«Y ahora, camaradas de la Revolución
Bolivariana, para esperar al comandante Presidente que viene de Rusia, los
invito a menear el culito con este reggetón».
El Chino Martínez
LENIN |
En Venezuela y el resto de países del mundo se habla en
este siglo XXI, con mucha insistencia, de la baja calidad de la educación. Los
últimos tratados y acuerdos regionales y mundiales apuntan a dirigir sus metas
y sentidos al desarrollo de una educación de calidad y a elevar este renglón. Cuando
estas intenciones se revelan y profundizan es bueno decir que se refieren a la
educación con fines académicos. Como ya sabemos, este tipo de educación
responde a mallas curriculares diseñadas por expertos de cada país y se imparten
desde acciones pedagógicas docentes en instituciones hacia los distintos niveles.
Esta educación tan igual que cualquier otra intención educativa social es
profundamente política, jamás es neutra porque su concepción e intención
curricular responde a intereses de las clases que la promueven.
Este tipo de educación encerrada en paredes de escuelas,
liceos y universidades ha sufrido un evidente y pronunciado descentramiento de
sus fines educativos. Ya no son estas instituciones y sus directivas lo que
fueron como centro de la producción de conocimiento (tan igual como el libro) y
perdieron esta centralidad porque otras alternativas han surgido para ocupar
espacios importantes como mediadores centrales de los procesos de aprendizaje:
los medios audiovisuales son un ejemplo de estos nuevos centros del saber. Este
debilitamiento de la institución académica como centro de los procesos del
conocimiento ha ocasionado en todo el mundo que las reproducciones educativas, para
refrendar los procesos de dominación hegemónica en otros espacios de
conocimiento, se tornen un tanto diferenciadas de los procesos escolares que por
lo general han sido marcadamente autoritarios. Sin embargo, aunque los procesos
escolásticos continúan permeando los procesos de toda la educación, por el
enraizado poder que aún cobran en las sociedades, el descentramiento educativo
referido es una de las causas por las cuales se ha presentado la fuerte crisis
en las instituciones educativas que inciden en lo que llamamos calidad. Esta
crisis siempre la supo armonizar la educación ejercida desde la participación
política en la cual hay un decurso que pudiéramos llamar hasta glorioso.
LA
HISTORIA DE LAS OTRAS EDUCACIONES
JURAMENTO DEL MONDE SACRO |
Por fortuna hay establecidas importantes diferencias
entre la educación académica (aun teniendo o generando políticas) y lo que
llamamos EDUCACIÓN POLÍTICA que en realidad son otras educaciones por la
diversidad intencional que ésta despliega. La central y marcada diferencia que
podemos señalar entre estas dos dimensiones educativas estriba en el tipo de
incidencia que ambas tienen hacia los sujetos y sujetas que la reciben. La
educación académica es un trayecto planificado por el tipo de estado que
gobierna y tiende a la reproducción de los intereses de quienes la promueven,
diseñan y ejecutan; tiene una fuerte influencia de conocimientos generalizados,
masificadores y homogenizantes y produce ascensión y consolidación social
porque a través de ésta se busca un título.
La educación política (o educaciones) es una dimensión
mucho más compleja que se despliega por intereses diversos y muchas veces
distanciados de los fines de la educación académica (así reproduzca algunos de
sus métodos) teniendo como fines el fortalecimiento de las ideas y
conocimientos de manera más personalizada en torno al ejercicio de la
ciudadanía, la asimilación y comprensión de los cambios y transformaciones de la
sociedad, la incidencia en la toma de decisiones sociales a través del
ejercicio de los poderes públicos, la militancia o participación militante en
organizaciones de diversa índole ideológica y contextual, desde un partido
político a un centro cultural. Esta dimensión educativa es intencionada por las
ideologías y coloca a los individuos en diferentes aceras de la sociedad.
Como un hecho muy significativo podemos señalar que la
crisis, extravío y merma de la calidad de la educación académica que hoy se denuncia
ha estado presente en un mismo sentido en la educación política y así parece
haber sido en el pasado. La época más encantadora de la educación académica que
marca el período llamado de la modernidad, en
donde pudiéramos tomar como parámetro de su declive al llamado Mayo Francés del
año 1968 fue acompañado de esfuerzos tremendamente cualitativos en la Educación
Política. Todos los procesos habidos luego de la Revolución Francesa y
posteriores movimientos influenciados por su estallido que incluye nuestras luchas
independentistas, la insurgencia del pensamiento de Marx y Engels desde la
práctica de la Liga de los Justos y todas las revoluciones influenciadas por
estos hechos fueron acompañadas de procesos de formación política
extraordinarios de una calidad educativa estupenda que en no pocos casos superó
las expectativas académicas. Hubo incontables personas que se formaron en el
fragor de la educación política marcada por la participación de la calle en
organizaciones alternativas insurgentes que nada tenían que envidiar al obtenido
a través del proceso académico, incluso en la mayoría de los casos se
complementaban ambas experiencias de conocimiento y aprendizaje. Aunque se
produjo por mecanismos discrecionales de los currículos autoritarios la discriminación
y exclusión hacia las comunidades populares, sin embargo, sobre todo en las
últimas dos décadas del siglo XX, la educación política habida en la calle llegó
a superar a la encontrada en las mallas curriculares institucionales.
