La
historia del disco es tan fascinante como la historia de la música. Desde las
primeras melodías en los albores de la humanidad, los seres humanos utilizaron la
memoria en sus danzas tribales para darles perennidad y así capturar esas ondas armónicas para el solaz
del espíritu y el lenguaje posible. Los animales –con las pioneras aves a la
vanguardia- brindaron los primeros diálogos donde la imitación medió la
creación musical.
La voz fue el primer medio musical humano. Con la construcción del instrumento hecho de materiales diversos, en la búsqueda de aproximar la imitación a los sonidos de la naturaleza produjeron, en un proceso largo y laborioso, la consolidación de las primeras piezas musicales.
También estuvo la necesidad de socializar, marcada por la división de clases
sociales. Los poderosos se apropiaron del criterio de disfrute y encerraron la
música que se debía escuchar y con este hecho, impusieron el sello cultural
dominante. Prohibieron toda expresión creada al margen de este marco legalizado
con su poder.
Primero
fueron los cenáculos cerrados que los griegos vincularon al teatro y a la
memoria; emperadores romanos y reyes del medioevo en sus castillos, compraban a
los genios musicales para disfrutarlos. Las obras geniales se eternizaron
cuando se crea el pentagrama.
Tras
la socialización vino la expansión del sonido desde el tránsito de los suntuosos
salones de duques condes y reyes, en obras de cuartetos de cuerdas y otros
conciertos, hacia la llegada de los grandes teatros aupada en buena medida por
la Revolución Francesa (1989) que trajo, como todo proceso político de vuelco social, los necesarios movimientos culturales emergentes. Una clase media marginada tuvo acceso a la
ópera que desde el siglo XVI venía mostrando nexos antiguos con el teatro
griego y demás obras innovadoras que requirieron de un mayor espacio de
escucha, de ritual, de espectáculo y de baile. Empresarios vieron el negocio al
albergar mayor cantidad de personas para la escucha musical en grandes
espacios.
HASTA
QUE LLEGÓ EL DISCO DE VINILO
Hasta
1948 cuando la empresa Columbia lo introduce en Estados Unidos (EEUU), ya
habían formas de reproducir la música en fonógrafos más rudimentarios y
precarios en expansión de sonido, pero es este disco el llamado a reproducirlo
a través de prototipos mucho más versátiles, sofisticados, expansivos de
incorporación automática, manual y desde las postrimerías del siglo XX, digital.
Este disco de vinilo venía en varios formatos de acuerdo a las revoluciones por minuto
de sus circunvalaciones al girar mecánicamente sobre el fonógrafo, a saber: 78,
45 y 33 y 1/2 revoluciones (r.p.m). Finalmente, el disco de 33 y 1/2 se impuso por sus mejores posibilidades de establecerse en durabilidad y mayor diámetro, permitiendo la inclusión de más piezas musicales. Las compañías disqueras lo
proveyeron de una carátula con una fotografía en primer plano de los artistas,
informaciones del repertorio y datos personales y técnicos.
Esa
carátula estaba destinada básicamente a exaltar el ego y la carrera de los artistas. Por lo
general se trataba de una fotografía llamativa personal o del grupo o un motivo relacionado y servía de
protección al vinilo con la finalidad de colección de melómanos y resguardo para
las empresas radiales cuyo destino era la promoción y difusión de los intérpretes. Muchas manifestaciones culturales siguieron evolucionando al llegar la década de los años 60 del siglo XX.
INSURGIERON
OTRAS CARÁTULAS
La
llegada de la psicodelia como arte expresivo de la llamada contra cultura de la
década de los años 60 del siglo XX abrió posibilidades de expresión más allá de la visión
egocentrista de los artistas que continuó como prioridad. La psicodelia permitía expresar formas abstractas
y concretas en un delirio entre subrealista, cinético y expresionista para producir
efectos semióticos y subliminales de estética transgresora de innovación nunca vista. Algunos grupos
musicales del género rock que apenas se desarrollaba, aprovecharon la
posibilidad de transformar las carátulas de sus obras musicales en espacios para la
expresión estética profunda. No pocos lograron una trascendente innovación.
Como en el caso de la literatura con los escritores, a muchas obras musicales
se les recuerda más por la carátula que por las melodías.
