Ahora
nadie quiere aunque sea que el tipo se llame Lenín, porque su
práctica ofende la memoria de aquel político soviético. En algunos
twits se sugiere que su madre debió ponerle el nombre de Judas. En
estos momentos atrapa los odios de buena parte de la gente que
apuesta a un mundo diferente al que nos tienen acostumbrados los
imperios, sobre todo el capitalismo. Para la minoría pro imperial y
lacaya es un héroe; para quienes defienden a los pueblos es todo lo
contrario: un traidor. Inclusive, este Lenín no le debe caer muy
bien a la mayoría del mundo debido a que, nada más detestable que
un traidor. Y la gota que rebasó el vaso fue la luz verde que
promovió para que agentes del gobierno inglés invadieran la
Embajada en Quito y arrestaran a Julian Assange y así enlodar el
derecho de asilo y el derecho internacional; esta acción se adapta a
los modos imperiales usados en la época actual.
¿De
dónde salió este Lenín? ¿Cómo llegó a la Presidencia? ¿Quién
lo puso allí? ¿Simplemente
fue el pueblo
ecuatoriano quién le dio la primera magistratura con el voto? ¿Así
de simple? La respuesta afirmativa a la última interrogante
pareciera ser la más lógica pero sabiendo cómo se manipulan las
políticas que termina refrendando el sufragio, pudiéramos decir que
colocamos una enorme duda en la responsabilidad popular acerca de la
aparición de este personaje. Ya decía el Lenín líder soviético,
desde su sabiduría política, a saber: “La culpa no es de los
pueblos, sino de quienes los dirigen”. Si seguimos esta sentencia
podemos decir que la candidatura de este Lenín es obra del anterior
Presidente, quien lo promovió como un hijo político, lo hizo de la
preferencia del electorado, le armó el tinglado para que apareciera
con la sonrisita acostumbrada de un candidato; le dieron pancartas,
banderas, radio, televisión y algunas marchas con saltitos y así
ganó la preferencia y las elecciones.
Hoy
que el tal Lenín ecuatoriano tiene rato diciendo a sus paisanos y al
mundo entero quién es en la realidad política regional y mundial y
hacia dónde se dirigen sus esfuerzos presidenciales, sabemos de lo
que es capaz para defender los intereses imperiales y consustanciarse
con ellos. Su anterior colega y (principal) mentor se rasga las
vestiduras al darse por enterado de las tropelías del actual
Presidente. Su llorantina es larga en las llamadas redes sociales, en
donde parece no cansarse de decir que ha sido traicionado y que el
tal Lenín traicionó al pueblo ecuatoriano. ¿No pareciera
esta situación un sainete más de la politiquera? ¿Acaso no se
trata de la comedia politiquera que ha sido escrita por los demagogos
más emblemáticos del continente en toda su historia? ¿Cómo creer
que el ex-aliado y el ex-mentor no son caimanes del mismo pozo? ¿Cómo
creer que es ahora cuando el anterior Presidente viene a conocerle
las mañas traidoras al actual?
El
universo de la política está lleno de hechos como éste que tienden
a encochinar sus actos a los ojos y prácticas del pueblo. El Abya
Yala tiene hechos históricos similares, por ejemplo: el Presidente
que deja la primera magistratura para marcharse de vacaciones a
Europa y pone en su lugar a un compadre, quien realiza una gestión
contraria a los intereses acordados y lanza desde aquel país europeo
los ataques hacia el ejercicio del compadre en su primera
magistratura. O el general que hace de la presidencia provisional un
cargo de 30 años o más, cuando le impide regresar a su compadre
quien había dejado la presidencia por motivos de salud. Siempre el
Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos (EEUU) estuvo
detrás de todas estas intrigas. ¿Qué está detrás de este mal
pase del ex-presidente? ¿Quién es el responsable de este auto-gol
contra los intereses populares? ¿Acaso Lenin Moreno exigió:
“Póngame donde jaiga” como cualquier cipayo meridional? Difícil
es saber con precisión las respuestas a estas preguntas ya que se
cocinan tras los bastidores del poder. Seguramente hay agentes del
imperio, cipayos de la oligarquía nativa, miembros de la cúpula
eclesial, oficiales castrenses involucrados en la jugada que le
otorgan discrecionalidad insondable.
Existen
algunas pistas que pueden servir a los pueblos para acumular
aprendizajes en el camino de dimensionar políticas populares
diferentes en lo porvenir. Independientemente de quién haya
amamantado a Lenin Moreno, esa práctica es hija directa del
clientelismo. Ya sabemos que esta plaga de la politiquería consiste
en establecer las relaciones políticas al margen de los intereses
del pueblo, de las mayorías, de lo público y priva por intereses
particulares los cuales son concebidos como un negocio. Es una
negociación entre clientes. En la práctica clientelista, no
importan para nada los posibles intereses colectivos o populares que
se abanderen, la visión está en el engaño producto de la compra de
conciencias en el recurso politiquero inestimable por excelencia: el
favor. Un cliente político es siempre un comprometido con un
favor que le genera a los involucrados alguna ganancia; desde el
potentado que financia campañas electorales vinculado a una gran
mordida pecunaria que recibió, hasta el pobre campesino que vende su
voto por un pedazo de lámina metálica para el techo de su rancho.