Hubo una dialéctica que creció desde un principio de
estos procesos entre la educación encerrada en las instituciones y la educación
de la militancia política que se desarrollaba en la práctica ciudadana y aquí el
partido político (sobre todo el ideado por el dirigente soviético Lenin) tuvo decidida influencia en esta
cualificación. Ser militante de un partido político, sobre todo durante el
trayecto del siglo XX que llega hasta finales de la década de los años 60, aunque
no se tuviera un grado académico, era de gran prestigio personal y social
porque era sinónimo de ser una persona estudiosa, sabia y con sólidos aprendizajes
y valores; sobre todo si se era militante del partido comunista o de las
organizaciones anarquistas. ¿Por qué hoy la realidad es diferente?
¿QUÉ
LES PASO A ESTOS TIPOS?
“Somos comunistas formados a retazos.”
El Viejo Polo
QUINO |
Mientras la bella periodista Isbelia (Ruddy Rodríguez), personaje del filme «Amaneció de Golpe» (Azpúrua, 1998),
indagaba acerca del Sacudón del 27 de Febrero 89 mirando un video en el televisor
de su casa, recibió dos terribles sorpresas a un mismo momento: la primera es
que su marido Miguel (Daniel Lugo) le
confesó que la estaba dejando por otra mujer y la segunda es que estalló la
rebelión militar del 4 de Febrero 92 y ellos vivían cerca de un fortín militar.
En una breve tregua del tiroteo que los rodeaba, ella le pregunta cuál es el
motivo de su decisión y él responde con vaguedad palabras como fastidio, cansancio por el trabajo social que
ella realizaba como periodista. Isbelia lo mira sorprendida y le replica
con una interrogante sentenciosa: “¿Coño
Miguel, qué carajo te pasó?”.
Esta interrogante es un buen punto de partida para
analizar lo que ha sucedido con ambas dimensiones sobre todo con la educación
política. La película de Azpúrua plantea de manera pertinente, desde un hecho
concreto, la debacle de la formación política de varias generaciones. Mientras
Isbelia rasguña a la realidad algo de formación política en lo sucedido durante
el Sacudón para explicarse la realidad, su marido hace largo rato colgó los
guantes de lucha social y se entregó a la costumbre y al tedio. En la misma
película el adeco Anibal (Héctor
Mayerston) se hallaba en una de sus tantas borracheras cuando escuchó las
primeras bombas y así se encontraban en Venezuela muchos militantes de los
partidos que chupaban de la cuarta república cuando los sorprenden los cambios
y transformaciones que hoy desplegamos como pueblo con fuerza socio política
impresionante. Había entonces en la realidad venezolana, una clase política
carcomida por el ejercicio demagógico que andaba de pea en pea, criticada con
riesgosa terquedad por militantes de un tejido social organizativo inusual,
alternativo y diverso en donde se pulsaba por los cambios y transformaciones desde
abajo, siendo bases, tratando de ser pueblo (donde la gente se educaba en lo
político como vaya viniendo) y por
último había gente, mucha de clase media, andando en su cotidianidad alienada
por el largo trayecto cuartarepublicano
que ofrecía, mucho más que hoy, profundas grietas éticas. ¿Qué sucesos
mediaron entre aquella moderna historia de brillantez política y este tétrico
pasado que se hace reciente e inmediato?
Los complejos procesos habidos en las luchas por la
democracia a todo lo largo de las décadas de los años 50 y 60, luego de la derrota del fascismo alemán
durante la segunda guerra mundial (1945), que trajeron el enfrentamiento de los
pueblos y sus organizaciones socialdemócratas y radicales (muchas de tendencia
burguesa) contra dictaduras militares y todo tipo de saboteos perversos, trajeron
como consecuencia estupendas victorias de sentida y táctica relevancia, pero
junto a éstas ocurrieron hondas y devastadoras derrotas en el orden estratégico
que golpearon el movimiento popular mundial. A pesar de las derrotas
continentales insurgentes de los años 60 del siglo XX, la victoria y
mantenimiento de la Revolución Cubana (1959) es de notoria y grata relevancia
estratégica que ha mantenido (con sus reflujos) un afán por la educación
política de muchos grupos y personas, sin embargo, cuatro graves derrotas del
movimiento político libertario afectaron decisivamente la educación política del
campo radical y el visible fortalecimiento de las luchas sociales con aliento
transformador; fueron en orden de aparición: 1º el asesinato del comandante Che
Guevara (1967); 2º el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular (UP) en
Chile(1973); 3º la derrota electoral del sandinismo en Nicaragua (1989) y 4º la
desaparición de la Unión Soviética: URSS (1991). Consagrando la brevedad, el Che
significó un paradigma moral de alta factura para las luchas radicales, el gobierno
de la UP representó una esperanza por ser una vía electoral hacia el
socialismo, la revolución nicaragüense fue
el ejemplo político a seguir por generaciones advenedizas; y con el fin de la
URSS, luego de más de 74 años, se derrumbaba un importante contrapeso frente al
capitalismo en el mundo. Estas graves condiciones, aunadas a la pérdida de
prestigio del partido político y al ocaso de la militancia orgánica de los
comunistas como referencias únicas de lucha, sumados a la ofensiva de las
políticas neoliberales de los agentes del capitalismo en todos los países, afectaron
la militancia radical en todo el planeta. La desmoralización, postración, postergación,
confusión cundió en militantes de muchas organizaciones tradicionales y grupos que
surgían. Quienes defendían las vías políticas formales e institucionales (como
los adecos y sus acólitos en Venezuela), a pesar de su inmoralidad,
aprovecharon la oportunidad para desalentar, confundir, tarifar y desmoralizar
a quienes entonces se hallaron sin asidero político. Muchos cayeron en la trampa,
pocos grupos y organizaciones mantuvieron la moral revolucionaria y popular.
