sábado, 27 de mayo de 2017

DE CÓMO ESCUALIDOS DEVINIERON EN APOYO AL FASCISMO Y AL TERRORISMO


Entre las muchas genialidades que tuvo el Comandante Hugo Chávez estuvo el haber perfilado y definido a su adversario político. Recordemos que a la llegada del Comandante al frente de la insurgencia del movimiento militar del día 4 de febrero de 1992, la situación política venezolana era verdaderamente vergonzosa. Nos aproximábamos al siglo XXI y tras 40 años de régimen puntofijista, donde los partidos AD y COPEI gobernaban desde 1958, la sociedad venezolana, en su gran mayoría, abominaba del ejercicio político institucional.


Para la media del venezolano o la venezolana de cualquier edad deliberante, hacer política partidista y ejercer cargos públicos era oficio de delincuentes, proxenetas y mafiosos. Las casas de esos partidos eran émulas de lupanares. Si se preguntaba a cualquier persona en la calle acerca de su opinión de la política seguramente iba a responder con la peor de las definiciones. Era tal la decepción que habían producido estas organizaciones en la población, que en el imaginario estaba colocada la idea de que los niños y las niñas nacían ya con las narices tapadas para no percibir el hedor que expedía la sociedad, producto de corrupción de todo tipo, engaño, demagogia, delincuencia electoral, burocracia, venalidad, prevaricación, masacre política, desaparición forzada, tortura, impunidad y otros vicios no menos abominables.

EL PUNTOFIJISMO GOZANDO
Tal era la decepción de la sociedad que el presbítero Arturo Sosa acuñó el término “anomia política” para referirse al hondo y generalizado desinterés habido en Venezuela debido al ejercicio político durante los 40 años de la Cuarta República bipartidista. La abstención electoral para 1978 rondaba el 60 % y a la oposición política al bipartidismo se le llamaba “chiripero”, pues se trataba de un grupito de partidos minoritarios, la mayoría salidos de las izquierdas que apenas rebasaba el 10 % de toda la preferencia electoral. El llamado “Sacudón” que se inicia el día 27 de febrero de 1989 es la manifestación política más activa y trágica que haya podido dar el pueblo venezolano frente a estos partidos en franca decadencia y la señal de que venían nuevos tiempos.

“La verdad, Comandante, yo no he leído a Sun Tzu”

Hasta su cambio de plano, el Comandante Chávez fue un político estudioso. Curioso y apasionado de los autores e historias desde niño (detalle que se notaba en su manera de conversar), supo hacerse de una cultura poderosa que le ayudó en su formación como militar, en la política, como estadista, cultor, poeta, artista, educador, amigo, ciudadano. Al llegar a la Presidencia era un personaje de formación cultural tan sólida, que le llevaba una morena a todas las generaciones pasadas y presentes en genio, planteamientos, visión, empatía con el pueblo, educación y proyección. Esto hizo que Chávez no sólo fuera faro de luz de sus partidarios y de su pueblo, sino voz orientadora de sus enemigos y adversarios políticos, a pesar de que no lo comprendían (no tenían por qué comprenderlo): se trataba de una especie de nuevo Jesucristo, se pudiera decir sin temor a equivocar.

Chávez no sólo levantó una inmensa fuerza política nacional llamada chavismo, además, contribuyó con creces a dar forma a la fuerza contraria llamada antichavismo. Esto hace de Chávez un actor político tan dialéctico que demostraba con hechos las sagradas y dedicadas lecturas a Sun Tzu que decía realizar con permanencia y a quien se encargó de citar de arriba para abajo, y viceversa, para así honrar aquello de “conocer el enemigo”; tanto que les dio la posibilidad cierta de sobrevivir luego del suicidio político puntofijista que duró 40 años. El cambio de plano de Chávez no sólo devastó al chavismo, también dejó huérfanos a quienes lo adversaban, que hasta el año 2013 no podían salir a la calle los lunes por la mañana sin saber de él.

LIBRO EL ARTE DE LA GUERRA DE SUN TZU
Cuando el Presidente Chávez hablaba del libro “El Arte de la Guerra” del filósofo chino Sun Tzu, preguntaba con cierta admonición a sus ministros y demás acompañantes si lo habían leído y la mayoría sonreía asintiendo con la cabeza, sin embargo, jamás habrá indicios ciertos de que estas lecturas las hicieron sus funcionarios; lo que sí es cierto es la mitomanía que se generó en la sociedad política de inicios del siglo XXI acerca de los libros que leía y recomendaba el comandante Chávez; todo libro que mostraba en sus ya famosos programas, inmediatamente se transformaba en un best seller que, como todo libro que se precie así, es muy comprado pero también es muy poco leído. Del popular libro de Sun Tzu se hicieron innumerables ediciones, todas agotadas, que pasaron a ser leídas por no pocas personas del pueblo y a ser mentidas por muchos funcionarios políticos chavistas o no, que jamás han leído una letra cultural de nada en sus vidas.