Otro
recurso de la politiquería vinculado a la arrechera ocasionada por
Lenín Moreno es el oportunismo. Esta plaga consiste en colocar(se)
en el sitio político indicado, no por poseer aptitudes para las
funciones que se requieren, ni siquiera esta ausencia experiencial
logra generar en los oportunistas, los intereses de aprendizaje para
contribuir con el bien colectivo, sino porque existe una vinculación
inconfesable que va más allá de las políticas que se despliegan y
terminan respondiendo a intereses completamente ajenos a los del
pueblo. La práctica más común generada por el oportunismo es la
denominada “elección a dedo” de los candidatos y de principio
son completamente desconocidos para los electores. La elección a
dedo la practican los dirigentes de los partidos y organizaciones que
van a las elecciones, siendo acatada por la base con ese mecanismo
perverso que se llama “centralismo democrático”. Una plaga de
menor cuantía pero de igual perversidad, contribuye con el
oportunismo y se trata del llamado “amiguismo” que termina
redondeando los favores en juego.
El
triunfo de los candidatos oportunistas se ve asegurado porque lo
garantizan las llamadas maquinarias del partido que terminan ganando
electores en base al clientelismo. Por esta razón, clientelismo y
oportunismo son hermanos gemelos cuyo objetivo es matar conciencias.
El ejemplo patente de la conjunción entre clientelismo y oportunismo
son los procesos políticos de EEUU, generados por maquinarias
electorales multimillonarias que fabrican candidatos, fraudes,
chantajes al elector frustrado. El modelo para las socialdemocracias
del Abya Yala tuvo su máxima expresión en Venezuela durante la IV
República que desarrolló la llamada Delincuencia Electoral donde
“el acta mataba los votos” en las elecciones. Este modelo comenzó
a ser denunciado en toda su impunidad desde el 27 de febrero de 1989
cuando sucede el llamado Caracazo. Ambas plagas -clientelismo
y oportunismo- son difíciles de extinguir de la política en
cualquier país, aunque no es imposible. Para superarlas se requiere
educación, madurez y conciencia del pueblo, que lleven a un estadio
de organicidad política que apueste a los intereses de los pueblos.
Pero
existe en nuestro Abya Yala, una ausencia de organizacidad política
popular que se constituye en otra de las razones habidas en la
realidad para que un Lenín Moreno cualquiera, haya llegado hasta la
presidencia nefasta que hoy detenta, y así repetir el sainete de la
politiquería de siempre; esto es el producto de una falencia que
surge de la debilidad principal de los pueblos hoy en día, a saber:
la ausencia completa de un proyecto emancipatorio fortalecido,
original, vinculado continentalmente a los pueblos organizados
que impulse formas populares de hacer política para enfrentar y
diferenciarse del proyecto hegemónico neoliberal esclavista que
implanta el capitalismo. Tránsitos como el seguido por algunos
Presidentes considerados “progresistas” en el Abya Yala, no han
sido otra cosa que formas de organicidad similares a las
acostumbradas por la politiquería socialdemócrata, solo
diferenciadas porque han llenado las ausencias militantes del actual
espacio político, necesitadas de nuevos actores, así no tengan la
formación política requerida.
Las
endémicas mediaciones políticas de corte socialdemócrata que
sirvieron a las oligarquías enquistadas en el Abya Yala sufrieron un
agotamiento a finales del siglo XX; esta situación hizo que algunas
de las oligarquías sorprendidas, pasaran por un momento de agobio
político con la llegada de líderes aluvionales con apoyo electorero
pero sin proyectos políticos sólidos. Estas oligarquías ya se han
oxigenado a fuerza de manipulaciones informáticas y argucias legales
que impulsan los agentes del imperio para recuperar lugares de poder
e impedir el enraizamiento de proyectos populares. Aquí, cipayos
como Lenín Moreno han tenido cabida porque son impulsados por
politiqueros oportunistas, con suficientes dosis de clientelismo para
responder a los intereses del imperio capitalista.
Queda
el aprendizaje de los pueblos en lucha, para continuar la tarea de
encuentro, investigación y despliegue de sus organizaciones
autónomas, distanciadas de toda politiquería establecida,
constituida, institucionalizada. Queda diferenciarse en la práctica,
elaborar nuevas dimensiones teóricas producto de estudios, y debates
formativos que problematicen a fondo la realidad, para encontrar
respuestas en las prácticas con la política. Es imprescindible
educarse siempre en el interés de favorecer a los pueblos, a las
mayorías, a la dimensión pública, a los colectivos, frenando toda
satanización de las nuevas organizaciones, venga de donde venga.
Queda elaborar planes políticos para las instituciones públicas que
respondan a los intereses del proyecto revolucionario. Estas pueden
ser formas confiables, vías idóneas, de impedir que nuevos Lenín
Moreno sean lanzados por el tobogán de la politiquería para
mediatizar y perjudicar a los intereses populares en las revoluciones
de lo porvenir.
Esa conducta pequeño.burguesa de Correa deja mucho que pensar.
ResponderEliminarVemos cuerpos a nuestro alrededor y sentimos su presencia compartiendo con ellas, pero pocas veces vemos su Sombra.
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