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BILL CLINTON |
Luego
de un largo proceso de negociación entre los dueños de equipos de
beisbol y el sindicato de jugadores de las llamadas Grandes Ligas de
los Estados Unidos, el 12 de agosto de 1994 se declaró la huelga que
detuvo esa actividad comercial. Los jugadores querían nuevas y
mejores perspectivas salariales, los dueños no deseaban el aumento
de la espiral de los sueldos que supuestamente afectaría sus
ganancias. La agudización del conflicto detuvo la tan publicitada
post temporada y hasta la llamada Serie Mundial. Los antagonismos se
extendieron durante todo el invierno y al llegar su primavera, el
panorama no era nada halagador porque ni el entonces presidente Bill
Clinton había logrado mediar con efectividad en el litigio.
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DENNIS MARTINEZ DIRECTIVO PELOTERIL |
Los
dueños amenazaron con utilizar peloteros esquiroles (de categorías
menores) en lugar de sus estrellas millonarias para iniciar la
temporada 1995, pero fueron detenidos por las leyes canadienses que
no aceptaron tales argucias. Una jueza falló a favor de los
jugadores y los dueños perdieron el conflicto.
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YANKEE STADIUM |
Los
juegos se iniciaron en el mes de mayo rompiendo la tradición de
abril, pero los consumidores de beisbol no accedían a los estadios,
los graderíos permanecían vacíos, había decepción y
consternación por lo descubierto durante el conflicto: en el fondo
todo no fue más que una mascarada que escondía un negocio, en el
cual danzan miles de millones de dólares de ganancia, donde los
jugadores son apenas fichas de un espectáculo mercantil y los
espectadores son financistas mudos cuya ganancia es reír,
emocionarse, consumir bisutería, golosinas y comida chatarra desde
los estadios o el televisor, nada más. En inesperada lógica, los
espectadores reclamaban respeto a su posición en las gradas y se
manifestaron indignados con su apatía, su ausencia inusitada. Era
necesaria una contundente respuesta ideológica por parte de quienes
manejan el negocio y allí Hollywood, que sabe hacer muy bien su
trabajo, parió la película El Fanático (Scott, 1996).
Las
mil hipocresías del diablo capitalista
Cuando
se inicia la temporada de beisbol 2011-2012 en Venezuela, que los
gringos llaman despectivamente “invernal”, en el periódico
Meridano y su filial TV habían orquestado una campaña de consejos
cívicos y pacifistas dirigido a los fanáticos, muy parecidos
a aquellos que los medios privados editaron, llamando a la paz
del año 2002, luego que —cual partidos políticos— se habían
hecho protagonistas del golpe de estado en abril de ese mismo año.
¿Por qué la similitud? Porque nada es más contradictorio que
llamar a la paz y al buen comportamiento a alguien que es tratado
como fanático. Ningún medio televisivo hace uso de esta
categoría con tan abusivo mercantilismo, en boca de todos sus
narradores y comentaristas, que este canal de las comillas
deportivas.
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DE NIRO - SNIPES |
El
cruel control ideológico de la sociedad estadounidense siempre se
ejerce a través de la mediática, culpabilizando al consumidor y en
el caso de los estragos que dejó en los espectadores la huelga de
peloteros gringa, se realizó a través de convertir en best
seller un libro del escritor Peter Abrahams del año 1995 para
luego transformarlo en película en 1996, acción que suelen hacer en
EEUU con frecuencia ante sus conflictos.
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GIL RENARD EN PLENA VIOLENCIA |
Los
espectadores de EEUU que tienen fama de ser los más respetuosos del
mundo con su beisbol, fueron tratados en el filme como fanáticos:
violentos, frustrados, disociados, ciegos consumidores de mensajes
manipuladores y capaces de llegar hasta la agresión directa por
cumplir las órdenes que les teledirigen, como el frustrado Gil
Renard (Robert De Niro), de grosero comportamiento en los graderíos,
violento e inconforme porque su estrella favorita Bobby Rayburn
(Wesley Snipes) tiene una mala temporada y su disociación lo lleva a
delinquir en contra de su adorado deportista.
Con
ese fanático criminal construido en un laboratorio hollywodense,
culparon a los espectadores que no querían asistir a los estadios
luego de la fraudulenta huelga y ese mismo fanático es promovido en
Venezuela por un emporio que maneja intereses mediáticos del llamado
deporte profesional.