En
un costado del bulevar Bellas Artes, al frente de la Escuela Experimental
Venezuela, en Caracas, unos trabajadores informales venden discos de vinilo en
forma de LP (Larga Duración) la mayoría son de cantantes o grupos de
tradicional pose. Muy extraño ver allí esas carátulas artísticas que la
psicodelia promovió. ¿Son atesoradas discretamente? ¿Las valoran con pasión
histórica? Quizás.
A
continuación, exponemos doce de las carátulas más impactantes por su genio,
arte y expresividad cuya exposición hace dignidad a las piezas musicales
incluidas y a quienes las crearon. En orden decreciente las mostramos.
DOCE.
OSIBISA I
África
es la territorialidad incursora en las expresiones artísticas de la década de
los años 70 del siglo XX a través de la música rock. Recordemos los procesos de
lucha de sus pueblos contra el colonialismo europeo que nos acercó y hermanó a su cultura.
El grupo Osibisa fue un portento musical importante por la proximidad habida
con el rock y otros ritmos afines. En este su primer disco (1970) la genialidad de su carátula fue creada por el arquitecto inglés Roger Dean.
ONCE.
YES. CUENTOS PARA EL OCÉANO TOPOGRÁFICO
Roger
Dean, a quien llamaron el genio de las carátulas del rock, diseñó la de este
trabajo musical del grupo inglés Yes, cuyo atributo se adjudica a la génesis
del Rock Sinfónico, cualidad que no vemos. Más como pioneros creemos a los
también ingleses Deep Purple, Egg, Vanilla Fudge o King Crimson. Sin embargo,
la carátula es impactante por la inclusión de varios iconos pétreos de la Pacha
Mama.
DIEZ.
LO MEJOR DE EL HIJO DE AFRODITA
En
el año 1971 es editado este álbum que contenía las piezas musicales más resaltantes
de un grupo cuyo cantante Demis Roussou era considerado una de las voces más
afinadas y originales del momento. Además, su tecladista Vangelis Papatanasious
resultó ser uno de los más destacados mundialmente hablando. La carátula,
diseñada por este par de músicos, fue censurada en Venezuela por agentes del
gobierno de Rafael Caldera (1968-1973) tal y como muestra la imagen; atentando
perpetrado contra una obra maestra de la pintura renacentista de carácter
religioso, creada por el artista italiano Sandro Boticelli.
NUEVE.
KING CRIMSON. EN LA CORTE DEL REY CRIMSON
Para
el primer álbum del grupo King Crimson, el programador informático Barry Godber, -quien jamás volvió a hacer nada igual- inspirado en el significado de una de
las piezas intitulada “Hombre Esquizofrénico del siglo XXI”, dibujó un rostro espantoso a
lo largo de una carátula doble, cuyo impacto en nuestras percepciones quedó para
siempre. Este álbum tiene dos piezas de imposible olvido: “Yo hablo con el
viento” que cuenta con la flauta del genial Ian Mc Donald y “Epitafio” de
antológica interpretación por parte de Greg Lake, quien luego haría historia en
el grupo Emerson Lake y Palmer. Los líderes del grupo King Crimson: Robert Fripp y Peter Siendfield concibieron ese rostro donde Godber intentó dibujar hace medio siglo al desesperado
hombre de hoy.
OCHO.
KING CRIMSON. LIZARD
Tal
vez ésta sea una de las carátulas más bellas y complejas de los discos de rock.
Se trata de cuadros medioevales referidos a la historia pastoril de la princesa Ruperta
en la corte del rey Crimson. En uno de los cuadros aparecen los miembros de The
Beatles caricaturizados. La búsqueda persa en las letras es innegable, como homenaje a los cuentos de Las Mil y una Noches. Hay un barroco jazzístico engalanando la genialidad armónica de
la obra. Desde la canción “Cirkus” hasta la bella pieza “La dama danzando en el agua” hay
una búsqueda con un pasado que nos hacen comprender con sensibilidad. La pieza
“La Princesa Ruperta” fusionada en partes, (tal y como anticiparon The Beatles en el album Abby
Round) es considerada uno de los grandes clásicos del género. Fue cantada por Jon Anderson con 16 años de edad, quien luego sería el cantante
del grupo Yes hasta su extinción. Esta genial portada fue elaborada
por el artista inglés Gini Barris.
