A
la ciudad de Oslo, capital de Noruega, acudimos vencedores y
vencedoras. Venezuela está presente en ese país del norte de la
Pachamama con nuestra voluntad de diálogo inquebrantable, puesta en
el logro de la paz frente a un imperio capitalista que nos ha
impuesto una guerra genocida por el sólo hecho de querer ser una
Patria soberana, independiente y buscar nuestro propio destino.
Nuestro equipo patriota está en Oslo para dialogar frente a un
enemigo que ha visto afectados sus intereses mezquinos y particulares
y ha promovido la difusión de la mentira acerca de la revolución
bolivariana, de nuestra Fuerza Armada, de nuestros poderes públicos
y del pueblo que somos; que ha utilizado los laboratorios de guerra
sucia de las transnacionales de la comunicación, para disociar y
alienar la opinión internacional, operando un sabotaje continuo
contra los bienes públicos y las personas, cobrando miles de
víctimas.
Estamos
en Oslo una vez desenmascarados los cancerberos de ese imperio
capitalista que pretende una intervención militar para masacrar al
pueblo y destruir el acervo popular impulsado en 20 años de
transformaciones sociales; una vez evidenciado el ruego a todas luces
indigno que hace esta minoría opulenta y cipaya al gobierno de los
Estados Unidos por la profundización del bloqueo económico de
alimentos y medicinas para causar alevosamente, más víctimas en la
población venezolana y la intervención militar; una vez agotada la
acción mercenaria de un monigote dolarizado para, inútilmente,
usurpar los poderes públicos, asaltar el Estado de Derecho y montar
un tinglado para enajenar la participación popular, perjudicando el
libre ejercicio político del pueblo y queriendo convertir el derecho
internacional en un sainete macabro; una vez contemplado con
indignado asombro, el aplauso lacayo de los agentes de la oligarquía
cipaya al robo de nuestros bienes y divisas en los mercados
internacionales, por parte del imperio capitalista que asciende a
miles de millones de dólares y ocasiona muertes de gentes del pueblo
que somos, al imponer la escacez de recursos esenciales para atender
sus necesidades. Con la dignidad de todo el pueblo venezolano en el
anhelo de paz y profundización de la democracia, nuestros emisarios
están en Oslo con la confianza de que somos vencedores y vencedoras
de mil batallas, frente a un enemigo que ha pretendido producir un
desastre en la Patria que amamos.
Vamos
vencedores y vencedoras a esta cita, no lo olvidemos. Nuestra
situación frente a la guerra fratricida que se nos ha impuesto, por
terrible y trágica que está siendo, también ha permitido que los
agentes del capitalismo y los gobiernos cómplices encabezados por el
poderoso Estados Unidos, se quiten la careta ente los pueblos del
mundo y muestren sin empachos, las ya inocultables intenciones de
someter a rango de esclavismo (que unos llaman neocolonialismo) al
planeta entero.
Internamente,
cada acción violenta que han ejecutado con descarada impunidad y
complicidad de gobiernos aliados, contra la sociedad venezolana y el
gobierno del presidente constitucional y legítimo Nicolás Maduro
Moros, ha sido derrotada contundentemente como lo fueron en su
momento durante el gobierno del comandante Hugo Chávez Frías.
Podemos considerar que todas las acciones de guerra directa, de
violento racismo y salvaje discriminación, promovidas por el
cipayaje oligarca desde todos los puntos de la patria, mediante el
sabotaje y la violencia, han mordido el polvo de la derrota.
En
la dimensión internacional, la digna y eficiente política
desplegada por nuestro gobierno a través del equipo de cancillería
encabezado por el canciller Jorge Arreaza, Samuel Moncada y Luciano
Valero han puesto de manifiesto en los distintos escenarios
internacionales (ONU-OEA) la indignación que sentimos como pueblo,
por el sistema de impunidad que los poderes imperiales han orquestado
alrededor de la situación de Venezuela, para robarnos descaradamente
nuestros recursos, profundizando la guerra no convencional impuesta,
acentuando la violencia contra nuestra gente, naturalizando las
agresiones directas y bloqueos económicos que generan un grave
riesgo social que denominan cínicamente “crisis humanitaria”.
Nuestros dignos voceros en el escenario internacional han puesto en
evidencia y desmontado la innumerable cantidad de trampas, mentiras,
infamias y trapisondas de todo tipo que han urdido en contra del
pueblo que somos y de nuestra revolución bolivariana. Todo esto
comporta una resonante victoria, flameante como el libertario
tricolor de ocho estrellas en los cielos de nuestras esperanzas y
logros sociales, con la cual estamos en Oslo para lograr la paz.
