Una camada de escritores y escritoras se venían
colocando desde la última década del siglo XX en la dimensión literaria de
Venezuela, a través de espacios insurgentes e innovadores, signados por una
autopoiesis dinamizadora de las relaciones culturales y comunitarias. Había en la
mayoría un deseo de diferenciarse de prácticas de la cultura oficial
institucional. En Talleres Literarios y otras micro utopías culturales fueron
colocando diálogos e intercambiando metáforas al rompe y raja de una palabra
otra.
El filósofo venezolano Oscar Fernández Galíndez
forma parte de quienes dinamizaron dialógicas en estos escenarios para mostrar
otras visiones y decir diferentes discursos. Merced a su trabajo de
investigación en el tema de la complejidad y a su participación en el grupo
Senderos Literarios de la ciudad de La Victoria, estado Aragua, surge una
lectoescrituralidad vinculada a la metáfora poética integrada al campo de lo
científico, filigranas creando enredaderas de un lenguaje vigoroso y, aunque
impulsado hacia estratósferas elevadas por una visión cuántica, un ojo
fractálico, también tienen hilos sutiles y contundentes asidos a la
cotidianidad.
De esta alquimia nació la constelación de
poemas bautizado por su autor como Espiralario, que tuvo la fortuna de ser
publicado como poemario por la Cooperativa Editorial La Mancha en octubre del
año 2009. Fueron en principio 300 ejemplares rodando entre amigos y amigas,
saliendo cada tanto en voces del recital poético o tablao de conferencia
literaria o catalejo del tema científico. Se dimensionó este enjambre de
imágenes cósmicas, en la Colección La Buena Calle, espacio de edición de esa
poesía viajera escondida entre murmullos y soliloquios de la gente, expresión
de una ciudad de mil ciudades habitadas en los aposentos de cada quien y del
nosotros y nosotras, cántico al vuelo de aves inquietas ante el momento vivido.
Y como los libros tienen vida, la pequeña forma de Espiralario sabrá moverse
entre volúmenes apiñados en mesas o formados en bibliotecas para romper el olvido.
ENTRE
ESPIRALES TE VEAS
Vivir es escapar de lo que somos
para ser lo que no somos,
y escapar de nuevo a la eterna espiral
que llamamos vida.
O. F. G.
(Espiralario)
De inicio debemos enunciar la fuerza precursora
puesta en la letra por Oscar Fernández Galíndez, tomando como referencia a la
poesía venezolana, si es de nuestra consideración la complejidad como dimensión
narrativa y esas incursiones en los multiversos cibernéticos y cuánticos
logrados desde sus metáforas.
Analogía dialógica encontramos en el poeta
nicaragüense Ernesto Cardenal desde su Cántico Cósmico, extenso y hermoso
trabajo dedicado a esos insondables mundos venidos de la noción del Big Bang,
aunque Oscar –quien no cede terreno en incorporar en el viaje la preminencia de
su cerebro- reúne un conjunto de experiencias literarias cuyo centro es la
cotidianidad. Hay en su aporte poético una elevación, unida a un decir de esa
realidad aparente que vivimos como crítica, razón de haber colocado el epígrafe
como Espiralario. A este propósito su prologuista Juan Carlos Sotillo Meneses
nos alumbra el camino:
Oscar; desde esos espirálicos universos nos
grita, recurrente, que las cosas que amamos o las que odiamos o las que pasan o
se detiene son más que amor u odio o pasar o detención, y que cada una mora en
la otra, que cada otra justifica la primera, que somos recurrencia, nacimos
desde lo reiterativo y los ciclos nos arman.
Nótese cómo el prologuista describe con
habilidad lo recursivo, develando la pertenencia nuestra, inherente a la obra
del poeta. La espiral es la geométrica de lo recursivo debido a la posibilidad
de albergar la diversidad ontológica y la unidad regente en una misma visión.
Es posible, en un punto de la espiral siempre cósmica (holograma), ver,
percibir, sentirse intuir la diversidad incorporada al nos y a la unidad siendo.
