«Es imposible hacer una buena película
sin
una cámara que sea como
un ojo en el corazón de un poeta».
Orson
Welles
Recordemos aquella frase del cineasta español Carlos
Saura: «El cine es político hasta por
omisión», para exaltar el filme político por excelencia de todos los
tiempos de Hollywood, en los imperecederos fotogramas del Ciudadano Kane (Welles, 1941) que en ninguna escena omite su
intencionalidad política. No vamos a establecer comparaciones de ningún tipo con
otros filmes, con el fin de reforzar la idea de Orson Welles en torno a
realizar un trabajo cinematográfico que diera una bofetada a toda la sociedad
estadounidense del momento.
Sobre el filme y el mismo Welles se han escrito páginas
de distinto tenor para mistificar su trascendencia o injuriar su trabajo, sin
embargo, durante todos estos años se ha banalizado su significación detrás de
resaltar la lógica persecución de que fuera objeto Welles por parte de quienes
mantenían la industria, con su maquinaria poderosa que siempre ha manejado
miles de millones de dólares para manipular; o para distinguir el pugilato que
se formara entre el Welles y el magnate de la prensa Randolph Hearst alrededor
de cuya vida se construyó la trama; todo para ocultar el contundente
planteamiento habido en el filme que lo convierte en el mejor logrado
políticamente en Hollywood.
El niño
de oro se les fue de las manos
ORSON WELLES EN RADIO |
Con 23 años de edad Orson Welles había producido aquel
fenómeno radial llamado La Guerra de los
Mundos (1938) que lo catapultó a la fama como el “muchacho terrible” de la
cultura de EEUU, desde aquella travesura comunicacional que produjo un fuerte
caos en la ciudad de Nueva York, al manipularse un radioteatro basado en la
novela homónima de H. G. Wells donde se describía una invasión de marcianos
sobre aquella babel. Muchos dicen que su experimento trajo consigo la prueba que
los empresarios de la comunicación necesitaban para dar rienda suelta a la
manipulación de masas que hoy conocemos. El caso es que ya en el rol de
director de cine y aprovechando la fama ganada con aquel desastre producido,
lleva a cabo su (primer) proyecto cinematográfico en el cual describe la
biografía de un tal Charles Foster Kane
(Welles) y a través de un guión estupendo (en compañía de Herman Mankiewicz) y
una propuesta de escenas montadas en forma de tiempos entrecruzados, para
maravillar a la historia del cine hasta la eternidad.
Tan igual como en su experimento radial, Welles crea un
velo de misterio alrededor de la producción y de la filmación que encantaron a
la prensa y al mundo del espectáculo. Se valió de la enorme confianza brindada
por RKO que le permitió filmar sin ningún tipo de supervisión o control para
producir (también) la mayor sorpresa que se haya llevado la academia
hollywoodense en toda su historia.
El muchacho
terrible ahora mostraba su verdadero rostro —el de un izquierdista
consumado— quien vestido de cerrado frac, levita y corbatín, asistiría a la
función de estreno para ver las caras de toda la Academia en pleno y así
burlarse (extensa sonrisa en el rostro) mostrando el grandioso cinismo que le
caracterizó siempre. Los resultados de aquel impacto (aún hoy) engordaron
escritos literarios, textos de prensa y chismes de farándula, pero se trató de
un guantazo del cual Hollywood jamás se ha podido recuperar.
¡Allí
están ellos son!
Intentos de mostrar al nuevo riquismo y al arribismo
social de la modernidad se han hecho en todas las manifestaciones
audiovisuales, pero quizás el más contundente, sobre todo por el contexto en el
que fue realizado sea el filme El
Ciudadano Kane. Toda esa burguesía oportunista con los hallazgos sociales
obtenidos, tramposa con el manejo del poder, traidora a los intereses de los
trabajadores, ladrona de la genialidad del pueblo y sobre todo autoritaria en
su arrogancia hacia la sociedad es magnificada (y denunciada) a través del
personaje Charles Foster Kane. Es muy
significativa la escena en la cual los trabajadores genuflexos le obsequian una
lujosa copa que lleva una dedicatoria con su nombre en letras doradas y reciben
a cambio esa actitud de desprecio, de quien se halla en la cúspide de la fama,
poseído por la locura del dinero y maneja un emporio comunicacional a través
del cual fabrica las informaciones, decide lo que es la noticia, cree inventar
lo que es la sociedad.
