jueves, 24 de enero de 2019

¿Y TÚ QUÉ TIENES?





A mí me gusta venir a estas marchas porque siento una catarsis.
En la marcha anterior grité hasta que quedé afónica pero llegué a mi casa relajada.
Hoy pienso hacer lo mismo.

Dicho por una joven que se dirigía a la concentración
 opositora en un vagón del Metro de Caracas
el día 23 de Enero de 2019.



Tienes rabia porque naciste sin Patria. El suelo que pisas te es desconocido. No tienes suelo ni consuelo. Las aceras por donde caminas te asustan; piensas que te saldrá cualquier murciélago o zamuro o abominable hombre de las nieves, por esto vives en un susto permanente. Te sientes propietario de tu miedo al portador y eres feliz alimentándolo con pastillas y discursos de la Cuarta República. Dices que antes se vivía mejor cuando jamás viviste ese pasado porque te distanciaron amargamente de tu propia historia y te mintieron, por esto te fastidia escucharla. Eres un lacerante presente sin porvenir. 


Si vives en una casa (o quinta), apenas escuchas los ruidos de los aparatos eléctricos de tus vecinos como juguetes de tus soliloquios. Si vives en un apartamento, sólo te sientes seguro si tienes en tu llavero todas las llaves que cierran las rejas que hay en tu camino hacia tu incertidumbre y apenas si percibes voces fantasmagóricas en los otros apartamentos. Hay quienes viven en ranchos, aspirando las miserias que hoy te hacen clamar la destrucción de un país que desconoces. En todas partes se cuecen inconsciencias.


Tienes la impresión de que todo el mundo te envidia. No eres sin una hamburguesa, sin un shopping, sin una palabra vacía. Te importa un bledo si alguien no come. Cuando ves a una persona hambrienta te da lástima y te conformas a veces con el pretexto de la limosna, pero tu pensamiento adquiere unas muletas psíquicas que no te permiten llegar a tiempo a la conciencia; siempre te devuelve el remordimiento. 
 

No pasas de la confesión del domingo, ni de regalar lo que ya no te sirve. Lo que ahora te incomoda, te desespera, te angustia lo controlan los mensajes del televisor y las bisuterías que te embadurna Hollywood: le crees con absoluta necedad, todas las patrañas a CNN. Tienes los prejuicios a millón; como si te los hubieran inyectado en Miami. Hablas de la gente que no eres tú, como si te olieran a rancio, incluso, de tus amigos que vienen escuchando tus sarcasmos hirientes. A ustedes los han formado para que conformen un torneo de estupideces.


No te importa si aún hay árboles, si el cielo está azul, si en el ascensor te dieron los buenos días, si Palestina ha dejado de ser invadida por el enemigo de los pueblos. Quisieras para siempre que el país donde vives se pareciera a los Estados Unidos, pero en el fondo lo que quisieras, a toda verdad, es vivir en los Estados Unidos, confiésalo: ¡Cómo te gustaría ganarte la Tarjeta Verde!
 

Mucho de lo que tienes es porque todo esto te recuerda que eres humano, que el amor existe más allá de las novelitas rosa, que los problemas no los resuelve Batman sino la gente codo a codo en solidaridad. Mucho de lo que tienes es porque en el fondo sospechas que el mundo anda mal y no te lo reconoces porque es como un zancudo en la oreja que se puede espantar con un manotazo o aplastar con un aplauso. 
 

Pueden más, toda la basura ideológica que te han embutido en el alma, las habladeras sin sentido que salen de tus Halloween, en donde se refleja que te han hecho confundir cultura con farándula, los twits mentirosos que te tragas de los laboratorios de guerra sucia, acerca de la dignidad con que resistimos, que una realidad dura que tienes frente a tus ojos y no la quieres (o no la puedes) ver. 
 

¿A que no sabes que el planeta donde vives tiene pocos años de vida si el capitalismo que tú adoras continúa destruyéndolo? ¿A que no sabes que si esta destrucción continúa, todas tus generaciones familiares no tendrán dónde vivir? ¿A que no sabes que la gente que dirige tus esperanzas te viene mintiendo y tú no tienes más remedio que creerles porque estás impedido de repensar la realidad de manera diferente a como este sistema capitalista te ha acostumbrado? 
 

