domingo, 11 de febrero de 2018

UNA COMEDIA VIVA PARA UN PUEBLO VIVO



ANZOLA MAS VIVO QUE NUNCA
La máxima expresión de la comedia cinematografica en el cine venezolano está en el trabajo de Alfredo J. Anzola. Ya lo dijimos en el artículo que realizamos a su filmografía en la página “Cinematógrafo Amarcord” editada en el semanario Las Verdades de Miguel durante los años 2011 al 2013. No sólo maneja en cada uno de sus filme clásicos los ingredientes para una excepcional muestra del género, a saber: humor en el más versado sentido de la palabra, quiebres escénicos geniales, rapidez temática sin rebusques, guión bien concebido y abundante en situaciones, diálogos hilarantes con groserías dichas en el momento preciso (como lo aconsejó Alí Primera), paradojas situacionales, mucha cotidianidad, cambios constantes hacia el caos vivencial (amenidad), semióticas sencillas mas no exentas de arte, detalles afectivos significativos, magistrales actuaciones de carácter (Víctor Cuica sobre todo), exploración del lugar común social, protagonizaciones sólidas, elevadas caricaturas de la realidad, metáforas críticas; sino que además, todo esto se dimensiona en un país llamado Venezuela.

VICTOR CUICA: EL MEJOR ACTOR EN LA HISTORIA DEL CINE VENEZOLANO
Las estupendas comedias de Anzola son totalmente venezolanas en sus tramas, porque son un producto de importación (no de exportación), en el sentido de que sirven para mirarnos hacia dentro desde nuestro cine (antes de aspirar un Oscar u otros premios) y para que nos importe nuestra cultura; éstas fueron producciones de cuando el llamado “Boom” de la década de los años 70 y hasta los 80, donde las películas se promocionaban más que ahora en los medios y se comentaban con mucho interés por el pueblo en la calle. ¡Cómo no recordar aquellas obras! Se solicita secretaria de buena presencia y motorizado con moto propia (1977) Coctel de Camarones (1984) De Cómo Anita Camacho quiso levantarse a Marino Méndez (1986).

ANZOLA EN EL PLATÓ
Allí se exploraba la venezolanidad con un filo transparente, diáfano, sano, crítico muy poco panfletario (cosa que tampoco es mala). Además fueron búsquedas y encuentros culturales con narrativas que tenían un llegadero: permitir que la gente se encontrara con su cine, su identidad, su arte y su cultura. Podemos destacar el consecuente lugar común social explorado en la comedia de Alfredo J. Anzola con permanencia sublime: la llamada “viveza criolla”, metáfora con la cual hacemos disenso mas no dejamos de reconocer su despliegue importante y versado, tanto es así, que su ultimo filme: Más Vivos que Nunca (2017), lleva este lugar común como metáfora de un título que es el estandarte de su propia intención.

¿DE QUIEN SON ESAS CENIZAS?

UN ASILO FUERA DE LO COMÚN
De todas las comedias de Anzola, ésta parece ser la más completa desde el punto de vista semiótico dada la elevada, precisa y artística utilización del lenguaje simbólico en las metáforas mostradas en todas sus situaciones. Aquí nos encontramos en lo que parece ser el edén de un asilo de personas de la tercera edad. Se trata de un lugar ideal para pasar las últimas horas de la vida. Es un sitio del tipo ONG que alberga a personas de la burguesía y clase media alta: gente con medios económicos. Pero entremos directamente con la semiótica.

ROSARIO PRIETO EN ACCIÓN
Paloma (Rosario Prieto) es alegre por bonchona, ricachona, de risa a flor de labios, bailadora, cantante: todos y todas la quieren. Paloma quiso pasar sus últimos días en el pueblo de Camburito en el estado Portuguesa donde ocurrió su infancia y su adolescencia, pero no lo logra, pues es llevada al asilo por sus dos hijos (el intento de olvido). Allí muere.

LA ETERNA QUIMERA DE LA ANTIGÜEDAD
Paloma es el símbolo del mensaje central de la película. Ave idílicamente de color blanco, ¿matiz político escondido en la raigambre adeca del personaje? Además, sinónimo universal de la paz, que en estos momentos es un concepto en permanente discusión en la sociedad venezolana. Simboliza un pasado anhelado por ciertas personas que andan diciendo por las calles: “Eramos felices y no lo sabíamos”. Y en efecto, Paloma fallece (no muere) y sus cenizas son atesoradas por sus amigos, quienes deciden cumplir sus deseos y transformarlos en un “proyecto colectivo”.

