El
político alemán Adolfo Hitler murió el 30 de abril de 1945 y dos
días antes había muerto su similar italiano Benito Mussolini el 28
de abril de 1945. El primero se suicidó junto a su esposa Eva Braun
en su Bunker de la ciudad de Berlín derrotada e incendiada; el
segundo fue linchado por una poblada enardecida junto a su esposa
Clara Petacci en la población de Giulino de Mezzegra, Italia. Ambos
fueron dictadores en sus países y contribuyeron a promover e
implantar el fascismo en toda Europa, que llevó a los pueblos a
confrontar la llamada Segunda Guerra Mundial, cuyo costo a la
humanidad fue de más de 50 millones de vidas. A pesar de las
especulaciones surgidas, no hay ninguna duda de que ambos líderes
fascistas están muertos, sin embargo, el fanatismo que levantaron,
las fuerzas bélicas que impulsaron, el racismo y la xenofobia que
hicieron germinar, la intolerancia que atizaron, aún no han muerto,
por el contrario, siguen con vida porque paulatinamente, los
parlamentos de los países europeos han visto, cómo gentes de la
llamada ultraderecha han accedido a sus escaños con medidas de
violencia, engaños, medias verdades, crápulas intenciones,
xenófobia descarada, actitud propia de los militantes fascistas de
siempre.
En
países de otras latitudes como Estados Unidos con las políticas
segregacionistas hacia los inmigrantes o los afrodescendientes y en
Colombia con el exterminio sistemático de dirigentes políticos, el
fascismo pareciera levantar banderas nuevamente. La ostensible
debilidad y alcahuetería de las políticas socialdemócratas luego
de la guerra, ha causado en parte, lo que ya se torna una realidad.
En Europa el fascismo vuelve por sus fueros y toma la calle con aires
de guerra. ¿Cómo se presenta ahora? Hay la necesidad de conocerlo,
de continuar estudiando sus mañas, viendo sus nuevas tácticas. El
cine, arte que ha sabido ocuparse del fascismo, es una posibilidad de
que las nuevas generaciones lo conozcan en lo que han sido sus
políticas y sus acciones, para que les ayude a elaborar la otra
política, la emancipatoria, y en lo porvenir lo derrotemos…
definitivamente.
Aquí
están las 10 películas más reveladoras de eso que llamamos
fascismo y que debemos continuar investigando en su
actualidad.
10. PORTERO
DE NOCHE
(Liliana
Cavani, 1974)
En
esta película, su autora se mete con la desmistificación de la
polaridad conflictiva que permite concebir a un enemigo y se
coloca en terrenos psicológicos intermedios, opacos, borrosos, de la
relación humana, en los cuales una de las miles de historias
personales, íntimas, que quedaron atascadas ante el final del
conflicto bélico (en sus desastres y tragedias) despiertan
impensables reacciones, ante las relaciones de dominio y poder que se
dinamizaron con la guerra, se extinguieron con la paz y que luego
resucitan, no necesariamente animadas por los impulsos políticos que
las engendraron.
9. MEPHISTO
(István
Csabó, 1982)
Hay
una concepción de la cultura en el totalitarismo. El fascismo es
impensable e insospechadamente culto. Saben sus militantes y
dirigentes para qué debe servir la acción cultural cuando se
transforma en arte y quiere acceder a la belleza, al genio humano, al
ser y a la vida. El extremismo de derecha cuando accede al poder en
forma de fascismo no sede un ápice de terreno ideológico a los
artistas, ni sitios intermedios dónde puedan expresar sus disensos,
divergencias, críticas. El artista tiene tres opciones válidas en
el estado fascista, entrar en el juego del espectáculo de su
política y callar, marcharse o morir. Las dos últimas están
ligadas al riesgo y a la resistencia; la primera a la resignación y
al engaño.
8. EL
TIGRE BLANCO
(Karén
Sajnazárov, 2012)
El
fascismo transformó la guerra en un espantoso fetiche. Exaltó la
muerte, elevó el sufrimiento, trabajó con meticulosidad de relojero
los planes sorpresas e invasiones, hizo del sacrificio una religión
y exacerbó la maquinaria bélica como a un gigantesco animal
mitológico, para que sobreviviera en el tiempo aún a costa de la
partida de sus militantes. Esas granadas ensordecedoras, esos fusiles
explosivos, esas metrallas incansables, esos aviones aterrorizantes,
esas bombas implacables, esos tanques aplastantes conforman una
máquina omnipresente que no teniendo forma definida, cobra
imaginarios entre quienes se encuentras en terrenos de resistencia y,
en tiempos de paz, saben que puede volver con nuevas fuerzas.
7. EL
HUEVO DE LA SERPIENTE
(Ingmar
Bergman, 1977)
Lo
que afloró el fascismo hacia afuera de las sociedades y países ha
estado a la vista, se ha palpado a través de sus móviles bélicos y
necrófilos, pero... ¿hemos imaginado todo lo que el fascismo ha
recorrido hacia adentro, en los rincones oscuros de la existencia,
allí donde produce la miseria, el hambre, la destrucción? ¿Sabemos
de lo que son capaces esas fuerzas abisales venidas del odio, la
discriminación, la xenofobia, la intolerancia, el racismo? ¿Alguien
ha logrado auscultar más allá de la apariencia sufriente lo que el
fascismo oculta en sus intenciones de hacer escatología con la
proximidad humana? ¿Son éstas interrogantes, inquietudes que parten
de leyendas urbanas o por el contrario tienen asidero en ritos
iniciáticos donde se extirpa la sensibilidad humana? ¿Alguien sabe
realmente de lo que es capaz el fascismo en esos terrenos?
