En
una de sus ediciones de aniversario en este siglo XXI, el diario Ultimas
Noticias dedicó su ejemplar especial al tema de las creencias religiosas. Entrevistaron
a una gama de personajes públicos, desde políticos hasta artistas de la
farándula, pasando por chavistas, opositores, deportistas, chef de cocina,
científicos, psiquiatras, periodistas. Sorprendente fue el resultado. En este
país hasta el más ateo cree en alguna cosa mágica o religiosa. Aquí cualquiera lleva
un amuleto en la cartera para invocar a un santo legal católico o subterráneo
shamánico cuando la realidad se le pone chiquitica.
La
pluriculturalidad nuestra da para todo. Quienes reconocemos la creciente
democratización de la sociedad venezolana, igual debemos reconocer el mismo efecto
democrático en las creencias religiosas, místicas, espirituales y ocultas. El
calendario festivo tiene tantos diablos danzantes como goces de la
espiritualidad cultural asistimos. Tantos diablos tenemos que la extranjera
fiesta del Halloween queda como un coroto de bisuterías ridículas. En las
escuelas, liceos y hasta en ciertas universidades se promueven y distribuyen,
no siempre como sanas herencias culturales, todo tipo de influencias misteriosas
que remedan al espiritismo y buscan empañar la genuidad cultural.
Sin
embargo, creer también puede ser un ejercicio de libertad. Se cree en lo que a uno
le da la gana. “El miedo es libre” dijo un político de este país hace algunos
años y además es un sentimiento viseral porque para asustarse no hace falta
sino buscarse un buen fantasma y apretar los esfínteres. Aunque a través del
cine y el internet nos envían un sinfín de mitos urbanos desde las principales
ciudades del Norte, a países como Venezuela no les hace falta un monstruo como
Freddy Kruger para asustarse. Los fantasmas y brujas de Venezuela también
tienen su historia y género. Hay algunos que sobreviven en el imaginario de la
gente y sus anécdotas sirven de amena conversación tanto en bautizos como en
velorios. Demos un breve paseo por esos territorios fantasmales donde hubo
alguien que vivió y por múltiples razones la gente cree que sigue rondando por
ahí.
EL
TIRANO AGUIRRE
LOPE DE AGUIRRE |
NUESTRAS
PROPIAS BRUJAS Y DUENDES
Se
dice que nuestras brujas deben maldecir la sal e invocar al demonio para lograr
su transformación en animal volador. No requieren de escobas (mucho menos hoy que
están algo caras). Dicen que salen luego de la media noche a husmear las
ventanas y techos de las casas. Buscan chismes, ver los actos sexuales y echar
maleficios. En los campos se les invoca para promover el mal. Son escasas en
las ciudades debido al cableado de los postes de la electricidad. Quienes las
rechazan, utilizan una tijera amarrada en cruz y una prenda íntima sucia para
atraparlas en pleno vuelo. Al caer les dan una paliza y les dicen que al día
siguiente vayan por sal a la casa agredida. Se presentan con las marcas de los
golpes y los agraviados les echan la sal en el rostro.
De
los duendes se habla que son espíritus masculinos de las montañas de donde bajan
a los pueblos y ciudades para perturbar la vida humana. Por lo general son
burlones, feos, altamente pulcros y enamoradizos. Cuando se amañan en una casa,
mueven los trastos sin fregar, tumban los libros de las bibliotecas y vacían
los roperos. Pueden ser muy malvados con niños y niñas al no dejarlos comer. Se
les espanta con la basura y en la mesa de comer odian el pan mohoso. Los
vecinos del estado Mérida dan cuenta de una raza de duendes de las aguas
llamados “Momoy” que son benefactores, cariñosos y sabios aunque se dice que
secuestran doncellas de quince años.
Las
noches de la colonia produjeron a “La Sayona”, especie de damisela esbelta de
cuerpo que salía en caminos de escasa luz a hombres mujeriegos. Durante una
hora, era perseguida por la víctima con su risita sensual y larga cabellera. Al
llegar a un camino en cruz le mostraba su cara demoníaca y el incauto caía
privado hasta por un mes, sin que médico ni remedio lograra reanimarlo. En
cambio “La Llorona” es un grito ubicuo de mujer que se escucha con las doce
horas nocturnas. Testigos dicen: “cuando se oye lejos es porque está cerca y
viceversa”. Desanda los caminos hasta la eternidad porque asesinó a sus propios
hijos al celar a un amante.
La leyenda
de “El Silbón” es popular en los llanos venezolanos. Refiere a un hombre asesinado
por un compadre a quien traicionó y su espíritu fue condenado a producir un
sonido silboso repetido como un eco en las grandes sabanas. No tiene hora para
producirse. Hay silbones que son sopladores y echan aire en el rostro de las
víctimas.
Todos
estos fantasmas han servido para atemorizar o divertir y para la producción de algunas
teleseries entretenidas. Sin embargo, también han sido literatura para cierta
edad en que el misterio, lo sobrenatural, lo desconocido y oculto salpican el
alma. Es tan cierto que los fantasmas se fueron con la llegada de la luz
eléctrica, porque suelen salir en las historias de la familia cuando se va la
luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.