SIETE.
WOODSTOCK I
Jamás podremos olvidar esta carátula porque nos hizo imaginar a más de un cuarto de millón de jóvenes reunidos para disfrutar la música y la vida. La grabación nos haría sentir que estuvimos allí de cuerrpo presente, cada vez que quisiéramos. Quizás por vez primera se
incluían tres discos en un volumen de la música más estremecedora de los años 60. No eran los grupos más notorios del momento, pero hicieron
historia en el Festival. Es imposible olvidar a Santana, Ten Years After, The Who y Joe Cocker
como la cuarteta que forjó el disco e inmortalizó la película. Buscando entre
varios flashes una fotografía llamativa, en aquella fabulosa locura, Burk Uzzle
se encontró con este momento donde integró el colectivo reunido en aquella hacienda con el abrazo de una pareja que significaba la sensualidad prohibida y esa unidad de juventud irrepetible. La pareja eran Nick
y Bobbi Ercoline quienes se conocieron en el Festival y hasta el sol de hoy siguen juntos en matrimonio.
SEIS.
SANTANA 1968
Hay
mucho qué agradecer musical y culturalmente al músico mexicano Carlos
Santana. Escojamos una sintetizada: logró fusionar expresiones de la música
africana, con nuestro naciente género Salsa, el rock y el supremo género jazz.
De hecho, es fundador del latin rock. Piezas como “Jingo”, “Diabólicamente” y
“Soul Sacrifice” son de las inmortales en este volumen. El diseño y dibujo de
la carátula -de firme carácter expresionista- fusiona a un hombre o mujer
africano de cuerpo entero en los rasgos de la cabeza de un león. La idea es que
son uno mismo. Con altísima magia, la composición reapropia al más poderoso de
los felinos con la cultura del África negra, animal cuyo símbolo ha sido robado
por las culturas europeas (Inglaterra). Esta carátula del artista
estadounidense Lee Conklin nos hizo más africanos.
CINCO.
EMERSON LAKE Y PALMER: BRIAN SALAD SURGERY
Ya
el trío inglés compuesto por Keith Emerson, Greg Lake y Carl Palmer (tal y como
los nombraba el disyocky Ivan Losher) ya existía en nuestro acervo y cada vez esperábamos
más de sus expresiones artísticas. Vinieron entonces con este álbum, colmando así
las exigencias de quienes aún nos aferrábamos a una música que ya daba
indicios de despedida: “Ensalada de Cerebros Sugerencia”. Y el célebre
diseñador suizo Hans Ruedi Giger elabora una de las cartas culinarias más
geniales de la historia del rock y de la música. Un diseño subrealista de dos
solapas, con un personaje mortuorio en el centro como símbolo de la modernidad destructiva y al abrirlas nos encontramos con un rostro de profunda espiritualidad que llama a degustar la
ensalada de cerebros llevada en la armazón musical. El asombroso visual se queda corto. Para nosotros, se trata del último gran trabajo de esta agrupación.
CUATRO. PINK FLOYD. DARK SIDE OF
THE MOON
Por
muchas razones y sentimientos éste es uno de los grupos más queridos de los
aficionados al Rock. Perdieron a su genial Sid Barret apenas comenzando sus
carreras debido a una enfermedad mental. Lograron ensamblar un blues espacial
lleno de integraciones con otros géneros del rock y del jazz que los hace
originales. Además -para colmo de bienes- editaron este álbum el 1° de marzo de
1973: “El lado oscuro de la luna”. De este trabajo se ha dicho de todo lo bueno
de la música, aunque no se ha dicho que es producto de un enlace cósmico.
También hay aquí un performance que homenajea el lado B de Abby Round de The
Beatles ¡Y de qué manera! Es importante decir que buena parte de las creaciones
de esta obra maestra se le debe al bajista Roger Waters, hombre político
consciente, antineoliberal y aliado de la revolución bolivariana. La carátula
diseñada por Storm Thorgerson es un prisma flotando en el cosmos que despide
colores al recibir un rayo de luz. Se trata de la simbología del duende del
arte adviniendo al prisma humano y su posterior derroche de colores creativos.
