Poca
gente sabe en el mundo acerca del doctor Hans de Henverbrunker. Se
dice que nació en Alemania, en la zona de Bremen, en el año 1892,
la mañana de un día que no se ha podido precisar porque su madre de
alcurnia y en condición de alcoholismo lo dio a luz de padre
desconocido y lo abandonó inmediatamente del parto para esfumarse en
las neblinas del tiempo y del anonimato. Murmuraciones sociales dan
cuenta de una primera infancia vagando en la maternidad que lo
recibió, entre mingoneos de las enfermeras y burlas de los
facultativos, hasta que fue dado en adopción luego de papeleos
extraviados y oscuros trámites. Durante un tiempo se sospechó que
fue regalado a médicos facinerosos que ya empezaban a experimentar
con seres humanos, aunque la especie ha sido desmentida por quienes
encontraron paradero en la población de Deutschland cerca de
Dortmunt y luego en Munich; son los casos del psiquiatra Hugo Splinz
y la doctora Mengodea Vanzglinbust cuyos hallazgos se perdieron en el
campo de exterminio de Treblika.
De
ningún joven Henverbrunker se sabe en toda Alemania, en toda Europa y
tal vez en el mundo, hasta que aparece un tal Juan Verbrunk, un
médico psiquiatra en el Northwestern Memorial Hospital en Chicago
(NMHCH), Estados Unidos en el año 1927 como investigador de la
conducta humana, con trabajos profundos en la teoría de las
emociones tales como: “The symptom of bedwetting: bad habit or
perversity?” (1),
“The compulsive movements in the optic nerve after taking ten
beers” (2)
y su trabajo más destacado que le valió la nominación al Premio
Nobel de Medicina en 1935: “The psychopathy produced in men who
received the kick of a mule in the testicles”.(3)
La aparición histórica de Verbrunk quedó registrada en unos
archivos encontrados por el bedel Phillip Venistoriades botados en
un pipote de basura del NMHCH, quien los cedió en el año 1954 a un
tal investigador Allan Rubinstein primo de Mengodea Vanzglinbust, que
husmeaba algún rastro de Henverbrunker en cualquier centro médico
que se le ocurriera.
Muerto
Rubinstein en una turbia reyerta del hediondo tugurio: “The bed of
the hounds” (4) (también de Chicago) en 1957, los valiosos documentos quedaron en manos del
boxeador italo-gringo: Gramoven Tagliaferri quien a su vez los vendió
a uno de los porteros del demolido “Oceanic Albatross Museum” (5)
por una botella de licor anisado; allí reposaron hasta el año 1963
cuando la secretaria Helen Besteinmeter los agregó por accidente al
“Yearbook of Extraordinary and Dangerous Rare Cases to be
consulted” (6)
por el que se sabe que Hans de Henverbrunker y Juan Verbrunk son una
misma persona y que logró con resultados inverosímiles la desconocida
investigación titulada “The influence that everything that the
human being can imagine in the origins of hatred”. (7)
El asombro producido por esta investigación ha desconcertado a la
comunidad científica mundial de tal modo que los ha obligado a
guardar absoluto silencio acerca de sus conclusiones.
Tan
insólito hermetismo se debe a que el doctor Henverbrunker o Verbrunk
(como quiera que se le desee nombrar) encontró las razones por las
cuales el fascismo no desapareció sino que por el contrario está de
vuelta con más fueros sobre todo en los países europeos. Un espía
de labor desconocida ha logrado filtrar pedazos de la investigación,
parte de la cual (que consideramos esencial) citamos a todo riesgo:
"The guilty of hatred are the bourgeoisie. Their desire for
wealth makes them hate everything that may generate in them
suspicions of disputes and rebellion by the lower classes. It is they
who now return to fascism. His hatred has no limits ". (8)
Ya
en comunidades médicas clandestinas se comienza a hablar del Mal de
Henverbrunker para dar cuenta al mundo de esta terrible pandemia que
amenaza con exterminarnos a todos. Aún se investiga, con los aportes
hallados, la génesis del Mal, sin embargo, aceleradamente la
industria farmacológica (siempre tan oportuna) está por hacer
pre-venta mundial de los fármacos pertinentes que mitigan los síntomas.
Mientras esto sucede, se dice (no sin desmedido asombro) que el
pionero Hans de Henverbrunker, rebasando el centenario de vida, se
esconde en un país de Indochina o en un pueblo de la inmensa India o
en una pútrida aldea de Islandia, en total estado de mendicidad, dispuesto a todo por
denunciar el Mal.
(1) El síntoma de orinarse la
cama: ¿mal hábito o perversidad?
(2)
Los movimientos compulsivos
en el nervio óptico después de tomar diez cervezas.
(3)
La psicopatía producida en
hombres que recibieron la patada de una mula en los testículos.
(4)
La cama de los sabuesos
(5)
Museo de Albatros de Oceanía
(6)
Anuario de Casos Raras Extraordinarios y Peligrosos a consultar.
(7)
La influencia que todo lo humano puede imaginar en los orígenes del
odio.
(8)
Los culpables del odio son los burgueses. Sus ansias de riqueza los
hace odiar a todo cuanto pueda generar en ellos sospechas de
disputas y rebelión por las clases inferiores. Son ellos los que
ahora regresan al fascismo. Su odio no tiene límites.
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