jueves, 30 de septiembre de 2021

¿YA MI PAPÁ LLEGÓ CON “LA NOTICIA”?

 





 

En los 80 años del diario Últimas Noticias –cariñosamente llamada por mi familia: La Noticia- y en el recordatorio de quienes forjaron su presencia, su constancia y su leyenda.

 

Cada mañana se nos informa de las novedades de toda la tierra. Y sin embargo somos notablemente pobres en historias extraordinarias. Ello proviene de que ya no se nos distribuye ninguna novedad sin acompañarla de explicaciones. Con otras palabras, ya casi nada de lo que acaece conviene a la narración, sino que todo es propio de una información.

WALTER BENJAMIN 

 

  

Si rabiaba cuando me despertaba los sábados a las cinco de la madrugada sin que nadie me estuviera tumbando de la cama para ir a la escuela y deseaba dormir hasta después de la diana del Cuartel Urdaneta esperando –entre sueños con la niña mexicana Chachita y balbuceos de adoración a la jovencita estadounidense Shirley Temple y sus cuentos de hadas- que mi Mamá hubiese colocado su montañita de arepas en el centro de la mesa, cubierta con un aséptico trapito blanco, tibio del vaporoso maíz amasado, labrado y horneado por sus manos hacendosas; igualmente los domingos me causaban ciertas delicias oníricas pasarme un poco de hora y esperar la aparición de mi Papá en el recibo del apartamento leyendo La Noticia, sentado por casi una hora en el mueble rojo con las piernas cruzadas, mientras daba concentrada lectura a su periódico favorito. 

Competía con mis hermanas por ser el primero en acercarme muy poco a poco, imperceptiblemente, hasta su sagrada posición y recibir -como adivinado- el Suplemento de comiquitas oculto en uno de los bordes del asiento. “Esto es lo único que les gusta a ustedes” –decía siempre mi Papá sacándolo con la seriedad de un mago de salón. Cuando me retrasaba al levantarme, debía esperar las risotadas de mis hermanas frente a Lorenzo y Pepita, Trucutú, Henry, El Capitán y los cebollitas, Popeye el marino, Lalo y Lola; y a veces (pocas) soportar el abuso mientras contaban a mi Mamá las incidencias leídas y yo me conformaba luego con observar un refrito. Estos muñequitos calcados en principio sobre las hojas de un cuaderno “Caribe” y luego hechos a mano alzada en cualquier lado, contribuyeron con mi afición al dibujo.

El primer ejemplo de acción lectora lo constituyó mi Papá. Cuando llegaba del quiosco luego de subir los ocho pisos en el ascensor, entraba directo al mueble y se sentaba a placer, mirando la portada a la distancia y la contraportada más de cerca con rápido detenimiento diciendo en su idioma guaro campesino: “Vamos a leer estas mentiras”. Luego iba página por página deteniendo su atención en lo que le interesaba. Cada tanto decía a mi Mamá: “Oye Carmen, tal y tal cosa”. Cuando encontraba alguna información referida a la infancia, la educación o las preocupaciones sociales se dirigía a nosotros, nos leía un fragmento y luego soltaba su interpretación poblada de consejos. Escéptico de las religiones criticaba fuertemente las informaciones eclesiales, ni reparaba en las páginas sociales, reía con sorna de la farándula, aunque llegó a hablar muy bien de la Gafa Pucha, leía sobre béisbol, buscaba con avidez escritos acerca de la clase obrera, los partidos políticos y los hechos internacionales. Cierta vez comentó en voz alta acerca de que “en el año 1970 el hombre llegará a la luna” y sentenció: “Cuando eso llegue ya tendré dos metros de tierra encima”: aquellos pequeños hijos temblamos. Realmente mi Papá enterró a ese alunizaje anunciado y por varios años. Podía pasar hasta una hora hojeándola al punto de lanzarla en el mueble y decir: “Esa Noticia no trajo nada, es pura propaganda”.

Hubo veces en que la pasábamos por alto y después la andábamos buscando como a esas comidas acostumbradas que pasadas de horario se convierten en anheladas chucherías. También sucedía que resonaba algo importante en el boca-oreja barrial y nos lucíamos diciendo: “Eso salió en La Noticia”. Me tocó compaginarla luego de haber sido desperdigada o utilizada en diversos menesteres; o leerla en el piso, utilizada como coleto, atraído por cualquiera de sus titulares. En ciertos momentos escuché a mi Mamá advertir: “Cuidado con La Noticia que tu Papá no la ha leído”. Con La Noticia entrené mi lectura y le di inicio al arte fascinante de la hermenéutica, ¡eso sí! sin abandonar en ningún momento el Suplemento de comiquitas del cual conservo la maña militante de leer primero.

Sucedía que los días de semana mi Papá la traía del trabajo por las tardes doblada por la mitad y lo que para cualquiera eran refritos, para mí eran novedades. Los tiempos de la infancia son sólo dos: mañana y noche porque un niño jamás querrá que llegue la noche y estirará la mañana lo más que pueda, como una goma de chicle. Me vio al llegar, cuando aún no había anochecido, con la tarea en la punta del lápiz y me la puso en las manos como si trajera algo de mi interés: me fui con el tabloide hasta el cuarto y una vez sobre la cama caí sobre la portada para siempre. Lo que en principio era la fotografía de un monstruo deforme, significaba el cadáver de un profesor universitario encontrado por pescadores a orillas de una playa llamada Lechería. Mi primer pensamiento fue que el mar lo había devuelto.

