sábado, 14 de noviembre de 2020

PINO SOLANAS: ENTRE VIEJOS Y VIAJES CINEMATOGRAFICOS TE VEAS

 



¡El viejo César Albornoz es comunista! –decía mi Papá sin hacerle mucho cerebro a la cosa, aunque advirtiendo que no me le acercara tanto. Debajo de la –bien bonita- casa de su familia en este barrio de Caracas, César había construido un espacio para guardar su yi y además, un local del que alguna gente decía, debía utilizar para una actividad que le diera plata porque, en cambio, a ese lugar iban y venían personas de afuera; unos con caras de curas, otros chivuos con rostros cheguevarianos, las mujeres parecían religiosas de cualquier orden o profesoras de universidad.

Ahí ya está Cesar con su reunidera. -decía mi pana Alí Rosell, siempre observador suspicaz- Esa gente es ñángara


Me atrevía a participar, a veces, en esas reuniones en donde realmente iban (en aquel hueco llamado Barrio Niño Jesús) sacerdotes y chivuos y obreros y artistas y mujeres que parecían monjas o universitarias, tal y como los veíamos desde afuera la gente de la comunidad que susurraban y sonreían. Yo pensaba que la mayoría estaba ligada a la educación porque todos hablaban una jerga como filosófica que, desde mi atento silencio, me parecía fabulosa y desconocida.


El Viejo propuso colocarle al local o tal vez también al grupo el nombre de Sancho; aludiendo al acompañante del Quijote. Este es tal vez el primer ejercicio hermenéutico del que yo tenga conciencia haber realizado. ¿Por qué Sancho? ¿Dónde estaba el Quijote? ¿Quién es Rocinante? ¿Por qué las Dulcineas están ocultas?


El caso es que un día, César anunció que en el local del grupo Grupo Cultural Sancho se pasarían películas los sábados para los niños (las niñas estaban un poco excluidas) fue allí cuando recibí mi primera lección de cómo montar una película de 16 milímetros en un proyector Belijagüel, clase magistral dictada por, nada más y nada menos, el legendario Juan Plaza –uno de los chivuos.


No olviden –nos insistía- dejarle el bucle a la cinta, para que la película no se pegue, ni se deteriore. Años después reconocería a Plaza en el personaje Alfredo de la película italiana Cinema Paradiso.


Luego llegó el gran momento, aunque yo sabría paulatinamente de los efectos de ese gran momento ya que los tiempos no son lineales ni tienen el mismo significado. Nos convocaron solo a los jóvenes (las jóvenes estaban un poco excluidas) a una función especial porque iban a proyectar una película especial en horario nocturno, en un día y una hora medio sorpresivos, casi escondidos, como agazapados.


Como pudo, César arreó a mis panas a la función, quienes entraron con sus empujones insistentes y cariñosos. Ese día el local se llenó de gente de otros barrios. Era como una exhibición internacional porque los rostros parecían de varias regiones y países. En la puerta del local se apostaron dos compañeros de César que miraban hacia la subida de la carretera como esperando algo.


-Esta noche vamos a tener un cine-foro- dijo Plaza con su habitual seriedad- por lo que les agradecemos se queden hasta el final de la función. La película se llama “La Hora de los Hornos”. Sabría posteriormente que ese nombre fue tomado de una proclama del apóstol cubano José Martí.


Luego de verla no pude pegar un ojo en toda la noche. Fue como develar una imagen mía en un espejo que alguien tenía secuestrado. Comprender también que un enjambre oculto de personas se estaba dando a la tarea de quitar ese velo para mostrarnos ese espejo. Aquel comienzo impetuoso de voz imperecedera continúa acompañando mi memoria: ¡Latinoamérica es un continente en guerra!


Se nos habló en aquel momento de dos autores argentinos como los cineastas directores de aquel documental: Pino Solanas y Octavio Gettino. Aquella obra maestra de nuestro arte cinematográfico del Abya Yala había sido realizada mediante un esfuerzo unitario de cooperativas culturales sin precedentes, vinculadas a la acción y pensamiento de las izquierdas.


El documental La Hora de los Hornos (1968) significa para el cine, lo que el libro Las Venas Abiertas de América Latina significa para la literatura de nuestro Abya Yala: dos vertientes artísticas de una misma historia.