Tal vez se encuentra esta percepción en esta escogencia:
En un millón de mundos una esperanza de unidad
en un millón de esperanzas un encuentro
solitario
en un millón de soledades la pluralidad
y en un millón de millones
una estrella que brilla como tú
(Galaxia Mundo)
Este numérico conjunto de versos desea abarcar
una visión de la espiral cósmica e intenta describirla siendo lo que somos, al colocarnos
en ese viaje hacia la humanidad, con la finalidad de desplegar una síntesis de
la particularidad. En esa unidad narrativa es descrita una maravillosa
ambivalencia, viajera de nuestro ojo a ese, apenas, universo de millones de
millones de visiones y esa inmensidad viajando hacia nosotros y nosotras. Nos
recuerda la película Contacto (Zemeckis, 1997) cuando al inicio estamos (sin
darnos cuenta) flotando junto a todo el universo (millones), con nuestros ojos
puestos en la Pacha Mama (soledad) y la toma se precipita al planeta, mientras se
escucha paulatinamente a la Babel humana, hasta concluir en el ojo de una niña
(Tú).
En un verso conmovedor del poema Galaxia Mundo, el poeta nos dice: El color de la esperanza es el color de las estrellas, demostración de la recurrencia a no dejar escapar la inmensidad hasta traerla hacia lo humano. Traerla y así obligarnos a ver eso más allá del prejuicio provocado por lo misterioso. Nos ofrece un primer y tierno vínculo genuinamente espiral, haciéndonos sentir en familia, constelados, en el disfrute posible de esas dimensiones generalmente dejadas a la religiosidad, las oraciones o los templos. El poeta nos abre el espacio cósmico como posible de ser visitado y dialogado, por fortuna desde la poesía, su poética.
EL COSMOS:
UN ESPACIO PARA EL HUMOR
Importante sitio discursivo en Espiralario es
el humor. Sabemos del poeta y su logro doctoral con una tesis acerca del humor.
Hay en las páginas del poemario la evidencia de cómo lo encontró al observar
las estrellas. La mirada del cosmos es sin lugar a dudas humorística porque tiene
la paradoja acompañante de todo el poemario: lo sabido y desconocido, el ser y
el no ser, lo humano y lo no humano (ambos no tienen por qué ser malos), la
unidad y la diversidad, lo complejo y lo sencillo, lo mental y la espiritual,
lo científico y lo cósmico.
Creamos al mundo que nos crea
en la eterna espiral
de la risa del cosmos.
(Galaxia Mundo)
Ríe también el cosmos porque es dialéctico en
su elevada contradicción de tener el todo –tan estudiado por Stephen Hawkins- y
la nada;
Dios es un muchacho infinito
que aprende de nuestros errores
(Rosa Neurótica)
ríe a su vez porque está colmado de sarcasmos
ese cosmos visionario de nuestros desastres;
Risa callejera
te encuentro
sin buscarte
para casarme en tu aliento
(Risa del Cosmos)
ríe porque el cinismo es su forma de absolutizarse
en todas las realidades y ninguna:
Risa
te enfrentas
al agujero negro
que no es negro
ni la maxigravedad
puede contigo
(Risa del Cosmos)
Uno de los logros hallados en Espiralario es la reivindicación de un cosmos desconocido, aunque muy conocido o dicho en chifladura: se trata de reconocer a un cosmos que ya nos conocía y no sabíamos que él sabía, por esto la visión amable y diferente de lo promocionado por la cultura occidental; lo misterioso como feo, prohibido y horrible (recordemos la visión de lo extraterrestre) emparentado con la muerte, diferente al poeta mostrándonos un cosmos sonriente, con sus misterios sonrientes y toda su inmensidad en risas. Un cosmos vinculado a la vida.