Los abusos que hoy denunciamos de los medios privados de
difusión en Venezuela fueron puestos en la pantalla con esta genial realización.
Para beneficio de la poderosa crítica que contiene el filme ya es
intrascendente la persona a quien estuvo dirigido en su contexto, si
consideramos el dimensionamiento logrado de una clase delincuente.
En
busca de Rosebud
ROSEBUD |
La extraordinaria paradoja que plantea este grandioso
filme es la búsqueda de una quimera como misterio, pronunciada por el anciano
Charles Foster Kane al morir. ¿Qué significaba aquel curioso sustantivo que
surgió como última palabra, anhelo terminal, suspiro en epílogo de los labios
de quien tuvo en sus manos un poder inmenso? ¿Es que acaso necesitaba algo este
hombre? ¿Es que acaso a esta clase social le hace falta algo? ¿Puede una clase
que siente la monstruosa arrogancia de poder sobre los demás, necesitar alguna
cosa, cuando han tenido todo lo material, todo el poder? En los giros
temporales que Welles dimensiona en el filme vamos en la vida de Kane: de su
niñez a su ancianidad y luego seguimos el camino de quien investiga ese detalle
insignificante en su vida. Pasan sus mujeres, la exaltación de su poder
dinerario, la demostración de cómo manipuló la opinión pública a través de su
cadena periodística, su fracaso electoral, la extorsión ante la incoherencia,
sin embargo, el filme camina con una evidente ausencia montada sobre los lomos
de la indagación: ¿Qué significa Rosebud? ¿Por qué lo dijo al morir?
Hay en el filme, un lazo indestructible entre el inicio y
el final porque Kane sí perdió algo valioso que cambió por el poder y el
dinero. Es muy antigua esta paradoja y la podemos encontrar en los albores de
la división social del trabajo cuando los acumuladores, propietarios iniciales
y terratenientes renuncian a la sensibilidad, al amor para decidirse por la
acumulación, la guerra y la esclavitud. Cuando se cuenta que Jesús El Cristo
increpa a los mercaderes a que renuncien a sus posesiones y lo sigan, se
refiere a que les está abriendo las puertas a la recuperación de la
sensibilidad y el amor perdidos: «no se
puede servir a dos amos.»— les dijo. Welles nos muestra el proceso a través
del cual Kane pierde la dignidad y se hace un individuo decente para la
sociedad moderna, prefiere dejarnos la descripción de esos desgarramientos a
nuestra propia conciencia: recordemos que las primeras imágenes del filme son
el Charly de niño que es arrancado del hogar, para ser educado entre banqueros
y su madre como fiera defensora del patriarcado consuma esta venta. Toda su rebeldía fue canalizada
hacia el interés por el dinero.
PELICULA EL CIUDADANO KANE |
Muere Charles Foster Kane podrido en dinero, sumido en
una ruina moral espantosa y descreído de toda buena voluntad humana, de allí
que busque el único o último recuerdo que alcanza a robar a la infancia. Welles
nos plantea genialmente Rosebud (además
de perdida imagen sensible) como una visión quimérica, una utopía que se nos
abalanza sobre los ojos desde unas aparentes ruinas olvidadas para forzarnos a
pensar en ella, a atrapar su significado, a volver a ellas cuando sospechemos
que nos lleva el demonio de la arrogancia burguesa.
Cuando Orson Welles recibió
un premio Oscar honorifico en 1971,
seguramente buscó entre las miradas de quienes le aplaudieron (con cerrado rigor
formal) a ese Rosebud perdido y desde
su cinismo proverbial echó un vistazo a ese Kane que gobierna el mundo y aún lo
maldice hasta la eternidad.
Nuestro agradecimiento al semanario Las Verdades de Miguel por la publicación de este artículo en el año 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.