jueves, 29 de agosto de 2019

SILVIO


CARICATURA AL POETA LEÓN FELIPE
Al poeta español León Felipe se le atribuye la expresión: Toda revolución es una metáfora. Suscribiéndola, entonces toda revolución es un lenguaje, una manera de decir la realidad, el mundo, la gente; una manera de escribirla y, con énfasis, de leerla. Y esa forma de decir, desde una revolución, debe emancipar, transformar, liberar porque toda metáfora transforma como debe transformar una revolución. Y si una revolución llega a transformar, debe hacerlo por sobre todas las cosas desde el arte del vivir, del hacer donde están todas las respuestas, de la praxis cotidiana porque no existe nada más emancipador que la dimensión expandida en el arte.

ABEL SANTAMARIA HÉROE DEL MONCADA
De todas las revoluciones con tránsito emancipador durante el siglo XX, tal vez sea la Revolución Cubana, la que más contribuyó en su momento a metaforizar la realidad con anhelos libertarios y fuertes alientos inéditos. Sería importante recordar el momento en que insurge el grupo de milicianos y milicianas que asaltan el Cuartel Moncada en el año 1953, debido a que estaban rompiendo con lo que hasta ese instante estaba escrito en política insurgente. La cartilla rígida decía que hasta no haber creado las condiciones objetivas en la sociedad y el sujeto de la revolución no estuviera consciente de su papel en el proceso, la revolución no era posible; pues aquellos y aquellas militantes de la vida y de los pueblos, llegaron para demostrar algo diferente, por esto fueron vistos en los inicios como aventureros, antes de asumir la sabiduría marxista leninista luego. Huelga decir que contaban con un líder de la estatura cósmica de Fidel Castro Ruz.

Se dio la insurrección popular en Cuba que tiene su punto brillante el 1° de enero de 1959, disparando al mundo siderales metáforas a la política de entonces. Un lenguaje ya estaba anunciado desde el heroísmo habido en el Asalto hasta la irrupción de esa pieza magistral de los derechos de nuestro Abya Yala, escrita en su autodefensa por Fidel, y que el mundo conoció como La Historia Me Absolverá. A partir de allí, el lenguaje habido en política se trastocó. Además, se dimensionó con valentía, arrojo y genialidad la voz y el trabajo constante de Ernesto Che Guevara, quien había pasado de médico a Comandante de aquella gesta para darle a la palabra Gloria, nuevamente, el tamaño del anhelo de los pueblos que admiraban desde la práctica aquella epopeya. Punto de alta jerarquía dialógica lo constituye, ese anuncio imperecedero, escrito a varias almas y voceado por Fidel Castro que se llama Segunda Declaración de La Habana; denuncia enarbolada como bandera de los desheredados de la Pachamama, poseedora de altas metáforas, contentivas de una poesía política sin igual, de un arte emancipador.

COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ
En Cuba, como en todos los países hay un pueblo con una historia y en la misma se despliega un arte constante. Desde el inicio, su prócer de independencia José Martí es un consumado poeta. El acervo cultural de la mayor de las islas antillanas es muy significativo, denso, fecundo tanto que ha impregnado e influido en todo el Abya Yala. Se suele pensar que tanto la revolución como la cultura de los pueblos son sólo el producto de saltos subjetivos geniales que vienen casi de la nada o del cerebro de un sólo hombre (esto es una idea burguesa) sin que medie la historia, la dialéctica habida en el contexto, la poética puesta en el esfuerzo. Siendo esta expresión artística la inclusión de muchos despliegues sociales, la historia tiene un peso subjetivo extraordinario. De este portento complejo vienen expresiones artísticas como la canción de Silvio Rodríguez.