¡Inmortal!
TRES.
LED ZEPPELIN IV.
Ya
amábamos “al zeppelín” (como le llamábamos en esquinas, tugurios, bonches,
disqueras, escuchas de radio) cuando nos llegó este álbum sorpresivo. Blusista
como siempre era su línea sinfónica, con un rocanrol legendario de agregado,
bailado a rabiar en los encuentros. Y venía una pieza extraña por el tránsito
armónico posesa. ¿Qué es esto me pregunté? Escuchamos su flauta inicial como un
llamado neblinoso, su guitarra ya sospechosa de icónica, la voz de un
inusualmente narrativo, dramático Robert en la medida del avance rudo de la pieza se tornaba desafiante. Metódico movía las baquetas Bohnam como practicando, no era un
blues, ni una balada, ni un rythm and blues, ni un jazz: ¿Qué era? Se trataba de
la gran fusión de toda la historia del Rock: la obra suprema “Escaleras al
Cielo”. En la carátula diseñada por el arquitecto inglés Barrinton Colby, hay
un viejo de mirada enjuta que carga un haz de leña en la espalda. Al fondo hay
un campo extenso por trabajar. Símbolo del esfuerzo humano. El dibujo está
enmarcado en cañuela sobre una pared tapizada que se desconcha por la
antigüedad, la desidia, la vejez: ¿Es tuyo o es mío o es nuestro?
DOS.
SANTANA ABRAXAS. III.
La
carátula de este álbum de origen llamado "Abraxas" es tan significativa como su música: tal para cual. Aquí
viene incluido el gran bolero del Rock: “Samba pá’ti” y esta obra inmortaliza todo el
disco. Sin embargo, en la carátula se representa a la inmaculada virgen María
siendo anunciada por un ángel de que será la madre de Jesús; aunque hay dos detalles,
a saber, María es negra y está completamente desnuda. Esto ocasionó que
la carátula fuese censurada por el susodicho gobierno de Caldera en 1971, hasta la
sustitución por otra completamente distinta y su nombre cambiado a “Santana
III”. Quienes logramos obtener las originales las atesoramos como reliquias. En
la carátula, pintura del artista inglés Mati Klarwein, la virgen negra tiene
sobre el pubis una paloma blanca. De allí otra de las piezas emblemáticas de la obra: “Mágica mujer negra”.
UNO.
THE BEATLES. LA BANDA DE LOS CORAZONES SOLITARIOS DEL SARGENTO PIMIENTA.
Hay un sepelio en la carátula. Se trata del sepelio de una época que entristece a unos The Beatles formales colocados a un lado. Hay otros al frente The Beatles que tienen rostros moderados, sobrios y visten de manera psicodélica. Detrás están símbolos de la política, farándula y el deporte mundial. Hay elementos históricos, perennes y premonitorios. Cada quien debe buscarlos en su percepción. El ego del artista se rompe al haber dos pares de The Beatles. La música de este disco cambió el curso de lo realizado y marcaría las pautas de lo que aún hoy se hace. La psicodelia del diseñador inglés Peter Blake no hizo jamás una carátula tan genial para un disco.
Esta música acompañó mi formación política. El atesoramiento de estos discos fue acompañado por colecciones de libros como La Madre de Maxim Gorki, el diario del Che Guevara, Mi Vida de L. Trosky, la revista Reventón, el periódico Semillero. Todas estas carátulas las dejé regadas en sitios de mi vida de andariego. Llevan mi nombre escrito en algún lado.
muy bueno!
ResponderEliminarPor Dios que paseo por una época y música que sacudió y sacude al mundo, diría Alfredo Escalante, gracias Oscar por ese trayecto de vida que compartimos a distancia pero unidos por lo cósmico y lo cultural, una de mis favoritas Jethro Tull Aqualung, genialidades y locuras de Ian Anderson , lástima no poder anexar la imagen, es una caratula doble con personajes típicos de la pobreza de la Inglaterra del siglo XVIII, aparentemente, goza de una secuencia en sus tres lados, portada, centro y contraportada, exquisito LP e interesante y reflexiva caratula...
ResponderEliminarExtraordinario, cuanta información, me hubiera gustado que hablara sobre los discos de la canción protesta en América Latina.
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