No tenía en mi memoria antecedente alguno de haber leído una información como aquella. Buen lector a corta edad, leí tal calamidad varias veces, grabándome sus pormenores. La mente se me llenó de preguntas, de interrogantes estallando en mis células, de problematizaciones encadenadas a la vida de un hombre llamado Alberto Lovera. No entendiendo de política me sentí político por vez primera. Fui más allá de jugar con las Lima Morales a las elecciones de 1963 utilizando las tarjetas de los partidos, traídas por nuestros padres luego de haber votado, hasta traspasar la barrera de un suceso demoledor, necesitado de ser pensado y terriblemente atesorado, vuelto secreto incomprensible por el espíritu de niño que era yo.

Aquel día La Noticia fue futuro en el camino por encontrar, porvenir de conciencia, centro de una espiral a través de la cual navegaría en el barco de la formación, de los círculos de estudio, de la historia perseguida que debe vestirse de silencio para no morir de olvido y volver. Y Lovera volvió en aquella Noticia cuando escuché la canción de Alí Primera dedicada a vengar su muerte; volvió cuando el profesor Saenz Mérida nos confesó que se publicó a Lovera como profesor universitario para tratar de salvar su vida luego de haber desaparecido; volvió cuando la muñequera Zobeyda Jiménez me maravilló con su desembarque de un autobús en Lecherías, haciendo carrusel con su muñeca Eusebia y varios de sus hijos para rendir homenaje al militante comunista Alberto Lovera, asesinado por la represión puntofijista. Volvió aquella lectura haciéndose memoria eterna.

Me encontraría a Tortugón en el Metro, tratando de asimilar la eliminación del Suplemento Cultural de La Noticia, papel de divulgación del pensamiento mundial que fuera órgano de formación intelectual y política para muchos de nosotros y nosotras. A diálogo indignado criticamos al director sustituto del inolvidable Nelson Luis Martínez y nos reconocimos coleccionistas hemerográficos de aquellos tesoros brillando en las ramas del saber, el arte y la cultura acompañantes de La Noticia, cuyo lema era: “El Diario del Pueblo”.

Aún suelo despertar y ver al Mago Péirel en la puerta del cuarto en el apartamento de Las Lomas con el aviso en el rostro:

-¿Ya mi Papá llegó con “La Noticia”?- le preguntaba.

Y asentía alegre, dando pequeños saltos y vaivenes, con sus ensalivadas manos juntas, triunfando sobre los efectos de la meningitis. Aún nos gustan las comiquitas.

 


6 comentarios:

  1. Gracias Prof. Oscar. Leyendo sus anegdotas me voy a mi infancia y me refugio en mis pensamientos. Ellos viajan con sus notas cual sonidos de los pájaros cuando va a llover. Bello mi Prof. ❤️🇻🇪❤️

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  2. Hola, que relato tan propio de las familias de los años 70, 80 y 90, que tenían como tradición comprar y leer el periódico sobre todo los domingos, cómo en mi casa, papá iba temprano a comprar pan, leche y los periódicos, no solo la noticia, el universal también, recorde hablar a mi padre de esas comiquitas que usted también disfruto, no pude dejar de reírme pues muchas veces también me detuve a leer un titular interesante cuando ya era utilizado como alfombra, las revistas eran las favoritas de mamá, en fin, gracias por contarnos quien lo cautivo en este mundo de las palabras.

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  3. Gracias Guarida por este recorrido, el cual me remontó a mis domingos en la tardes petareñas con mi abuela, los cuales después de leerlos, puedo sentirlos y olerlos... Como era costumbre, al llegar de misa todos los periódicos estaban en la mesa organizados, recuerdo la ansiedad por tener acceso al suplemento el cual los niños no teníamos acceso hasta que los adultos hubieran leído "la prensa"...

    Leer las comiquitas era el primer acercamiento a la noticia, en la medida que ibas creciendo incurcionabas en la farándula, el deporte y era otro nivel, que te dejaran resolver el crucigrama, eso indicaba que oficialmente habías crecido... Recuerdo como rondabamos la mesa ya cuando la prensa la habían leído todos hasta obtener las comiquitas y la revista Dominical...

    Veo claramente a mi abuela sentada con sus lentes y la prensa extendida en la mes, disfrutando de su domingo tranquilo, sin cocinar,descansando, luego del periodico vendría "la película del domingo"

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  4. Siempre agradecida hermanito de tus escritos y tus letras, que nos traslada en estos viajes sanadores del agotamiento, nos lleva con ternura hacia nuestras casas, nuestros hogares, viajamos contigo en el tiempo hacia nuestra infancia y una vez instalados en esos lugares, vemos, olemos, escuchamos, de vuelta a nuestros viejos, nuestras viejas, nuestra familia y su manera maravillosa de conducirnos siempre a favor de la unión y la convivencia familiar, y viaje sabroso por el camino de la lectura. Leerte es muy gratificante, nos trasladas a un viaje hermoso por nuestro andar en aquellos apartamentos en las Lomas de Urdaneta, la diana del cuartel, entre tantas cosas valiosas de nuestra infancia en ese lugar... Es retomar bocanadas de amor y cariño, es re+vivir. ¡Hermano, Muchísimas Gracias!

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  5. Como siempre un gran gusto leerlo.
    Trágico que su despertar político de ese niño que usted era,fuera con la noticia de la vileza del sistema con un disidente.

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  6. Extraordinario relato de vivencias acumuladas; lo felicito, compañero y amigo. Buen día.
    Franklin.

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