6. LA
CAIDA DE LOS DIOSES
(Luchino
Visconti, 1969)
¿Quiénes
se movilizaron y adaptaron sus objetivos al fascismo que tomó cuerpo
en Europa a inicios del siglo XX? ¿Quiénes financiaron a sus
líderes y fortalecieron sus espacios de calle con poder y sentido de
pertenencia hacia el maltrato, la xenofobia y la discriminación?
¿Quiénes se entusiasmaron con sus políticas segregacionistas y
discriminatorias que pusieron en práctica formas de esclavitud que
los enriquecieron? ¿Quiénes permitieron, en el caso de Alemania, el
ascenso de formas totalitarias de hacer política en los países?
¿Quiénes financiaron la maquinaria bélica con que los nazis se
lanzaron a la terrible aventura de la guerra? ¿Quiénes se
enriquecieron a costa del dolor de los pueblos arrasados? ¿Quiénes
hicieron grandes negocios con los campos de exterminio y los
experimentos de muerte masiva de personas? ¿Quiénes sustentaron a
los gobiernos fascistas mientras Hitler aún no había mostrado los
colmillos? ¿Quiénes alentaron el ahogo en sangre de la República
Española? ¿Quiénes se horrorizaron ante la derrota militar de los
ejércitos alemanes? ¿Quiénes buscaron huir? ¿Quiénes se
cambiaron la careta? ¿Quiénes arreglaron el nuevo teatro? Los de
siempre: La Burguesía.
5. UNA
JORNADA PARTICULAR
(Ettore
Scola, 1977)
¿Qué
pasa cuando el fascismo es lo que queda, cuando es lo único? Nada se
respira diferente a lo que su ideología plantea. Todo lo que se
habla, lo que se escucha, lo que se siente parece entrar hacia los
túneles construidos para que las mentes no puedan percibir nada más
que frases manidas, para andar los caminos que un grupo planifica.
Todos se reúnen para celebrar lo que para algunos no es más que
asfixia e inconciencia. A los pocos que no participan sólo les queda
el asiento de la sospecha, el rincón del señalamiento, el peligro
del encierro, el alivio de la muerte. No hay posibilidades para la
diferencia, so pena de sólo ser una sombra guardada en alguna íntima
memoria.
4. EL
GRAN DICTADOR
(Charles
Chaplin, 1940)
La
gran comedia del fascismo para el gran comediante: Chaplin. La
inmensa parodia de un mundo que era manipulado por un demente (o
demasiado cuerdo), con una política payasesca que se transformó en
martirio. La personificación del dictador, del totalitario, del que
fue capaz de transfigurarse para ser la figura de los demás que se
desfiguraban ante él; quien fue capaz de perder al humano como en el
juego del escondite para que el mismo humano se buscara y no se
encontrara más que en la comedia de su propia tragedia. Hoy de nuevo
ha vuelto como comedia, ¿Se transformará en tragedia?
3. NOVECENTO
(Bernardo
Bertolucci, 1976)
Así
como la historia del nazismo está apuñalada en la historia de
Alemania, la historia del fascismo corre como un baboso pantano en
las aguas históricas de Italia. Mezclada entre los albores
anarquistas y los amaneceres comunistas, el fascismo supo descifrar
las claves sociales que no desenredaron sus adversarios. Hicieron del
horror el símbolo necesario para asirse al patriarcado que los
amamantaba. El patricio antiguo era abuelo del patter fascista que
regresaba a buscar su recompensa e impedir que los aires democráticos
cundieran en un pueblo pobre y esquilmado por una oligarquía
agricultora en decadencia. Supieron manipular al pueblo con claves
que hay que admirar con arte, sentido político y hasta belleza.
2. SALO
Y LOS CIENTO VEINTE DIAS DE SODOMA Y GOMORRA
(Pier
Paolo Passolini, 1975)
Hay
quienes dicen que desnudar al fascismo de esta manera costó la vida
al director Passolini. Laceró con su visión atea, marxista, amoral,
inmolativa a los grupos sociales que se involucraron con la República
del Saló que cometió vejamen horrendo contra la población civil.
Se nos pasea por la inimaginable crueldad de que es capaz un ser
humano, cuya conciencia ha sido sometida al fanatismo, al desarrollo
de un narcisismo brutal, al más abyecto individualismo. El cinismo
implacable, el sarcasmo hiriente, el sadismo mortal son causa de una
masacre moral que afectó la dignidad. Al principio se celebra la
boda entre los sectores sociales cómplices.
1. FASCISMO
COTIDIANO
(Mikhail
Romm, 1965)
Está
a nuestro lado, en la esquina, en el mercado, en el bar, en el
parque, en la plaza, en la escuela. Agazapado esperando la
oportunidad para volver al ataque. Es una conducta que responde a
móviles perversos. Ya tiene historia, política, alcahuetes
políticos y herederos. Este documento nos demuestra las condiciones
sociales, políticas y culturales en que se dio su fenómeno, los
líderes que lo elevaron a ideología, los pueblos que sirvieron de
carne de cañón de su escalada, su aparente derrota. La mejor
película realizada sobre el tema.
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