Justo
en el momento en que recrudecen las medidas de bloqueo económico y
las amenazas de invasión a Venezuela por parte de los voceros de la
Casa Blanca en Washington, se deja colar en las llamadas redes
sociales un supuesto llamado a diálogo por parte del monigote que el
imperio capitalista tiene dando vueltas para lesionar el Estado de
Derecho internacional y de la Patria Venezolana. Esta colocación es la humareda producida para continuar el Plan
desestabilizador y ocultar sus verdaderas intenciones. No es bueno
responder con el chistesito farandulero a algo que pretende nublarnos
la mirada política.
Tal
y como se ha venido desplegando la estrategia imperial sobre
Venezuela que busca intimidar y doblegar al pueblo que somos, debemos
problematizar la realidad planteada: ¿Cuál es el próximo paso de
la reacción imperial? La respuesta a esta pregunta debemos colocarla
en la mirada a las acciones previas. El sabotaje eléctrico y las
agresiones anteriores han tenido la finalidad de obstinar al pueblo,
agotarlo en su paciencia histórica, para que se rinda y acepte las
agresiones que vienen colocando al imperio como su “salvador”.
Aunque esta rendición no ha sucedido (tal vez esperan una especie de
27-F que les rinda tributo), los agentes del imperio continuarán su
Plan desestabilizador para invadir.
Como
el descaro internacional no les ha funcionado a plenitud, están
tratando de guardar ciertos efectos previos para el engaño
internacional que a la hora de intervenir, justifique las acciones
genocidas que van a tomar. Es el clásico cuidado de dar toda puntada
al vestido de la geopolítica con el necesario dedal para no
pincharse a sangre propia. Nada para estar más alerta que ese twit
en donde sale el monigote con cara de pendejo mostrando nuestra
Constitución Bolivariana pidiendo diálogo. Dice el imaginario
popular que el diablo tiene mil caras.
Observemos
varios hechos que rodean este momento de run-run dialógico. Resulta
que hace su aparición en las llamadas redes sociales un twit en
donde fue herido en una supuesta manifestación opositora en el
estado Yaracuy, Venezuela, un también supuesto miembro de los
llamados “colectivos”. ¿Es fortuita esta colocación? No. En
esta guerra nada es fortuito; siempre es consecuencia de lo que se
planifica y de la acción. Se trata de una puntada con seguro dedal.
Necesitados como estamos de averiguar si estas incidencias se corresponden
realmente con la fecha, el día y la hora referidas, es innegable que
la intención de esta colocación se corresponde con la
visibilización en las llamadas redes del tema paramilitar.
Otro
hecho que llama la atención es un escrito realizado por un General
retirado para una columna de opinión de un periódico de circulación
regional, distribuida en las llamadas redes en forma de carta, en
donde centra su leivmotiv en el tema de los supuestos “colectivos”.
Aunque la dirección de la temática está en el mando militar, es
evidente la criminalización que hace de estos grupos. Esta incidencia se une a las reiteradas insinuaciones del monigote
(con énfasis en su aparición en las llamadas redes) donde se coloca
como simpatizante del paramilitarismo. Por otra parte, sus amos de la Casa
Blanca (que anunciaron el sabotaje eléctrico), no cesan en llamar a
los militares venezolanos recordándoles su papel en la Constitución
Bolivariana, como si tuvieran mucha moral para hacerlo.
Es
ya un clásico de la guerra que un contrincante que va a atacar, se
muestre primero condescendiente con una propuesta de diálogo, para
luego hundir la daga en el cuerpo de su enemigo que ha sido tomado
por la sorpresa en su ingenuidad. La aparición del tema paramilitar
en boca de los enemigos del pueblo venezolano nos dice que es la
fase imperial que se aproxima. Muchos opositores que leyeron boquiabiertos el run-run del llamado a diálogo, cuando vean aparecer a
los paramilitares en escena dirán que el gobierno no atendió estos
supuestos llamados y se merece la intervención de los paramilitares
del imperio. Unos pocos chavistas ingenuos, en su desespero, podrían
caer en esta trampa, así como ciertos sectores supuestamente
críticos que adelgazan y perfuman su oposición abierta y fascista con
despliegues teóricos de referentes europeos. El desespero imperial
está en la imperiosa necesidad de encontrar al Pinochet venezolano
para sangrar definitivamente la guerra; pareciera que les está
siendo harto difícil hallar al maldito soldado que dispare contra su
pueblo, entre nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Pareciera
que es un hecho consumado la decisión de emplear paramilitares en el
acoso contra Venezuela. En una Revolución como la que se despliega
en la Patria de Bolívar, con tendencia a ir más allá de
maquillajes discursivos demagógicos, son muchos los retos que aún
quedan a ser librados por el pueblo que somos. El imperio contra el
cual nos enfrentamos (¡Todo un orgullo histórico, carajo!) se
quiere mostrar hasta ahora como ese emperador que cree haber dado a su
enemigo las oportunidades para rectificar y entregar su posición.
Esto no es más que una demacrada careta. Seremos atacados con todo
el poder militar imperial, pero recuerden los agentes de ese imperio,
que su probable avanzada se produce en el ciclo Bicentenario donde la Patria
venezolana jugó papel decisivo, en el cual este pueblo hizo comer
tierra al imperio más poderoso de su época.
Venezolano
es el General que, al mando de 135 lanceros, humilló a 1200 soldados
imperiales armados hasta los dientes, en un liberado campo del llano
(también) venezolano. Venezolano es el Mariscal que arrancó el
estandarte del Santiago de León en Ayacucho (que sólo los españoles
podían mirar erguidos) luego de ganar una batalla que ningún
imperio se podrá quitar jamás de su alma podrida. Venezolano es el
Libertador, título que se ganó haciéndose general de generales,
entregando su alma entera a la independencia de su tierra y de
nuestro abyayala, sin mediar su seguridad personal, sus dolencias
físicas ni sus bienes de fortuna. Venezolanas son las mujeres
arrechas que los parieron y participaron en su gesta. Al imperio que enfrentamos, con las dignas armas de la paz, le espera de
frente esta historia brillante, orgullosa e imbatible, si cometieran el
grave error de querer instalar en nuestro suelo el asta de su desgastada bandera
opresiva. No es la primera vez que este pueblo, entrépito hasta la
médula, hace doblar la cerviz a un imperio. Ni será la última en
que animará con su esfuerzo la ansias de independencia de otros
pueblos. Y por supuesto, seguiremos venciendo.
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