A Venezuela la identifica ese género musical llamado Bolero y la
une a todos los pueblos de Latinoamérica y sobre todo del Caribe. Como baile es
pionero en el mundo del fraseo corporal en pareja, desinhibido y muy próximo
hasta la intimidad. Como música significa una mezcla de vigor, placer,
sensualidad, cadencia, versatilidad que aporta vínculos con otros géneros
como el fabuloso jazz y ritmos caribes como el danzón, el mambo, el chachachá,
el son, la guaracha, la charanga, el merecumbé, la ranchera mexicana, sureños
como el tango, la milonga, los pasillos; ritmos españoles como el pasodoble, el
cantejondo y propiamente venezolanos como el valse, el pasaje, el cañonero, el
bambuco, la malagueña.
Más que en la composición musical (que es bueno dejarla a
expertos, estudiosos e investigadores) lo más atractivo del Bolero está en su historia,
su contenido literario y en la posibilidad de ser bailado. Estas tres
dimensiones se encuentran conversadas con permanente vitalidad en las reuniones
mundanas y comunitarias donde alcanza notoriedad, grandeza, memoria y leyenda.
Es aquí, entre la gente, en boca y práctica dancística del pueblo, donde el
Bolero se transforma en un lenguaje social poderosamente integrado con lo
popular. Su origen arrabalero, tugurioso, clandestino viaja hacia su destino
universal, festivo, callejero que lleva entre rituales que se fueron imponiendo
con la fuerza cultural sólo posible en la necesidad expresiva de una poética
del cuerpo y el definitivo triunfo del amor humano.
DE ORIGEN TORMENTOSO
Gobernada por las clases dominantes, la cultura de los pueblos
es vigilada y asediada para castigarle todo signo de sensualidad posible con la
hipocresía propia de la explotación. Los ojos sensores de cuantos se adoctrinan
como agentes del prejuicio y la moralidad, sobre todo las iglesias (católicas), han
desatado su pernicioso odio hacia lo sensible, sensual y amoroso. Su mirilla
telescópica siempre estuvo colocada sobre la cabeza del baile. Todos los beatos
religiosos desde la llamada Edad Media occidental hasta hoy han tenido sus
cintas métricas morales dispuestas a medir los movimientos y distancias que el
baile despliega. El objetivo principal de estos cancerberos no es otro que
perseguir, asediar y asesinar el amor.
LA MUJER LE DA LA VUELTA
Toda realidad es paradójica decía el filósofo alemán Karl Marx porque suele
producir su propia contradicción. Esto nos permite explicar el por qué,
teniendo el bolero origen machista al proyectar una imagen dominada,
subordinada y sumisa de la mujer, tenga en ella misma sus más elevadas
manifestaciones. Hay muchas mujeres boleristas.
El bolero más versionado en el mundo lleva por título "Bésame Mucho" y fue compuesto por la mexicana Consuelo Velasquez. Otra mexicana de nombre María Grever es considerada una de las más grandes compositoras del género, teniendo en su haber piezas como "Júrame" y "Pequeña" entre otras. Y del canto hay todo un firmamento de estrellas tales como las cubanas Guadalupe Victoria Yoli Raimond "La Lupe", Olga Guillot, Olga Choren, Blanca Rosa Gil, Celia Cruz, mexicanas como María Luisa Landín, Sonia López, venezolanas como Estelita del Llano.
Mujeres éstas que terminan reivindicando con su canto a un ser
femenino que fue vilipendiado en mucha de su literatura al vincularlo al
arrabal, el bar, el servicio, la limosna espiritual y que por el contrario tuvo
en sus voces lo mejor de la expresión bolerista. Estas mujeres hicieron del
bolero machista el puente cultural para la transformación de la mujer en
protagonista de su propio canto.
PIRELA
Con justicia, el recordado cantante venezolano Felipe Pirela es deplorado en la
República de Cuba por haber interpretado una lamentable e indigna canción (compuesta por Billo Frómeta) en
contra de la Revolución. Esta grave falla política le significa a su memoria,
un distanciamiento irremediable de uno de los países, de una de las culturas,
de uno de los pueblos esenciales del Bolero.
