domingo, 14 de julio de 2019

¿QUE CANCIONES SEDUJERON TU INFANCIA?

Dedicado al escritor venezolano Aníbal Nazoa quien dijo:
"Si quieres seguir la pista de los pueblos, sigue su pista de baile"

Cuando cruzábamos nuestra infancia queríamos ser autónomos y los adultos lo impedían. Al nacer, anhelábamos explorar el mundo a nuestro antojo y nos amenazaban si queríamos ponerlo en práctica. Nos asaltaban con toda clase de imposiciones y amenazas, tanto, que hasta “lo infantil” era decretado (y desacreditado) por los adultos. 
 
Por ejemplo, nuestro mejor juguete siempre ha sido el que hacemos desde nuestra propia experiencia. Por lo general, los juguetes que nos regalaban los adultos no nos gustaban del todo (no pocas veces eran los que ellos quisieron tener) o nos eran inducidos por la publicidad. Terminábamos aceptándolos y hasta deseándolos.

Lo mismo pasaba con las canciones. Apartando unas pocas con las que jugábamos, muchas de las llamadas infantiles nos hacían quedar como tontos, además que eran impuestas por los programas televisivos. Cumplían (y tal vez aún cumplen) un efecto neumático sobre nuestro deseo de jugar. No es verdad que a los niños y a las niñas nos gustan las llamadas canciones infantiles. La mayoría de esos bailecitos que hacíamos con esas músicas melosas se nos olvidan con la adolescencia. Luego de haber vencido la invasión adulta con aquellas cancioncitas, éstas fueron las que realmente a mí me atraparon. ¡A ver las de ustedes!

10. LA BANDA BORRACHA 
(Rafael Enrique “Wicho” Sánchez. Colombiano)

Interpretada por el grupo venezolano Super Combo Los Tropicales, esta canción (especie de porro con fuerte aire de merecumbé) atrapó los gustos adultos por el año 1965. A los párvulos y párvulas nos causaba mucha gracia el pensar que los músicos de la banda musical que interpretaba la canción que estábamos bailando, desafinaban porque se encontraban pasados de trago. Lo máximo del bochinche llegaba, cuando el mismo director de la banda se reconocía en el estado etílico de sus músicos. El tema fue estrenado para el fin de año, con indudables intenciones de promover las bebidas alcohólicas. Es imposible ocultar que es una pieza de anécdota genial y sabrosísima para bailarla.

9. LA VACA VIEJA 
(Clímaco Sarmiento. Colombiano)

Este porro fue adaptado a la guaracha por Billo Frómeta para su Orquesta y causó estragos en las salas de baile durante varios carnavales consecutivos. Interpretada con exaltación y brillo por el genial Cheo García, llegó a las escuelas de primaria donde era cita obligada en los actos culturales. Muchos aprendimos a bailar con sus fraseos cadenciosos. La gracia de su anécdota estaba en que refería a la vejez de un animal tan relacionado con la actividad educativa como la Vaca, a la que se le invitaba a gozar, bailar y hasta beber whiskey. En mi caso, fue la primera canción que bailé en mi vida (con cinco años de edad) con una niña llamada Beatriz Pereira quien me adiestró en cómo debía acompasarme. Si no bailaba no comía torta.

8. LLORANDO EN LA CAPILLA / CRYING IN THE CHAPEL 
(Artie Glenn. Estadounidense)

El autor dedicó esta balada a su hijo y el grupo argentino Los Cinco Latinos realizó una magistral adaptación para su excepcional coro y su voz estrella Estela Raval. De tema trillado en la música, esta canción ahogaba nuestros corazones que eran sacudidos por la pérdida del amor, justo en el momento en se iba a realizar una boda. Esa mezcla de la ruptura llorosa con la referencia religiosa y el casamiento nos colocaba en el mismo borde de la incertidumbre. Nuestros primeros amores imaginarios sucumbieron de seguro cuando Estela Raval cantaba: “Que Dios sabrá por qué te perdí”. Todo un clásico. Llegada la adolescencia disfrutamos la versión que hizo Elvis Presley.

7. ADORO 
(Armando Manzanero. Mexicano)

En la niñez tratamos de que todo sea ideal y esta canción nos dibuja a la chica ideal de nuestra niñez: de más edad que nosotros. Todas las imberbes vecinas que nos miraban o estudiaban con nosotros eran lejanos especímenes dignos de microscopio al lado de aquella que ya se pintaba las uñas, los labios y el pelo, se sacaba las cejas, usaba sombra y rimmel sobre los ojos, minifalda, botas tipo Twiggy, perfume de chica Bond, estaba en el liceo y caminaba como adoraba Armando Manzanero en su canción. El contexto romántico de esta melodía es sencillamente extraordinario: la calle y el fondo musical embrujante que lo adereza, colocaba a cualquier niño en un serio aprieto sentimental.

