La
mayoría de personas en el mundo sabemos cómo se nace y se vive en carestía. Sabemos
cómo se nace y se vive sin herencia. Comprendemos cómo forjar el tesoro de los
valores desde la vida. Salimos de allí… de un barrio y allí estamos.
En
las grandes ciudades como Caracas, el barrio suele estar en un cerro. Allí subimos
o bajamos extensas filas de escaleras, hacemos largas colas para subirnos en un
yip, construimos nuestras casas con la emergencia del día, con la solidaridad
inmensa de la gente más sencilla y con nuestra invencible bandera del
agradecimiento. Allí nos hacemos pueblo.
De aquí
salió José Ramírez.
De un
barrio del sector Santa Ana de Antímano se erigió luchador incansable. De joven,
preocupado por la suerte de sus vecinos, buscó la cultura y la política como alternativas.
Se hizo melómano de tanto admirar el rock de los años 60 y 70 y la salsa latinoamericana
de toda la vida. Conocedor y admirador de músicos como Eddy Palmieri, Ray
Barreto, Madera, La Dimensión Latina entre otros se hizo cultor como su gente.
Promovió
grupos musicales juveniles en su sector de forma cooperativa. Tocaba la
percusión. Llegaron a comprar instrumentos musicales y hasta aquellas cornetas
que entonces llamábamos “bafles”. Conformaron experiencias que les dejaron
satisfactorios logros organizativos, comunitarios y culturales. Esto le forjó al
compañero su ya extraordinaria sensibilidad que se volcó hacia su pueblo en
forma de sueños con esfuerzo y logros. Soñó con acompañar alguna vez las
canciones de Ali Primera.
Como
todo joven de barrio en esas épocas tenebrosas de la IV República, tiene que
dejar el liceo para ayudar a su familia. La política comunitaria le aleja de
cualquier mal personal y se vincula a las organizaciones del movimiento popular
que fue el espacio donde dio sus más auténticos y estupendos esfuerzos.
Luego
de los sucesos del 27 de febrero de 1989, se vincula a la experiencia
denominada Factores de La Yaguara; organización sui generis del Movimiento
Popular que impulsó, como muchas en toda Venezuela, las luchas de resistencia al
bipartidismo. Fueron innumerables los extraordinarios trasnochos en las
reuniones de todos los jueves en la sede del Sindicato Telares Los Andes
(SINTEXCONF) donde se decidieron escenarios importantes, tales como: la
realización de la Marcha Alternativa del Primero de Mayo que da como resultado
la liquidación de la CTV; el Frente por la Defensa de las Prestaciones Sociales
que sirvió para acerar la organización popular y la articulación social; el
proceso de movilizaciones que concluye con el antejuicio de mérito a Carlos Andrés
Pérez y su posterior renuncia; el apoyo a la insurrección de los militares
patriotas del 4 de febrero del 92. En todos estos espacios, donde se practicó siempre
la democracia participativa y protagónica que hoy suscribe la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, los aportes de José Ramírez fueron
importantes. Allí se hizo el político para este proceso y para lo porvenir que
mucha gente conoció.
Experiencias
como Los Factores de La Yaguara contribuyeron, luego del 4 de febrero de 1992, con
la llegada a la presidencia del comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
Agotada
la experiencia de Los Factores, José Ramírez participa, junto a un grupo de
compañeros y compañeras, en la fundación de la organización Coordinadora
Popular de Caracas (CPC) que ha tenido un protagonismo importante en todo este
proceso bolivariano.
Trabajó en el Instituto Nacional de Tierras (INTI) dando lo mejor de su vasta experiencia organizativa y popular a favor del pueblo.
A partir
del año 2002 se hace defensor de Puente Yaguno. Como insigne cronista de las
épocas que le correspondió vivir e historiador del pueblo, brindó a sus camaradas
importantes testimonios acerca de lo que vivió en esos momentos de la Patria. Quizás
una de sus narrativas más significativas fue ésta, ocurrida durante la
resistencia al sabotaje petrolero de los sectores opositores, que lo vincula al
también militante de la CPC Eleazar Martínez, la cual transcribimos a
continuación:
“Nos
encontrábamos por los lados de Chacaíto luego de una marcha, pendientes de que
nos habían dicho que venían unos escuálidos en moto con intenciones de crear
violencia. Andábamos varios compañeros que vimos cómo los tipos, en efecto,
venían asechando y varios con armas visibles al cinto. Nos movilizamos por una
calle y al llegar a la media cuadra, los tipos nos salen al frente. Eran 5
motorizados. Los teníamos en la esquina a pocos metros. Cuando se nos venían
encima, Eleazar sacó de uno de sus bolsillos un arma y los apuntó. “¡Quietos!”-
les gritó- y los miraba a todos fijamente y con decisión. Los tipos se paralizaron.
Al ver la actitud del compañero, nosotros tomamos también una actitud corporal
de ofensiva y los motorizados decidieron retirarse sin presentar combate alguno.
Una vez nos fuimos del lugar, rodeamos a Eleazar para preguntarle,
sorprendidos, por el arma que utilizó y fue cuando nos mostró que lo sostenido
en la mano en ese momento fue su cepillo de peinar el cabello”.
Una larga
enfermedad hizo que José Ramírez cambiara de plano en este mes de luchas
intensas. Su ejemplo siempre vivirá en el pueblo que lo vio nacer y
constituirse en el ser humano estupendo que brindó a sus camaradas afecto,
comprensión, humor, alegrías, aportes políticos, solidaridad, constancia, participación,
cultura, sensibilidad, humanidad…
Demos
un hasta siempre al Camarada.
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