Tienes dudas. Una débil corazonada te dice que te están engañando pero no alcanza a ser la certidumbre que te aclare la visión. En el fondo no tienes más remedio (aunque no lo reconozcas) que seguir de oveja de los intereses de esos politiqueros, mientras te das cuenta que en cada crisis que provocan, envían a sus familiares al exterior porque aspiran a que tú te inmoles por ellos. 
 

Me avergüenza cómo te han entrenado para que ofendas a la madre del Presidente, con ese corito histérico, fascistoide, babieco; vociferas esa barbaridad seguro de que ofendes al pueblo que somos, pensando que no te comprendemos y te burlas con tus amiguitos, mientras ese pueblo que somos, con todas las dificultades que podamos tener, desconfía enormemente de tu humanidad y seguirá preguntándose: ¿Esta es la calidad de gente que quiere gobernar a Venezuela? ¿Estos son los jóvenes que quieren que esto cambie? ¿Con estas groserías, vulgaridades, ofensas y burlas quieren quitar a nuestro Presidente? ¿Quiénes los dirigen? 
 

Ya sabemos quienes te dirigen. Son quienes te han regalado ese album de engaños con todas las barajitas posibles. Llevas engaños en los bolsillos, en la cartera, en la sonrisa, en la mirada, en el bonito termo de agua. Son muy antiguos. Esos engaños que tú vives en estos momentos como si fueran novedosas verdades, ya los vivimos y ya los sufrimos. De esos engaños también conocemos consecuencias de las cuales no pudimos evitar que fuesen causas de tu ignorancia. Recuerda que la ignorancia suele ser mucho más grande que el engaño.


Te comprendo. No te queda Patria. No te queda mundo. Ni siquiera el real y medio de la canción infantil. Necesitas del artificio que te han hecho creer para que oxigenes tus pulmones estrechos. Tienes amos. Eres esa nueva esclavitud que busca gustosa sus propios cepos, sus propias cadenas. Lo más abominable es que te crees amo siendo esclavo. Aseguras que eres dueño de ti mismo cuando lo poco que tienes se reduce a una goma de mascar, ciertos calembes olorosos a nitrógeno, alguna canción de moda en tu grabador y unas órdenes resecas que te envían con desprecio tus cancerberos.


Te reunirán en una plaza: ya conoces el guión. Agitarán tu ánimo con consignas huecas. Los mismos politiqueros que has visto en tus sueños, volverán a lanzarte pazguatadas como caramelos insalubres, seguros de que los chuparás hasta sacarles ideología. La fecha que te prometieron para hoy mismo, para ya, para este supremo instante, se irá convirtiendo en... mañana es la cosa. Te harán creer que eres lo más importante de la galaxia, para finalmente devolverte a tu casa con tu perolito de agua, tu visera de siete estrellas, tu franelita de marca, tu país prestado en la espalda, tu ilusión carcomida, tu ser por el suelo. Te harán creer que tienes otro Presidente como si te regalaran un tubo dentrífico para que te laves la boca. Intentarán regar de fascismo los porrones en donde siembras frustraciones.


Mientras aquí sigue habiendo una Patria que resiste, con la sencillez de una arrechera libertaria, de una alegría con horizonte y amaneceres fecundos, porque el pueblo que somos defiende a dentellada seca nuestra dignidad y estamos dispuestos a reivindicar nuestra soberanía, elevada en los puños firmes como preciada bandera, justo en el momento en que nuestra disposición se acrecienta y esta tendencia a vencer renueva su invicto; tú te arrodillas ante un imperio que se desmorona, que deja la osamenta de una destrucción agujereada a su paso sin esperanza. Esto es lo que tú tienes. De no volver la mirada a los predios de esta resistencia popular que conformamos, a este pequeño y aguerrido panal de mieles y victorias y arcos y flechas ancestrales y voces de Bolívar y de todos nuestros héroes y heroínas, esto es lo único que te queda.




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