Seguimos la pista de Pino Solanas al constatar su dedicación a la crónica documental de las luchas de los pueblos. Soportó y resistió la persecución y el exilio del periodo tenebroso de dictaduras militares en Argentina y el Cono Sur, estrategia yanky llamada desde el lenguaje imperial como Plan Cóndor


Dio lo mejor de sí al desarrollo del cine de su país y del Continente. La consideración del cine argentino como el mejor del siglo XXI en el mundo, se le debe en buena medida a esfuerzos como el de Pino Solanas. Nombres connotados: Campanella, Piñeyro, Puenzo, Subiela, Aristarain, Olivera y otros argentinos, son herederos, en buena parte de su formación y obras mundiales, de este Pino Solanas legado, artista, político, cineasta y pueblo.


Y en el Continente comenzamos a reconocernos en las obras del chileno Miguel Littin, el boliviano Jorge Sanjinés, el brasileño Glauber Rocha, el mexicano Emilio El Indio Fernández, el colombiano Sergio Cabrera, los cubanos Santiago Alvares, Julio García Espinoza, Tomás Gutiérrez Alea, los venezolanos Jesús Enrique Guédez, Edmundo Aray, Clemente de la Cerda, Román Chalbaud. Nos conocimos poseedores de un cine que nos hablaba, nos escuchaba, nos problematizaba, nos hacía protagonistas.


El cambio de plano de Fernando Ezequiel Pino Solanas a sus 84 años este 2020, nos deja una herencia cultural y política digna de ser emulada por esa camada de artistas militantes formada en estos tiempos de resistencia activa, contra el imperialismo capitalista que quiere retrocedernos a la esclavitud. Su seguimiento a las causas y luchas de la gente, su ojo crítico perenne buscando la llaga adonde meter el dedo, su postura anticolonial irreductible, nunca perderán vigencia ni el orgullo que nos ha hecho sentir.


Me correspondió, ya de adulto, la honra y satisfacción de haber sido el mediador cultural en un homenaje que le hizo nuestra Cinemateca Nacional, a inicios de esta segunda década del siglo XXI.


Aquella noche, luego del cine-foro, a la salida cautelosa de la función, cuando los compas de la puerta dijeron: -sin novedad. Nos quedamos hablando con el Viejo César a la luz del sagrado poste de luz y uno de mis panas, con beatitud curiosa e ingenua, no exenta de cierta picardía, le preguntó: ¿Por qué esta película no la pasan en las salas de cine para que la vean otras personas?


-Porque es peligroso para estos gobiernos- respondió César- No les conviene que los pueblos se miren a sí mismos en sus propias realidades. Y el cine ofrece esta posibilidad. No les conviene que se vean juntos colombianos con venezolanos, bolivianos con paraguayos, panameños con mexicanos, chilenos con peruanos, brasileños con uruguayos, cubanos con nicaragüenses en un mismo sufrimiento, iguales logros y una misma lucha. Porque si nos unimos, nuestras victorias serán un peligro para el imperio que los protege.


Por realizar este cometido de manera abierta, política y cultural, durante el primer gobierno de Rafael Caldera (1968-1973), -además de que se persiguió y apresó a promotores en los barrios, se quemaron proyectores y películas- cerraron la Cinemateca Nacional en Caracas.


Gracias a Pino Solanas por este aprendizaje. ¡Buen viaje, Viejo!  

 





1 comentario:

  1. El Cine, el bien llamado séptimo arte, es, en mi humilde opinión, la suma estética de siete potencias artísticas en las que están íntimamente integradas todas las formas creativas de la expresión humana. Y en esta maravillosa unidad superior creadora que es el Cine, autores y guionistas, actores y actrices, técnicos y especialistas, se unen e integran por igual a la obra colectiva (porque el Cine ha sido y seguirá siendo obra colectiva, de equipo, de grupo, de masas, y todos los que la hacen posible (incluido el público espectador) es parte intrínseca de cada film, porque todos los artífices que trabajan para alcanzar con éxito el objetivo final, tienen la misma importancia. Es obvio entonces que el Cine también une en sí mismo todos los lenguajes del Arte (valga decir: literatura, pintura, escultura, dibujo, diseño, teatro, mimo, títeres, marionetas, histrionismo, etc.), además de la ciencia y la tecnología. Y es que el Cine no solo trasciende por la intensa profundidad de su mensaje, sino que la labor constructiva de cada film amerita la suma unitaria de muchas individualidades, lo que indica que todo proyecto humano será un logro real y concreto si incluye a todos, porque si todos trabajan juntos para un solo objetivo, el resultado será siemre la obra de todos, como debe ser.

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