Sin embargo, pese aquel grave error político, Felipe Pirela es
nuestro, es venezolano y es nuestra obligación reivindicar la dimensión
trascendente de su obra bolerística y por ende humana. Nos toca perdonarlo.
Es importante decir que debido a la condición inicial clandestina
del Bolero en sociedad, su desarrollo en la protección de su música era
dificultosa. Desde el dueto o trío para el son y la guaracha hasta la orquesta
clásica de salón o de rumba, pasando por los combos y las populares y queridas
sonoras, el bolero era un ritmo accesorio, eventual, debido a la persecución por la moral en turno y sólo se promovían ritmos corporalmente sueltos y muy ligeros en su literatura. En no pocas fiestas de la sociedad
burguesa, las orquestas contratadas debían pedir permiso para interpretar algún
Bolero y la mayoría de las veces se ejecutaban a petición de los anfitriones.
Cuando en una gran fiesta se tocaba un Bolero para ser bailado, era noticia de la
página de sociales como un atrevimiento.
Por esta razón en las orquestas, sonoras, combos, hubo muchos
rumberos que incluyeron piezas del Bolero para variar sus interpretaciones,
aunque no era el fuerte. Agrupación musical cubana de mucha popularidad en el
Caribe fue La Sonora Matancera como cantera de cantantes de varios países que podríamos
catalogar de rumberos, merecumberos, guaracheros, charangueros. Sin embargo, estos cantantes incluyeron en sus repertorios piezas significativas del Bolero, pero a
ninguno podemos darle el título de bolerista. Cuando alguno de
aquellos cantantes declinaron con sus rumbas, terminaron refugiando sus
carreras artísticas en el Bolero como es el caso de los boricuas Daniel Santos
y Tito Rodriguez. Es por esto que el primero en América que mereció el título
de bolerista (y tal vez el único) fue el cantante zuliano Felipe Pirela.
En sus inicios con la orquesta de Billo Frómeta y luego a fuerza
de su empeño discográfico, Pirela se fue haciendo el máximo cultor del Bolero
en América, desplegándolo desde todos sus nexos con otros ritmos; bolero-cha, bolero-mambo, bolero-son, bolero-ranchero, etc. Ningún
cantante tuvo la voz ni el fraseo inconfundible e imprescindible para el Bolero de Felipe Pirela, es por esto que no tuvo imitadores. El inmortal boricua
Hector La Voe realizó algunas piezas en homenaje a Pirela con la Orquesta de
Willie Colón y el esfuerzo no pasó de ser una buena intensión.
Otro de los grandes logros de Felipe Pirela estriba en que con
el cultivo de su voz contribuye a que el Bolero salga del bar, de la rocola,
del tugurio oloroso a cigarro y licor para establecerse en la calle, en la
pista de baile y en la fiesta familiar abiertamente. Gana entonces el Bolero
con Pirela, la trascendencia como ritmo de los pueblos de Latinoamérica.
Hubo notorios cantantes que lograron significación cultural con
sus interpretaciones del género Bolero que podríamos tildarlos de boleristas, a
saber: los cubanos Orlando Contreras y Roberto Ledesma, el chileno Lucho
Gatica, por ejemplo, quienes contribuyeron a juntar cuerpos para la
condescendencia, la familiaridad o el amor, pero ninguno lo tomó como profesión
de fe para su contribución cultural como el Pirela nuestro.
Y más allá del mes de Julio, cuando una pareja necesita de
intimidad para trascender las fronteras de su propia experiencia, echa mano de
cualquier composición de Chico Novarro, Armando Manzanero, Benito de Jesús,
César Portillo de la Luz, María Grever, Isolina Carrillo cantada por cualquier Felipe Pirela del
mundo, que alguna vez se detuvo en una esquina de nuestras vidas, para
conmover nuestro corazón de pueblo.
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