“Ya llegará
el instante del balance impecable, sin margen de error, sin desviaciones
subjetivas; pero entre tanto, mientras nos empecinamos, en sótanos o en exilios,
bajo amenazas o sobre ascuas, en seguir buscando nuestra expresión o
interpretando nuestra realidad, la historia de nuestras ideas será también la
historia de nuestras aptitudes, la teoría de nuestra literatura estará inevitablemente
ligada a nuestra práctica de vida, nuestro pensamiento individual no podrá (ni querrá)
desprenderse del pueblo al que pertenecemos”.
MARIO BENEDETTI
ESCRITOR URUGUAYO
El 4
de noviembre de 1966 sucedió el Alluvione
di Firenze que significó el desbordamiento del río Arno en la ciudad de Florencia
y parte de Toscana. La inundación provocó una catástrofe causante
de la muerte de más de 100 personas y se ensañó particularmente con la cultura,
pues dañó y destruyó millones de obras de arte, debido a que Florencia ha sido
un bastión artístico cultural en Europa desde la llamada Edad Media. Una vez se
retiraron las aguas y se reconocieron y aquejaron las víctimas, toda la
comunidad se avocó a recuperar las obras del inmenso lodo que dejó la furia del
río y proceder a la restauración. Parte de aquella obra artística se restauró
por la monumental participación de todo el pueblo quien, con su propia fuerza,
la de la sociedad y la ayuda internacional logró su cometido. Toda la cultura y
el arte regional y nacional del pueblo italiano hizo causa común para lograr
aquella epopeya. Fue éste un signo inequívoco de venganza cultural ante la inesperada
y omnipotente fuerza de la naturaleza.
La
venganza cultural es una acción artística de los pueblos, erigida como una
fuerza telúrica para reivindicar sus valores y enraizarse en sus logros, luego
de cualquier tragedia sufrida. Opera desde la influencia sutil habida en el pensamiento
complejo disparada por la impotencia, obrando con la discreción y articulándose a
través del efecto mariposa. Es una venganza
sin violencia ya que su poder no es destructivo. Más bien tiende a recuperar el
tejido humano y social que fue lesionado al pueblo. Sus movimientos son
sigilosos. Sus improntas y huellas quedan en cada esfuerzo aparentemente
trunco, pero son tomadas como herencia por quienes vienen luego a reivindicar
lo sanado. Un ejemplo clarividente es el jazz, expresión musical que significa
la venganza cultural de los pueblos africanos que fueron violentados y
traficados como esclavos, cuando tomaron el sonido de los trenes que
transportaban el robado fruto de su trabajo como claves de tiempo melódico,
hasta producir una musicalidad cuya influencia sutil aún no se ha detenido.
Cada nota jazzística se ha emparentado con la música afrolatina para producir
el latin jazz, también venganza
cultural de los pueblos del caribe.
COMANDANTE TOMAS BORGE |
El estupendo
cine argentino producido a partir de la década de los años 90 del siglo XX es
venganza cultural de las dictaduras que produjeron asesinatos, torturas y
30.000 personas desaparecidas. La novela Cien Años de Soledad de Gabriel García
Márquez es la venganza cultural del pueblo colombiano que la oligarquía asesina
no se podrá sacar jamás. La pléyade de artistas que salió de la España tomada
por el fascismo, aplicó la venganza cultural en muchas partes del mundo para
denunciar y continuar regando la semilla de la revolución. La obra del cantor
cubano Silvio Rodríguez hace lo propio contra el acoso imperial y el bloqueo
gringo. La música ranchera nacida de la Revolución Mexicana de 1910 es la
respuesta a varios siglos de frustración y traiciones de las clases dominantes.
¿Qué puede ser sino una venganza cultural contra la bomba atómica lanzada a los
pueblos de Hiroshima y Nagasaki, el cine del artista japonés Akira
Kurosawa? En cada expresión artística
genuina se dinamiza una venganza cultural que redime a los pueblos. La
argumentación de este concepto la encontramos en el poema Mi Venganza Personal del comandante de la revolución sandinista
Tomás Borge. En esas metáforas increíblemente sanadoras se encuentra la
espiritualidad que acompaña una concepción popular arraigada en las avanzadas
culturales y artísticas de todos los gentilicios del Abya Yala. Están allí la
educación, los jardines como patria, el canto eterno a los mártires, el pueblo
sonriente y victorioso como protagonista de sus luchas, el desafío ante la
derrota del torturador. Este poema, oración, canto y proclama de una guerra por
la paz, es un hondo grito de victoria.
