanto
producido por la clase política en el ejercicio del poder en los últimos
treinta años. Consideró explicable la insurrección desde esta situación de
crisis social. Llamó a un diálogo abierto y, sin pretenderlo, dejó la puerta
abierta al debate por el tema de la participación de los militares en la vida
civil, al comprender la rebelión desde la preocupación que pueden tener por la
sociedad quienes hacen vida en los cuarteles.
ALI PRIMERA CREADOR DE LA CANCION EL CHIRIPERO |
… al pactar con el sector político llamado
“El Chiripero”, logró garantizar para la transición oculta entre líneas, un
mínimo de convivencia y debate con un pueblo que acababa de colocarse a la
izquierda con los sucesos del 27-F superando a todo grupo o dirigente radical. La
cómica que venía dando aquella izquierda electorera y parlamentarizada en los
escenarios políticos fue reorganizada por un discurso que luego se transformó
en práctica proselitista unitaria hasta ganar las elecciones de 1993. Su
habilidad como dirigente, el conocimiento que tenía del panorama político y el
logro de palpar la brújula del apoyo popular en favor de una transformación
social y no de la IV República, le permitió elaborar un discurso prometedor a
varios sectores sociales que le dio la victoria en los comicios.
… la condena y antejuicio de mérito a CAP. Caldera
comprendió que para desplegar una política que remozara el Pacto de Punto Fijo había
que salir de CAP y desde aquella narrativa se puso a la cabeza del movimiento
que terminó deponiendo al Presidente cuestionado. Las miles de manifestaciones
pacíficas que tomaron las calles de la Patria entonces, llevando en su
arrechera popular, en sus discursos emancipatorios, en sus tendencias
radicales, en la utopía bullente del Por Ahora enunciado por el comandante Hugo
Chávez Frías que enarbolaban el deseo de ver terminado aquel gobierno entregado
al Plan Neoliberal, iban acompañadas por el aliento que tomó cuerpo desde el
discurso acusador a CAP que lanzó Caldera como dardo mortal.
… la demarcación de un territorio político centrista
como nunca se había visto en la política. De la Revolución Francesa heredamos
las posiciones políticas de izquierda, derecha y centro. Esta contextualización
ha marcado los tránsitos del ejercicio ciudadano hacia la democracia y las
libertades sociales representativas y formales. Sin embargo, las posiciones
centristas siempre han llevado la acusación de ser inexistentes por inclinarse
siempre hacia la derecha (derecha moderada) o en todo caso ser mediadoras de
pactos que terminan favoreciendo a los intereses hegemónicos y dando la espalda
a los intereses populares. En aquel discurso, Caldera definió una posición
centrista inaudita e inédita. Conocedor de las falencias que ya mostraban los
partidos como mediadores de las clases dominantes, de la atomización de la izquierda
al estudiar a fondo la crisis del marxismo palpada directamente en la realidad
política del país y del descontento popular venido del documento “No podemos
callar más” de los cristianos de base que atizó la arrechera del 27-F, en medio
de uno de los momentos más álgidos de la sociedad venezolana en el siglo XX,
supo colocarse en una posición política de centro y armonizar las expectativas del momento, para abonar
el terreno de la transición que estaba planteada en diversos sectores.
… sin querer queriendo el camino a Hugo Chávez. Tal vez Rafael Caldera apostó al acelerado rearme ideológico de la derecha y al agotamiento de la fuerza popular que traían los acontecimientos. Ganó las elecciones bajo la sombra de la leyenda electorera de que el candidato Andrés Velásquez había vendido las elecciones. Esta especulación suma dos agravantes, a saber: el acelerado rearme político del pueblo cuyo izquierdismo no confiaría en la opción Caldera como para darle el voto mayoritario y la debacle personal y política demostrada posteriormente por Velásquez que acentúan las dudas de una victoria calderista contundente. Aun así, Caldera supo gobernar para el FMI, modificó el régimen de las prestaciones sociales de la Ley del Trabajo para complacer a FEDECAMARAS y (aunque concedió el sobreseimiento de la causa seguida a los Comandantes retenidos) los cuerpos de seguridad de su gobierno hostigaron cuanto pudieron los pasos electorales del comandante Hugo Chávez, no impidiendo su victoria electoral.
