Quién
sabe qué estuviera produciendo el padre Juan Vives Suriá con la
tecnología actual, si con sólo aquellas diapositivas realizó
estupendos audiovisuales a través de los cuales nos mostró visiones
y realidades sociales aleccionadoras. Sobresale aquel estudio acerca
de la Deuda Externa que nos conmovió a todos y mereció no pocos
foros y trabajos escritos. Y uno crucial fue el denominado: “El Día
Antes” como respuesta a la película estadounidense “El Día
Después” (Meyer, 1983) que mostraba con desgarradora desesperanza
lo que ocurriría un día después del lanzamiento de la bomba
atómica en una guerra nuclear entre potencias. El Padre Vives, con
su talante profundamente humano, volteó la metáfora y nos mostró
en un audiovisual, todo lo que la humanidad pudiera hacer para
prevenir un desastre atómico en el planeta.
Lo
mismo podemos hacer para redimensionar nuestra industria vital PDVSA,
pero antes debemos realizar un balance de lo que pudo haber sido esa
petrolera si hubiesen ocurrido ciertas cosas. Miremos el momento en
que el llamado barco “Pilín León” es removido y el Presidente
Hugo Chávez grita: “¡Gooool!”. Eso marcó un hito en la
recuperación de la empresa atrapada por el golpismo y el sabotaje y
desde allí tuvimos la posibilidad de accionar. En ese momento
estábamos “un día antes”.
Recordemos
que un grupo numeroso de compañeras y compañeros de los Movimientos
Sociales y comunitarios venidos de varias partes del país, tomaron
PDVSA-La Campiña y realizaron importantes reflexiones y acciones
educativas y políticas para ofrecer una PDVSA diferente al país. A
partir de ese momento se realizaron talleres educativos y reflexiones
permanentes para buscar la transformación que todas y todos
necesitábamos en favor de los intereses nacionales. Por primera vez,
gentes del pueblo pisaban aquellos recintos y un aire a barrio, a
caserío, a bloque rondaba en las oficinas, despertando asombro y
resentimiento en no pocos empleados. Hombres y mujeres de los barrios
fueron a conocer SU EMPRESA en el propio centro de los
acontecimientos gerenciales. Aquel grupo de soñadores se atrevió a
facilitar actividades educativas y políticas a camioneros,
distribuidores, empleados, obreros, con el fin de redescubrir y tomar
a PDVSA para toda nuestra gente. Allí estaba la verdadera apertura
de la llamada “Caja Negra” de la que tanto se habló.
Todo
esto se realizó al mismo tiempo que en la calle, las movilizaciones
se suscitaban a diario, desde diversos puntos del país, en favor de
las acciones de aquellos grupos y de lo que ordenara el gobierno:
“Con Hambre y Desempleo, con Chavez me resteo” se gritaba a todo
pulmón y se escribía en las pancartas. El llamado era a salvar
PDVSA del sabotaje pero también a transformarla en favor de las
comunidades nacionales. Todo el pueblo estaba en la calle para
cumplir con ese cometido. Se buscaba una PDVSA socialista. Es de
recordar que el último presidente de esa empresa en la IV República,
Luis Giusti decía: “Ellos no saben”, en clara alusión a que el
tema petrolero es un “coco” y sólo los “expertos” podían
manejarlo. Resulta que en la calle, el pueblo comenzaba a manejar el
tema petrolero a sus anchas, por obra de una acción que jamás había
sucedido en la patria de Bolívar.
Mientras
en La Campiña las organizaciones del pueblo decían: “O Inventamos
o Erramos” como el maestro Simón Rodríguez, los nuevos gerentes
que se posicionaban de los altos cargos en Chuao decían:
“¡Copiemos!” como el Gato Pardo. “Un Día Después”, el
Presidente Hugo Chávez fue rodeado por el grupito de tunantes de
siempre (el pueblo lo decía en las plazas: “Chávez está mal
acompañado”), algunos venidos de la vieja izquierda derrotada y
acostumbrada a negociar dineros y otros advenedizos, quienes lo
convencieron de remedar a la PDVSA antigua como único camino. Se
subestimó al pueblo organizado que desde la calle y desde las
reflexiones educativas estaba asegurando el piso político para la
recuperación. Lamentablemente el Presidente Chávez no comprendió
que los verdaderos gerentes del porvenir estaban en La Campiña y no
eran los que trepaban Chauo. Los grupos comunitarios fueron sacados
de La Campiña y PDVSA siguió el curso de siempre, esta vez en otras
manos; continuó siendo una empresa capitalista. Sucedió lo que ya
sabemos: la Presidencia de PDVSA se colocó en La Campiña como
disuasivo y hoy, el último y único Presidente de esa empresa, de la
era Chávez Rafael Ramírez dice: “El Fiscal no sabe...”, tal y
como Luis Giusti los dijo en su momento; para Ramírez, sólo él y
su grupito conocen de petróleo, ¡nadie más! La Fiscalía debe
conocer más de éstos tipos.
Con
PDVSA estamos de nuevo “Un Día Antes”, tal y como lo rezó el
Padre Vives. Tenemos la oportunidad de plantearnos una revisión y
aplicar nuevos rumbos que marquen un definitivo camino al socialismo,
sin embargo, enfrentando una guerra económica, una agresión del
mundo capitalista, un saboteo interno la tarea es más difícil pero
no imposible. Es inútil pensar qué hubiera pasado si aquellos
soñadores hubiesen dirigido socialistamente los destinos de la
empresa; sin duda, los resultados hubiesen sido diferentes. La
lección, no aprendida aún, es que se debe creer en el pueblo:
mandar obedeciendo.
Cuando tenemos mucha riqueza resultado del no trabajo, los que no trabajan como los ricos,mal llamados empresarios, emprenden por todos los caminos para encontrar la forma de apropiarse de esa riqueza. Para ello buscan a quienes controlan la fuente de la riqueza y le plantean negocios. Como desde las universidades no salen revolucionarios, quienes controlan la riqueza institucionalmente no aguantan dos pedidas y se consuma el acto de tanto para ti, tanto para mi. Fin de la película, los dos sujetos frente a frente repartiéndose lo que le pertenece a todo un pueblo.
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