"TOMA TU TOMATE OBAMA"
Y así fue Chávez, dando estatura política a un adversario que, debido a una pérdida de perspectivas sociales y políticas irreparables, no sabía a ciencia cierta el por qué lo contrariaba, afectados por la anomia política que trabajaron sobre sí desde la década de los años 80 los poderes capitalistas mundiales. Los pocos militantes que quedaban en AD y COPEI recibían apenas torpes orientaciones ideológicas del por qué y cómo atacar a Chávez, quien crecía personal y políticamente en sentido inverso al de su adversario social. Como es de sospecharse, en AD y COPEI no había la sabiduría, la certeza, ni siquiera el indicio de cómo orquestar una endeble política para contrarrestar a Hugo Chávez. La última jugada proselitista que se recuerde de AD había sido sacar de la carrera electoral a “su caballo” Luis Alfaro Ucero; del COPEI hay muy poca cosa significativa qué recordar al respecto, a menos que esté mediada por el ridículo.

Chávez coloca a sus adversarios la categoría “escuálidos” para poder nombrarlos en sus construcciones discursivas; esta denominación es aceptada por el adversario común que no se identificaba con el bipartidismo decadente y aún no reconocía a la nueva derecha neofascista aún en pañales políticos. AD baboseaba con sorna betancurista la categoría creada por Chávez, no pudiendo más que aupar a sus militantes con su manido discurso anticomunista que al Comandante no hacía el menor daño. Las organizaciones de derecha que emergían igual aceptaban, perplejos, cualquier cosa que decía o inventaba Chávez, a la espera de armar discursos que los posicionara. Todo el escenario discursivo era propicio para el Chávez Presidente, que ofrecía a sus oponentes esa posibilidad idílica (tan soñada por José Vicente Rangel) de ser una “oposición decente”.

El sector de derecha que acompañó distanciadamente a Chávez anhelaba que el Presidente se comportara según sus intereses, mientras los sectores recalcitrantes, ultraderechistas, reaccionarios, colindantes con el fascismo, esperaban su momento para dar el zarpazo del regreso. Aferrado a su Arte de la Guerra, Chávez transitaba sobre un peligroso tusero social, con un adversario que insistía en defender con encono fervoroso su anomia política y se negaba a politizarse para lo porvenir, entregándose así al mejor postor demagógico.

El fin político son los medios

Así como el año 2001 es el período de posicionamiento de la conspiración antichavista, en el año 2002 la oligarquía conspiradora decide acelerar los planes para derrocar el gobierno del Presidente Hugo Chávez. En ese momento, a tres años y tanto de la victoria electoral, buena parte del pueblo (que pasaba a apoyar al proceso bolivariano como Proyecto de Patria) ya ha superado la anomia política debido a la efectividad del discurso educativo y la práctica política del Presidente Chávez, y al esfuerzo popular de hacer síntesis entre su propia formación y la que el proceso revolucionario estaba viviendo y le estaba brindando; aunque estos hechos no se perciben claramente, debido a que las clases políticas de turno siempre han subestimado al pueblo en sus tránsitos esenciales; y al Presidente Chávez, quien iniciaba su proceso como Presidente-Pueblo, también se le subestimaba. Pocos percibían que estos importantes indicadores estaban titulando en los bombillos ideológicos de la sociedad; al comprenderlos, uno se explica a las claras el por qué el pueblo reacciona en apoyo a su Presidente secuestrado por la oligarquía y los poderes externos en abril del año 2002.

Desde el año 2001 entran con fuerza unos actores políticos novedosos en la sociedad: son los dueños de los medios privados de la comunicación que se transforman en los nuevos partidos políticos. De esta forma se inaugura en este país una política diseñada en la década de los años 80 del siglo XX por los agentes del capitalismo, con el objetivo de quitar y poner gobiernos a su antojo (en principio en la Europa del Este, luego de caído el Muro de Berlín en 1989) y obstaculizar así las posibilidades de desarrollar políticas alternativas de transformación social en toda Europa y en el resto del mundo. Para este propósito se empodera a los dueños de los medios de cada país.