UN
LIBRO VENEZOLANO COBRO UNA VENGANZA
Una
tragedia cruzó a Venezuela por los cuatro costados de su territorio. Varias
décadas de luchas contra las dictaduras trajeron importantes avanzadas que dieron
como resultado el establecimiento de un proceso democrático desde el año 1958
que luego fue manipulado por las clases dominantes, traicionado por los
partidos aliados a la socialdemocracia y acosado por el gobierno de los Estados
Unidos. La implantación de la llamada Cuarta República trajo consigo el montaje
de una pandilla de malhechores cuyo bandidaje invadió las instituciones e
infectó de prevaricación, tráfico de influencias, dolo del más aberrante a las
acciones judiciales, legislativas y ejecutivas afectando profundamente al
pueblo. El Estado de Derecho fue convertido en el reducto ideológico de
complicidad entre la clase política y los grupos de poder económico. Se
implantó la doctrina del Departamento de Estado y la práctica forajida de la
llamada Escuela de las Américas donde se entrenaron en la tortura y el
asesinato muchos miembros de las fuerzas policiales y militares. La represión
implantó un estado de terror que abaleó manifestaciones, asesinó líderes y
gente del pueblo. Las cárceles se llenaron de presos políticos, la mayoría
torturados y muchos de ellos desaparecidos. Se crearon en varias zonas del país
los llamados Teatros de Operaciones (TO), sitios tenebrosos para el maltrato
físico, la vejación, el abuso y la muerte. En Venezuela se arriesgaba la vida
por reclamar un tubo de agua o la electricidad para el barrio.
Esta
represión cuarta republicana tuvo un sello repujado en el anticomunismo. La
rabia cipaya contra Cuba promovida por EEUU desde la OEA, contaminó a la
mayoría de gobiernos del Abya Yala, mientras los pueblos se batían en las
calles en favor de aquella revolución. Uno de éstos fue el pueblo venezolano
que pagó rudamente con la vida de estudiantes, obreros, campesinos, con la
estabilidad de familias enteras la osadía de retar al imperio. Cerca de 3000
personas fueron desaparecidas por las fuerzas represivas de entonces desde el
año 1961 debido a la participación política de izquierda y al apoyo del avance
de la revolución en el continente y en el mundo. A doce años de la implantación
de este estado de terror, un escritor y profesor universitario venezolano de
nombre Luis Britto García participa en el Concurso de la Casa de las Américas en
La Habana, Cuba y obtiene el premio literario mención cuento en el año 1970 con
su libro RAJATABLA. Toda una osadía bienaventurada para este pueblo arrinconado
por la depredación politiquera. Podemos imaginar la magnitud de esta hazaña al
recordar que gobernaba Rafael Caldera y aún nombrar a Cuba o alguno de los
líderes de su revolución o de los países socialistas, llevar algún libro de
izquierda, un disco, un afiche, un periódico podía traer consigo la cárcel, la
tortura y podía hasta costar la vida. En este contexto, aun terriblemente conmovido
por el dolor de familiares de víctimas de la represión, el pueblo venezolano obtiene
esta victoria popular, materializa esta venganza en la pluma de un destacado
intelectual. A partir de ese momento el libro Rajatabla y su autor, no sólo
entran en los archivos de los aparatos de seguridad del país y del imperio,
además, es atesorado por la subversión cultural y popular que pasa a leerlo con
atención y devoción para descubrirle sus signos y pistas.
EL
NICHO CULTURAL QUE RECIBE A ESTE LIBRO PREMIADO
Las
tragedias políticas de los pueblos son en esencia tragedias culturales y
Venezuela es verdad sufriente en este sentido. Con la llegada de los españoles se
implanta una cultura dependiente del rentismo peninsular monárquico en aquella
provincia colonizada, al ser aplastada la cultura aborigen. A la llegada de la
República, conseguida bajo la ley de la guerra con sangre, devastación y
traición, se promueve una visión política influenciada por las clases
oligárquicas que envidiaban y añoraban la monarquía y ganaron poder por sobre
un pueblo mayoritariamente campesino. Oportunismo, ventajismo, corrupción, eran
algunos de los signos políticos preponderantes. Las expresiones culturales y
artísticas marginadas del despliegue social tenían influencias europeas en
un pueblo al que se le colocó el prejuicio y la falsedad de ser solamente levantisco,
peleón, guerrero, armado, pendenciero, bélico, militar, alejado de las
jurisprudencias, los estudios, investigaciones, ciencias, derecho, arte y la
cultura. Aquella diatriba entre el doctor Vargas y el sedicioso Carujo está
clavada como un puñal en el corazón cultural de Venezuela. La tendencia del
político venezolano a la politiquería y la ineptitud cultural es tradición en la
práctica socialdemócrata hasta hoy. Entre las manipulaciones y venalidades del
adecaje parlamentario y represivo nos llega el triunfo de este libro.
