viernes, 31 de mayo de 2019

NORUEGA




A la ciudad de Oslo, capital de Noruega, acudimos vencedores y vencedoras. Venezuela está presente en ese país del norte de la Pachamama con nuestra voluntad de diálogo inquebrantable, puesta en el logro de la paz frente a un imperio capitalista que nos ha impuesto una guerra genocida por el sólo hecho de querer ser una Patria soberana, independiente y buscar nuestro propio destino. Nuestro equipo patriota está en Oslo para dialogar frente a un enemigo que ha visto afectados sus intereses mezquinos y particulares y ha promovido la difusión de la mentira acerca de la revolución bolivariana, de nuestra Fuerza Armada, de nuestros poderes públicos y del pueblo que somos; que ha utilizado los laboratorios de guerra sucia de las transnacionales de la comunicación, para disociar y alienar la opinión internacional, operando un sabotaje continuo contra los bienes públicos y las personas, cobrando miles de víctimas.



Estamos en Oslo una vez desenmascarados los cancerberos de ese imperio capitalista que pretende una intervención militar para masacrar al pueblo y destruir el acervo popular impulsado en 20 años de transformaciones sociales; una vez evidenciado el ruego a todas luces indigno que hace esta minoría opulenta y cipaya al gobierno de los Estados Unidos por la profundización del bloqueo económico de alimentos y medicinas para causar alevosamente, más víctimas en la población venezolana y la intervención militar; una vez agotada la acción mercenaria de un monigote dolarizado para, inútilmente, usurpar los poderes públicos, asaltar el Estado de Derecho y montar un tinglado para enajenar la participación popular, perjudicando el libre ejercicio político del pueblo y queriendo convertir el derecho internacional en un sainete macabro; una vez contemplado con indignado asombro, el aplauso lacayo de los agentes de la oligarquía cipaya al robo de nuestros bienes y divisas en los mercados internacionales, por parte del imperio capitalista que asciende a miles de millones de dólares y ocasiona muertes de gentes del pueblo que somos, al imponer la escacez de recursos esenciales para atender sus necesidades. Con la dignidad de todo el pueblo venezolano en el anhelo de paz y profundización de la democracia, nuestros emisarios están en Oslo con la confianza de que somos vencedores y vencedoras de mil batallas, frente a un enemigo que ha pretendido producir un desastre en la Patria que amamos.



Vamos vencedores y vencedoras a esta cita, no lo olvidemos. Nuestra situación frente a la guerra fratricida que se nos ha impuesto, por terrible y trágica que está siendo, también ha permitido que los agentes del capitalismo y los gobiernos cómplices encabezados por el poderoso Estados Unidos, se quiten la careta ente los pueblos del mundo y muestren sin empachos, las ya inocultables intenciones de someter a rango de esclavismo (que unos llaman neocolonialismo) al planeta entero.



Internamente, cada acción violenta que han ejecutado con descarada impunidad y complicidad de gobiernos aliados, contra la sociedad venezolana y el gobierno del presidente constitucional y legítimo Nicolás Maduro Moros, ha sido derrotada contundentemente como lo fueron en su momento durante el gobierno del comandante Hugo Chávez Frías. Podemos considerar que todas las acciones de guerra directa, de violento racismo y salvaje discriminación, promovidas por el cipayaje oligarca desde todos los puntos de la patria, mediante el sabotaje y la violencia, han mordido el polvo de la derrota.



En la dimensión internacional, la digna y eficiente política desplegada por nuestro gobierno a través del equipo de cancillería encabezado por el canciller Jorge Arreaza, Samuel Moncada y Luciano Valero han puesto de manifiesto en los distintos escenarios internacionales (ONU-OEA) la indignación que sentimos como pueblo, por el sistema de impunidad que los poderes imperiales han orquestado alrededor de la situación de Venezuela, para robarnos descaradamente nuestros recursos, profundizando la guerra no convencional impuesta, acentuando la violencia contra nuestra gente, naturalizando las agresiones directas y bloqueos económicos que generan un grave riesgo social que denominan cínicamente “crisis humanitaria”. Nuestros dignos voceros en el escenario internacional han puesto en evidencia y desmontado la innumerable cantidad de trampas, mentiras, infamias y trapisondas de todo tipo que han urdido en contra del pueblo que somos y de nuestra revolución bolivariana. Todo esto comporta una resonante victoria, flameante como el libertario tricolor de ocho estrellas en los cielos de nuestras esperanzas y logros sociales, con la cual estamos en Oslo para lograr la paz.