El antecedente guía de esta estrategia está en el período llamado Postguerra o de Guerra Fría, durante el posicionamiento de los aparatos de intriga y espionaje de EEUU, con la CIA a la cabeza, donde el papel de los medios de información y comunicación operaba en la plataforma encubierta. Sin embargo, luego de la derrota de EEUU en la Guerra del Vietnam a partir del año 1975, hay un cambio en ese uso de los medios, que pasa en la década de los años 80 a tener un rol central de acción y en los años 90 a un papel decisivo en la producción de guerras en todo el mundo.

Recordemos cómo las cadenas mundiales son clave en la satanización de los gobiernos de Nicaragua, Libia, Grenada, Panamá. Recordemos también que a la muerte del presidente Josip Broz Tito (1980) se inicia la campaña sucia en Yugoslavia que condujo a su desmembramiento como país diez años después y donde los medios de comunicación privada tuvieron una actuación fundamental. También países del continente africano fueron objeto de estos sucios experimentos comunicacionales, como Uganda (aún hoy muchos creen que el Ex presidente Idi Amín Dada comía carne humana), Ruanda, Burundi, Somalia, Mali donde estallaron guerras locales que dieron como resultado matanzas y genocidios espantosos (también llamadas “limpieza étnica”) en donde se combinó la exacerbación puntual del fanatismo religioso junto a la desinformación de la realidad y la promoción del odio. Estos ensayos condujeron a la estrategia “quita y pon” de gobiernos en las repúblicas de la extinta Unión Soviética durante la primera década del siglo XXI que se llamó “revoluciones de colores” y que se extendió a países como Egipto y Túnez.

Los agentes del capitalismo meten a Venezuela en ese paquete de sabotaje internacional, cuando se armó el tinglado mediático para derrocar al Presidente Chávez con la misma estrategia, pero les salió el tiro por la culata. El antichavismo que había sido fortalecido por el mismo Presidente para que hiciera una “oposición decente” que fortaleciera la democracia, terminó tomando el camino de la conspiración, al atender la terrible mediatización que se produjo desde los EEUU y otros países europeos como España y que las cadenas de radio y televisión que ocupan el espectro radioeléctrico en Venezuela operan como un partido político. Como nunca después, esa oposición tuvo en las calles (sobre todo de la ciudad de Caracas) una buena parte de esos llamados escuálidos, exaltados por el terror mediático infundido por esos medios que habían transformado a Hugo Chávez Frías como Presidente, en un monstruo temible. Esa conspiración fue estrepitosamente derrotada y arrastrada en su caída hasta el ridículo social.

Sorprendentemente esta estrategia se derrumbó (con sus reyezuelos, frascos de Champage y bambalinas en la TV) ante los ojos de una Venezuela que comenzaba a educarse en el poder de la mediática y la semiótica, cuando el pueblo venezolano reaccionó, no sin espectacularidad, demostrando una extraordinaria formación política, de nuevo subestimada. El brillante dirigente político ruso Vladimir Ilich Ulianov “Lenín”, decía que los pueblos ganan en cuestión de días lo que les ha costado obtener en siglos de lucha. Esto mismo lo vimos desde 1999 hasta el 2002. Esa parte de la sociedad que llamamos “pueblo” supo aprovechar objetivamente su acumulado histórico (subjetivo), aprovechando la acción de un Presidente novedoso en su metodología (que fue acusado de loco) para fortalecer la visión de un proceso del cual apenas se apoderaba y luego tomar la calle con una disposición de lucha que nadie se atrevió a dudar. Nuestras guerras pasadas produjeron victorias populares impresionantes y heroicas en los campos de batalla, pero quizás no alcancen la belleza inédita de las libradas a partir de aquel abril victorioso. La extraordinaria hermosura estuvo en que los movimientos populares activaron mecanismos de lucha que fueron enteramente cívicos, tendientes a garantizar la paz inmediata.    

Cuando el Presidente Chávez regresaba de la isla “La Orchila”, desde el helicóptero observó cómo Venezuela se incendiaba por los cuatro costados en una genuina insurrección popular que reclamaba su participación en la Revolución Bolivariana y desde la presidencia de la República había comenzado a pronosticar y pedía la cabeza de la oligarquía. En aquellas llamas que hondeaban en la madrugada victoriosa, el Presidente vio la necesidad de enarbolar la paz que el pueblo luchaba.