Oloroso
a izquierda se cuela en los cenáculos culturales, universidades, bibliotecas y
liceos con denodados esfuerzos. En un país donde se acuñó el tétrico lema: “Disparen
primero y averigüen después”, similar al lema nazi: “Cuando escucho la palabra
cultura me llevo la mano al revolver”, donde la clase politiquera gobernante
(de procedimientos descaradamente fascistoides) se vio en la obligación de escuchar
boqueando dos supremas justificaciones del escritor Miguel Otero Silva para
dejarle a la cultura de todo un país la posibilidad de ser apenas un
“instituto”, un libro premiado en Cuba debía ser recibido con moderado y casi clandestino
orgullo. La prensa sometida a la persecución por cualquier denuncia, aprovechando cierta
apertura política del gobierno (paradójicamente el más represivo con
la cultura de todos los de la IV República) colocó informaciones referidas al
acontecimiento. Sin embargo, su publicación y distribución nunca fue la
merecida, dada la calidad literaria y el galardón recibido. Sólo las élites
lograron acceder al libro en su momento.
¿QUE
COSA ES RAJATABLA?
Es
ante todo una palabra, una palabra trasgresora. Es como un trabalenguas muy
corto para que los niños y las niñas hagan la composición de otras palabras y a
su vez puede ser un acertijo de revelación inesperada. Alguien pudiera
sorprender al mundo utilizando el vocablo para armarse a sí mismo un nombre de
nombres y perderse en miles de identidades. Es una atrayente denominación muy
apropiada como el santo y seña de un procedimiento bélico o clandestino. Puede
también definirse como el modo o la manera de entrar a algún lugar, suceso o
cualquier otra relación humana con impetuosidad o intemperancia. ¿Y, como apodo
o improperio dicho a un contrincante en una pelea intelectual? Incluso, como
nombre de algún plato o menú de comida, título de una pieza musical, de un
barrio de Caracas, de un filme en adaptación, como razón comercial de una casa
de abasto puede circular entre las gentes. Resulta, además del nombre de una
sala y grupo teatral, un libro que se ganó un premio relevante.
En una
sorprendente conferencia denominada ¿Qué
es un autor? El filósofo francés Michel Foucault disertó acerca de las
diferentes posiciones habidas entre el autor y su obra artística. Uno de los
más apasionantes argumentos siempre está colocado en si la obra trasciende al
autor o viceversa. El Quijote casi que desaparece a Cervantes, aunque toda su obra
cuentística no ha podido con el argentino Borges. ¿Qué pasa con Rajatabla? ¿Qué
sucede, respecto a su autor, con ese fabuloso compendio de cuentos breves capaz
de hacernos leer en su totalidad desde la página en que lo encontremos? Miles
de motivaciones se dejan entrever en sus narrativas que son muchas. Parece a
ratos un infinito ejercicio literario para que aprendamos a escribir y también
un cajón de secretos escriturales para buscar anécdotas, sucesos, risas,
perplejidades, estados diversos del alma. Hay un sesudo escepticismo agazapado en
Rajatabla como también hay una emoción bullente que es como una taza de agua
hirviente a la espera de la bolsita de té, deambulando como un éter reanimador.
Hay el laberinto de palabras mas no de estancias, pasadizos ni escaleras y tal
vez, a veces, parece el ranchito de paja donde está el secreto del Tao narrado
por Richard Wilhelm. Son caminos entrecruzados para salir rápido y no perderse
en subterfugios. Está lleno de claves Rajatabla (evidentes e inmanentes)
fórmulas para autoperderse y autoencontrarse, ideas para crear principios y
comenzar finales. Está trazado con espejos que reflejan rostros o sombras. Tiene
un silencioso poder desalienador porque abre los ojos para siempre y en el
mejor de los casos jorunga la conciencia. Es irreverente, incómodo,
inquietante. A lo mejor es ese lugar anhelado en París por César Vallejo que no
tuviera ninguna señalización y que permitiera perderse. Es un libro
premonitorio que pueden conformar hasta una estancia oracular. El humor habido
es una puerta abierta, aunque un lector ingenuo pude pegar la frente de una de
las puertas imaginarias.
