Los
pueblos nunca son derrotados sino traicionados. Hoy vemos al victorioso pueblo
del estado plurinacional de Bolivia en las calles, enfrentando a la misma
traición que comenzó en 1492 cuando los europeos llegaron a nuestro Abya Yala. Nuestros
pueblos aborígenes, entonces, no conocían la traición. Hoy la conocemos, la
resistimos, la enfrentamos y la derrotamos.
Más
de 500 años de resistencia han afectado las relaciones sociales de nuestros
pueblos que gravitan entre un occidentalismo agotado y en profunda crisis moral,
política y económica; y una visión ancestral, cósmica, que ha resistido los
embates de una vorágine científico técnica, y que sigue viva, dinámica, activa
con la suficiente paciencia histórica para mostrarse como la siempre alternativa
de nuestra Pacha Mama. Si bien es cierto, ya no somos los aborígenes a
quienes deslumbró el espejito (así halla hoy quienes lo compren y allí se miren),
no es menos cierto la existencia de una pueblería cada vez más creciente en el continente
que opta por la resistencia en espiritualidad ancestral y cósmica, y que, no
siendo indígena, está dispuesta a calzar las huellas de los pueblos que
resistieron y todavía resisten a la invasión europea de 1492 con la convicción
del porvenir.
Causan
conmiseración quienes califican el traslado a México del presidente Evo Morales
como una “huida”, porque están mirando la realidad desde sus convenientes
fronteras eurocéntricas y su lamentable visión viril-patriarcal (caso del
patético expresidente Andrés Pastrana de Colombia). Si miramos la realidad
desde la integralidad ancestral veremos a un Abya Yala vinculado entre Patrias
hermanas de pueblos que hoy continúa resistiendo en el encuentro con su
emancipación. En todos los códices y biblias del pensamiento ancestral está la
RETIRADA que desde el I Ching (Libro de las Mutaciones de la antigua China) nos
indica:
Las
circunstancias señalan que las fuerzas hostiles, favorecidas por el tiempo, han
tomado la delantera. En este caso lo que corresponde es la retirada, y es
precisamente gracias a la retirada que se obtiene el logro. El éxito consiste
en el hecho de que pueda realizarse correctamente la retirada. Es menester no
confundir retirada con huida, una fuga que sólo tiene en cuenta la propia
salvación, a cualquier precio. La retirada es signo de fortaleza. Es necesario
no dejar pasar el momento indicado, mientras uno esté en posesión de su vigor y
conserve su posición. De este modo sabrá interpretar a tiempo los signos
pertinentes y emprenderá los preparativos para una retirada provisional en
lugar de trabarse en una desesperada lucha de vida o muerte. De este modo
tampoco se abandona el campo a merced del enemigo, sino que más bien se
dificulta a éste su avance, mostrado todavía una persistencia en ciertos
aspectos. De tal manera, en la retirada ya va preparándose el viraje, el
cambio. No es fácil comprender las leyes de semejante retirada activa. El sentido
que se oculta en un tiempo como éste
es importante y significativo.
Al
pueblo boliviano y a Evo Morales los asiste este “tiempo importante y
significativo”, el tiempo del Pachakutik. Es un error para quienes profesamos
las causas emancipatorias bolivarianas, mirar estas realidades con el lente del
tiempo lineal científico-técnico europeo. Recordemos que hemos sido educados y
educadas bajo la espada ideológica de la utopía de Tomás Moro que nos condenó a
la abominable ilusión de marchar siempre hacia alguna parte, cuando desde la
visión ancestral de la Pacha Mama como madre tierra benefactora siempre estamos,
no vamos a ninguna parte a conquistar nada, pertenecemos a ella; entonces nos
enraizamos, nos radicalizamos en ella y cuando vamos es porque ya estamos. De allí
que, mirados con el alma ancestral, en este momento, el presidente Evo y sus
compañeros y compañeras estando en México están en el Abya Yala y en la Pacha
Mama, no fueron a allá: ya estaban. Una endeble miopía política eurocéntrica
puede hacer que cometamos el grave error de ver a estos bravos compatriotas
abyayalos con lástima; estaríamos asumiendo la voz del Yahvé castigador que nos
culpa por ser revolucionarios.
Corresponde
al movimiento popular boliviano resistir esta arremetida fascista (tan vetusta
como los ladridos de aquellos perros castellanos del siglo XVI en alto flujo y
poder de mordida) contando con los sabores de las victorias políticas y
sociales de los últimos 12 años sin precedentes en esas tierras, aún en la boca
desamordazada por las antiguas luchas de resistencia y los ecos vivenciales de
referentes inmortales. Toca reflexionar acerca de la circunstancia en que nos
encontramos con un continente atizado a propósito por la mano imperial. En el común
enraizamiento, existen diversas aquiescencias que se despliegan en las marcas
fronterizas impuestas como países, que nos obligan al análisis de
particularidades. Desde Bolivia, cómo anduvieron las alianzas con el ejército,
cómo fue el sistema de testigos internacionales en las pasadas elecciones (si
se dejó la égida a la tétrica OEA para que dispusiera de la mirada de los
resultados) cómo ha operado la inteligencia popular como poder disuasivo contra
los grupos asesinos fascistas que están usurpando las calles del pueblo para
masacrar y amedrentar. A la hora de la escritura de estas líneas, la resistencia
del pueblo pica y se extiende, el golpe de Estado reaccionario y fascista saca
las garras cipayas, el clima de guerra civil extiende su humo de muerte,
tosiendo los deseos cumplidos de los criminales de la oligarquía a quienes conviene
la confrontación.
Son acertadas
las impugnaciones del presidente Evo Morales al señalar a los verdaderos culpables
de lo que hoy vive nuestra Patria hermana, a esos cipayos oligarcas usurpadores
y a sus cómplices imperiales, llamando a detener la masacre contra el pueblo y
a enarbolar la paz. Es revolucionaria la paz, políticamente emancipatoria la
paz. El origen de las guerras está en los gobiernos reaccionarios europeos, lo
sabemos. Para el pueblo boliviano (mayoritariamente indígena) ha sido la hora
de resistir gobernando. En este instante retorna el momento de resistir
combatiendo. De los giros políticos y la balanza histórica dependerá si los
tiempos que son, seguirán siendo de enraizamiento del poder popular o si por el
contrario pausarán la acción rizomática, y un por ahora recursivo será lo
pertinente para buscar nutrientes que aporten nuevas victorias. Como quiera que
sea es cuestión de tiempos (en plural). Siempre se ha impuesto para nuestras
luchas la paciencia histórica: pacientes con lo estratégico e impacientes con
lo táctico: en este momento es un subrayado. Los imperios mundiales ya no
tienen salida y su desplome definitivo está frente a nuestra vista. Hay que
darse cuenta y persistir.
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