COMANDANTE CHE GUEVARA
Adentrarse en estos 60 años de Revolución Cubana con todas sus hermosuras, riesgos, desafíos, logros es por igual reconocer lo que ha significado la canción de Silvio para Cuba, el Abya Yala y toda la Pachamama. Es tal vez el cantor más conocido del Abya Yala en la Pachamama durante el siglo XX, debido a su obra musical. El concurso de la poética en su obra es de significativo valor para la música mundial en el atrevimiento de decir que hasta la llegada de su guitarra y su voz, de la mano de una Revolución antimperialista, no habíamos tenido una experiencia musical de tanta genialidad y originalidad en el uso de la metáfora poética para conmover, sensibilizar y emancipar a través del canto. Es el acontecimiento que produce un redimensionamiento del canto hasta un lugar donde el análisis, la reflexión, la filosofía, la cotidianidad, el ser popular, lo humano, hacen hermenéutica con una poética que nos interpreta y nos interpela con paradojas incansables e inacabables, siempre vigentes. Se atreve Silvio (y demás trovadores del movimiento musical) a hurgar con melodía en la advertencia genial que nos hace el Comandante Che Guevara en aquel discurso cuando nos dice: “¡A riesgo de parecer ridículo!”. Era un reto que nos lanzaba el Che de reencontrar las luchas humanas (justamente amargas y resentidas) con el amor; metáfora clave que pone de rodillas a los imperios.

Hasta la llegada de Silvio con su canto, para muchos militantes revolucionarios, el amor era aún ese sentimiento sospechoso de debilidad, pusilanimidad, banalidad, no sin razón de sospecha, debido a las manipulaciones que los factores dominantes aún perpetran a través de la cultura. Ese vínculo encontrado entre la célebre advertencia del Che y la metáfora amorosa de Silvio es, sin lugar a dudas, una de las más radicales conformaciones culturales con que podamos contar en nuestro Abya Yala para combatir cualquier imperio que salga, porque las hegemonías carecen de amor, es su gran debilidad. Sería injusto citar cualquier canción del cantor en particular ya que puede ofender, aunque sea útil a la educación cultural analizarlas, dado el consentimiento y la pasión que despierta toda su obra en millones de personas (además, cuando la canción es auténtica se explica a sí misma); cualquiera de las melodías escogida tendrá el profundo sentido amoroso conjugado con infinidad de parábolas, metáforas, anécdotas asidas a hilos subjetivos capaces de conmover al alma humana, cuando están colocados con la tesitura musical de la que el cantor es capaz.

La sólida historia de la musicalidad cubana tiene un lugar mundial importante. Pareciera que toda se alberga en la música de Silvio. La sencillez transada en el guitarrista de cuadra, en el tamborero de la bodega, en el cantor aficionado, en el trovador de buseta se conjuga con la complejidad del cuarteto de cuerdas, del lírico operístico, de la sinfónica orquestal, del danzoneo de salón, del chasqueo de dedos en la esquina, de la guitarrita tradicional, del silbido en el mercado cuando se buscan vituallas y se recuerdan aconteceres, de la evocación en una rocola cuando no hay ángel que nos cuide. Y cada canción (que es una obra entera) tiene a un Silvio travieso colocado en alguna parte de la melodía, como guardián, para hacer difícil hasta la buena imitación.

El trayecto emancipatorio de nuestra Pachamama en el siglo XX, sobre todo el de nuestro Abya Yala, no se puede pronunciar a plenitud, si la importante referencia de la música de Silvio Rodríguez está ausente. Y todo el amor que nos tenemos como humanos, desde aquel que conocimos en la niñez a hurtadillas traviesas en las ventanas, hasta el pasional que nos arrebata los sentidos, pasando por el que hemos albergado en las luchas en favor de la Patria Grande que somos, ha tenido hogar fecundo en una guitarra, una voz y una humanidad que conmueve por genial, por músico y por haber nacido en un trayecto humano que vio su victoria hace 60 años en la República de Cuba. Es de todos los pueblos del Abya Yala la obra musical de Silvio Rodríguez y es del cantor la sencillez de vivir en una Revolución que prevalece por su historia de luchas, su acervo cultural en la memoria y la lanza de los taínos y el machete de los mabises, en plenitud de resistencia.

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.