SUS AMIGOS

DON LORENZO: UN ABUELO CON MEMORIA TRAVIESA
Don Lorenzo (Eduardo Gadea Pérez) es el de más edad; portavoz del mensaje sublime del filme. Sufre de la enfermedad de Alzheimers y cada tanto olvida y se evade de la realidad, pero le vienen recuerdos del pasado y evoca respetabilidad de los demás y acercamiento. Es la voz de la experiencia y del cansancio. Evoca a esos inmigrantes europeos que vinieron cuando la dictadura y que hicieron sus primeras empresas comiendo pan con mortadela.

OVIDIO: EL VENEZOLANO CON EL SUEÑO A FLOR DE LABIOS
Ovidio (Gonzalo “Chile” Veloz) es el emprendedor de nuevo cuño. Es el soñador de la clase media que quiso ser empresario y vive de lo que pudo ser. También es el consejero del grupo, humorista, de sonrisa batiente, animador de la fiesta, ocurrente, buena gente. Parece un típico personaje chalbaudiano.

MARIA CRISTINA LOZADA: LA INSIGNIA
Ángela (María Cristina Lozada) es la mujer burguesa que tiene una cuenta pendiente con la familia por su herencia. Es la lidereza del grupo. Tiene temple, arrojo, bravura. En el momento de la mayor dificultad de la tarea decide devolverse para arreglar su asunto familiar, sin embargo, regresa al darse cuenta que es superficial su intención individual.

HERMINIA: LA ABUELA PAVA
Herminia (Haydee Faverola) está recién llegada al asilo. Va por su propia cuenta a reunirse con sus iguales; pareciera que lleva un cometido atávico, instintivo. Un hijo la cuida desde lejos pensando que le puede pasar algo. Es la burguesa nueva, soñadora, que anda en las nubes y que le dice al hijo (Germán Anzola) que logró encontrarlos en uno de los hoteles de la aventura: “Devuélvete hijo, nosotros estamos bien” y le da un beso.

PEDRO DURAN EN SU GENIALIDAD PROFESORAL
El Profesor (Pedro Duran). Es el Sancho Panza de los cuatro Quijotes de la trama. Anónimo como se suele pensar del pueblo. ¿No importa cómo se llama? Es el pueblo, el clase baja, el negro. Es el personaje acompañante, el escudero, el que avisa. Aporta un chiste, una curiosidad, una ocurrencia, una sapiencia. Baila y también canta. Se vacila la parte pero es fiel.

COMO POCAS VECES VIVOS Y JUNTOS
Sobre los hombros de estos fabulosos personajes, Alfredo J. Anzola coloca la responsabilidad de su historia, con guión de Laura Romero. Esa es su Venezuela de hoy. Como actores se botaron todos y todas, a decir de la audiencia que nos acompañó en la Cinemateca Nacional y nosotros estamos de acuerdo. La dirección actoral es extraordinaria. El Gadea de nuestra primera televisión con una ternura conmovedora y su perfecta dicción. María Cristina Lozada fabulosa como siempre, sobria, precisa en los diálogos, da orgullo verla actuando. El “Chile” con talante, gracia, buen histrionismo, aportó calidad y sobriedad. Pedro Durán suelto, transmitiendo mucha sensibilidad, buenos diálogos, se comió el papel porque lo llevó más allá de las expectativas. Haydee Faverola estupenda, transmitiendo el liderazgo de hermana que requería la trama. Es ese personaje de la vida que aporta sin pedir nada a cambio. Rosario Prieto deliciosa, evocando a la juvenil que conocimos en “El Club del Clan”. 

EN EL LUGAR CINEMATOGRÁFICO PRECISO
¡Cómo nos costó encontrar esta función para disfrutarla! Está cada vez más difícil ver nuestro cine. Logramos escuchar que muchos tenían tiempo buscando verla y a pesar de la poca promoción participamos una cuarta parte del aforo que es bastante decir. Pero al tener estos personajes en acción, estos amigos de Paloma, dispuestos a su quimera, se nos olvidaron las búsquedas, las inconsecuencias de los distribuidores privados de nuestro cine y nos metimos en el asunto. Habíamos llegado al lugar.