¿Y a todas éstas qué pasaba con los escuálidos? Ese entramado complejo de personas que tuvo la oportunidad de ser sujetos sociales y organizarse democráticamente para hacer oposición deliberante al gobierno de Hugo Chávez, se fue por el camino del golpismo “Kool Aid”, con la locura en el cerebro de la revolución instantánea elaborada en los estudios de la CIA; y en el corazón todo el odio trabajado en las cadenas televisivas tipo CNN y en las agencias de publicidad. Esa importante dimensión de la sociedad, compuesta por sectores de las clases medias, cedió la dirigencia y direccionalidad de su accionar político a los dueños de los medios de comunicación, sin importarles el destino que tendría la política que éstos implementaban. El resultado de esta concesión les trajo consigo la más espantosa decepción política que haya podido vivir sector de la sociedad venezolana alguno, pues estas industrias privadas y sus secuaces, junto a los dirigentes del “neo chiripero” político que se formó alrededor de esta iniciativa golpista, jugaron a su antojo con la credibilidad y las acciones que emprendieron. La consecuencia fue devastadora.

Dos muestras de esto (entre otras tantas) las podemos encontrar en los ejemplos siguientes, a saber: durante el año 2003, aprovechando la fuerza social que aún les quedaba, las cabezas visibles de unos dirigentes derrotados llamaron a un paro educativo que acataron los colegios privados en casi su totalidad. Fue triste ver cómo adultos de estas familias cedieron a directores irresponsables (donde se encontraron la mayoría de los colegios católicos) el destino psicológico de sus hijos e hijas cuando los impulsaron a “sonar cacerolas” y decir improperios a padres y estudiantes que no comulgaban con sus ideas. Consumada su derrota, en todos estos Colegios, las comunidades educativas tuvieron que promover talleres dirigidos a directores y maestros para tratar el síntoma que habían producido en sus alumnos, quienes no querían atender ninguna directriz u orientación. Los niños y las niñas les cobraban así su irresponsabilidad.

La segunda muestra es la utilización de la estrategia “Chávez cae mañana”, lógica muy parecida al cartelito quiosquero “Hoy no fío, mañana sí”. Toda la espantosa manipulación que se extendió hasta el referendo revocatorio del año 2004 estuvo sostenida por esta vana esperanza. En este período cayó sobre el cerebro de la población escuálida el ametrallamiento de mensajes espantosos difundidos a través de las emisoras privadas de radio y televisión que pronosticaban cualquier catástrofe social si Chávez no se iba del gobierno; el papel de impulsor de esta política les tocó a las empresas de publicidad, las cuales, aún hoy, transitan invisibles e impolutas sin que nadie las nombre y resulta que éstas poseen los técnicos formados para manipular a través de la imagen, hasta de cualquier inocente avecilla que roza el cielo azul.

Son inolvidables las largas colas de ciudadanos de todos los bandos y tendencias políticas en aquel Referendo al que el Presidente Chávez se sometió, en una muestra de confianza en la obra de su proyecto que aún comenzaba y en la madurez política de su pueblo. Nuevamente las empresas de publicidad se encargaron de falsificar la realidad a través de los medios televisivos privados que sostenían sus mensajes con ejemplos como la tela de vestir “Cae” o la inocente niña que anunciando una mayonesa decía: “Falta Poco” o el ama de casa que se le rompía el piso del apartamento y se caía en un hueco si dejaban de usar una marca de cera. Vendida esta opción a ese escualidismo de clase media que intentaba resucitar a la cuarta república; sin proyecto (nuevo) de sociedad, sin líderes genuinos, como una opción definitiva, casi terminal para sus vidas, fueron a las urnas electorales y perdieron de manera inobjetable, como se los pronóstico su genuino líder (Chávez).

En la época, las llamadas “redes sociales” no tenían la fuerza que les otorga hoy espacios inmediatos como wassap o twitter, sin embargo, los correos electrónicos se llenaron de sucesos, anécdotas, exclamaciones donde se mezclaba la decepción con la lástima. La ceguera a que fueron sometidos todos estos sectores de clase media les impidió ver, a muchos, la burla descarada de sus dirigentes y se llenaron de más rabia y más odio. Entre las innumerables muestras se encuentra el dirigente que habló de la recolección de trescientos millones de firmas, sin duda aludiendo, desvergonzadamente, a las caligrafías que utilizaron durante la validación de ese proceso comicial.