¿DE
QUE NOS HACE VENGANZA RAJATABLA?
En
primer lugar, nos permitió vengarnos de los adecos. Un libro de tan alta
calidad y cultura surge en una época donde gobierna la clase política más
inculta y estúpida de todo el Abya Yala, aquella que acuño dichos politiqueros como:
“los adecos gobernamos mejor en la oposición que estando en el gobierno” o la
declaración de su gran piache: “Ese es un cine hecho por los vencidos con el
dinero de los vencedores”. Es una de las más resonantes pedradas culturales a
la vidriera demagógica del puntofijismo, junto a la canción de Alí Primera que
iniciaba sus elevadas líricas revolucionarias por aquellos días.
Vengarnos
de la aridez educativa. Durante el primer gobierno de Rafael Caldera cerraron
la UCV y la Cinemateca Nacional, eliminaron las Escuela Técnicas y decretaron
la muerte de las materias humanísticas y de la poesía. Aún hoy, en plena
revolución bolivariana, Venezuela no ha podido desplazar los áridos métodos
pedagógicos en favor de procesos educativos novedosos que abran campos donde se pueda ser escritor desde la niñez, se tenga una formación política desde la
adolescencia y se promueva en el corazón de los jóvenes la creatividad
necesaria que permita trascender la tragedia puntofijista. Rajatabla permitió a
una osada juventud leer distanciada del aula y hacerse escritores y escritoras fuera
de la clase apesadumbrada por la rigidez, tristona por las prohibiciones,
abúlica por la represión. Cuando esa juventud supo a través de Rajatabla que se
podía escribir sin signos de puntuación, con ese conjunto de permisos
literarios, esas metidas y salidas de nuevas anécdotas, el puntofijismo comenzó
a entrever su final.
Vengarnos
de la idiotez cultural. La mentalidad puntofijista, por fascistoide, es idiota.
Una de las primeras imposiciones fue colocar a la farándula como cultura. Entronizaron
el imperio de la banalidad a través de los medios de comunicación y crearon el
prejuicio de que la cultura, el arte y la historia son fastidiosas al público y
aburridas a las juventudes. Impusieron como modelo histórico y cinematográfico los
documentales y películas gringos, alentaron una política de premios y
galardones faranduleros y becas, trampa en la que cayeron no pocos cultores amarrados
de manos posteriormente ante la avalancha de estupideces caídas sobre lo que
denominaron cultura. Premonitoriamente hablando, todo este mundo superfluo está
colocado en las narrativas de Rajatabla como farsa burlesca. Es un trabajo
literario adelantado al tiempo por venir, a los conferimientos honoris causa
fraudulentos, al cinismo de los funcionarios ausentes de sus puestos
institucionales, a la muerte metida en los revólveres de los policías, al
hombre atrapado en su propia trampa de mentiras, a la debacle posmoderna, al
inútil fin de la historia.
Nos
venga de las mordazas. Rajatabla nos da la palabra sin que levantemos la mano,
nos permite hablar, nos dialoga, nos oxigena. Con el libro gritamos, abofeteamos,
nos burlamos, vemos el ridículo oculto, escuchamos la carcajada cínica, somos
testigos de la viceralidad del mundo. A través de sus páginas nos sentimos
políticos, y más, dueños de una política literaria, poética, creativa dispuesta
a mostrarnos la posibilidad de viajar. Aunque en su momento costaba su buen
dinero obtenerlo, su palabra (que es la nuestra) no tenía costo porque había
sido escrito para el momento en que fuese obsequiado como una victoria cultural
y popular como ha ocurrido a partir de 1999 en que va de mano en mano con
humildad.