DE LA
SONRISA AL MUNDO CIBERNÉTICO
Pensando de nuevo en cine, el escritor italiano
Umberto Eco plantea en el móvil policial de su novela El Nombre de la Rosa, el
misterio oculto en los crímenes de una abadía, motivados por un libro cuyo tema
es la sonrisa de Jesucristo. Impresiona en la película de Annaud (1986) el
hallazgo del móvil y la revelación del misterio porque se trata de un anciano
sacerdote ciego, el motivador de tan trágica censura. Descubrir la sonrisa en
Jesucristo era mortal. Una alcabala invidente.
La ética del perdón no existe
en 25 dimensiones paralelas.
el Dios transdisciplinario
de mi abuela
no entiende de códigos binarios.
(Rosa Cuántica)
El humor como mediador permanente en el diálogo
entre cosmos y humanos-humanas, entre multiversos y unicidad, entre espíritu y
cerebro erige la proximidad con el universo de lo cibernético. Es muy
significativo cómo el poeta nunca abandona los recursos del diálogo en función
de hacer valer una gramática en la metáfora dedicada a quien lee. Esa
aproximación tiene mucho de la racionalidad habida en la complejidad y la
transgresión poética habida en la racionalidad:
Imagen simbólica
traicionas la gramática
del desierto y conduces
los pasos diminutos
de un pasado incansable.
Espero de ti una coma
cualquier acento y
hasta una interrogación
pero nunca un punto y aparte.
(Rosa simbólica)
Hay en pasajes del poemario un sentido, crítico
y versado de reconocimiento a la semiótica de la imagen como recurso de las
nuevas tecnologías en tanto creadora de aproximaciones al lenguaje como esencia
humana. Leer con este interesante señalamiento nos parece coherente con la
visión integral del cosmos, reivindicadora de recursividades profundas en donde
las imágenes comportan todo un universo de lenguajes probables.
Sólo la imagen supera
la pobreza sígnica
de una palabra
(Rosa simbólica)
He aquí la reverencia hecha por el poeta ante
el poder de la imagen. Y su camino hacia la meca de la cibernética tiene como
corcel el poder de poderes del siglo XXI. En sus metáforas el poeta procura
elaborar imágenes con las palabras, a sabiendas de la debilidad ante la
avalancha de imágenes impuestas por los medios tecnológicos de la comunicación
y las pantallas.
DISTANCIAMIENTO
DEL PATRIARCADO
Estos tiempos definitorios de la humanidad son
de dimensionamiento de la complejidad como posible vía de hermanarnos con el
cosmos y de reconocer el fin del patriarcado en tanto guía de un camino equivocado –digamos
también, catastrófico- sostenido en la injusticia. No siendo una narrativa
feminista, en Espiralario se dimensiona una poética de marcado reconocimiento
femenino en armonía con el espacio masculino; incluso, reconocemos marcadas
huellas taoístas en algunos signos y explícitamente el estado de ying y yang
como fuerzas.
Dos claras visualidades son vertidas por el
poeta al perpetuar la fuerza ying en sus versos y nuestra lectura; la primera
está en la narrativa de las diez Rosas metafóricas merecedoras del ejercicio
lectural y sensitivo. De la Rosa Verde a la Rosa Indígena va un homenaje a la
poética venezolana desde el sui generis de una temática digna, vigente, multiversal.
En este jardín lingüístico la centralidad ying la tiene el poema Rosa
cibernética; aunque teniendo la carga científica en las definiciones, el poeta,
mediante sensitivas metáforas, humaniza la relación literaria y hace humor del
ejercicio ciber-amoroso, logrando narrativas donde lo femenino se honra
puntualmente sin distanciarse de lo masculino (Tao). Otra recursividad hacia el
cine nos permite establecer analogías de este poema con la película Her (Jonze,
2013), la motivación es el humorismo habido en un argumento amoroso entre un
hombre y un ordenador (mujer):
¿Cómo se enamora
a una mujer
virtual?
El poeta elabora una agradable y coherente
cascada de palabras cayendo en el pozo de una metáfora poderosa, nada alejada de
las exigencias de un amante con la pasión puesta en una ciber.
Reinicia
reformatea
reconfigura
revive
rearma
resiste.
Si de verdad
quieres que mis mensajes
entren en tu cuenta
dame espacio en tu buzón.