6. EL ULTIMO BESO / LAST KISS 
(Wayne Cochran. Estadounidense)

Es asombrosamente fiel al original la versión que hace el grupo venezolano Los 007 de este tema al que relacionaron en teleradios (debido al nombre del grupo) con el archiheroe inglés James Bond, el cual gozaba de la moda cinematográfica. Dos encantos tiene esta balada sesentona: uno radica en el sonido de la batería que le daba un toque moderno, y el dos es que colocaba al automóvil como escenario y personaje de la anécdota junto a una pareja de amantes que tomaron la noche para transitar por una carretera, lo que le daba una tónica juvenil de velocidad y desenfreno. La seducción está en la tragedia causada por la actitud irresponsable del protagonista, quien obvia las precauciones del manejo. Al final la responsabilidad de todo el desastre recae sobre Dios, cuando la chica moribunda exonera a su amado y acusa al Supremo de ser el causante. Aún en los vagones del Metro de Caracas se escuchan músicos de calle cantarla sobre el rasgueo de un cuatro y uno recuerda aquellas tristezas forzadas por el melodrama.

5. ALELUYA 
(Luis Eduardo Aute. Español)

Es la típica canción que daba la sensación de que se querían decir cosas que estaba ocultas, detrás de todas aquellas frases encadenadas como símbolos. Cantada por el venezolano Cherry Navarro, erigía un monumento casi religioso a través de un órganillo que viajaba en la melodía como un monje templario, atacando nuestras débiles creencias que se sometían a pensar que, si se decía “Aleluya” en el coro, era porque estaba Dios también involucrado en aquella letanía metafórica. Esta cadena de sucesos vivenciales profundos, alejaban al protagonista de su amada. Una década después, el cantor italo-argentino Jean Franco Pagliaro compuso una canción de tema análogo (casi un calco) llamada Las Cosas que me Alejan de Ti, para la voz del venezolano Héctor Cabrera con la cual ganó un Festival. La letra decía cosas que Luis Eduardo Aute no pudo decir en su composición, ya que su país era gobernado por el dictador Francisco Franco. Cantar las cosas de esa manera, al pueblo argentino costó 30.000 personas desaparecidas por dictadores genocidas.

4. CON 
(Charles Asnavour. Francés)

Otra de las canciones para la novia ideal: mayor que nosotros y además, aparecía en la televisión o en el cine. Como niños no podemos relacionar esta anécdota más que con un tipo que está pintando un cuadro con sus ojos, esperando en una parada de autobús o un café a una mujer que sólo está en sus sueños. Además, se encuentran reunidos en esta subjetividad femenina la mayoría de los aromas de los años sesenta del siglo XX. Hay un aire de libertad en la canción que a los niños nos hizo sentir esos sentimientos contradictorios de que asistíamos a un acontecimiento epocal amoroso, romántico, único y que apenas rozábamos. La incomprensión nuestra del tema, era la misma comprensión desconocida: toda una dialéctica.

3. AMOR PERDIDO 
(Pedro Flores. Borincano)

Letra directa hacia la pérdida amorosa, con una musicalización genial e inolvidable hecha para la cantante mexicana María Luisa Landín, tiene esta canción donde se mezclan el desgarramiento con la altivez, la dignidad y el orgullo. La metáfora relacionada con el juego de cartas, hace referencia a los ambientes del cabaret de los años 50 del siglo XX, con una resolución hacia la fuerza para soportar la distancia irreparable. En los versos “Ahora soy libre / quiero a quien me quiera / Que viva el amor” se encierra el secreto de la ética amorosa que no podía ser del todo incomprensible para cualquier niño.

2. CUANDO TU NO ESTÁS
(Manuel Alejandro. Español)

Esta canción nos obligaba a imaginar a la enamorada porque la pintura no estaba develada; estaba cubierta por la ausencia. La lírica está en el contexto, cosa que para un niño es de una riqueza infinita: hablar con el otoño, bosquejar a la noche, diferenciar el mundo. Es una letra que nos obliga a la praxis imaginativa porque no bastaba verse o dinamizar con ideas todos aquellos espacios ideales llenos de romanticismo a la espera de alguna mujer, sino que había que darle carne y hueso y nombre; en la canción se llama Laura, pero un niño no se conformaba o no comprendía esa otredad y busca la nostalgia con el nombre de alguna vecinita o compañera de colegio que nos llamaba la atención. Cantada por el afamado Raphael, la canción nos mete muy pronto en el rollo de la soledad.

1. NO SÉ QUE PASARÁ 
(Mary Trini. Española)

Era la canción de la advertencia y del temor: ¿Qué pasará si el amor a la humanidad ya no nos alumbra más? Para un niño se trataba de una melodía adornada con una dulce incertidumbre que mordía su tierno corazón. Tratada desde iconos católicos, con anuncios terribles y hasta reclamos, vuelven a tocarse los mensajes que ocultan otros más radicales que no se pueden decir. Esta balada se inscribió en lo que se llamó en España la canción protesta. Apta para que el alma infantil se enterase de cosas adultas que le generasen nostalgias y amores por el prójimo. Tiene también el mérito de que nos aproximó al sentido político con intencionalidad porque era una canción para adolescentes (con apropiado ruido de batería) y entonces nos pasaba de cerca. Sin decir cómo ocuparnos del mundo, esta canción nos dejaba preocupaciones.

1 comentario:

  1. Canciones previas al torrente de temas que luego constituyeron el nuevo canto latinoamerivcano.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.