El
tiempo se abre
Como
la cáscara de una avellana otoñal
Semillas
muertas fecundan soledades
Crecerán
instintos prófugos
Hemos
llegado ante el último espejo
Siglos
nos separan de aquellos buscadores
A quienes
la muerte dejó en paz
Alcanzados
de infinitos y tristezas
¿Para
qué inventamos el tiempo?
¿Quisimos
encarcelar a Dios
En su
parcela de galaxias exquisitas?
Perdónanos
Señor porque no hicimos lo que sabíamos
Hicimos
trabajar al universo
Al revés
de toda locura cimentada
Quisimos
que cada movimiento planetario
Correspondiera
con el hondo dolor del corazón
Hicimos
volver a la guerra de sus pasos
Mirarnos
con su rostro atormentado
Sus limosnas
ensangrentadas golpearon el futuro
No habrá
puñal que abarque su desierto
Hicimos
de nuestra sonrisa vegetal la mueca sorda
Por la
que huyen del fin los opulentos culpables
No se
pueden tapar los tormentos con un dedo
Mientras
la mano amputada busca al ojo
La pesadilla
humana no será eterna
¿Volverán
al panal reseco las abejas?
¿Una
vez fallecido resucitará el amor prometido?
¿De
tanto morir en los campos de batalla, despertaremos?
Una muchacha
triste es la ignorancia
Cree
ver mariposas volando y a veces se alegra
Detrás
de las rosas de los jardines habitan colmillos
Prefiere
simular que aguijones la asustan
Somos
mercenarios en una guerra de espejismos
Alguien
nos pone a disparar a la verdad
El lobo
feroz nos cuenta el cuento por las noches
Dejamos
bajo la almohada nuestro miedo
A jugar
a las mentiras nos lleva la oscuridad
De rodillas
estamos ante el santuario digital
Del Norte
vendrá la orden de traicionar el recuerdo
Abramos
la puerta cuando llegue el porvenir
DE POSADA |
Del Poemario inédito Resquebrajamientos
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