¿Y
dónde está el fanático?
Cuando
en suprema gloria, el ejército soviético entró en el bunker alemán
el 30 de abril de 1945 se encontró allí el cadáver incinerado de
Adolfo Hitler y de su esposa Eva Braun. Alrededor de ellos, en toda
Europa, había 60 millones muertos producto de una monstruosa guerra
que fue alentada por el fanatismo despertado a través de las ideas
de este disociado político austríaco y su pandilla de fascistas
europeos.
Todo
fanatismo es pernicioso porque es motivado a través de despertar las
más abisales emociones del alma humana, los más turbios instintos
gobernados por el cerebro reptil, las más terribles frustraciones
sociales. En deportes masivos como el fútbol y el beisbol, el
fanático es usado como ficha mercantil que consume y ayuda a generar
miles de millones de dólares en ganancia. Este disociado promueve la
violencia en los estadios, sobre todo del fútbol.
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A PUERTA FRIA |
Ese
Gil Renard miserable, que se atrevió a secuestrar al hijo de su
jugador estrella, sin saberlo estaba reclamando el puesto que le es
negado en la cadena de producción mercantil y se lo cobra con
violencia cuando pierde su equipo o su estrella favorita se poncha o
queda fuera con un batazo. A través de él se culpa al espectador
más controlado del mundo por rebelarse con su ausencia de los
estadios de beisbol, y se le culpa al tratarlo como un vendedor de
cortauñas: la categoría capitalista más inestable y despreciada
por toda la sociedad estadounidense. Es el que vende “a puerta
fría”.
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"ALO, SOY UN FRUSTADO" |
Renard
es una persona frustrada, de familia desestructurada, un hombre que
vive en el llamado “border line”, un perdedor. Nunca es más
cruel la hegemonía capitalista que cuando pretende dar lecciones
ideológicas. Nadie en esa sociedad desea ser un Gil Renard y que una
película se los diga es de una crueldad cínica, pero más cínico
es que ese mismo fanatismo se incuba a diario en toda movida
ideológica de esa, cada vez más frustrada, sociedad.
La
afición es la alternativa
En
la transmisión del juego donde el equipo Yanquis de Nueva York
zurraba a los Tigres del Detroit con pizarra de 8x1, desde la ya
referida televisora, uno de los narradores aprovechó un paneo por
las gradas para destacar las bondades de la asistencia y se le escapó
la palabra afición pero con rapidez corrigió para decir
fanaticada. Su contradicción es la misma liberada por la
película. Mientras el aficionado al deporte es sujeto de su afición,
paciente, tolerante, solidario, recreador de las incidencias,
consciente de su consumo, preocupado por el buen comportamiento
colectivo, en cambio, el fanático es ciego objeto de su conducta
histérica, alterado, violento, egoísta, disociado de lo que ocurre,
abusivo consumista, desconsiderado individualista.
Para
que el fanatismo sea desplazado y volvamos a la noción aficionada,
tiene que acabarse el deporte profesional porque es desde su
mercantilismo donde se incentivan esas reprochables conductas. Nada
más ridículo que dar consejos para que los aficionados se porten
bien en los estadios, cuando al mismo tiempo se promociona toda la
movida mercantil a través de las conductas consumistas de un
fanático y las desigualdades sociales que se mantienen para incubar
su descontento irracional.
Los
ya referidos narradores comentaron que el equipo Marlins se mudaría
de la ciudad de Florida, donde compartían un estadio con un equipo
de fútbol, para un estadio propio que se construirá en Miami y
acotaron que los espectadores no podrían romper el estadio en el
último juego, como ya es tradición cuando un equipo tendrá otro
estadio o cuando su franquicia haya sido vendida. Este permiso de ser
fanáticos desquiciados por un día, le es concedido a los
espectadores, para que descarguen esa adrenalina consumista y sientan
que participan del festín. Además, le adelantan el trabajo de
demolición a los dueños. ¡Hay qué ver que los gringos piensan en
todo! Pero cada tanto, a ese pueblo supercontrolado se le sale su Gil
Renard y entonces la película se vuelve realidad.
AGRADECEMOS AL SEMANARIO LAS VERDADES DE MIGUEL POR LA PUBLICACIÓN DE ESTE TRABAJO EN EL AÑO 2011
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