… sin querer queriendo el camino a Hugo Chávez. Tal vez Rafael Caldera apostó al acelerado rearme ideológico de la derecha y al agotamiento de la fuerza popular que traían los acontecimientos. Ganó las elecciones bajo la sombra de la leyenda electorera de que el candidato Andrés Velásquez había vendido las elecciones. Esta especulación suma dos agravantes, a saber: el acelerado rearme político del pueblo cuyo izquierdismo no confiaría en la opción Caldera como para darle el voto mayoritario y la debacle personal y política demostrada posteriormente por Velásquez que acentúan las dudas de una victoria calderista contundente. Aun así, Caldera supo gobernar para el FMI, modificó el régimen de las prestaciones sociales de la Ley del Trabajo para complacer a FEDECAMARAS y (aunque concedió el sobreseimiento de la causa seguida a los Comandantes retenidos) los cuerpos de seguridad de su gobierno hostigaron cuanto pudieron los pasos electorales del comandante Hugo Chávez, no impidiendo su victoria electoral.
… la resurrección política de Rafael Caldera.
Recuérdese que había perdido las elecciones primarias a la presidencia por su
partido COPEI en 1987 y con ellas cesaba su liderazgo histórico y tradicional. Con
la soberbia que siempre le caracterizó, pasó voluntariamente “a la reserva” y
luego fue excluido como militante, al ser designado candidato presidencial para
los comicios de 1993, por su nueva organización “Convergencia” y el apoyo de la
agrupación emergente de partidos llamada “El Chiripero”. El tiempo le dio la
razón. Se vengó políticamente de CAP. Pasó muy por encima de sus antiguos
discípulos. Ganó las elecciones y los sucesos posteriores significaron el
entierro del COPEI, partido que había fundado para consagrar su vida a la
política. No haciendo un gobierno de extrema derecha, ya que convocó a
personajes de la antigua izquierda que una vez participaron de anteriores
insurrecciones, contuvo el empuje del pueblo en la calle que denunciaba sus
medidas y terminó entregando la banda presidencial al comandante Hugo Chávez
Frías.
Cuando hoy vivimos el desarrollo de despliegues
políticos represivos marcadamente fascistas en los gobiernos de Bolivia, Colombia,
Chile, Brasil que pretenden esclavizar a sus sociedades, y el ataque imperial
directo contra los gobiernos y pueblos de Cuba, Nicaragua y Venezuela que se hace más agudo, conmoviendo los
acontecimientos que signan al continente Abya Yala, podemos afirmar como
toda esta historia constatada en Venezuela ha marcado el accionar de los
pueblos y sus sociedades en este continente y en la Pacha Mama, incluyendo el
influyente y mediático ejemplo protagónico del comandante Hugo Chávez Frías. Y
a la luz de aquel debate parlamentario en la hora aciaga y no por eso menos
heroica del 4-F, fluyó aquel discurso que hoy nos permite tener a la vista
(golpeada en Chile por los perdigones asesinos de los carabineros) las
verdaderas intenciones de una derecha a la que Rafael Caldera imploró que escuchara
el clamor del pueblo. Hoy esta derecha mundial empuja la brújula de los
acontecimientos al roll back desesperado de la salida fascista, en unas
sociedades que ya no soportan más los reacomodos del sistema capitalista en
derrumbe acelerado y se apoderan paulatinamente de la conciencia planetaria. Aquella
advertencia, ¡Asombro! dicha por un derechista contra su propia derecha, está presta
a materializarse a favor de esos pueblos que hoy toman las calles hambrientos
de porvenir.
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