A
sabiendas que los principios no se negocian, estamos en Noruega con
la frente en alto defendiendo la legitimidad de nuestro proceso
político, social y popular porque significa, en palabras de nuestros
referentes fundamentales, la suma de felicidad posible para el
pueblo. En la mesa de discusión no debe estar en cuestionamiento la
legitimidad de nuestra Revolución Bolivariana como logro histórico
vinculado a más cinco siglos de lucha.
Tampoco
debemos permitir el cuestionar la legalidad y legitimidad de nuestro
presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, quien debe continuar
en el mandato que le ha dado su pueblo mediante elecciones libres y
transparentes avaladas internacionalmente, porque, además, ha sabido
ser el líder y guía de nuestro proceso político y popular y de
todas estas victorias alcanzadas.
Por
igual son inaceptables en todo escenario de discusión internacional
cualquier cuestionamiento al alto mando de nuestra Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB), colegiatura que ha sido garante de la
paz y la democracia, en lucha constante contra la violencia promovida
por el cipayaje y los agentes imperiales. Nuestra FANB han sido
voceros y participantes de acciones populares, aunque son el blanco
de todo tipo de infamias y denuestos con la trunca finalidad de
enlodar la herencia libertaria y el prestigio de nuestro ejército;
ni a la Milicia Popular Bolivariana, base y evidencia de la
concepción cívico-militar de nuestro proceso político, en la
defensa de la soberanía e independencia de la Patria.
Inaceptables
también han de ser los inmorales señalamientos que este cipayaje
hace de los logros de la revolución bolivariana; victorias diarias y
cotidianas que el pueblo ha disfrutado en buena lid y que han
significado en 20 años de revolución, metódicas tangibles,
evidentes, reales que han permitido colocar los recursos generados
por la Patria en proyectos que favorecen a las clases populares,
contradicción que constantemente la oligarquía cipaya antepone como
regalía economicista, cuando se trata en la práctica social de un
legítimo derecho al que nuestro pueblo accede con su lucha día a
día en el trabajo.
Por
supuesto, ha de ser inaceptable todo intento por colocar en el debate
siquiera como mínima posibilidad de legitimación, la grosera y
violenta intromisión de las fuerzas extranjeras que hoy amenazan los
suelos de la Patria venezolana, como chantaje para ir tras la
claudicación de principios inalienables, porque además sería en sí
mismo deslegitimar, por desagradecida e improcedente, la misma razón
de ser de la oportunidad que ofrece el diálogo en Noruega para
lograr la paz.
Impensable
también ha de ser la aceptación de injurias y groseras alusiones a
la conformación de nuestro Poder Moral, cuyo dinamismo social en
manos del pueblo se encuentra plasmado en resoluciones concretas de
nuestra Constitución Bolivariana de Venezuela, del Plan de la Patria
y en el ideario de nuestro Libertador Simón Bolívar. Ni
pensar en aceptar, bajo ninguna circunstancia cuestionamiento alguno
a la línea esencial de nuestra política exterior cuyo éxito
confluye, entre otros escenarios, en esta reunión de Oslo.
Cuenten
nuestros voceros y voceras en Noruega con la confianza de un pueblo
de Libertadores y Libertadoras que ha sabido a su hora, lidiar con
las artes de la guerra en todos los escenarios, sin escatimar
sacrificios en la inmensidad del tamaño del riesgo, ni en el poder
de sus enemigos. De nuestro maestro Simón Rodríguez aprendimos que
“la libertad no se conquistó con plumas, ni un código se discute
a balazos”, en demostración de que hemos sabido pisar el
territorio que libramos. Hemos sido buenos en la guerra por nuestra
independencia y soberanía, como lo testimonia la historia humana que
nos reivindica, y también hemos sido consecuentes en la paz, como el
pueblo fraterno y solidario que abre sus brazos y su corazón a los
pueblos del mundo y que ha servido de mediador y escenario para que
otros pueblos solucionen sus contradicciones; de allí que en estos
momentos de trascendente lucha que libramos, esté recibiendo el
abrazo solidario de todos los pueblos del mundo y de dignos gobiernos
que han visto en los apetitos del imperio actual, un gravísimo
riesgo para el porvenir de la humanidad toda.
En
Oslo, esta humanidad escucha la dinámica de dos políticas
enfrentadas, a saber: la de un imperio como el capitalismo que se
empantana y derrumba a pedazos entre mentiras, agresiones,
invasiones, destrucción y violencia; y todos los pueblos en un
pueblo que resiste y vence una intervención a su soberanía e
independencia con las armas de la sensibilidad, la razón, el
derecho, la democracia, la poesía y la paz. En Oslo, estarán con
nuestra lucha, las luchas de todos los pueblos invadidos, amenazados,
esquilmados y oprimidos de la Pachamama, en la seguridad de que se
fortalecerá nuestro anhelo legitimo de vivir en paz y democracia
para las constantes victorias que nos aguardan.
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