El Referendo Revocatorio de 2004 consolida al Presidente Chávez como el genuino hacedor de la política venezolana de comienzos de siglo. Fue el artífice de todas las victorias de sus partidarios y el orquestador por mampuesto de toda la política de sus oponentes; y además, el consumador de sus derrotas. Nadie en el mundo conoció más a un oponente político (a esta escala) que el comandante Hugo Chávez Frías. Luego de aquel Referendo, se hablaba con igual interés de Chávez, tanto en el seno de un chavismo que comenzaba a consolidarse en la sociedad, como en las débiles palestras de los escuálidos que, entre sus profundas decepciones, buscaban oxígeno para respirar. Muestras de ello pudieran ser, a saber, una: luego del 13 de abril de 2002 se comienza a hablar, no sin humor, de la categoría, “escuach” (escuálidos con Chávez) refiriendo la simpatía que producía el victorioso sobre el adversario. Conocidas son las evidencias de escuálidos que tuvieron que someterse a tratamiento psicológico debido a la disociación que sufrieron. Y dos, para contrarrestar la dolorosa derrota, en los programas radiales de corte juvenil que auparon las manipulaciones dirigidas a la población escuálida, se le decía al comandante Chávez “el innombrable” cosa que aumentaba la popularidad del aludido. Fueron épocas en que se acuño la consigna, no sin razón: “Chávez los tiene locos”.

Chávez cambia de plano

CHÁVEZ SE VA (QUEDÁNDOSE); SE QUEDA (YÉNDOSE)
Ahíto de victorias políticas de todo tipo y amado por su pueblo, el Presidente Chávez enferma terminalmente. Puede ser necedad no recocer que este hecho en sí mismo eterniza su ya extendida leyenda. Su desaparición física es uno de los sucesos mediáticos más conmovedores de este joven siglo en todo el mundo. El resentimiento habido en la sociedad por la ausencia repentina de Chávez, aunque por distintas razones, es compartido casi en igual medida por chavistas y por escuálidos; esto parece increíble. Chávez produjo este sin igual fenómeno.

Más de un año les costó a los débiles dirigentes de la oposición orquestar una nueva política, esta vez contra la opción del hoy Presidente Nicolás Maduro. Nuevamente Chávez, enfermo y agonizante les juega Caribe a los escuálidos. El tránsito de su dura enfermedad, hace que los dirigentes de los escuálidos comiencen a especular de manera inhumana con este suceso. Tanto falsearon esta realidad que terminaron cruzando la línea y cayendo en la misma aureola de inmortalidad que tuvieron los partidarios del Comandante. Suena doloroso decirlo pero los chavistas decían: “Chávez no te mueras” y los escuálidos decían: “Chávez no se muere”. Una misma lógica con diferente sentimiento. Por supuesto, los escuálidos tuvieron que vivir el mismo proceso de duelo de los chavistas, para convencerse de que el Presidente Chávez había abandonado estos predios. Los chavistas, como buenos dolientes no lo podían creer debido a la pena, los escuálidos tampoco lo creían por la incertidumbre que les crearon los laboratorios de la manipulación: ¡Culpa ‘e Chávez!

La dirigencia escuálida tardó tiempo inenarrable en reaccionar. Todos tenían que tratar de quitarse de encima el estigma (frag y sombrero de copa) de mentirosos que llevaban invisible en sus arengas (imposible de hacer en su práctica) y continuar la conspiración en contra del pueblo venezolano, además, con el primer Presidente chavista de la historia: Nicolás Maduro.

Sin las magistrales clases de Chávez, los escuálidos se vieron en la necesidad de asumir imposturas nuevas para justificar sus preferencias. La primera tarea de la dirigencia (foránea e interna) fue borrar la categoría “escuálido” del nuevo mapa político. Dentro de la inteligencia de Chávez, estuvo el destacar la debilidad ideológica del adversario, para buscar un cambio en su calidad participante y así favorecer al país. Al legitimar la categoría “escuálido” destacaba su debilidad formativa. Provocador de transformaciones como era, Chávez jugó con mucho humor las referencias a un posible “pueblo escuálido”, también habló en su momento de un “pueblo adeco”, que necesitaba elevar su educación política para merecer respeto como adversario: este cometido es de una estatura solidaria tal, que coloca a Chávez como uno de los grandes benefactores políticos de la humanidad. No actuó así hacia la dirigencia escuálida con la cual fue políticamente implacable.

