La rebelión no es posible sin la inocencia. Se rebelan solamente los niños y los ángeles. La malicia no se rebela nunca.
CESAR VALLEJO
Siendo Presidente, el Comandante Hugo Chávez Frías fue entrevistado en la ciudad de Guadalajara, México durante un evento de importancia regional y entre la conversa la periodista le preguntó: “¿Cómo entiende usted la Unidad Latinoamericana?” Y el nuestro comenzó aportando con otras preguntas: “¿Tú sabes lo que significa la palabra Pana? ¿Tú sabes lo que es ser Panas?” Y por ahí fue hilvanado su genial y contundente respuesta. Porque panas nos estamos entendiendo en Venezuela desde nuestras luchas por realizar transformaciones sociales profundas de la sociedad en beneficio del pueblo que somos. Panas tuvo la guerrilla de los años 60 del siglo XX. Panas han militado en los movimientos obrero, campesino, estudiantil. Panas han sido quienes combatieron al asesino Pacto de Punto Fijo durante 40 años resguardando su identidad en organizaciones heroicas. Pana ha resultado ser el Libertador Simón Bolívar. La palabra Pana surge del pueblo y se le dedica a la relación de amistad infranqueable, a quienes estarán allí a todo riesgo compartiendo alegrías y tristezas, comiendo las verdes y las maduras. Manolín siempre fue un Pana.
Lo
conocimos en su lar de Catia, participando desde muchacho en iniciativas sociales promovidas para
avanzar los procesos. Hijo de una familia evangélica –de allí su nombre
Enmanuel- aprendió en ese seno el valor de la bondad integrada a la solidaridad.
De sonrisa permanente y franca, hablar rápido y preciso, accionar inmediato y
eficiente, participación solidaria y vehemente, Manolín comprendió muy pronto
la importancia de formarse políticamente con el fin de alejar y comprender los flagelos
sociales que afectan al pueblo, así como hacer cada vez más efectiva la
incidencia crítica de su militancia en la búsqueda de los iguales, con el fin de
fortalecer toda tentativa de unidad de los revolucionarios y revolucionarias. Cabe
destacar su incursión en proyectos donde pudiera fortalecer el aprendizaje de experiencias
personales y sus sabidurías.
Desde
finales de las décadas de los años 70 del siglo XX, la calle venezolana ansiosa
de victorias populares y llena de riesgos por la represión adecopeyana en
contra del pueblo, conoció la permanencia de Manolín en muchos escenarios
sociales. Desde unirse a las campañas culturales en la promoción del cantor de
la voz del pueblo Alí Primera y demás grupos de artistas insurgentes, del cual
se convirtió en su más fiel promotor, hasta su adhesión a toda causa social y revolucionaria
en Venezuela y el Abya Yala. Los hermanos en lucha de Nicaragua y El Salvador
tuvieron en su posición política constante y permanente su más prístina voz. De
participaciones como la suya se llenó cada rincón de la Patria venezolana,
cuestión que significó la nutriente esencial para el piso político que se fue
fortaleciendo a partir de 1989, con el punto de crucial en 1992 y la gran
victoria democrática en 1998.
Cuando
el pueblo venezolano lleva a la Presidencia de Venezuela al Comandante Hugo
Chávez Frías, Manolín se encuentra en plena madurez política. Su experiencia participativa
le permitió integrarse a las diferentes iniciativas surgidas de la conmoción y
ebullición social producida. Sus saberes como diseñador gráfico y editor de
publicaciones le permitieron constituirse en Escuela para muchos jóvenes ávidos
de integrarse al proceso bolivariano. Con propiedad podemos nombrarlo como un
comunicador social formado desde el mismo ámbito de las luchas sociales. Dirigió
periódicos y coordinó iniciativas institucionales cuya efectividad y éxito se vieron
reflejadas desde los mismos primeros años de gestión del gobierno del
Comandante Chávez, materializada en las victorias populares del 13 de abril de
2002, contra el sabotaje petrolero y en la consolidación del proceso
bolivariano. Allí, como militante del pueblo, sentó cátedra en la calle contra
los reaccionarios y enemigos de los procesos de transformación social.
Lo
que podamos estar en estos momentos rasguñando al imperio capitalista a dentelladas secas y calientes (Miguel
Hernández) y a los cipayos de turno, se lo debemos a seres humanos bondadosos, tenaces
y conscientes como Emanuel Martínez “Manolín”. Aunque era capaz del discurso
elocuente y agitador de multitudes, lo encontrábamos siempre (y sobre todo) en
la discreta solidaridad del día; esa de la ayuda para un pasaje, de la vaca
para nutrir la reunión, del consejo militante, del acompañamiento frente al
dolor represivo, de compartir la pena ante la pérdida revolucionaria, de estar
con el pueblo siendo el pueblo mismo. Toda esta experiencia invalorable e
irrepetible de este camarada se integra a la organicidad soñada por el filósofo
comunista Antonio Gramsci desde la cárcel donde escribió sus obras. Ser ejemplo
para quienes tuvimos la satisfacción de compartir los escenarios de lucha con
su terco accionar, le correspondió con la sencillez y el poder personal de
haberse constituido en un militante orgánico de alta talla, sin dejar de ser
ese amigo sencillo con el que se podía tomar un café y conversar todo lo humana
que puede ser la vida.
A pocos meses de su sorpresivo cambio de plano nos queda –además
del dolor- la constatación de la esperanza puesta en personas excepcionales,
que siendo tales, no dejan de ser mayoría en los procesos revolucionarios. Los hemos
visto y vemos ya naciendo, creciendo y fortaleciéndose en el fragor de las
jornadas actuales con la mirada ansiosa de participación en las nuevas experiencias
políticas y la necesidad de conocer la trascendente historia de militantes como
el que hoy gravita grandioso en nuestra memoria. Haber conocido y militado con
Manolín en la elaboración de la aspirina del
tamaño del sol contra el dolor de cabeza que es el capitalismo (Roque Dalton)
nos llena de orgullo y nos confirma que la revolución sigue siendo posible porque
la asisten militantes que jamás claudicaron en su bondad, solidaridad, arrojo,
criticidad, calidad revolucionaria en beneficio de los pueblos.
Qué bello homenaje, Oscar! Muy merecido... Manolín y tú son de esas caras que jamás se me olvidarán, siempre presentes en mi infancia como hija de ñángaras caraqueños... jeje. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarCrecimos juntos. Era mi novio bello de adolescentes. La vida nos ponía en peligro y salia Manolin como un superheroe. Amigo de mi alma. Siempre en mi corazón. Nunca estará ausente. Oscar te abrazo a ti también en la distancia. Ines y pelón.
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ResponderEliminarHola, es Marina, la compañera de vida de Manolin (30 años) fueron suficientes para amarlo. Me gustaría recibieras el periódico alternativo ¡EpaParroquia! de su creación desde enero 2002. Se le sacó la edición del pasado mes de octubre 2021 dedicado a él.
ResponderEliminarQué hermosa lectura dedicada a Manolin, me llena encontrar a panas que lo quisieron!
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