A sabiendas que los principios no se negocian, estamos en Noruega con la frente en alto defendiendo la legitimidad de nuestro proceso político, social y popular porque significa, en palabras de nuestros referentes fundamentales, la suma de felicidad posible para el pueblo. En la mesa de discusión no debe estar en cuestionamiento la legitimidad de nuestra Revolución Bolivariana como logro histórico vinculado a más cinco siglos de lucha.



Tampoco debemos permitir el cuestionar la legalidad y legitimidad de nuestro presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, quien debe continuar en el mandato que le ha dado su pueblo mediante elecciones libres y transparentes avaladas internacionalmente, porque, además, ha sabido ser el líder y guía de nuestro proceso político y popular y de todas estas victorias alcanzadas.



Por igual son inaceptables en todo escenario de discusión internacional cualquier cuestionamiento al alto mando de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), colegiatura que ha sido garante de la paz y la democracia, en lucha constante contra la violencia promovida por el cipayaje y los agentes imperiales. Nuestra FANB han sido voceros y participantes de acciones populares, aunque son el blanco de todo tipo de infamias y denuestos con la trunca finalidad de enlodar la herencia libertaria y el prestigio de nuestro ejército; ni a la Milicia Popular Bolivariana, base y evidencia de la concepción cívico-militar de nuestro proceso político, en la defensa de la soberanía e independencia de la Patria.



Inaceptables también han de ser los inmorales señalamientos que este cipayaje hace de los logros de la revolución bolivariana; victorias diarias y cotidianas que el pueblo ha disfrutado en buena lid y que han significado en 20 años de revolución, metódicas tangibles, evidentes, reales que han permitido colocar los recursos generados por la Patria en proyectos que favorecen a las clases populares, contradicción que constantemente la oligarquía cipaya antepone como regalía economicista, cuando se trata en la práctica social de un legítimo derecho al que nuestro pueblo accede con su lucha día a día en el trabajo.



Por supuesto, ha de ser inaceptable todo intento por colocar en el debate siquiera como mínima posibilidad de legitimación, la grosera y violenta intromisión de las fuerzas extranjeras que hoy amenazan los suelos de la Patria venezolana, como chantaje para ir tras la claudicación de principios inalienables, porque además sería en sí mismo deslegitimar, por desagradecida e improcedente, la misma razón de ser de la oportunidad que ofrece el diálogo en Noruega para lograr la paz.



Impensable también ha de ser la aceptación de injurias y groseras alusiones a la conformación de nuestro Poder Moral, cuyo dinamismo social en manos del pueblo se encuentra plasmado en resoluciones concretas de nuestra Constitución Bolivariana de Venezuela, del Plan de la Patria y en el ideario de nuestro Libertador Simón Bolívar. Ni pensar en aceptar, bajo ninguna circunstancia cuestionamiento alguno a la línea esencial de nuestra política exterior cuyo éxito confluye, entre otros escenarios, en esta reunión de Oslo.



Cuenten nuestros voceros y voceras en Noruega con la confianza de un pueblo de Libertadores y Libertadoras que ha sabido a su hora, lidiar con las artes de la guerra en todos los escenarios, sin escatimar sacrificios en la inmensidad del tamaño del riesgo, ni en el poder de sus enemigos. De nuestro maestro Simón Rodríguez aprendimos que “la libertad no se conquistó con plumas, ni un código se discute a balazos”, en demostración de que hemos sabido pisar el territorio que libramos. Hemos sido buenos en la guerra por nuestra independencia y soberanía, como lo testimonia la historia humana que nos reivindica, y también hemos sido consecuentes en la paz, como el pueblo fraterno y solidario que abre sus brazos y su corazón a los pueblos del mundo y que ha servido de mediador y escenario para que otros pueblos solucionen sus contradicciones; de allí que en estos momentos de trascendente lucha que libramos, esté recibiendo el abrazo solidario de todos los pueblos del mundo y de dignos gobiernos que han visto en los apetitos del imperio actual, un gravísimo riesgo para el porvenir de la humanidad toda.



En Oslo, esta humanidad escucha la dinámica de dos políticas enfrentadas, a saber: la de un imperio como el capitalismo que se empantana y derrumba a pedazos entre mentiras, agresiones, invasiones, destrucción y violencia; y todos los pueblos en un pueblo que resiste y vence una intervención a su soberanía e independencia con las armas de la sensibilidad, la razón, el derecho, la democracia, la poesía y la paz. En Oslo, estarán con nuestra lucha, las luchas de todos los pueblos invadidos, amenazados, esquilmados y oprimidos de la Pachamama, en la seguridad de que se fortalecerá nuestro anhelo legitimo de vivir en paz y democracia para las constantes victorias que nos aguardan.


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