Vengarnos
del imperialismo capitalista. Los agentes del imperialismo capitalista y los
dueños del mundo nos subestiman a los pueblos, nos creen incapaces de hacer
maravillas, nos quieren frustrados ante auténticas hazañas que nos favorezcan. Por esto hoy,
como siempre, nos amenazan porque nos rebelamos contra su yugo e ignominia. En
Rajatabla se reivindica al pueblo, a los pueblos, al ser humano, se nos
reivindica. Aunque hay una perplejidad, una mirada poética al modelo de
dominación desde lúdicas literarias insospechadas, una rigurosa y a veces
sarcástica mirada a lo que quieren que nos convirtamos, hay una filosa
esperanza guardada en sus líneas, como esos faunos silentes que ocultan su
flauta para la ocasión del jolgorio colectivo. Obligados a ver, en el libro se
nos muestra con claridad el burocratismo no para el recreo ni la resignación,
más bien para reflexionarlo y enfrentarlo. Son páginas escritas con pequeñas
esperanzas regadas para la búsqueda de nuestro entendimiento.
DEL VENGADOR
LUIS BRITTO GARCIA |
Es tan
amplio, versado y diverso el logro literario, investigativo y periodístico del autor que Rajatabla,
aunque tremendo logro de la literatura y no siendo un libro más en su haber,
jamás supera toda su obra. Además del Luis Britto García de
Rajatabla hay varias dimensiones en Luis Britto. El abogado, el profesor
universitario, el intelectual, el investigador, el científico social, el
dramaturgo, el conferencista, el novelista y cuentista, el guionista de cine, el adelantado a su
tiempo en los estudios de la semiótica y de la interpretación de los mensajes
antes que fuesen urgentes para explicar el mundo de las redes, el lingüista, el
velador por el destino de nuestras aguas y minerales estratégicos. También hay
un Luis Britto historiador que nos ha ofrecido páginas memorables de análisis y
reflexión de nuestro devenir en el tiempo como país, gentilicio, identidad. A
su vez encontramos al pensador de la política y la geopolítica, al periodista, al
fotógrafo, al dibujante y artista de la plástica, al mediador cultural, al
militante de la irreverencia y del libre pensamiento, al humorista, al
educador, al versado y feroz crítico de la hegemonía, al hombre de izquierda, partidario
de la revolución cubana, de la revolución bolivariana y mundial.
LUIS BRITTO GARCIA |
Luis
Britto García comenzó a publicar relatos humorísticos
hacia 1954, en un mural semanal del tamaño de un tabloide, junto a su primo
Rodolfo García que se alternaban los textos, y él hacía dibujos y títulos. El
mismo operativo lo mantuvo en la Facultad de Derecho de la UCV, con Jaime
Ballestas (Otrova Gomás) en un mural quincenal llamado El Torturado, con cuatro
artículos de cada uno. Hacia el año 1965 reincidieron con CERO, un mural de
unos dos metros de ancho que publicaban en la Facultad de Humanidades. De
allí salieron la mayoría de los textos de Rajatabla, y de El Hombre más
Malo del Mundo. Participó en gran parte de las publicaciones de la izquierda de
la época como dibujante, entre otras, en el diario Clarín, en La Pava Macha, La
Sápara Panda, El Sádico Ilustrado y otros. A cada rato les allanaban las
imprentas o les mataban pregoneros a tiros. Era una especie de taller ambulante
que dibujaba afiches y gráficas para cuanta organización de izquierda se lo
pidiera. Solicitó inscripción en el Partido Comunista el mismo día que lo
ilegalizaron. Fungió de martillador en subastas de obras para colaborar con
camaradas presos o enfermos, de presentador en actos de masas.
Y está el venezolano, el caraqueño, uno de
los cultores de las letras más prolífico y fecundo del país. Sabio que ha hecho
de su intelectualidad integral, un aporte forjador de visiones políticas útiles
y necesarias en todo momento a la vida de la patria. En el medio siglo de la
venganza cultural de su libro Rajatabla, no podemos más que celebrar aquel
acontecimiento, mascarilla puesta, diciendo cual hombre o mujer de este pueblo
extraordinario: ¡Como si fuera hoy!
Querido amigo, me he quedado asustado con tanto encomio, me conformaría conque un poquitico fuera verdad.Es curioso, cuando llegó a Venezuela la noticia del Premio Casa de las Américas, hubo un aterido silencio en los medios. Pasaron meses sin una línea, hasta que Aníbal Nazoa sacó un artículo en una revista preguntándose cuál era el misterio. Te pido permiso para reproducir tu artículo en mi blog. Pasaré días reponiéndome de este ataque a la necesaria modestia. Inspiración y salud, Luis Britto
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