ENTRE
LA VIGENCIA DEL LLAMADO DE PIO TAMAYO Y LA ENTROPÍA POPULAR
"EL CHE" DE RICARDO CARPANI |
Recordemos que en aquellos carnavales de 1928 en Caracas,
un tocuyano de nombre Pio Tamayo (mil veces traicionado en estos días), durante
la coronación de la reina de los estudiantes llamó —en bella metáfora— a salir
a las calles para buscar a su novia perdida llamada Libertad. Hoy pareciera que la Revolución es
aquella novia de Pio Tamayo que anda suelta por las calles —desatada y
maravillada— junto a un pueblo en plena participación y lucha; pero quienes
parecen no verla son los “dirigentes del proceso” que andan ciegos y faltos de
educación política debido a las incidencias ya descritas. Esta situación queda evidenciada
cuando vemos que de las instituciones parece no haber mucho interés en promover
un proceso de educación política integral y orgánica que vincule los esfuerzos
de las organizaciones autónomas del tejido social con la complejidad política
que genera el proceso junto al Presidente Chávez como genuino líder.
Un PSUV, como real heredero de Acción Democrática,
hundido en un marasmo pragmático que los embrutece políticamente en la subordinación
y en la peor interpretación del centralismo democrático, una institución
cultural sumida en el efectismo y los espectáculos donde han entrado por la
puerta grande los camaleones del reggetón con los cuales la música nuestra junto
a todas las manifestaciones populares son traicionadas, un poder ejecutivo donde
hay muchas cabezas pensantes y corazones sensibles que se encuentran ocultos y
atrapados en la pastosidad de funciones, una política de medios públicos ausente
de directrices hondas y analíticas, donde por el contrario se subestima al
enemigo histórico haciéndole el juego con ridiculeces, escatologías, galimatías,
estupideces, que contribuyen a un muy peligroso proceso de banalización del acto político que sólo conviene a futuro a los sectores fascistas de la llamada oposición, son éstos centrales
escenarios las trabas para el dimensionamiento de un trayecto de educación
política que allane los anhelos revolucionarios del pueblo que somos.
¿Cuáles pudieran ser las dimensiones de este despliegue
de educación política que fortalezca a la revolución y al pueblo en unidad? Nombraremos
sólo tres que como pueblo siempre hemos practicado con mucha dificultad pero
con calidad, a saber: 1º Resignificar
la categoría pueblo al participar
como tal. Con esto se deja de pensar (fragmentadamente y hasta perversamente)
que “el pueblo no está preparado para las transformaciones”, sino por el
contrario participamos como el sujeto pueblo que está preparado desde ayer
porque tenemos historia, no estamos en esto desde el 4-F sino desde la
arrechera del indio Guaicaipuro. 2º Desaburguesar
toda nuestra práctica que significa el fortalecimiento del criterio político
a través de la educación, donde se piensa, contrario al burgués, que la
educación es permanente, nunca termina. Así se asume como educación popular, donde
somos sujetos del aprendizaje. Desaburguesarnos es también des-adequizarnos. 3º
Poetización de la política, tal y como lo proyecta y practica (entre otros) el
Presidente Chávez, en el sentido de que incorpora elementos de poiesis en su discurso y en su práctica y allí bullen
metáforas que enaltecen lo popular, la creatividad rica en imágenes donde el
pueblo se identifica (por eso se le quiere como líder), el autoaprendizaje que
siempre se ha practicado desde la militancia, el humor que quiebra las
rigideces, la vista entrópica (mirada en desorden) para ver la complejidad del
pueblo y así procurar auto-verse en revolución. Es urgentemente dialéctico
poetizar la política, porque la poesía se viene politizando desde que Platón la
expulso de la República.
Estas tres dimensiones, junto a otras, nos harían
imbatibles frente a un fascismo y sus amos imperiales, a los cuales estamos esperando
en la bajadita, mucho más allá de la victoria electoral que obtendremos el 7 de
octubre de 2012. Nadie nos ganará como pueblo si nos educamos con urgencia como
dirigentes.
NOTA: Nuestro agradecimiento al Equipo Editorial de la Revista La Mancha por la publicación de este artículo.
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