LA
CUANTICA COMO POÉTICA POLÍTICA
A sabiendas de la cualidad política habida en todo lo
humano, es el político e investigador costarricense Rolando Araya Monge quien,
al escribir el libro Hacia el socialismo cuántico postula todo tema relacionado
con la Física Cuántica como una dimensión política, narrativa encontrada con la
misma intención en el poemario Espiralario.
Si el hallazgo científico supuesto en el pensamiento ancestral y en la fecunda existencia de los pueblos indígenas, centrado en la visión compleja y en los caminos de la Física Cuántica, ha de servir para algo, es para solucionar los problemas humanos, generar más conciencia de quiénes somos y tomar acciones a favor de una relación más armónica entre quienes vivimos en la Pacha Mama. Los indígenas han sabido por milenios de herencia lo que apenas desde el siglo XX es colocado por los físicos.
Intensionadamente político es este fragmento final del poema Rosa indígena:
El indio desnudo
de comprensión
cansado de sufrir
la carga de la roca
de un idioma
que no habla con el viento.
Se esconde
en el verde refugio
de su herencia ancestral
y se convierte al claro oscuro
de un pasado en un presente
que reclama la presencia
de su magia.
El poeta asume su política desde el territorio
de la irreverencia del lenguaje. La narrativa lo lleva y lo trae creando
fractales en tiempo de tiempos. El más fecundo es el tiempo político.
La rebeldía de la rebeldía
hace de los constructores de sueños
ángeles y demonios
en sincronía con el tiempo
(…)
El tiempo no llega
Si el pensador sólo habita en la hoja
El tiempo no llega
si la hoja se resiste a pensar
El tiempo no llega
si el tiempo se hace trampa
El tiempo no llega
si la llegada no existe
El tiempo no es tiempo.
(Revolución apócrifa)
Aunque está allá también está aquí. La dinámica
de su pensamiento no se excluye de cuanto pasa y su intento de acontecer es
trascendente desde la letra viviente en Espiralario. El pensamiento complejo no
es un pasaje a la moda académica, ni al veraneo cultural, ni a un folklorismo
literario banal, ni a la politiquería transitoria, es más bien una aquiescencia
para definirse con la otredad. Otros espacios lectoescriturales ha tenido el
filósofo para dialogar esta dimensión, al sentido de una puerta abierta, ha trabajado
loablemente espacios como complejidad, cuántica, relatividad, fractales, constituyendo
una ofrenda al cosmos, sin perder de vista al humano-humana.
POR
AHORA NADA MÁS POLÍTICO QUE EL TIEMPO DE LA ESPIRAL
Como todos los libros de la colección La Buena
Calle, se pueden leer de un tirón, de allí lo bueno de la calle. Son como
encontrarse a un amigo-amiga a quienes se les saluda con el sabor de la
trascendencia de lo cotidiano. Así nos hemos reencontrado con Espiralario
metido entre otros libros, flotando y asomándose como el sobreviviente de
sueños satisfactorios. Entre los tirones dados al filo de la lectura, hemos
creído oportuno dialogar con sus metáforas, ya compartidas en lecturas
memorables y un sinfín de presentaciones. Dejamos al libro abierto, al poemario
en alerta y al autor en una época sorprendente y necesitada de toda nuestra
creatividad y sus letras activas y pendientes.
ESPIRAL
Sócrates, en Grecia, dijo su famosa frase:
“Sólo sé que no sé nada”, mientras Lao Tse en China, dijo: “Es mejor nos saber
que se sabe”
El Tao de la Física. Fritjof Capra.
Eterno retorno
del encuentro místico
que trascienda la apariencia de la apariencia
doble hélice
heredera del cambio
misionera de transformaciones posibles
y
de colisiones sensibles
eres y no eres
en la explicación casi infinita de la armonía
que existe.
Estamos creciendo en la continua
caída de los que intentamos ser.
Nos encontramos con el poeta y su poesía siempre en la espiral.
Excelente, cuánticamente complejo.
ResponderEliminar