LOS VIVOS ROBARON HUYERON Y NO LOS PESCARON

ROJO EN EL MOTOR BLANCO EN LA MALETA
Este quinteto de abuelos roba las cenizas de Paloma guardadas en el asilo, que pudiera entenderse como el asalto prometeico de rebelión al robar el fuego de los dioses, pero en este caso son las cenizas del Fenix; recordemos que Paloma es también un ave. Los directivos del asilo esperaban que la familia de la difunta dispusiera. Los cacos se van en un automóvil convertible de color rojo y blanco lustroso, ¿el rojo del chavismo y el blanco adeco? El color rojo simboliza la delantera, donde va el motor que empuja, que da velocidad, la vanguardia, la alzada, el porte, la luz (los faros delanteros), el presente. El color blanco va detrás, en la maleta, simboliza el pasado, donde se guardan los repuestos, las herramientas y los cachivaches. De la delantera se espera cualquier cosa buena, de la maleta cualquier cosa fea.  Se desata entonces la clásica persecución de película, donde unos abuelos, a la vista de todo el mundo, buscan realizar su epopeya; no es nada casual que el carro se les accidentara en el camino, en alusión a que este proyecto político (chavista-adeco) se ha quedado accidentado porque es pura pinta y no sirve. Tanta ha sido la frustración que sólo les quedó la silla de rueda para resguardar "el proyecto", la cual jamás utilizó ninguno durante la fuga: esto es un signo de dignidad.

EL PROYECTO EN CAJA DE GALLETAS
Una característica de la llamada “viveza criolla” es que los abuelos prófugos se llevan las cenizas (el proyecto) que estaba depositada en un ánfora especial y cada tanto se olvidan de ella. La pierden, la descuidan, la vuelven a encontrar y no les asusta ni les importas, no le paran; parece como si confiaran en que nunca se va a perder o si se pierde no importa. ¿Esto simboliza un elemento crítico de irresponsabilidad de los venezolanos con sus proyectos? Finalmente coincidimos con Anzola, que ésta “viveza criolla” es burguesa no es del pueblo. Los pueblos somos responsables con nuestros proyectos. Además, sucede en una pollera a orilla de carretera donde brindan, que unos niños se llevan el ánfora con la ceniza y la manipulan, le dibujan signos propios con unas tizas ¿referencia a la influencia de las nuevas generaciones en el “proyecto”?

EN BUSETA: LAS DOS CLASES SOCIALES JUNTAS
Al abandonar el carro que ya no les sirve, deciden seguir en buseta donde se reúnen con el pueblo. ¿El viaje en la buseta es una reconciliación con la identidad popular? Sin embargo, son capturados por la policía y el hijo de Paloma (José Roberto Díaz). Les quitan el ánfora pero no las cenizas, porque Don Lorenzo las ha cambiado (viveza) a su caja de galletas y las sustituye en el ánfora por las cenizas del pollo en brasas que es símbolo de lo que queda luego de una juerga. Aquel vástago, quien es acusado de que nunca se ocupó de su madre, se lleva unas cenizas impostoras por las cenizas de su madre. Abraza la falsedad, los residuos de otras culturas, el desarraigo, la indignidad.

SEMBRAR VENEZUELA

A CAMBURITO EN CAMIÓN
¿Por qué la trama se desarrolla en el estado Portuguesa? ¿Por qué el objetivo de sus amigos es echar las cenizas en un Río apartado, casi desconocido? Hay un sentido concreto de orden familiar y solidario, pero ¿no será porque ese Estado es el llamado “Granero de Venezuela”? Echar las cenizas de Paloma (la adeca que no pudo ser) significa para Anzola y su equipo, el llamado a la siembra, al cultivo, al conuco, al origen. El Río Camburito existe en realidad y da nombre a una comunidad. En décadas pasadas, ese Río fue afluente importante y dio aguas a la ciudad de Acarigua y a pueblos como Agua Blanca, Araure de tierras fértiles.

PARA SEMBRAR HAY QUE TRABAJAR
Hay un escepticismo dentro de la política de la película de Anzola: expone que la política es un carro que se accidentó y hay que echar a un lado, y coloca la responsabilidad del porvenir en las cenizas del pasado que resucitará como un Fenix (paloma blanca de la paz) si se logra sembrar de nuevo; y la confianza en la agricultura. Echar las cenizas en las aguas de la sencillez como un abono, del volver a comenzar, del retorno, con la gente del pueblo es el planteamiento de Anzola.

LA PELÍCULA LES QUEDÓ REDONDITA
Al aparecer los títulos y encenderse las luces tenemos la sensación de haber visto una película excepcional, digna, bien realizada, con el elixir político dentro (¡Bravo Anzola!), dedicada, además, a las personas de la tercera edad, tema que bastante falta hace en nuestro cine. Nos sentimos satisfechos y orgullosos. Deseosos de volverla a ver para pescarle más detalles y comentarla en el Metro, en las busetas, en las esquinas, en el barrio, en el trabajo, en el liceo, en la escuela y recordarla en los buenos o malos momentos, como a toda excepcional obra de arte.

1 comentario:

  1. No he visto esa pelicula, hay poca o nula promoción al cine nacional actual. Y las peliculas que llegan a lagunas salas duran máximo tres días. Enviamela por correo para descargarla.

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