De todo personaje trascendente como Chávez siempre se especulará el factor “qué hubiera pasado si estuviese vivo” ante muchas circunstancias. Esta especulación pasa por la mente de tirios y troyanos. Con aquella vehemente insistencia en proporcionar educación a todo su pueblo (sin mirar diferencias) nos pudiéramos preguntar hoy ¿Chávez pudo haber unificado a Venezuela frente a cualquier amenaza foránea? Lo que sí podemos asegurar es que había sentado las bases para iniciar un proceso de formación (no ideologizante) que reconciliara al país, basado en lo que hoy se llama el Plan de la Patria. Y aunque todavía no convencía a la población escuálida, por la fuerza ideológica de alienación con que ésta ha sido formada y que no se puede subestimar, en las bases del Plan hay nexos humanos multiversales trascendentes de suficiente fuerza, como para ganar adeptos para la defensa de cualquiera a sus objetivos. Pero Chávez se va (quedándose); se queda (yéndose), dejando solos a todos los componentes del mundo político, a toda la sociedad venezolana y mundial; dejando solos, sobre todo a los escuálidos.

¿Cómo los educaron en el Terrorismo Fascista de hoy?

Sin Chávez, los escuálidos y sus hijos quedan a expensas de una (siempre imposible) dirigencia irresponsable, entregada a los intereses de cualquier imperio que les garantice dólares para viajar, dormir en hoteles de lujo y tomar licores finos; y de los apetitos insaciables de la conspiración internacional capitalista.

Atados a un envenenamiento constante de sus posibilidades de pensar libremente, con el trabajo ideológico de años desde una televisión y un cine hollywoodense que mediatiza cada fracción de segundo que pasa por las conciencias, los escuálidos son atrapados por la manipulación que conduce al terrorismo y al fascismo. Creyendo que son libres, asisten a las redes sociales con la irresponsabilidad que les da el sistema que les ha hecho creer en una fachada de democracia portátil, en una libertad cínica, facilonga, para vivir de shopping, ocultar así su mirada a los problemas del prójimo y dormir su posibilidad política para no despertar a la realidad. Son adalides del individualismo, ejército de reserva de la mentira, del egoísmo, del consumo desmedido. Adiestrados fieles al rentismo petrolero de cuya teta se amamantaron, sobre todo ideológicamente. Rabiosos defensores de los valores del capitalismo. Enfermos por el consumo fiel del “fast food”; creyentes de que sanan con aspirinas. Presa de todas las drogas conocidas, tratan de autoayudarse con la autoayuda que viene del Norte capitalista; aun cuando, hoy más que ayer, el capitalismo ya no está dispuesto a ayudar a nadie.

Frente a la guerra económica desatada por el imperio capitalista contra el gobierno bolivariano y el pueblo venezolano, esta dimensión social que antes Chávez llamó “escuálidos” se aferra al horror frente a la escasez de productos, a la especulación de los precios, al ataque mediático terrorista cuyos mensajes suscriben en su totalidad. Con el deseo de retornar a su anomia política, sólo se sienten seguros entre la inseguridad que les generan los mensajes terroríficos que reciben de las redes sociales. Nada que provenga de otras fuentes les suena creíble. Viven del consumo de la mentira: de lo que ahora se llama “post verdad”. En esta soledad política y social, en incertidumbre económica constante producto de la guerra, sin posibilidades anímicas de escuchar el llamado al diálogo del Gobierno, con unos dirigentes políticos unidos con goma de almidón, adiestrados por años de semiótica audiovisual bien planificada en los valores del capitalismo, (y sin Chávez) la única opción que ven es la salida violenta, el charco terrorista que pueda desembocar en una guerra civil “para salir de esto ya”, la acción fascista que les suponga la seguridad de un adversario político arrasado, o sea, muerto, aniquilado.

Cada vez más cuesta arriba el (imposible) triunfo de la violencia

Ante el fracaso cada vez más creciente de la violencia, muy a pesar de las acciones terrorista que el Estado está confrontando con eficacia y la paciente sabiduría del pueblo, los otrora escuálidos (hoy militantes de una “resistencia” que les han inventado) que también pertenecen a un sector minoritario de la sociedad, no tendrán más remedio que desconocer a sus desaguisados dirigentes de siempre junto a sus peligrosas políticas manipuladoras de alianza con el fascismo, para volver sobre la posibilidad de organización y formación, y así enfrentar su rechazo al ejercicio político sano, cívico, deliberante (muchos de ellos tendrán que sanar de la disociación psicótica a que fueron sometidos), autoeducarse en nuevas posibilidades políticas (colectivas: muy a su pesar) y mirar el porvenir con alientos de paz.

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