DIBUJO: GANDHI |
Nadie
lo ve sobre esos campos donde aún se encuentra el héroe desfaciendo entuertos. Admira la vejez que lo encumbra hacia la inolvidable
gesta jamás imaginada. Ha reparado en el huesero que es su cuerpo erguido sobre
la ancha locura de la humanidad y ríe ante sus victorias eternas, habiendo querido
ser el soldado que jamás le hizo falta, el escudero que nunca ha sabido ser
Sancho, el juglar acompañante para la poesía, para la siembra de las noches de
descanso y los sueños imposibles.
“Viejo”-
le susurra al oído como si fuese un hijo perdido, pero no lo escucha, no repara
en ninguna contemplación; son esos momentos en los que suspira por encontrar
una nueva quimera, prefiere no escuchar para no confundir ecos con onomatopeyas
escritas de ninguna parte; se queda con los ojos fijos en el cantar de los
grillos de la madrugada.
Llegó
tarde a la cita. Cuando supo que en Lepanto había una increíble narración que
surgiría para enaltecer las locuras del corazón, salió con la velocidad de los
duendes, pero calculó mal el tiempo; nunca fue bueno con la utilización del
reloj y la aplicación que tienen sobre las distancias. Hubo una mortandad y
recibió la noticia de un hombre golpeado irreparablemente en un brazo. ¿Cómo
escribiría entonces acerca de un anciano que enloqueció? ¿Adónde se fue?
Vagó
por lo predios y marchó lejos anhelando poner orden a sus extravíos. Preguntó por
un manco que escribiría una historia gloriosa acerca de un viejo que necesitaba
cordura, pero nadie reparaba en sus palabras. Los seres del aire son presentidos
(hasta pueden ser sentidos) mas no serán jamás escuchados.
Encontró
al escritor ya satisfecho por la primera edición. Había sanado de sus heridas y
sólo un libro recién hecho con aventuras escritas ocupaba su atención. Miraba al
hombre y al libro con la débil envidia de quien pudo haber ido a una gran
fiesta pero se levantó tarde aquella mañana. Ni montar en Rocinante, ni
enamorar a Dulcinea podría. Sólo regresar a La Mancha y fundirse en el aire de sus
tardes le queda, a ver si un viejo enloquecido se aparece con ganas de vencer
algún molino de viento, habiendo olvidado a Sancho Panza en el jolgorio de alguna
taberna del camino.
CERVANTES |
Del libro inédito LIMBIC@S: Buscan contextos para llegar a ser textos.
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